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22/1/24

La globalización neoliberal: una nueva fe religiosa... Cuando se analiza desde el punto de vista de las clases dominantes globalistas, la globalización puede parecer, en efecto, entusiasta y muy digna de alabanza y valorización... En los albores del nuevo milenio, Europa tiene 20 millones de parados, 50 millones de pobres y cinco millones de personas sin hogar, mientras que en los últimos veinte años la renta total en Europa ha aumentado entre un 50% y un 70%. Esto confirma, de manera difícilmente refutable, el carácter de clase de la globalización y del progreso que genera... Desde el punto de vista de los dominados (y, por tanto, vista desde «abajo»), se identifica con el infierno muy concreto de la nueva relación de fuerzas tecno-capitalista, que se consolidó a escala planetaria después de 1989 (Diego Fusaro)

 "Según la sintaxis de Gramsci, existe una «ideología» cuando «una clase determinada logra presentar y hacer aceptar las condiciones de su existencia y de su desarrollo como clase como un principio universal, como una concepción del mundo, como una religión».

El clímax esbozado por Gramsci es totalmente pertinente si nos referimos a la ideología de la globalización como una naturaleza dada, irreversible y fisiológica (globalismus sive natura). En el contexto del Nuevo Orden Mundial posterior a 1989 y de lo que se ha definido como «el gran tablero de ajedrez», se presenta como un «principio universal», porque es aceptado indiscriminadamente en todas las partes del mundo (es lo que podríamos llamar la globalización del concepto de globalización) y, al mismo tiempo, también es asumido por los dominados, que deberían oponerse a él con la mayor firmeza. Se presenta como una verdad indiscutible y universalmente válida, a la espera de ser ratificada y aceptada en forma de adaequatio cognitiva y política.

La globalización aparece así como una «visión del mundo», es decir, como un sistema articulado y omnicomprensivo, porque se ha estructurado en forma de perspectiva unitaria y sistemática, centrada en la desnacionalización del cosmopolitismo y en la eliminación de todas las limitaciones materiales e inmateriales a la libre circulación de mercancías y personas mercantilizadas, al flujo de capital financiero líquido y a la extensión infinita de los intereses competitivos de las clases dominantes.

Por último, adopta la forma de una «religión», porque se experimenta cada vez más como una fe indiscutible, muy por encima de los principios de la discusión racional socrática: quien no acepte el nuevo orden globalizado sin reflexión y con referencias fideístas será inmediatamente condenado al ostracismo, silenciado y estigmatizado por la policía de la lengua y los gendarmes del pensamiento como hereje o infiel, amenazando peligrosamente la estabilidad de la catequesis globalista y sus principales artículos de fe (libre circulación, apertura total de toda realidad material e inmaterial, competitividad sin fronteras, etc.). ). La globalización coincide así con el nuevo monoteísmo idólatra del mercado mundial, propio de una época que ya no cree en Dios, pero tampoco en el capital.

En términos generales, la globalización no es otra cosa que la teoría que describe, refleja y, a su vez, prescribe y glorifica el Nuevo Orden Mundial de clase postwestfaliano, surgido y estabilizado después de 1989 y que (por utilizar la fórmula de Lasch) ha sido elevado ideológicamente al rango de paraíso único. Este es el mundo totalmente subordinado al capital y al imperialismo centrado en Estados Unidos de los mercados de capital privado liberalizados, con la exportación colateral de la democracia de libre mercado y el libre deseo, y de la antropología del homo cosmopoliticus.

El poder simbólico del concepto de globalización es tan omnipresente que literalmente imposibilita el acceso al discurso público a cualquiera que se atreva a cuestionarlo. En este sentido, se parece más a una religión con un credo obligatorio que a una teoría sujeta a la libre discusión y a la hermenéutica de la razón dialógica.

A través de categorías que se han convertido en piedras angulares del neolenguaje capitalista, cualquier intento de limitar la invasión del mercado y de desafiar el dominio absoluto de la economía globalizada y centrada en Estados Unidos es demonizado como «totalitarismo», «fascismo», «estalinismo» o incluso «rojopardismo», la síntesis diabólica de lo anterior. El fundamentalismo liberal y el totalitarismo globalista de libre mercado también demuestran su incapacidad para admitir, incluso ex hypothesi, la posibilidad teórica de otros modos de existencia y producción.

Cualquier idea de un posible control de la economía y de una posible regulación del mercado y de la sociedad abierta (con un despotismo financiero integrado) conduciría infaliblemente, según el título de un conocido estudio de Hayek, al «camino de la servidumbre». Hayek afirma eufemísticamente: «el socialismo es esclavitud».

Evidentemente, el teorema de von Hayek y sus acólitos no tiene en cuenta el hecho de que el totalitarismo no es sólo el resultado de la planificación política, sino que también puede ser la consecuencia de la acción competitiva privada de las reglas políticas. En la Europa actual, además, el peligro no se encuentra en el nacionalismo y el retorno de los totalitarismos tradicionales, sino en el liberalismo de mercado hayekiano y la violencia invisible del garrote sutil de la economía despolitizada.

Por lo tanto, es imperativo descolonizar el imaginario de las actuales concepciones hegemónicas de la globalización e intentar redefinir su contenido de forma alternativa. Esto requiere una nueva comprensión marxiana de las relaciones sociales como móviles y conflictivas, donde la mirada cargada ideológicamente sólo registra cosas inertes y saneadas, rígidas e inmutables.

En otras palabras, necesitamos deconstruir la imagen hegemónica de la globalización, mostrando que está basada en las clases y no es neutral.

Cuando se analiza desde el punto de vista de las clases dominantes globalistas, la globalización puede parecer, en efecto, entusiasta y muy digna de alabanza y valorización.

Amartya Sen, por ejemplo, celebra enfáticamente la globalización por su mayor eficiencia en la división internacional del trabajo, por la reducción de los costes de producción, por el aumento exponencial de la productividad y (en una medida mucho más cuestionable) por la reducción de la pobreza y la mejora general de las condiciones de vida y de trabajo.

En los albores del nuevo milenio, Europa tiene 20 millones de parados, 50 millones de pobres y cinco millones de personas sin hogar, mientras que en los últimos veinte años la renta total en Europa ha aumentado entre un 50% y un 70%.

Esto confirma, de manera difícilmente refutable, el carácter de clase de la globalización y del progreso que genera. Desde el punto de vista de los dominados (y, por tanto, vista desde «abajo»), se identifica con el infierno muy concreto de la nueva relación de fuerzas tecno-capitalista, que se consolidó a escala planetaria después de 1989 con la intensificación de la explotación y la mercantilización, del clasismo y del imperialismo.

A esta duplicidad hermenéutica, que preside la duplicidad de clase en el muy fracturado contexto post-1989, se refiere el interminable debate que ha interesado y sigue interesando a los dos focos de esta contraposición frontal: por un lado, los apologistas de la globalización; por otro, los que se dedican a elaborar los cahiers de doléances del globalismo.

Los primeros (que, a grandes rasgos, pueden calificarse de mundialistas, pese a la caleidoscópica pluralidad de sus posiciones) ensalzan las virtudes de la mercantilización del mundo. En cambio, los segundos (que sólo coinciden en parte con aquellos a quienes el debate público ha bautizado como «soberanistas») subrayan las contradicciones y el carácter eminentemente regresivo del marco anterior centrado en las soberanías nacionales.

En resumen, y sin entrar en los entresijos de un debate prácticamente inabarcable por la cantidad de contenidos y la diversidad de enfoques, los panegiristas del globalismo insisten en la forma en que la mundialización extiende la revolución industrial, el progreso y las conquistas de Occidente a todo el mundo; o, dicho de otro modo, en la forma en que «universaliza» los logros de una humanidad entendida de algún modo como «superior» y, por tanto, con derecho a organizar el «expediente único» del desarrollo lineal de todos los pueblos del planeta.

Incluso los escritores más sobriamente escépticos sobre el valor axiológico de la globalización, como Stiglitz, parecen sufrir una atracción magnética y en última instancia injustificada por la labor de transformar el mundo en un mercado. Para Stiglitz y su optimismo reformista, este proceso, que al mismo tiempo «planetariza» la desigualdad y la miseria capitalista, no merece ser abandonado por los desarrollos y cambios que podría provocar."

(Diego Fusaro, Jaque al neoliberalismo, 30/12/23, fuente:  Euro Synergies)

5/5/23

Kenneth Rogoff : Tal vez algún día recordaremos el espectáculo del interrogatorio al director ejecutivo de TikTok, Shou Zi Chew... Chew ganó puntos al indicar que si el objetivo que se busca prohibiendo TikTok es proteger a los votantes estadounidenses de ser espiados y manipulados, el Congreso debiera diseñar un plan que se ocupe también de los abusos de las plataformas con sede en EE. UU... Parece que todas las plataformas de redes sociales debieran ser reguladas por el gobierno... Desafortunadamente para TikTok, prohibir las empresas de propiedad china es mucho más fácil que regular a los gigantes tecnológicos... La capacidad de los anunciantes para llegar a las audiencias estadounidenses es precisamente lo que otorga valor a las plataformas de redes sociales. Si una plataforma es declarada ilegal, su valor para los anunciantes desaparece... TikTok está dando una buena batalla, pero es posible que la pierda... Si bien hay que atender a las preocupaciones legítimas de seguridad nacional vinculadas con TikTok, la prohibición directa no evitaría que los estadounidenses sean espiados y manipulados. Lamentablemente, también podría confirmar el inicio del fin de la Internet global

  "Tal vez algún día recordaremos el espectáculo del interrogatorio al director ejecutivo de TikTok, Shou Zi Chew, que tuvo lugar el 23 de marzo en el Congreso estadounidense, como un punto de inflexión en la historia de la globalización. Durante más de cinco horas de agresivos cuestionamientos, Chew —que no es chino sino Singapurense— defendió magníficamente el hecho de que su empresa sea China frente a la limitada comprensión del mundo tecnológico que tiene el Congreso.

