12/3/11

Las 'olas' democratizadoras

"El derrumbe del régimen de Gadafi reafirma la percepción, inaugurada con las caídas previas de las dictaduras tunecina y egipcia, de que estaríamos asistiendo al ascenso de la cuarta ola democratizadora, difundida esta vez por efecto dominó entre los sistemas coloniales surgidos de la disolución del antiguo Imperio Otomano. (...)

(Samuel Huntington) En cambio, su libro La tercera ola (Paidós, 1994) fue bien recibido, pues en él periodizaba en tres grandes ciclos el proceso histórico de institucionalización de la democracia representativa. Cada ciclo se compone de una ola prodemocrática seguida de otra contraola antidemocrática, y su cronología es la siguiente.

Primera ola de instauración de las democracias liberales primitivas, entre 1828 y 1926, interrumpida por la primera contraola del fascismo de entreguerras, de 1922 a 1942.

Segunda ola de democratizaciones impulsadas por el triunfo de los aliados en la II Guerra Mundial, entre 1943 y 1962, a la que siguió la segunda contraola de revoluciones tercermundistas y contrarrevoluciones golpistas de 1958 a 1975.

Y tercera ola democratizadora propagada por las transiciones que se produjeron sucesivamente en el sur de Europa, en América Latina y en el este de Europa entre 1974 y 1989, que se quebró por la tercera contraola iniciada en la plaza de Tiananmen y proseguida por las guerras balcánicas, momento en el que Huntington publica su libro. (...)

Al fin y al cabo, la segunda ola democratizadora también fue impuesta manu militari a Italia, Alemania y Japón, y a pesar de eso la operación tuvo bastante éxito institucional. Por tanto, ¿por qué no habría de salir bien una operación análoga en Oriente Próximo? No obstante, la invasión de Afganistán e Irak no fue el paseo militar esperado, y su resultado ha sido que las democracias allí impuestas por la fuerza son de momento meras fachadas fallidas, que no consiguen ocultar una realidad hobbesiana-en absoluto democrática.

De modo que la idea de una cuarta ola pronto fue abandonada. Pero todo ha cambiado ahora, cuando primero Túnez, después Egipto y ahora Libia están experimentando sendos procesos revolucionarios claramente prodemocráticos, que están significando la caída de sus respectivos regímenes dictatoriales.

Por lo tanto, ahora parece que esta vez va en serio, pues por fin está naciendo y cobrando impulso la cuarta ola democratizadora. (...)

En cambio, en los países en que la rebelión no ha logrado cobrar el mismo vigor, aunque también sean árabes y musulmanes, faltan sin embargo el tercer y cuarto factor: la dominación otomana y la experiencia colonial europea.

¿No serán, por tanto, estas dos últimas características las que canalicen en mayor medida la propagación de la epidemia democratizadora? Y de entre ambas, ¿no será la influencia otomana la que predomine sobre la europea? (...)

En cualquier caso, si es que llega a florecer y consolidarse, habrá que felicitarse de que por fin se produzca esta cuarta ola de democratización, ya sea islámica, panárabe u otomana.

Con ello ascenderá otro peldaño la democratización de la democratización: un lujo hasta 1945 solo al alcance de la élite WASP del planeta, del que las demás poblaciones occidentales (las clases medias del globo terráqueo) no empezamos a disfrutar más que hace un tercio de siglo con la tercera ola.

Ya es hora, pues, de que el resto de poblaciones, las clases bajas de la globalización, comiencen a participar también de la democracia, para culminar por fin el ideal de la igualdad política a escala global: hoy se incorporan las masas egipcias, y esperemos que también puedan hacerlo pronto las chinas." (ENRIQUE GIL CALVO: La 'cuarta ola' democratizadora. El País, 11/03/2011, p. 35)

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