22/3/13

Una economía basada en el conocimiento, emancipada de las instituciones del capitalismo

"Capitalismo cognitivo, además de referirse a un programa de investigación, es una categoría teórica y política que busca dar cuenta de las transformaciones recientes del capitalismo a la luz de los cambios sociales y tecnológicos que, desde los años ‘70, han reconfigurado el funcionamiento del capitalismo industrial y que están en la base de la presente crisis del capital global.

 En el caso del capitalismo cognitivo, sus tópicos centrales los constituyen la naturaleza y el rol actual del conocimiento en la valorización del capital, los efectos tecnológicos y sociales de la difusión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y las derivaciones de las políticas sobre el ­desarrollo en materia de educación y propiedad intelectual en la crisis del Welfare State, largamente teorizadas por economistas entre los que se encuentra Carlo Vercellone.

¿Por qué el capitalismo cognitivo es una mirada crítica y no celebratoria de las nuevas tecnolo­gías y del conocimiento como medio de valorización del capital?

 Justamen­te, porque la tesis del capitalismo cognitivo se desarrolla en un contexto donde –particularmente en los ­países de la OCDE, pero también en otros–, con los enfoques de la revolución informacional, se despliega una mirada apologética de las transformaciones del capitalismo que hacían prever una evolución donde las nuevas tecnologías liberarían el trabajo de la explotación y la alienación.

 

 A diferencia de esto, la hipótesis del capitalismo cognitivo parte de un enfoque crítico y, en este sentido, opera una inversión tanto de las tesis apologéticas de la economía basada en el conocimiento como de las tesis de la revolución informacional.

Respecto de los enfoques de la economía basada en el conocimiento, la hipótesis del capitalismo cognitivo reitera con fuerza la naturaleza capitalista del actual proceso de transformación, lo cual significa oponer al concepto mismo de economía basada en el conocimiento el concepto de capitalismo cognitivo, que subsume a aquél y lo enmarca en toda una serie de formas institucionales. 

Este proceso de subsunción lo podemos ver a través de varios dispositivos como los derechos de propiedad intelectual y los nuevos mecanismos de control sobre el trabajo que, en vez de favorecer el desarrollo de una economía basada en el conocimiento, la bloquean con el objetivo de poder capturar el valor y el saber producidos por el conocimiento para transformarlos en un capital, en una mercancía ficticia.

Las desigualdades que genera la captura de esta creatividad ¿son resultado de lo que llama “división cognitiva del trabajo”?

 La división cognitiva del trabajo no es necesariamente un proceso de explotación en el sentido tradicional del término. Indica cómo, frente a una cooperación del trabajo cada vez más autónoma, donde se trata de actuar cada vez más, no sobre la materia inanimada, sino sobre el manejo de la información y del conocimiento, sobre las producciones del ser humano para el ser humano, el modo de organizar el proceso de producción se transforma radicalmente. 

 Así, en una organización cognitiva del trabajo, no hay tanta prescripción de tiempos y métodos como en el taylorismo, sino que tenemos la colaboración de más sujetos en la que cada uno lleva una parte del conocimiento para la realización de un proyecto, de una idea, de una intervención.

 Es decir: hay un proceso de complementariedad entre bloques de saber que se integran para obtener un resultado. Lo mismo vale cuando el objeto no es el individuo, sino producir “bienes invención”, es decir, prototipos (como un software, una producción cultural) donde diferentes sujetos confluyen en una organización por proyecto juntando estos saberes para lograr un resultado.

Se podría llegar a pensar que esto vale sólo para la producción de tecnología, pero no es así.

Efectivamente, no se refiere solamente a la tecnología punta ni sólo a las producciones del ser humano para el ser humano. Diría que, incluso en la economía industrial más clásica, asistimos a un reforzamiento de la dimensión cognitiva del trabajo que invierte la organización taylorista y ha determinado formas de organización del trabajo donde la dimensión cognitiva se expresaba en la misma producción material.

 Pero en otros ejemplos se observa un elemento clave de la historia del capitalismo donde la lógica de la eficacia económica se diferencia de la lógica de la rentabilidad económica, puesto que esta última, que a menudo implica la lógica del control del trabajo, puede llegar al punto de desplazar las opciones más eficientes.

No estaríamos entonces ante una superación del sistema industrial, porque éste sigue vigente con todas sus contradicciones, sino ante una nueva lógica que se superpone a la del propio desarrollo industrial.

La historia no siempre procede en forma lineal, con saltos y rupturas radicales, sino por un proceso de hibridación, de combinación.

 Así como el capitalismo industrial no eliminó las antiguas formas de organización del trabajo típicas del capitalismo mercantilista –baste pensar que el trabajo a domicilio descentralizado entre artesanos, representaba en Inglaterra, en 1850, el mismo porcentaje de obreros que los obreros de fábrica–, del mismo modo, en el capitalismo cognitivo, la lógica cada vez más importante de la producción de conocimiento, esta lógica que da a la creación de la primera unidad un rol central en la creación del valor, no elimina la lógica del capitalismo industrial, sino que la subsume y la integra en una nueva lógica de la valorización del capital.

Usted defiende la recuperación de las instituciones de lo común, una renta social garantizada. ¿En qué sentido estas propuestas están en ­línea con las nuevas formas de apropiación del valor?

 En la medida en que existe una contradicción sustancial entre la lógica del capitalismo cognitivo y las condiciones institucionales que permitirían un desarrollo eficaz de una economía basada en el conocimiento, se trata de pensar de qué manera esta economía basada en el conocimiento y su potencial de desarrollo pueden ser emancipados de las instituciones del capitalismo cognitivo.

Y es en esta perspectiva que la reapropiación de las instituciones del Estado de bienestar, el hecho de ponerlas en el centro de un modelo de desarrollo, el hecho de afirmar que, si bien estas instituciones se basan en un trabajo improductivo de plusvalía, son productivas de riqueza y el medio principal para satisfacer las necesidades de las personas hoy en día y, al mismo tiempo, garantizar una calidad de la fuerza de trabajo que permita una inserción de alto nivel en la división internacional.

 Una renta básica, es decir, un ingreso social garantizado, independiente del empleo, como forma de emancipar la fuerza de trabajo del vínculo de la relación salarial, puede constituir un elemento clave en esta transición del capitalismo cognitivo a una economía basada en el conocimiento emancipada del capital. 

Claramente, estamos en un plano de análisis normativo que luego, en el plano político, en el plano de la dinámica concreta, se debe articular en los procesos de constitución de las luchas, en los procesos de poder constituyente, lo cual es extremadamente más complejo que la representación sobre un papel de lo que puede ser la oposición entre el capitalismo cognitivo y una economía basada en el conocimiento, emancipada de las instituciones del capitalismo. 

Esto no quita que, de cualquier manera, más allá de su carácter normativo y utópico, estos elementos permitan guiar también políticas de transición desde una configuración hacia la otra."         (Carlo Vercellone, Diagonal Global, 21/02/2012) 

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