El gobierno de Biden considera a TikTok como una posible amenaza para la seguridad nacional y desea que la empresa china controlante, ByteDance, venda la plataforma a una empresa estadounidense o enfrente una posible prohibición. Chew, sin embargo, propone que ByteDance mantenga el control mayoritario de TikTok, pero que sus operaciones estadounidenses queden completamente a cargo del gigante tecnológico tejano Oracle, que almacenaría todos los datos de los usuarios estadounidenses en sus servidores y controlaría la manera en que los algoritmos de TikTok recomiendan contenidos. 

Mientras tanto, el gobierno chino afirmó que se opondrá a una venta forzada. Pero la probabilidad de que el «Proyecto Texas» de Chew convenza al Congreso o al presidente Joe Biden parece remota. Los responsables de las políticas estadounidenses no confían demasiado en las intenciones del gobierno chino... por buenos motivos. 

Durante años los hackers chinos, supuestamente con apoyo estatal, han atacado incesantemente al gobierno y a las empresas estadounidenses, desviando billones de dólares de propiedad intelectual. Aunque es difícil obtener números concretos, la omnipresencia de los hackeos chinos encendió las alarmas de los expertos en todo el mundo, especialmente en los países de la ASEAN

La ofensiva bipartidista para limitar a TikTok refleja la creciente desconfianza hacia China, una de las poquísimas cosas en que los demócratas y los republicanos coinciden en Washington. Aunque la propia China tiene un «gran cortafuegos» que de hecho bloquea a las plataformas de Internet de propiedad estadounidense, la prohibición propuesta por EE. UU. podría acelerar la tendencia a la desglobalización. 

Pero despotricar contra TikTok puede resultar más fácil que prohibirlo. Con 150 millones de usuarios estadounidenses es una de las aplicaciones más populares en el país. Según se informa, los adultos estadounidenses pasan en promedio 56 minutos diarios en la plataforma. Desde el punto de vista de la política interna, hay una diferencia gigantesca entre la prohibición propuesta para TikTok y la reciente prohibición estadounidense a la venta e importación de equipos de comunicaciones y video de fabricantes chinos como Huawei. 

Además de la multitud de TikTokers que se ganan la vida en la plataforma y se convertirían en víctimas colaterales en caso de una prohibición, la aplicación es extraordinariamente popular entre los votantes de menos de 30 años, y las encuestas indican que casi dos tercios de los jóvenes se oponen a la prohibición. Dado que esa cohorte etaria exhibe una fuerte tendencia demócrata, su oposición podría afectar las chances reelectorales de Biden. La congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, que cuenta con el respaldo de los milenials y miembros de la generación Z, ya señaló su rechazo a la prohibición (por supuesto, expresó sus preocupaciones a través de TikTok). 

Chew ciertamente ganó puntos entre los jóvenes. Si el objetivo que se busca prohibiendo TikTok es proteger a los votantes estadounidenses de ser espiados y manipulados, sostuvo, el Congreso debiera entonces diseñar un plan que se ocupe también de los abusos de las plataformas con sede en EE. UU. (a quienes se les hace agua la boca ante la perspectiva de que echen del país a su mayor competidor). 

Después de todo, el escándalo de Cambridge Analytica demostró que la desinformación y las violaciones de Facebook a la privacidad ayudaron en última instancia a que el expresidente estadounidense Donald Trump ganara las elecciones de 2016. Y el psicólogo Robert Epstein sostuvo que el motor de búsqueda de Google manipuló a los votantes en favor de los candidatos demócratas (aunque el impacto cuantitativo de este hecho es discutible).

Chew, entonces, tiene razón. Parece que todas las plataformas de redes sociales debieran ser reguladas por el gobierno. La Comisión Federal de Comercio está considerando una ofensiva contra la vigilancia comercial y las prácticas inseguras de gestión de datos de los gigantes de la tecnología, mientras que posiblemente Twitter —que desde hace mucho constituye un profundo problema como fuente de desinformación y difamación— haya empeorado desde que Elon Musk la compró. 

 Desafortunadamente para TikTok, prohibir las empresas de propiedad china es mucho más fácil que regular a los gigantes tecnológicos. Más allá de su inmensa popularidad, TikTok es tan solo uno de los frentes de la guerra tecnológica actual entre EE. UU. y China, que incluye también esfuerzo por convencer a los aliados estadounidenses de prohibir que Huawei construya su redes 5G, y las recientes restricciones gubernamentales a la venta de semiconductores avanzados a empresas chinas. 

Además, aunque la propuesta del Proyecto Texas de TikTok parece sensata, cuesta creer que a los hackers chinos no les resultaría más fácil robar datos de una plataforma cuya empresa controlante tiene sede en Pekín. La creciente y amarga rivalidad entre EE. UU. y China no deja demasiado margen para un acuerdo que atienda a las preocupaciones de ambos países por la seguridad. Por ejemplo, China podría repensar sus políticas proteccionistas y permitir que las empresas tecnológicas estadounidenses operen en su mercado local, pero eso haría peligrar el férreo control de las autoridades sobre el ecosistema informativo. 

De igual manera, EE. UU. podría exigir que las operaciones estadounidenses de TikTok se vendan con una prima significativa que represente una compensación parcial por lo que el gobierno chino llamó «un robo»; pero aunque esta solución al menos muestra cierto respeto por el derecho internacional, es difícil que consiga apoyo, dado que China nunca pagó a las empresas estadounidenses por la propiedad intelectual que les robó durante años. 

 Quienes quitan importancia al devastador efecto que podría tener la prohibición estadounidense de TikTok no entienden la economía de las redes sociales. La capacidad de los anunciantes para llegar a las audiencias estadounidenses es precisamente lo que otorga valor a las plataformas de redes sociales. Si una plataforma es declarada ilegal, su valor para los anunciantes desaparece. 

Aunque indudablemente algunos usuarios intentarían eludir la prohibición mediante redes privadas virtuales (VPN, por su sigla en inglés), esto podría resultar difícil y no evitaría la pérdida de ingresos por publicidad. TikTok está dando una buena batalla, pero es posible que la pierda. Según se informa, los legisladores estadounidenses están avanzando en sus planes para prohibir la plataforma. 

Si bien hay que atender a las preocupaciones legítimas de seguridad nacional vinculadas con TikTok, la prohibición directa no evitaría que los estadounidenses sean espiados y manipulados. Lamentablemente, también podría confirmar el inicio del fin de la Internet global."          (

7/4/23

La Semana Santa como forma de resistencia a la globalización: una mirada desde la antropología... una celebración "de la primavera" en Sevilla: "Globalización significa desarraigo y este tipo de fiestas son ocasiones de reidentificación, de ver comer, de oler cosas diferentes. En la Semana Santa se reafirman identidades colectivas, que en la cotidianeidad no existen o están muy rotas, lo identitario funciona para mucha gente por encima de los contenidos explícitos de la propia Semana Santa"

 "La ciudad, Sevilla, cambia en Semana Santa. Se palpa en el ambiente. Los días previos hay cada vez más horas de luz, los relojes han ajustado ya sus agujas al llamado horario de verano, las flores lucen en algunos balcones, el azahar y su aroma coronan los naranjos. Los cofrades se aprestan a planchar las camisas, a perfeccionar el nudo de corbata; la ciudad, Sevilla, se emperifolla. Miles de nazarenos, previo pago de la papeleta de sitio, despliegan el capirote.

Hay resistencias, también, escasas, pero haberlas, las hay, por supuesto. Gente que vive de espaldas a las hermandades y fuera de ellas. La playa está también  muy a mano para quien se lo puede permitir, claro.Sin embargo, en la ciudad, Sevilla, no hay manera de evitar la Semana Santa: las trompetas llevadas al paroxismo –que Califato 3/4 ha abrillantado, actualizado– salen de los televisores y se extienden por las ventanas; basta una persona dura de oído para que una comunidad entera de vecinos escuche la fanfarria.

"La semana santa es una manifestación social y simbólica rica, compleja, diversa y polisémica. Su importancia radica en ser referente identitario para los grupos humanos que la celebran. La diversidad tanto en las formas como en los significados es enorme. En todos los casos, en Andalucía, la Semana Santa es una celebración de la primavera. Aún se rige por el calendario astronómico del equinoccio de la primavera, tan importante para las sociedades agrarias mediterráneas", afirma a Público Gema Carrera, antropóloga y presidenta de Asana, Asociación Andaluza de Antropología.

"Esa eclosión de la naturaleza se celebra a través del ritual festivo de una forma sensorial y comunicativa, estructurando el orden vital, laboral y social de los colectivos que la celebran. Largas horas y jornadas de preparativos, juegos, símbolos, cantos, músicas, escenificaciones, olores, códigos culturales y simbólicos son compartidos cada primavera. A través de la participación en esta celebración colectiva, se produce en los participantes un sentimiento de pertenencia que la sociedad de consumo, individualista y homogeneizadora en la que se enmarca, no puede cubrir. Es si se me apura, una forma de resistencia social a la globalización y a la homogeneización social", añade Carrera.

"Es una manifestación social y simbólica rica, compleja, diversa y polisémica. Un referente identitario"

La antropóloga reconoce el magisterio de Isidoro Moreno, catedrático emérito de la Universidad de Sevilla, el primero en estudiar desde Andalucía, fuera de tópicos, con espíritu científico la Semana Santa. "La he comparado, la de las grandes ciudades con un caleidoscopio, ese pequeño juego de entretenimiento de la era predigital. Si mirabas por el agujero veías un dibujo, la verdad del dibujo, pero si le dabas vueltas veías dibujos varios, sin meter ni sacar ningún elemento. Esto es una metáfora: si no se gira el cilindro alguien juraría que la Semana Santa es tal o cual cosa y que todo lo demás es artificial", afirma el catedrático en conversación con Público.

