"Karl
Marx parecía muerto y enterrado. Con el hundimiento de la Unión Soviética y el
gran salto chino hacia el capitalismo, el comunismo se desvaneció hacia los
mundos pintorescos de las películas de James Bond o hacia el mantra manipulado
sobre Kim Jong Un. El conflicto de clase que Marx consideraba como determinante
en el curso de la historia parecía desvanecerse en una era próspera de libre comercio
y libre empresa.
El inabarcable poder de la globalización conectó las más
remotas esquinas del planeta con los lucrativos bonos de las finanzas y las
industrias deslocalizadas y sin fronteras, ofreciendo a todo el mundo, desde
los gurús tecnológicos de Sillicon Valley hasta las campesinas chinas, amplias
oportunidades de hacerse rico. (...)
Con la
economía global en una larga crisis, y con trabajadores de todo el mundo
víctimas del desempleo, la deuda y el estancamiento de sus ingresos, la aguda
crítica de Marx al capitalismo (que el sistema es intrínsecamente injusto y
autodestructivo) no puede ser tan fácilmente descartada.
Marx teorizó que el
sistema capitalista empobrecería inevitablemente a las masas, a medida que la
riqueza se concentraría en las manos de la codicia de unos pocos, causando
crisis económicas y reforzando el conflicto entre los ricos y las clases trabajadoras.
Marx escribió que “la acumulación de riqueza en un solo polo genera al mismo
tiempo en el polo opuesto la acumulación de miseria, trabajo duro y agónico,
esclavitud, ignorancia, brutalidad y
degradación mental”.
Un
expediente cada vez más rebosante de pruebas sugiere que podría haber estado en
lo cierto. Lamentablemente, son evidentes las estadísticas que demuestran que
los ricos son cada vez más ricos, mientras que la clase media y los pobres cada
vez son más pobres.
Un estudio hecho en septiembre por el Economic Policy
Institute (EPI) en Washington señaló que la media anual de ingresos reales de
un hombre trabajador a tiempo completo en los EEUU en 2011, unos 48.202
dólares, era inferior a la de 1973. Entre 1983 y 2010, el 74% del aumento de la
riqueza en los EEUU fue a parar a las manos del 1% más rico, mientras que el
60% más pobre sufrió un declive, según cálculos del EPI.
No sorprende así que
algunos estén repasando lo que escribió el filosofo alemán en el XIX. En China,
el país marxista que dio la espalda a Marx, Yu Rongjun se inspiró en los
acontecimientos actuales para escribir un musical basado en el clásico El
Capital de Karl Marx. “Uno se da cuenta de que la realidad encaja con lo que
escribió en su libro”, asegura el dramaturgo.
¿Qué diría Marx de lo que hoy acontece? “Algo parecido a: os lo advertí”, asegura Richard Wolff, un economista marxista en la New School de Nueva York. “La desigualdad de ingresos está produciendo un nivel de tensiones que no había visto en mi vida”.
Las
tensiones entre clases económicas en los EEUU están claramente al alza. La
sociedad se muestra dividida entre el 99% (la gente normal que lucha para salir
adelante) y el 1% (los privilegiados, bien conectados y muy ricos que cada vez
lo son más). En una encuesta del Pew Research Center publicado en año
pasado, dos tercios de los encuestados creían que EEUU sufría un conflicto
“fuerte” o “muy fuerte” entre ricos y pobres, un aumento significativo de 19
puntos desde 2009, llegando a ser considerada el primer factor de división de
la sociedad. (...)
Sin embargo, en medio de esta retórica hay señales que este nuevo clasismo americano ha cambiado el debate sobre la política económica de la Nación. La teoría del chorreo, que afirma que el éxito del 1% beneficiará al 99% restante, se encuentra bajo grave sospecha. David Madland, un director del Center for American Progress, un think tank con sede en Washington, cree que la campaña presidencial de 2012 ha hecho emerger el debate sobre la reconstrucción de la clase media, y la búsqueda de una agenda económica distinta para lograr este objetivo. “Toda la forma de concebir la economía está siendo revisada”, afirma. “Noto que se está produciendo un cambio fundamental”. (...)
Otro estudio del Pew revela que cerca
de la mitad de los chinos encuestados considera que la división entre ricos y
pobres es un gran problema, mientras que 8 de cada 10 está de acuerdo con el
propósito de que en China “los
ricos cada vez se hacen más ricos mientras que los pobres se siguen
empobreciendo”.
La
animadversión está alcanzando un punto de estallido social en las aldeas
industriales de China. “La gente de fuera ve nuestras vidas muy prósperas, pero
la vida real el la fábrica es muy distinta”, afirma el trabajador fabril Peng
Ming en el enclave de Shenzhen en el sur industrial. (...)
“El comunismo es a lo que aspiramos”. A menos que el
gobierno actúe más decididamente para mejorar su bienestar, señalan, los
trabajadores querrán de forma creciente actuar por su cuenta”. “Los
trabajadores se organizarán más”, predice Peng. “Todos los trabajadores deben
estar unidos”.
Eso
puede que ya esté sucediendo. Medir el nivel de malestar de los trabajadores en
China es difícil, pero los expertos creen que ha ido aumentando. (...)
Hasta
ahora, sin embargo, la revolución de Marx está por materializarse. Los
trabajadores puede que tengan los mismos problemas, pero no se están uniendo
para resolverlos. El nivel de la afiliación sindical en los EEUU, por ejemplo,
ha continuado su declive a través de las crisis económicas, mientras que el
movimiento Occupy Wall Street decaía. Los que protestan, señala Jacques
Ranciere, un experto en marxismo en la Universidad de Paris, no tienen como
objetivo remplazar el capitalismo, tal y como Marx predijo, sino simplemente
reformarlo.(...)
Sin
embargo, a pesar de estas llamadas,la política económica actual continua
alimentando las tensiones de clase. (...)
Los políticos en Roma, Madrid y Atenas están siendo presionados por tenedores de bonos para que desmantelen la protección de los trabajadores y continúen desregulando sus mercados interiores. Owen Jones, el autor britanico de Chavs: The Demonization of the Working Class [hay traducción castellana en la editorial madrileña Capitán Swing; T.], llama a esto “guerra de clase desde arriba”. (...)
“Diría que las perspectivas de que partidos laboristas o socialistas o gobiernos en cualquier lado vayan a cambiar (mucho menos derribar) los sistemas económicos actuales se han más bien evaporado”.
Eso
deja abierta una posibilidad escalofriante: que Marx no sólo diagnosticara correctamente
el comportamiento del capitalismo, sino también su resultado. Si los políticos
no encuentran nuevos métodos para asegurar oportunidades económicas justas, acaso
los trabajadores del mundo decidan, simplemente, unirse. Puede que entonces
Marx se tome su venganza." ('La
venganza de Marx, o cómo la lucha de clases está definiendo el mundo', de
Michael Schuman. Sin Permiso, 31/03/2013)
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