"Un testigo
inesperado ha dado esta semana un extraordinario giro al “proceso del
siglo” que se sigue en Luxemburgo desde febrero. Se trata del caso
“Bommeleeër”, literalmente el “colocador de bombas”: una serie de veinte
atentados con bomba realizados en el tranquilo ducado entre 1984 y 1986
que fueron cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad.
El
historiador alemán Andreas Kramer ha dado un vuelco al caso: el autor de
18 de aquellas 20 bombas, fue su padre, un agente del servicio secreto
alemán, BND, que actuaba por cuenta de una estructura secreta de la
OTAN, ha dicho.
Es así como la trama “Gladio”, relativamente
bien conocida en países como Italia y Bélgica, asoma ahora en
Luxemburgo. El testimonio de Kramer exculpa a los dos acusados del caso,
Marc Scheer y Joseph Wilmes, ex miembros de la brigada móvil de la
gendarmería y coloca en el primer plano de las sospechas al padre de
Kramer, Johannes Kramer, fallecido en 2012 y definido por el hijo como
“un prototipo de nazi”. También apunta al ex jefe de los servicios
secretos de Luxemburgo (SREL), Charles Hoffmann.
Kramer es uno
de los 90 testigos del proceso entre los que figuran el primer ministro
Jean-Claude Juncker, el ex primer ministro y ex presidente de la
Comisión Europea, Jacques Santer, el ex ministro de justicia Mar
Fischbach y los príncipes Juan y Guillermo, hermanos del Gran Duque
Enrique de Luxemburgo.
Los atentados de Luxemburgo, contra la
cumbre de la Unión Europea del 2 de diciembre de 1985, contra una sede
judicial y una larga serie de torres eléctricas, fue obra de un grupo de
40 personas, diez de ellas luxemburguesas, incluido el jefe de la
“Brigada Móvil” de la Gendarmería local, Ben Geiben, en conexión con los
servicios secretos alemanes (BND) y británicos (MI6), explicó Kremer.
“Mi padre era un terrorista, se trataba de puro terror y de asesinatos,
calculaba conscientemente la muerte de personas”, declaró Kramer ante
los jueces. Su padre le explicó sus hazañas porque quería que el hijo
ingresara también en el BND. “Me amenazó de muerte en caso de que
explicara algo, me lo tomé muy en serio”, dice el hijo.
Kramer
sostiene que su padre participó en el atentado con bomba más grave de la
historia alemana de posguerra, el del 26 de septiembre de 1980 en la Oktober Fest
de Munich, la fiesta de la cerveza, que dejó 13 muertos y 213 heridos y
fue inverosímilmente atribuido a la acción de un solo neonazi que murió
en la explosión. El artefacto era complejo, una granada introducida
dentro de un extintor, y requirió una notable pericia técnica.
En Luxemburgo se trataba de cultivar la estrategia de la tensión, el
gran ducado era reticente en la probación de legislación de seguridad y
había que motivarlo, explicó Johannes Kramer a su hijo.
La operación
formaba parte de la estructura “stay Behind”, una red
internacional conocida en Italia como “Gladio” que creó inicialmente
grupos armados preventivos para acciones de sabotaje en la retaguardia
europea en caso de una invasión soviética y que acabó siendo utilizado
políticamente en Europa y nutriéndose de ultraderechistas.
La
existencia de Gladio, una estructura de la OTAN, secreta dentro del
secreto de la Alianza, que Kramer describe como “un servicio secreto
dentro del servicio secreto”, fue reconocida en Italia por el primer
ministro Giulio Andreotti en agosto de 1990.
En un informe de
326 páginas de la comisión de investigación del Senado italiano sobre
los sangrientos actos terroristas que Italia conoció entre 1967 y 1987,
en el marco de la estrategia de la tensión para impedir, entre
otras cosas, la participación de los comunistas en el gobierno, lo que
le costó la vida al primer ministro Aldo Moro (491 muertos y 1181
heridos en dieciocho años), la cámara concluyó finalmente, en junio del
año 2000, que, “aquellas masacres bombas y acciones militares fueron
organizadas, o promovidas, o apoyadas por hombres dentro de las
instituciones del Estado italiano y, como se ha descubierto más
recientemente, por hombres vinculados a las estructuras de la
inteligencia de Estados Unidos”.
La historia de esta estructura
es parcialmente conocida gracias al estudio del profesor suizo Daniele
Ganser publicado en 2005, “Gladio los ejércitos secretos de la OTAN”. El
juicio de Luxemburgo es sumamente interesante porque incluye las veinte
bombas del gran ducado en una serie vinculada a algunos de los mayores
actos terroristas realizados en Europa en los años setenta y ochenta.
Kramer dijo el jueves en su declaración que los atentados se
coordinaban a través del “Comité Clandestino Aliado”(Allied Clandestine
Committee) bajo la dirección del General alemán Leopold Chalupa. Aún
vivo, Chalupa fue comandante en jefe de las tropas de la OTAN en Europa
Central (CINCENT) desde 1983 a 1987. Kramer ha pedido que sea llamado a
declarar junto con el ex secretario de estado de defensa Andreas von
Bülow y otro agente del BND vinculado al “stay Behind” llamado Norbert Zuretzko.
Los abogados de la defensa, Gaston Vogel y Lydie Lorang consideran que
esta trama explica el cúmulo de irregularidades y misterios que la
instrucción del proceso ha conocido a lo largo de los años, en forma de
decisiones judiciales ignoradas, desaparición de más de 80 pruebas,
destrucción consciente de documentos por el SREL así como informaciones
sensibles que la policía de Luxemburgo no entregó a los investigadores y
que habrían exculpado a sus defendidos, meros chivos expiatorios.
Kramer dijo que los atentados de Luxemburgo crearon divergencias dentro
de la OTAN que llevaron a interrumpir la serie de golpe en 1986 para
concentrarse más en Bélgica.
Entre 1983 y 1985 Bélgica sufrió
una insólita ola de atentados que ha pasado a la historia como las
“masacres de Brabante”, gran parte de ellos a cargo de unas “Células
Comunistas Combatientes” (CCC) que en realidad fueron organizadas por la
extrema derecha y que utilizaron armas y explosivos procedentes de una
acción clandestina de entrenamiento de las fuerzas especiales americanas
en la localidad de Vielsalm en la que murió un oficial de la policía
belga.
Particularmente actual e inquietante ha sido la impresión
manifestada por Kramer en el juicio de Luxemburgo de que la estructura
del “stay Behind” continúa activa en Alemania y que el escándalo
de la célula neonazi NSU, cuyo juicio comienza el miércoles en Munich
podría estar relacionado.
El caso “Clandestinidad nazi” (NSU) es el
asunto de terrorismo más grave registrado en la Alemania de los últimos
veinte años y ha venido marcado por una misteriosa ineficacia de los
servicios secretos. Durante más de una década el grupo responsable de
diez asesinatos, nueve de ellos xenófobos, dos atentados con bomba y más
de una docena de atracos entre 1998 y 2011, actuó impunemente sin que
oficialmente fuera detectado." (Rafael Poch, Artículo publicado el 13/4/2013 en la edición impresa de La Vanguardia, Rebelión, 16/04/2013)
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