"Para entender –prosigue Moreno– la Semana Santa, no como celebración litúrgica, apostólica y romana, sino a la manera andaluza, con la calle y las cofradías en la calle, lo fundamental es estar abierto a que existen varias realidades, múltiples dimensiones. Considerar que el único eje es el religioso es aceptar el monopolio del ámbito eclesiástico, que está muy interesado en afirmar su derecho a interpretar en exclusiva lo que ocurre y sus ramificaciones". 

Moreno agrega: "Una de las múltiples dimensiones de la Semana Santa es la identitaria, incluso por encima de los contenidos explícitos, que son escenas de al muerte y pasión de Cristo. Lo fundamental para vivir dentro de las cofradías es que da varias oportunidades de reproducir la identidad personal en el ámbito de la familia, del barrio o de la nostalgia del barrio, hoy gentrificado".

"El nivel identitario –remacha Moreno– es el central, evidentemente con referentes religiosos, eso nadie lo duda. Otra cosa que explica el auge de la Semana Santa en Andalucía y otro tipo de acontecimientos es la misma época actual, en que la tendencia es a la globalización. ¿Qué cosa es esto?: Homogeneización, desenclave de lo identitario, supuestamente es un progreso y significa debilitamiento de ls identidades colectivas. Globalización significa desarraigo y este tipo de fiestas son ocasiones de reidentificación, de ver comer, oler cosas diferentes. Es algo hegemónico. En la Semana Santa se reafirman identidades colectivas, que en la cotidianeidad no existen o están muy rotas, lo identitario funciona para mucha gente por encima de los contenidos explícitos de la propia Semana Santa".

"Globalización significa desarraigo y este tipo de fiestas sirven para ver, comer, oler cosas diferentes".

Jesús Pascual, director de la película Dolores, Guapa, en la que reflexiona sobre identidades queer en la Semana Santa de Sevilla, profundiza para Público en estas ideas: "La Semana Santa se lee desde fuera muchas veces como una fiesta católica, donde la gente que va son creyentes y van los domingos a misa, pero esto es falso. La Semana Santa de Sevilla es principalmente una fiesta de la primavera en la que se celebra un sentimiento de pertenencia a la ciudad, al barrio, a los amigos, a la familia, de conexión con tus padres, con tus abuelos". 

"Es verdad –continúa Pascual– que no se puede separar 100% de la religión y muchas veces las hermandades funcionan como un brazo ejecutor de la iglesia y evangeliza según la doctrina católica. Pero no es simplemente eso: la gran mayoría de personas tiene espiritualidad y un sentido de lo trascendente, pero desde luego, alejado de lo que dicta El Vaticano. Sí que entiende la fe y la devoción, palabras que parece que significan lo mismo en todas partes, pero pero estoy seguro de que significan cosas diferentes en Sevilla y fuera de Sevilla".

"La Semana Santa –analiza Pascual– tiene que ver con el despliegue de la calle. Se te inculca desde pequeño de manera muy lúdica. Se vive como un niño vive la navidad. Y aunque es un ejemplo bruto, el de la navidad, no del todo afinado, sí sirve para entender algunas cosas. Es decir, todo el mundo entra de pequeño en la navidad cuando es un niño. Y la navidad siendo católica, pero ha trascendido al componente católico, solo que la navidad ha trascendido a un sitio mucho más capitalista y neoliberal y la Semana Santa de momento parece que no tanto. Se asimila como parte de tu vida y no tiene tanto que ver con la religión, como con el sentirte ciudadano de Sevilla. Se celebra la primavera y el ser sevillano".

Hecho social total y la izquierda

Para la antropóloga Carrera, "la Semana Santa constituye un hecho social total –un concepto de la antropología–, cuyos significados trascienden al meramente religioso. Para comprenderla, tienen que aceptarse todas las dimensiones que tiene. Hay una parte religiosa, otra menos, hay una parte emocional, estética, artística. Precisamente por ser un hecho social total, las formas de participación, las ideologías, las posiciones sociales que se ocupan tanto dentro como fuera del ritual, multiplican las perspectivas con las que puedes enfocarla y en las que puedes participar".

"En Andalucía son muchas las semanas santas. Los ritos varían en cada pueblo. Dentro de Sevilla hay varias Semanas Santas, la vivencia de la tradición es muy personal. La navidad es una fiesta y entendemos que hay muchas navidades, cada persona entiende la fe y la devoción de una manera y se relaciona con todo lo que pasa en la ciudad en estas fechas como puede y cómo le han enseñado", afirma el cineasta Pascual.

"Lo que se ve no es una conmemoración sino una fiesta, desgajada de compromisos sociales. Hay un sector que está en las cofradías y otro sector que no. No hay correlación ideológica respectó de la religión, ni tampoco relación mecánica política en la actitud que se tiene al respecto. Esto explica mucho que una parte de la gente que se considera de izquierdas se emocione y la viva de manera especial. En el año 82 publiqué un librito como antropólogo, y hay quien hoy me para y me dice: tengo una deuda con usted, me quitó el complejo de ser de izquierdas y gustarme la Semana Santa", afirma el catedrático Moreno.

"Los barrios de extramuros conquistan cada año el centro neurálgico de la ciudad. Eso es también una forma de resistencia a otros poderes fácticos. Y en el propio centro, desde barrios, históricamente obreros, como ha sido el barrio de la Macarena, donde había una concentración importante de colectivos anarquistas, se vivía con intensidad este fenómeno de la Semana Santa. ¿Es esto contradictorio? Y cómo conviven estos contrastes que en Sevilla somos capaces de explicar, en Andalucía en general, que nos hacen de alguna manera ser capaces de relativizar mejor lo que otros consideran solo, desde una perspectiva, como verdades incuestionables. Poder convivir en el mismo fenómeno una persona atea con otra que tiene un sentimiento religioso de cualquier tipo, es lo interesante, no excluir", reflexiona Carrera.

"En la Macarena, donde había una concentración de  anarquistas, se vivía con intensidad  la Semana Santa"

"Hay una parte –prosigue la antropóloga– de la izquierda, que desde un cierto fundamentalismo laicista, es incapaz de apreciar estos significados múltiples, que no son los meramente religiosos. Pero porque no la han vivido. Algunas, si lo hemos hecho. Algunos la ven únicamente como una forma de perpetuar el poder político, religioso o económico. Evidentemente, ese intento de control de una manifestación como esta, tan fuera de cualquier control, ha sido una constante, pero afirmar que eso es la Semana Santa y reducirla a esos significados es permitir que efectivamente se convierta en eso, se reduzcan sus significados y deje de ser tan heterodoxa como de hecho siempre ha sido, de manera intrínseca, conteniéndolo todo".

"A la izquierda le fascina porque, como todas las fiestas populares, tiene un componente de resistencia. Las imágenes están en la calle, estas mismas imágenes están todo el año en los templos y no tienen la misma afluencia", apunta Pascual.

"En las imágenes de cristo, en prácticamente todos los lugares de Andalucía esa imagen es un nazareno, Jesús con la cruz a cuestas sufriente y vivo. En casi ningún sitio la imagen central es un cristo muerto, ni crucificado: eso tiene que ver con la cultura andaluza, la personalización y la humanización de las relaciones sociales", aporta Moreno.

"Se entiende perfectamente que sea la pasión de Jesús la que mejor cala, porque se habla de un hombre bueno y justo al que aprisionan y condenan. Y hay una madre que no puede hacer nada frente al poder hipócrita. Las imágenes en Andalucía son Jesús de tal y la Virgen de tal. Tienen nombres y apellidos, son diferentes unas de otras, son imágenes humanizadas. El trato con las imágenes no es vertical, es horizontal, se le habla como se le habla con alguien de tu familia. Ves a la virgen como tu madre o como tu abuela, ese componente también está", asegura Pascual.

"Hay otra característica muy andaluza: es la presencia al mismo nivel de lo femenino con lo masculino. La imagen de la dolorosa no solo en las escenas que podía aparecer en los evangelios, que podía aparecer en un trono exclusivo sin relación con el otro paso de la cofradía. Esto es la matrifocalidad de la cultura andaluza, la figura central de la madre", analiza Moreno.

"Las imágenes tienen nombres y significados propios aunque representen el mismo concepto religioso. En realidad, cada una de ellas representan y simbolizan a cada uno de los nosotros colectivos que se identifican con ella. Por eso, incluso a veces se producen rivalidades, que son rivalidades simbólicas entre grupos o barrios dentro de la misma ciudad. Algunos tienen diminutivos o sobrenombres que hablan de esta familiaridad: el abuelo de Jáen, el Prendi de Jerez, la Chari, la Encarna, la Gitana, el Manuel…Etc. A ella se les habla, se les piropea, se les pasea", abunda Carrera.

"Hay una identificación –continúa la antropóloga– de la gente con esos seres que sufren, que han sido castigados, ajusticiados y condenados, que han perdido a un hijo, que han pasado fatigas. Todo ello, sí que produce una posible identificación, sobre todo en determinados grupos sociales, que desde luego no ocupan los espacios de poder. Por ello son dioses cercanos, humanos, pasan fatigas, te ayudan a superar los problemas y se les puedes hablar de tú a tú. La gente los considera parte de su familia".

"A la izquierda le fascina porque, como todas las fiestas populares, tiene un componente de resistencia".

"Todo eso –explica Carrera– tiene que ver con la religiosidad popular que es otra forma muy diferente a la religión, cristiana, dogmática o más ortodoxa y piadosa. Bueno, ya lo escribieron algunos periodistas como Cháves Nogales o como Núñez de Herrera. Núñez de Herrera decía que una cosa es el Génesis y que otra es la Semana Santa: algo mucho más serio. Decía que "más que la salida del mundo maduro de la entraña del caos, importa la salida de la Virgen de la Amargura por el estrecho marco de su iglesia". Esa es la parte estética, quizás y de emoción colectiva que tiene que ver con la religiosidad popular, muy lejana del dogma. De hecho, durante mucho tiempo, la Iglesia no ha aceptado las formas en las que se expresan estos cultos externos de la Semana Santa y ha tenido siempre una tendencia a controlarla y a meter en el redil a todas las hermandades".

"La iconografía religiosa ha dado lugar a que algunos lo vean como un hecho exclusivamente religioso; otros como fariseísmo religioso; y otros, como un medio de legitimación del poder eclesiástico. Todo ello es una reducción de significados que esconde un común de la semana santa: el intento de apropiación por una parte de la sociedad y la instrumentalización que de ella hacen desde algunos poderes: el político, el eclesiástico y el ecónomico para controlarla y obtener rentabilidad de ella", remacha Carrera."                  (Raúl Bocanegra, Público, 06/04/23)

23/3/23

“O cambiamos el modelo, o la falta de recursos nos hará cambiar bruscamente el modelo”... La globalización actual, además del impacto ambiental de traer unos pantalones desde China, nos hace muy vulnerables. Tarde o temprano, y yo creo que más temprano que tarde, toparemos con estos límites... el pico de la mayor parte de los recursos puede llegar antes de que acabe este siglo, y muchos de ellos antes de 2050. Esto, contando con las reservas minerales que hipotéticamente existen en el planeta y que todavía no hemos detectado, y también con una tecnología futura que podría llegar a extraerlo... tendremos que volver cada vez más a las raíces de lo local

 "Alicia Valero (Zaragoza, 1978) es una referencia en el estudio del consumo de recursos. Hace 18 años que lo estudia desde el Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (Instituto CIRCE). Dirige el grupo de investigación de ecología industrial de este centro, y también da clases en varios grados y másteres de la Universidad de Zaragoza. En 2021 ha publicado Thanatia. Los límites minerales del planeta (Icaria), un libro en formato de entrevista donde divulga la crisis de los materiales junto con su padre, también experto en la cuestión. En la vertiente académica, Valero ha sido más prolífica: 126 publicaciones y numerosos reconocimientos internacionales. Su campo de estudio puede parecer técnico y concreto, pero nos permite entender mejor qué pasa con las Play Stations, en la Seat o en el conflicto afgano.

La fábrica más grande de Cataluña, la Seat, está en un ERTE. El mayor productor de coches del mundo, Toyota, ha anunciado que bajará un 40% su producción mundial de coches este mes de septiembre. ¿Qué está pasando con los microchips? ¿Es una crisis de semanas o va para largo?

Las fábricas de microchips son muy pocas en todo el mundo y están concentradas en Asia. Ha habido una demanda brutal de microchips no solo a causa de la automoción, sino en general de todos los aparatos eléctricos y electrónicos. A ello, se ha sumado el hecho de que algunas fábricas tuvieron que estar paradas por la pandemia, y todo junto ha provocado serios problemas de abastecimiento. El sector está bastante preocupado porque no parece que esto pase rápidamente. En 2022 es seguro que continuarán las paradas, y es posible que se alargue a 2023. Además, hay el problema de que los coches tienen microchips relativamente baratos y sencillos, que solo tienen funciones como subir o bajar una ventanilla. La priorización de los fabricantes es hacia los microchips de mayor valor añadido, como los de los ordenadores. Los automóviles están al final de la lista. Hay algunas circunstancias puntuales relacionadas con la Covid-19 en esta crisis que no conozco bien porque no soy experta, pero no deja de ser la punta del iceberg de lo que vendrá en el futuro.

¿Por qué es la punta del iceberg?

Porque tenemos una demanda creciente exponencialmente y unos recursos del planeta que son los que son. No se puede soportar este crecimiento con los recursos que hay. Si haces cuentas, ves que la población aumenta con una tasa del 1% anual. Y que la depredación de recursos crece más, hasta un 3%. No solo hay más gente, sino que la gente que hay quiere más. En una generación habremos consumido tanto como en toda la historia del ser humano. Está clarísimo que esto estallará de alguna forma. Ya estamos viviendo estas consecuencias; los microchips son solo una muestra. Pero realmente todas las materias primas están sufriendo subidas brutales, porque la demanda sube de manera exponencial y no hay fábricas que sean capaces de dar abastecimiento ni recursos suficientes para proveerlas. Tenemos un problema serio que hay que abordar inmediatamente.

Pero, si no hemos pensado en comprar ningún coche… ¿esto nos puede afectar igual a corto plazo?

Para empezar, la economía de lugares como Martorell se puede ver muy afectada. Yo he visto afectaciones en mi entorno. Hay amigos de mis hijos que quieren una Play Station, y en la tienda no hay. O gente que necesitaba un sofá reclinable y este no llega porque faltaban microchips. No es un problema del sector del automóvil; ahora todo funciona con electrónica.

¿Cuál es tu previsión sobre los recursos que fallarán?

Si haces un análisis de cómo estamos extrayendo los recursos desde el año 1900 y de cuánta materia prima queda disponible para explotar, te das cuenta que, si seguimos a este ritmo, hay bastantes materias primas que tendrán un gran problema de suministro. Sobre todo, si consideras la transición digital y la transición a las energías limpias. Todo esto requerirá una serie de elementos que son escasos en la naturaleza.

Y, si estos materiales van buscados, ¿no se podrán encontrar nuevas minas?

No hay minas operativas suficientes. Y abrir una mina nueva implica, de media, unos 15 años, y muchos problemas ambientales asociados. Nadie quiere una mina cerca. No es tan fácil abrir una mina, como hemos visto en Cáceres. Aunque fuéramos capaces de encontrar nuevos yacimientos, que por supuesto se encontrarán, el problema está en el hecho que sus minerales estarán cada vez más diluidos. Esto es como el petróleo: la rentabilidad será cada vez peor. Es aritmética. Otra cosa es que no quieras ver el problema.

¿Quién no quiere ver el problema?

La Comisión Europea ya está diciendo que hay que apostar por nuevos yacimientos en el territorio porque dependemos de otros países. Pero, cuando he asesorado a comités de la Comisión Europea y explicaba que había que reducir, se me echaban a la yugular. Decían que se trataba de continuar creciendo económicamente. Pero tres más uno son cuatro. Y, si tienes cinco, solo te queda un margen de uno. Y, si sigues creciendo a un ritmo de uno, solo te queda un año. Algo hay que hacer. Ahora la transición energética está planteada para no superar los 2 grados y llegar a cero emisiones en 2050. O se invierte seriamente en minas y en la recuperación de materiales, o no llegaremos a estas cifras.

¿Debemos acostumbrarnos a no encontrar lo que buscamos en las tiendas?

Creo que será más el pan de cada día, sinceramente. Obviamente, todo esto se ha visto agravado por la Covid-19, y, cuando los precios suben mucho, al final vuelve a bajar la demanda y todo se vuelve a canalizar durante algún tiempo. La economía depende de muchísimos factores. Pero lo cierto es que, si existe un factor limitante, este factor es el físico, el de los recursos que hay. Tendremos que asumir que, si no tengo una Play Station, mala suerte y me aguanto, porque sencillamente no hay microchips para ofrecerme esta consola. Personalmente, estoy pendiente de que llegue el uniforme de gimnasia de mis hijos, y me han dicho que hasta enero o febrero no llegará porque los barcos chinos no están llegando. 

 Fíjate que estamos hablando de un textil, ni siquiera de una cosa electrónica. Esto será cada vez más cotidiano; tendremos que volver cada vez más a las raíces de lo local. La globalización actual, además del impacto ambiental de traer unos pantalones desde China, nos hace muy vulnerables. Tarde o temprano —y yo creo que más temprano que tarde— toparemos con estos límites.

¿Qué significa “temprano”?

Hemos realizado curvas de extracción de recursos minerales. La conclusión general es que el pico de la mayor parte de los recursos puede llegar antes de que acabe este siglo, y muchos de ellos antes de 2050. Esto, contando con las reservas minerales que hipotéticamente existen en el planeta y que todavía no hemos detectado, y también con una tecnología futura que podría llegar a extraerlo. Si contamos solo las reservas que conocemos actualmente, los picos se avanzan muchísimo. Aquí el problema es que la demanda está aumentando exponencialmente y no hemos entendido lo que significa el consumo exponencial. No lo tenemos interiorizado; pensamos en lineal. Pero, precisamente cuando llegó la pandemia, experimentamos en primera persona lo que implica una transmisión del virus exponencial. Sin confinamiento, en pocos días nos habríamos infectado todos. Con ritmos diferentes, pero es la misma lógica de lo que estamos haciendo con los materiales.

Volviendo a Seat: ¿esto quiere decir que la promesa de fabricar 500.000 coches eléctricos cada año es inviable?

Yo he trabajado con Seat analizando como diseñar vehículos para evitar estos cuellos de botella. Si la demanda de vehículos y la de energías renovables aumentan de la manera que se prevé en los ‘Acuerdos de París contra el cambio climático’, nos podemos encontrar con límite de suministro de plata, cadmio, cobalto, cromo, cobre, galio, indio, litio, manganeso, níquel, plomo, platino, telurio o zinc antes de 2050. Estos son los elementos necesarios para las baterías de los vehículos, pero también para las energías renovables y en general para toda la electrónica. Tu ordenador también tiene batería; todo compite con todo. Por ahora, no hay baterías suficientes. Yo creo que los fabricantes de vehículos saben que no habrá baterías para todos los coches que esperan. El cobalto, por ejemplo, es muy crítico y está concentrado en muy pocos países.

Si las empresas automovilísticas lo saben… ¿por qué no actúan de una manera diferente?

Los fabricantes están creando acuerdos con los países proveedores para asegurar el suministro de materiales. Renault y Volkswagen ya prevén que las baterías se quedarán en propiedad del fabricante. Esto te da una idea de lo preocupados que están, de lo estratégicas que son las baterías, y de lo escépticos que están los fabricantes respecto a las previsiones que ellos mismos dicen. Lo que no hará un fabricante es lanzar mensajes apocalípticos.

¿Seat os pide que analicéis si tendrán materiales para sus coches?

Sí, nuestro grupo de investigación ha hecho varios proyectos con ellos. Antes de que ocurriera el problema de los microchips, nosotros ya les hicimos un análisis de varios modelos de Seat diciéndoles cuales eran las piezas críticas que tiene el vehículo, y como habría que diseñarlas para mejorar. ¿Sabes cuáles eran las piezas críticas? Justamente la electrónica, los microchips. Esto fue en 2018. Ya les estábamos diciendo que “ojo con estas piezas”, porque dependen de unos materiales muy escasos. Y bien, ya lo ves. Los fabricantes son conscientes de que tienen que repensar la manera de fabricar, y ahora han visto las orejas al lobo con el tema de los microchips.

Y los gobiernos, ¿son conscientes del problema? ¿Cómo está preparado el Estado español en este tema?

No estamos preparados ni mucho menos. Nos hemos hecho vulnerables intentando fabricar de manera más barata en otros países. Si fabrican otros lo que es tuyo, aparentemente tú no tienes los problemas de emisiones contaminantes. Y hemos pensado: ¡que fabriquen los chinos! A corto plazo podía ser una estrategia, pero a la hora de la verdad, si los chinos dicen que no suministrarán chips o tierras raras, aquí se para la economía. No tenemos fábricas, ni materias primas, ni una industria capaz de obtener materias primas de la basura que estamos generando.

Pero hoy en día ya somos dependientes del petróleo y del gas de otros países, y no nos va tan mal.

El problema es que queremos dejar de quemar combustibles fósiles, porque es lo que hay que hacer, pero lo queremos hacer con el mismo ritmo de crecimiento. Los aerogeneradores, los vehículos eléctricos, las placas solares…, todo esto es necesario, y todo esto está basado en materiales que son muy críticos. Pasaremos de ser dependientes del petróleo a ser multidependientes de toda la tabla periódica. Puede haber escasez de litio, puede haber escasez de manganeso, de cobalto… No todos estos elementos están situados en Arabia Saudí.

¿Quién se está preparando mejor?

El litio está en Bolivia, Argentina y Chile. El cobalto, sobre todo en el Congo. Las tierras raras, en China. Pero sobre todo seremos dependientes de China. Ellos tienen o bien los recursos o bien el procesamiento y refinamiento de los recursos de otros países. Y está comprando terrenos ingentes de África y de América Latina que contienen recursos. Son la fábrica del mundo y saben que quien tenga los recursos tendrá el poder. China tiene, desde hace décadas, una política de acaparamiento, o como mínimo de asegurarse el suministro. Los otros países no lo han sabido ver. Nosotros seremos más bien unos espectadores.

Algunos países petroleros, en América Latina y en Oriente Medio, han sufrido inestabilidad política y guerras como consecuencia de la lucha por su petróleo. ¿Puede pasar lo mismo con países que tienen muchos recursos minerales?

Esto ya está ocurriendo en Marruecos. Los conflictos que hay por el Sáhara Occidental no son para apoderarse del desierto. Son porque tienen las mayores reservas de fósforo del planeta. El fósforo es el oro verde, porque es la materia prima de los fertilizantes, y quizás podemos vivir sin microchips pero no sin alimentación. Las plantas necesitan este fósforo. Hoy en día hay mucha menos hambre en el mundo porque hubo una revolución de la agricultura con los fertilizantes. La productividad de los campos aumentó mucho. Pero se han echado tantos fertilizantes en los campos que hay unos problemas de contaminación brutales. Y estamos viendo una desaparición de suelo fértil. O encontramos otra revolución verde en la que no necesitemos estos fertilizantes minerales, o lo tenemos difícil. En el caso de Afganistán, no me atrevería a decir que ha estado determinante porque desconozco el background del país. Pero en 2007 ya era uno de los países estrella en busca de nuevas reservas de elementos como el litio. Si ahora mismo los chinos la tienen a bien con los talibanes es porque hay unas reservas estratégicas que interesan. Obviamente, de trasfondo del conflicto puede haber otros muchos factores, pero por supuesto en Afganistán hay reservas de varias materias que son estratégicas.

Muchos economistas defienden que es posible seguir creciendo sin consumir tantos materiales, porque en una economía digital ya no harán tanta falta, y entonces no habrá que sufrir por la escasez. ¿Cómo lo ves tú?

Precisamente son las tecnologías digitales las que más materias primas escasas necesitan. Esto, para empezar, pero es que, además, la historia nos dice que, cada vez que hemos mejorado la eficiencia de algún equipo, ha ocurrido un efecto rebote. Los coches ahora son más eficientes que nunca, pero utilizamos la mejora para fabricar muchos más coches. Y, al final, lo que tienes es un aumento exponencial de la depredación de los recursos. Hay que buscar la eficiencia, evidentemente; pero, si eso no va acompañado de repensar el modelo de sociedad que tenemos, difícilmente lo cambiaremos. Hay que replanteárselo todo muy seriamente. En el fondo, la pandemia nos ha enseñado mucho sobre esto: lo que hay que hacer es bajar la curva.

¡Una de las apuestas podría ser que todos estos materiales se reciclen!

En el caso de los coches, hemos hecho estudios para ver como se podría hacer un reciclaje mejor. Y, actualmente, todos estos elementos que son críticos los estamos perdiendo. Cuando llevas un vehículo a desguazar, le sacan las ruedas, los fluidos, el catalizador…; esto, con suerte. Los aceros del coche, que son ultraresistentes, se juntan con las chapas de cualquier electrodoméstico, y el acero que queda es de baja calidad, con impurezas. De todo ello, se dice que actualmente se reciclan los vehículos en un 95%, que es a lo que obliga la legislación. Pero en realidad lo que se recicla es un 95% del peso, y los minerales críticos se pierden en el vertedero o quedan diluidos en la mezcla de aluminio. Hoy por hoy, no existen procesos mejores que recuperen estos elementos, los que están en los microchips y que son esenciales. No será fácil, pero hay que entender lo estratégico que es recuperar estos elementos. Ahora mismo estamos parando las fábricas de vehículos de 1.000 kilos porque nos faltan unos microchips que pueden pesar 3 gramos.

Di algún ejemplo de mineral desconocido para el gran público que utilizamos mucho y que echaremos de menos pronto.

El telurio, por ejemplo. Se emplea en los nuevos paneles fotovoltaicos, porque son más finos y eficientes. Pero no hay minas de telurio, porque son elementos que salen del refinamiento de otros elementos mayores, como el cobre. Es decir, que están supeditados a la producción de estos minerales mayores. No abrirás una mina específicamente para el telurio si lo que puedes sacar son unos gramos por tonelada. Con el indio pasa lo mismo: es un material que hace que puedas mover la pantalla del móvil con el dedo. Y es necesario para los LED. Y una sola compañía china suministra una gran parte de este indio.

¿Y las tierras raras? ¿Por qué son importantes?

Se llama tierras raras a un conjunto de 17 elementos de la tabla periódica. Algunas son muy críticas para las energías renovables, como el neodimio y el disprosio. Con estos dos materiales hacen imanes muy fuertes, unos imanes que son necesarios para cualquier motor. Todo motor eléctrico tiene tierras raras: ordenadores, cámaras, vehículos… Cualquier cosa que se mueva lo tiene: incluso un sofá reclinable. Pero no hace falta fijarse en materiales tan concretos para darse cuenta de la gravedad de la situación. El sector de la construcción está temblando por los precios de las materias primas que no son raras. La madera está subiendo muchísimo. El aluminio y el cobre, también. De momento, los promotores están asumiendo esta subida de precios, pero no sé cuánto tiempo aguantarán así. Al final nos lo repercutirán. Todo está relacionado con el consumo exponencial. Por algún lado tiene que explotar.

Si falla alguno de estos materiales, ¿es posible que encontremos alternativas para fabricar a partir de otras cosas?

Siempre se buscan alternativas. Todo es reemplazable. Pero en el sistema de producción actual no lo es, porque todo se basa en el just in time. Si necesito un pedido de microchips, es para mañana. Tenemos que ir hacia un modelo diferente, de stocks más grandes, de más flexibilidad, porque las cadenas de suministros cada vez son más débiles. China ya hizo un embargo de tierras raras en 2010 y los precios subieron de manera brutal. Puede volver a ocurrir que se frene bruscamente la circulación de cualquier de estos materiales, como estamos viendo ahora con los chips.

Si no hay bastante materiales para hacer la transición energética, ¿nos veremos forzados a incumplir los objetivos porque no habrá alternativa a quemar gas y petróleo? ¿Qué podemos hacer para dejar de contaminar sin agotar los materiales?

No creo que sigamos quemando combustibles fósiles al ritmo actual porque, como explica Antonio Turiel, ya hay desinversión por parte de las petroleras. Ya no buscan nuevas reservas. Y se están cerrando las centrales de carbón. Está en la mente de todos que tenemos que ir hacia las energías renovables. Pero hay un problema: la extracción de minerales necesarios para la transición energética es a base de energía fósil. Ahora mismo, la minería ya es el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si la demanda aumenta, también lo hará la extracción de minerales. El impacto climático de esta minería en el futuro será mayor. ¿Podremos descarbonizar la economía tal como está pensado? Yo creo que no, porque no se ha tenido en cuenta este factor, y descarbonizar el sector de la minería es muy complicado. Si no nos podemos desarrollar con las renovables, volverá el viejo debate de si alargar la vida de la energía nuclear. Pero esto último ya no es ciencia, sino mi opinión. En todo caso, creo que no nos podremos desarrollar tal como habíamos pensado. Habrá paradas económicas y bajará el PIB. O cambiamos el modelo, o la falta de recursos nos hará cambiar bruscamente el modelo."             (Entrevista a Alicia Valero, Rebeldes.info, 20/08/22)

12/1/23

En este año que acaba, la ideología económica neoliberal ha hecho un ridículo histórico... A Lizz Truss le ha correspondido protagonizar el coitus interruptus más clamoroso de la política económica... provocó tal desastre que solo pudo aguantar 45 días aplicando esas ideas... desde que se aplicaron políticas liberales, la tasa de crecimiento fue menor y cayeron los ingresos de la inmensa mayoría de la población y de las pequeñas empresas. Los capitales se orientaron hacia las finanzas especulativas, más rentables que la actividad productiva. así que las crisis, la deuda y la desigualdad alcanzaron los niveles más elevados de la historia contemporánea... Hasta la pandemia, todo se disimulaba por el poder de las grandes empresas que dominan los medios de comunicación... La crisis que empezó en 2007 fue un primer aviso... con la del covid-19, el planeta se vio envuelto en un shock tan traumático, que Estados Unidos, la superpotencia, ni siquiera podía producir productos simples como máscaras y otros equipos de protección... Para evitar que la economía colapsara, los gobiernos tuvieron que intervenir masivamente, los servicios públicos resultaron esenciales y los principios neoliberales se guardaron en el cajón. Ningún gobierno tuvo la insensatez de aplicarlos. Y cuando lo hicieron, como ocurrió con la política de vacunas, se produjo un desastre... la aplicación de las reglas neoliberales de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio inhibió la producción de vacunas en muchas partes del mundo... por todo esto, hoy, los organismos internacionales piden a los gobiernos que establezcan impuestos sobre los más ricos y las ganancias extraordinarias

 "Hasta que estalló la pandemia, los efectos negativos de las políticas neoliberales se disimularon sin demasiada dificultad gracias al enorme poder mediático y cultural de las grandes corporaciones. La crisis de la covid-19 demostró, ya sin paliativos, que sus principios de actuación sirven para que ganen más dinero los ricos, pero no para resolver los problemas socioeconómicos de mayor envergadura. En este año que acaba, la ideología económica neoliberal ha hecho un ridículo histórico.

Desde finales de los años setenta del siglo pasado se comenzaron a aplicar en casi todo el mundo políticas económicas inspiradas en el liberalismo decimonónico. Sus principios son bien conocidos: el mercado es el único sistema que resuelve bien los problemas económicos; el capital y las empresas son racionales y, por tanto, quienes mejor saben las decisiones que hay que tomar para que la economía funcione de la mejor manera, de modo que hay que darles la mayor libertad posible; no hay que preocuparse si la renta se concentra en los más ricos porque se producirá un goteo que hará que los ingresos lleguen a todos; la intervención del Estado es nefasta, cuanto menos impuestos se establezcan más se recaudará y lo mejor es que cada cual se resuelva sus problemas, dejando que la caridad y la buena voluntad ayude a los necesitados.

Las consecuencias de la puesta en marcha de estas políticas están perfectamente documentadas en cientos de estadísticas e investigaciones. La tasa de crecimiento de la actividad económica fue menor y cayeron los ingresos de la inmensa mayoría de la población y de las pequeñas y medianas empresas. Buscando el mayor beneficio, los capitales se orientaron hacia las finanzas especulativas, más rentables que la actividad productiva. En consecuencia de ambas circunstancias, el número de crisis, la deuda y la desigualdad alcanzaron los niveles más elevados de la historia contemporánea. El neoliberalismo fue extraordinariamente exitoso para proporcionar beneficios más elevados a las grandes corporaciones empresariales y financieras, pero debilitó a la economía productiva y la capacidad de creación de valor y riqueza: hambriento de la ganancia que se podía obtener sin límite, el capitalismo se consumía a sí mismo y enfermó de empacho.

Hasta la pandemia, todo eso se disimulaba sin problemas gracias al poder inmenso de las grandes empresas que dominan los medios de comunicación, mantienen grupos de presión capaces de influir en las decisiones políticas, y financian a académicos, magistrados, policías, militares, periodistas, partidos, organizaciones no gubernamentales o fundaciones para que difundan o apliquen las ideas que les benefician.

La crisis que empezó en 2007 fue un primer aviso y ya antes de la del covid-19 muchos dirigentes de las mayores empresas y bancos mundiales comenzaron a darse cuenta de que las cosas estaban fallando y de que ese capitalismo voraz y embriagado de beneficio y poder estaba destrozando sus propios cimientos. Comenzaron a hablar sin ambages de la necesidad de "reiniciarlo" pero la covid-19 puso todo patas arriba.

Cuando el planeta se vio envuelto en un shock tan traumático, ya no se pudo disimular lo que estaba pasando: una globalización concebida y diseñada con el exclusivo propósito de dar plena libertad al capital para que produzca con el menor coste posible y obtenga el máximo beneficio generaba un déficit extraordinario en seguridad y riesgos muy costosos; y dejar que solo los mercados y la iniciativa privada resolvieran los problemas económicos se reveló como suicida. Como escribió hace unos meses Joseph Stiglitz, "Estados Unidos, la superpotencia, ni siquiera podía producir productos simples como máscaras y otros equipos de protección, y mucho menos artículos más sofisticados como pruebas y ventiladores". Para evitar que la economía colapsara, los gobiernos tuvieron que intervenir masivamente, los servicios públicos resultaron esenciales y los principios neoliberales se guardaron en el cajón. Ningún gobierno tuvo la insensatez de aplicarlos. Y cuando lo hicieron, como ocurrió con la política de vacunas, se produjo un desastre. Como también dice Stiglitz, la aplicación de las reglas neoliberales de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio inhibió la producción de vacunas en muchas partes del mundo, provocando la muerte innecesaria de miles de personas.

Cuando se decía que pronto entraríamos de nuevo en la normalidad, las cosas volvieron a complicarse. La inseguridad y los bloqueos derivados de la globalización neoliberal, el enorme poder sobre los precios de las grandes empresas, la crisis climática, la especulación financiera, la debilidad del tejido empresarial que se dedica a crear riqueza y los problemas geopolíticos asociados a una sociedad mundial gobernada por los mercados y los capitales y no por instituciones democráticas... es decir, los grandes problemas que habían venido generando casi cuarenta años de políticas neoliberales se hicieron más patentes que nunca y han hecho que 2022 haya sido el año en que se ha desatado una nueva crisis. La describo con detalle en un libro de Ediciones Deusto que estará a la venta a finales del próximo enero con el título Más difícil todavía.

Pero lo interesante de lo ocurrido en estos últimos 12 meses es que la ideología económica neoliberal no solo se ha mostrado de nuevo como incapaz de proporcionar algo más que beneficios a los más ricos. Ha sido el año en el que ha quedado públicamente en evidencia, haciendo un espantoso ridículo.

A los neoliberales británicos y a Lizz Truss en particular les ha correspondido el honor de protagonizar el coitus interruptus más clamoroso y transparente de la historia de la política económica. Después de repetir como papagayos el mantra neoliberal, asegurando que la solución frente a la caída de la actividad económica era bajar impuestos a los ricos, reducir el gasto público y dar plena vía libre a los mercados, provocaron tal desastre que solo pudieron aguantar cuarenta y cinco días aplicando esas ideas desde el gobierno.

No ha sido esa la única marcha atrás en 2022 del neoliberalismo económico. En España se ha tenido que reconocer que las subidas del salario mínimo han ayudado a reactivar el mercado interno gracias al mayor consumo de los trabajadores de menor renta y que no ha tenido los efectos devastadores anunciados; la bondad para fortalecer el empleo de las reformas laborales que desactivaban los aspectos más negativos de las anteriores de perfil más neoliberal; o que bajar impuestos no es lo que aumenta la recaudación. En Europa se ha terminado aceptando que hay que corregir a los mercados para frenar la subida de precios, que las empresas no sobreviven sin el apoyo del Estado, o que las inversiones públicas son imprescindibles; la ley para la reducción de la inflación o la nueva estrategia industrial de Biden son misiles en la línea de flotación de la ideología neoliberal; y los organismos internacionales piden a los gobiernos que establezcan impuestos sobre los más ricos y las ganancias extraordinarias. Por no hablar del cambio de estrategia de miles de empresas de todo el mundo para evitar los fallos de seguridad y resiliencia a los que ha llevado el buscar tan solo el mínimo coste.

Escribió Stendhal en La cartuja de Parma que "no existe lo ridículo cuando nadie lo nota". A los neoliberales se les ha notado en este año que acaba. Los ideólogos y los burócratas de la patronal no lo reconocerán, a quien se juega los cuartos más le vale ser realistas, darse cuenta de lo que se nos viene encima y cambiar de discurso y estrategia."                     (Juan Torres López , Público, 29/12/22)

26/10/21

El mundo está asistiendo al prolongado, conflictivo y agónico cierre de la globalización neoliberal. Estamos en un proceso emergente de desglobalización económica... en una articulación imprevista de cuatro crisis que se retroalimentan: una crisis médica, una crisis económica, una crisis ambiental, y una crisis política. Una coyuntura de enorme perplejidad y angustia... El horizonte predictivo se ha roto, se ha desintegrado. Nadie sabe lo que va a suceder... hasta el FMI dice que “hay que prorrogar los vencimientos de la deuda pública”. Es decir, está proponiendo que los países no paguen su deuda pública, que prorroguen y que establezcan mecanismos de repagos para los siguientes años... Algo está cambiando. Se acabó el recetario de austeridad fiscal... la hegemonía neoliberal conservadora implementada en los últimos 40 años ha perdido su capacidad de regeneración, de impulso irradiador y de articulación de esperanzas. El neoliberalismo se mantiene por la inercia, por la fuerza de la herencia pasada... ha perdido el optimismo histórico... Además, por primera vez, la democracia comienza a presentarse como un estorbo para las perspectivas neoliberales... mientras se produce revitalización de los Estados como sujeto protagónico... y aparece los gigantescos retos para las fuerzas progresistas y de izquierda del planeta para enfrentar la gravedad de este horizonte... con seis temas con que asumir la batalla por el sentido común

 "Vivimos la articulación imprevista de cuatro crisis que se retroalimentan mutuamente: una crisis médica, una crisis económica, una crisis ambiental, y una crisis política. Una coyuntura de enorme perplejidad y angustia. Pareciera que la sociedad y el mundo hubieran perdido el rumbo, una dirección hacia dónde ir, su destino. Nadie sabe lo que va a pasar en el corto y mediano plazo, ni puede garantizar si habrá un nuevo rebrote o si surgirá un nuevo virus, si la crisis económica se intensificará, si saldremos de ella, si tendremos trabajo o ahorros. Esto da lugar a una parálisis del horizonte predictivo, no solamente en los filósofos, que es algo normal, sino en la gente común, en los ciudadanos y ciudadanas, en las personas que van al mercado, en los trabajadores, obreros, campesinos, en los pequeños comerciantes. El horizonte predictivo es la capacidad imaginada de proponernos cosas a mediano plazo, cosas que muchas veces no suceden, pero guían nuestra acción y nuestro comportamiento. El horizonte predictivo se ha roto, se ha desintegrado. Nadie sabe lo que va a suceder.

La suspensión del tiempo

Es en este sentido que propongo la categoría de un “tiempo suspendido”. A pesar de que suceden cosas, a pesar de que brotan conflictos, problemas, novedades, cada día estamos viviendo una suspensión del tiempo. Hay un movimiento del tiempo cuando hay un horizonte, cuando podemos al menos imaginar hacia dónde vamos, hacia dónde nos dirigimos. Se trata de una experiencia muy desgarradora, una experiencia nueva que estamos viviendo, en el sentido de que no existe una dirección hacia dónde ir, lo cual es angustiante.

La suspensión del tiempo arrastra un conjunto de síntomas y consecuencias. La primera de ellas es lo que podríamos denominar “un ocaso de época”. El mundo está asistiendo al prolongado, conflictivo y agónico cierre de la globalización neoliberal. Estamos en un proceso emergente de desglobalización económica que se ha ido acentuando, pero que comenzó hace cinco o diez años atrás con idas y vueltas. La primera oleada de globalización se dio en el siglo XIX, hasta principios del XX, y la segunda a finales del siglo XX, entre 1980 y el 2010. Esta segunda oleada de globalización ha entrado en un proceso de una deshilachamiento parcial, en un proceso de desglobalización económica parcial. Hay cuatro datos que permiten afirmar esta hipótesis:

Primero, el comercio mundial tenía una tasa de crecimiento, entre 1990 y 2012, de dos a tres veces por encima de la tasa del crecimiento del PIB global. Desde el 2013 hasta el 2020 es menor o, en el mejor de los casos, igual a la tasa del crecimiento del PIB. El comercio, que es la bandera de los mercados globalizados, se ha reducido, según informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE.

El segundo dato es que los flujos transfronterizos de capital, que entre 1989 y 2007 habían crecido del 5% al 20% respecto al PIB mundial, pasaron a tener una tasa menor al 5% entre 2009 y la actualidad.

El tercer dato es la salida de Inglaterra de la Unión Europea, el Brexit, que ha establecido un límite a la expansión, al menos por el lado de Occidente, de esta articulación de mercado, economía y política europea. Por su parte, Estados Unidos inicia con el gobierno de Trump un proceso gradual de repatriación de capitales bajo el lema “América Primero”. En su gobierno, Trump desplegó una guerra comercial contra China, pero también contra Canadá y luego contra Europa. Destapó viejos fantasmas de seguridad nacional para intentar impedir que China tome el liderazgo mundial y controle la red 5G. Además, el COVID-19 ha acelerado los procesos de reagrupación de las cadenas de valor esenciales, para que no se repitan procesos que se dieron en Europa cuando, entre países supuestamente pertenecientes a la misma unión comercial, se peleaban en la frontera por los respiradores e insumos médicos. Este control les permite no depender de insumos de China, Singapur, México o Argentina, o del país que fuera. Entonces, tenemos un escenario paradójico con China y Alemania aliadas por el libre comercio y Estados Unidos e Inglaterra aliados en una mirada proteccionista de la economía y del mundo. En los años 80, estos dos últimos países encabezaron la oleada globalizadora con Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y ahora son sus líderes los que encabezan una mirada proteccionista y los comunistas, a la cabeza de China, los que convocan a todo el mundo a abrir fronteras y a no impedir que la globalización se detenga.

Un último dato de esta desglobalización parcial que estamos viviendo es el documento que acaba de publicar el Fondo Monetario Internacional. Hay un monitor fiscal y un reporte de la economía mundial que presenta un conjunto de recomendaciones sorprendentes, paradójicas, e incluso chistosas viniendo del FMI: “hay que prorrogar los vencimientos de la deuda pública”. Es decir, están proponiendo que los países no paguen su deuda pública, que prorroguen y que establezcan mecanismos de repagos para los siguientes años. No se olviden que el FMI junto con Merkel y el Deutsche Bank fueron los que se impusieron sobre Italia, luego sobre Irlanda y finalmente sobre Grecia, para obligar a que asuman sus compromisos de endeudamiento. El informe sugiere “incrementar los impuestos progresivos a los más acaudalados”, no es el programa de un partido de izquierda radical, es la recomendación del Fondo Monetario. También, propone impuestos “a las propiedades más costosas, a las ganancias de capital, y a los patrimonios”, siendo incluso más radical que algunas propuestas que se habían manejado en los grupos de izquierda del continente. Sigue con “modificar la tributación de las empresas para asegurarse de que paguen impuestos”. Es decir, pide ser más audaces y modificar el sistema tributario porque hay muchos ricos que han evadido los impuestos. Cierra con una sugerencia para la tributación internacional a la economía digital, apoyo prolongado a los ingresos de los trabajadores desplazados e incremento de la inversión pública. Se trata de un programa de reformas que hace un año era impensable, era una herejía que viniera de estos organismos internacionales que funcionan como el cerebro del capitalismo mundial.

Esto está marcando una modificación del espíritu de la época. Algo está cambiando. Se acabó el recetario de austeridad fiscal, la amenaza de que espantar a los ricos imponiéndoles impuestos nos hará perder riqueza y empleos. Hay una modificación de los parámetros epistemológicos con los que este sector del capital mundial estaba mirando lo que se viene en términos de esta articulación de la crisis ambiental, médica, económica y social. Evidentemente, hay un miedo a las clases peligrosas y a los estallidos sociales que está llevando a un cambio de 180º de las posiciones de políticas económicas que impulsan estos ideólogos del capitalismo mundial, y que habían comandado todo el neoliberalismo desde los años 80 hasta el 2020, en términos de reducción del Estado, de la inversión pública, de los impuestos a la gente rica y de apoyos sociales a los trabajadores. No sabemos si será temporal, pero se trata de un giro sustancial.

El desgaste de la hegemonía neoliberal conservadora

Un segundo efecto de este tiempo suspendido es lo que podemos calificar como un estupor y cansancio de la hegemonía neoliberal conservadora implementada en los últimos 40 años. No es que se acabó, puede durar un buen tiempo más, pero ha perdido su capacidad de regeneración, de impulso irradiador y de articulación de esperanzas. El neoliberalismo se mantiene por la inercia, por la fuerza de la herencia pasada. Esto lo visualizamos en la crisis de los instrumentos que habían sido fetichizados para organizar el futuro.

El neoliberalismo utilizó tres instrumentos para crear un relato, un imaginario, falso en los hechos, pero creído por mucha gente sobre quiénes organizaban el futuro: el mercado, la globalización y la ciencia. El mercado globalizado ha mostrado que no es un sujeto cohesionador. Frente a la crisis del virus y a la expansión de los contagios, ningún mercado hizo nada. Al contrario, los mercados escondieron la cabeza como avestruces y lo que salió a relucir como la única y última instancia de protección social fueron los Estados. La globalización, como un ideario de modernización, mejora de la vida y de expansión ilimitada de las oportunidades, ya no tiene la capacidad para contener a los descontentos, para organizar a la gente que tiene miedo ni para calmar las preocupaciones de los angustiados. La ciencia, en la que se depositó de manera imaginada y tergiversada una potencia ilimitada y una capacidad infinita para transformar y resolver los problemas de la humanidad, ahora muestra sus límites. Hay cosas que los humanos no podemos resolver, enfrentar o remontar, fruto de nuestras propias acciones. La ciencia también tiene un horizonte de época, puede resolver muchas cosas y otras no. Se requiere mucho tiempo, esfuerzo, recursos y una modificación de los comportamientos para que la ciencia pueda abarcar y resolver los problemas que estamos ocasionando, especialmente por nuestra manera de haber roto metabólica, orgánica y racionalmente nuestra relación con la naturaleza.

Todo esto significa que la hegemonía neoliberal ha perdido el optimismo histórico. Ya no se presenta ante el mundo como portador de certidumbres imaginadas, horizontes plausibles, conquistables y realizables a mediano plazo. Las certezas imaginadas del futuro se han quebrado y este es ahora el nuevo sentido común. Ahora nadie puede decir cuál es el destino de la humanidad. La humanidad nunca tiene un destino, siempre es una incertidumbre, pero las grandes hegemonías lo que hacen es crear un imaginario del destino de la humanidad. Las ideologías y las hegemonías tienen una facultad performativa: la capacidad de crear lo que enuncian. Esta capacidad es la que perdió la hegemonía neoliberal planetaria porque ya no tiene la fuerza de despertar entusiasmo, crear adherencias duraderas, ni proponer un horizonte factible en el tiempo. Es un momento de cansancio y de estupor hegemónico, un momento que habilita una nueva materialidad de la hegemonía, que se vuelve porosa. Ya no se presenta como un caudal imbatible que va hacia un lado, sino como aguas estancadas, donde se filtran otro tipo de sustancias, otro tipo de elementos. Por lo tanto, estas aguas estancadas de la hegemonía conservadora hablan de la parálisis del horizonte predictivo. Repito: no es el fin ni del neoliberalismo económico ni de la hegemonía neoliberal. Es un momento de cansancio, de agotamiento y debilitamiento que puede arrastrarse incluso todavía años, cada vez con más dificultades, con menos irradiación, con menos entusiasmo, con menos capacidad de generar adherencias duraderas y legitimidades activas.

Ruptura del consenso neoliberal político y económico

La tercera característica de este ocaso es la ruptura del consenso neoliberal político y económico. Desde los años 80, la hegemonía neoliberal pudo desarrollarse en los ámbitos económicos y discursivos porque fusionó dos cosas: la economía de libre mercado y la democracia representativa. Esto le dio mucha fuerza. Había una retroalimentación entre el horizonte económico que buscaba reducir el Estado, entregar los bienes públicos a los actores privados, regular y fragmentar la fuerza laboral, reducir salarios y derechos, con un sistema de democracia representativa. Luego de la caída del muro de Berlín y del comunismo como una alternativa a la sociedad capitalista, todas las élites, sean de izquierda o derecha, habían apostado por el neoliberalismo, con un sentido un poco más social o más empresarial, porque compartían el mismo horizonte sobre el destino de la humanidad.

Luego de 40 años, ese núcleo de economía de libre mercado y democracia representativa comienza a dislocarse y disociarse, mientras surge un neoliberalismo cada vez más enfurecido. Esta es una de las características de la época. Cada año vamos a tener un replanteamiento de la propuesta neoliberal, cada vez más enfurecida, autoritaria, racista, xenofóbica, antiliberal, antifeminista, cada vez más vengativa, cada vez más fascista. Es lo que ha pasado en América Latina y en otras regiones del mundo. El caso del golpe en Bolivia, la situación de Brasil, Estados Unidos, Polonia y muchos otros países. Hay un neoliberalismo cada vez más autoritario, como una manera de atrincherarse, cuando sus fuerzas y su capacidad de atracción van menguando.

Además, por primera vez, la democracia comienza a presentarse como un estorbo para las perspectivas neoliberales. Se perdió el optimismo de los años 80 y ahora se miran con sospecha las banderas democráticas porque hay una divergencia entre las élites. Es decir, por un lado, hay élites que propugnan por continuar con el neoliberalismo: hay que enriquecer a los ricos, voltear de arriba abajo a los pobres, seguir privatizando y manteniendo la austeridad fiscal; y, por otra parte, hay élites y bloques sociales dispuestos a implementar otro tipo de políticas más híbridas: preocuparse de los pobres, replantearse los temas de la propiedad, los impuestos, el potenciamiento de lo común, entre otras cuestiones. Esta divergencia y la falta de un mismo horizonte de expectativas compartido preocupan a las élites neoliberales que comienzan a mirar con sospecha, recelo y distancia a la propia democracia y a los procesos electorales.

Tendencias de la suspensión del tiempo en el futuro inmediato

En este tiempo suspendido y de quiebre del horizonte predictivo podemos identificar cuatro tendencias para el futuro inmediato.

La primera está sucediendo en el debate de los grandes centros pensantes del capitalismo mundial: la revitalización de los Estados como sujeto protagónico. Esto ocurre bajo dos modalidades. La primera es la revitalización de la utilización de recursos públicos para atenuar las pérdidas o ampliar las ganancias empresariales. Esta es la vieja modalidad neoliberal que busca achicar el Estado, pero para agrandar sus riquezas con los bienes comunes que están bajo control o bajo propiedad del Estado. Actualmente, se está utilizando dinero público para la compra de acciones de las grandes empresas que han visto afectada su producción o comercialización por el confinamiento de los últimos meses.

Según un informe del Fondo Monetario Internacional, en octubre de 2020 las economías avanzadas habían utilizado capital propio de los Estados equivalente a un 11% de sus PIB en préstamos y garantías, y un 9% en gasto adicional. Es decir, las economías avanzadas, como Estados Unidos, Inglaterra, España, Italia, Alemania, Noruega, Suecia, Dinamarca, Japón o Canadá han utilizado entre el 15% y el 20% de sus PIB para comprar acciones de empresas, nacionalizar las pérdidas corporativas, entregar crédito a los bancos o amortiguar la reducción de ganancias de las empresas. Se trata de una revitalización del Estado, pero en términos de monopolios privados.

Otra modalidad de revitalización que pugna también por sobresalir es la del Estado en su dimensión de comunidad, que busca la protección social, mejorar salarios, ampliar derechos, aumentar la inversión pública, proteger a los más débiles, invertir en salud y en educación, crear empleos o nacionalizar empresas privadas para generar recursos públicos en favor de la gente.

Todo Estado tiene estas dos dimensiones. Como señala Marx, “el Estado es una comunidad ilusoria”, que tiene la dimensión de los bienes comunes (la riqueza es un bien común, los impuestos son un bien común, las identidades son bienes comunes), pero son bienes comunes de administración monopólica. Lo que están haciendo las fuerzas conservadoras es utilizar los bienes comunes para beneficio privado, a través del potenciamiento de lo monopólico del Estado; en tanto que las fuerzas sociales progresistas se esfuerzan por la ampliación del Estado como comunidad con bienes para ser distribuidos y utilizados por la mayoría de la población. Hacia dónde se incline el Estado dependerá de las luchas sociales, de la capacidad de movilización, de gobernabilidad vía parlamento y en las calles, de la acción colectiva, etcétera.

Una segunda tendencia del momento actual es el uso del excedente económico de cada sociedad. En los siguientes meses y años se van a incrementar las luchas sociales, políticas e ideológicas entre los distintos partidos, conglomerados, grupos de presión, clases y movimientos sociales, para determinar quién se va a beneficiar con los recursos públicos que son escasos. Con necesidades muy grandes y bienes escasos, ¿se beneficiará al sector empresarial, trabajador, campesino, obrero, medio? ¿A la burocracia, a los terratenientes, a los hacendados o a los banqueros? Los Estados se están endeudando una o dos generaciones por delante y están emitiendo más dinero para que haya circulante y movimiento económico. Ahí aparecen dos querellas: por el uso de ese dinero y por quién va a pagar ese dinero.

La tercera tendencia es lo que podemos definir como apertura cognitiva de la sociedad. En la medida en que las viejas certidumbres se vuelven más rudimentarias y ásperas, y que el horizonte predictivo de la sociedad neoliberal se achica, la gente comienza a abrir su capacidad y disposición para recibir nuevas ideas, creencias y certidumbres. Los seres humanos no pueden permanecer indefinidamente sin horizontes de predicción más o menos estables y de mediano plazo. Es una necesidad humana porque necesitamos “terrenalizar”, necesitamos anclar la proyección de nuestras vidas, acciones, trabajo, esfuerzos, ahorros, apuestas académicas y amorosas en un tiempo más o menos previsible. Cuando eso no se da, se busca por donde sea. Esta es la base para el surgimiento de propuestas muy conservadoras, cuasi fascistas, que es lo que está sucediendo en algunos países del mundo. En Bolivia, los perdedores de las elecciones han ido a rezar ahí, han ido a hincarse ante los cuarteles para pedir que los militares tomen el gobierno. La salida ultraconservadora, fascistoide reunió a toda la gente que se metió en el golpe de Estado: Añez, Carlos Meza, Tuto Quiroga, la Organización de Estados Americanos, OEA. Esto es algo nunca había sucedido en el continente, ni en los años 70, en el continente. Ahora vemos esas imágenes patéticas del abandono de la racionalidad política para pedir este tipo de salidas.

La cuarta tendencia son los gigantescos retos para las fuerzas progresistas y de izquierda del planeta para enfrentar la gravedad de este horizonte predictivo quebrado y diluido. Simplemente voy a mencionar los seis temas que cualquier propuesta debería abordar al momento de asumir la batalla por el sentido común y por el horizonte predictivo de la sociedad en los siguientes meses y años:

1. La democratización política y económica, y sus distintas variantes. Esto es lo que algunos denominan la posibilidad de un socialismo democrático.

2. La lucha contra la explotación, incluyendo no solamente la distribución de la riqueza sino también la democratización de las formas de concentración de la gran propiedad.

3. La desracialización y la descolonización de las relaciones sociales y de los vínculos entre los pueblos y entre las personas incluidas al interior de las organizaciones.

4. Los procesos de despatriarcalización y la reivindicación de la soberanía de las mujeres sobre la gestión de sus cuerpos y de sus vínculos.

5. Un ecologismo social que no mire a la naturaleza como un parque, sino que vea la naturaleza en su relación con la sociedad. Se requiere un enfoque que restablezca el metabolismo racional entre el ser humano y la naturaleza, tomando en cuenta la satisfacción de las necesidades básicas imprescindibles de la gente más humilde, de los pobres y de los trabajadores.

6. Un internacionalismo renovado. Los retos de la izquierda y de las fuerzas progresistas en los siguientes años van a radicar en la capacidad de impulsar propuestas de democratización política y económica cada vez más radicales.

Creo que estamos ciertamente ante tiempos sociales muy estremecedores. Paradójicamente, a pesar de que hablamos de un tiempo paralizado, se están desarrollando local y tácticamente un conjunto de luchas, convulsiones e inestabilidades permanentes que nos indican que las victorias del lado conservador y las victorias del lado progresista o de la izquierda, tampoco han de ser duraderas. Es un tiempo en que nada ha de ser duradero durante un periodo prolongado. Cada victoria de las fuerzas conservadoras tendrá pies cortos y podrá derrumbarse, y cada victoria de las fuerzas de izquierda podrá tener pies cortos si es que no sabe corregir errores e impulsar un conjunto de vínculos con la sociedad.

Este es el conjunto de ideas que quería compartir con ustedes sobre nuestro tiempo presente."   

(Álvaro García Linera , El Viejo Topo, 25/09/21; Fuente: Página 12.)