"P: Ud. sabe que Europa está sumergida en una crisis
descomunal. Las condiciones objetivas no son las mejores para generar
una situación de solidaridad que evite el sufrimiento en el trabajo, ¿en
qué medida se ha profundizado tal cual lo describe en sus libros?
R:
No estoy tan seguro que la crisis sea la causa del agravamiento de las
patologías mentales. Tal vez voy a ser un poco provocativo. Pienso que
es todo lo contrario: fue la transformación del trabajo la que provocó
la crisis.
La introducción de nuevos métodos, en particular la gestión
que dejó de lado a los ingenieros y que permitió aplicar un proceso de
reducción de personal. No solo se trata de un cambio científico de la
ingeniería a la gestión, se trata de una transformación de los métodos
de dominación.
La llegada de las ciencias de la gestión permitió
iniciar un proceso de reducción de personal y eso es una paradoja porque
implica desconocer por completo en qué consiste el trabajo y en ese
contexto los managers decidieron que se podían reducir los efectivos.
El razonamiento del manager
consiste por un lado en los objetivos que tiene que alcanzar, cumplir
los contratos, incluso individualizados y, por lo tanto, la evaluación
y, por otro, el rendimiento. Objetivos por un lado y rendimiento por
otro, entre las dos cosas no quiere saber nada del trabajo.
Las personas que conocían el trabajo se opusieron con firmeza a los managers
y podían demostrar incluso que tenían puntos de vista falsos,
equivocados y hubo una pulseada entre ellos, que incluyó a los
asalariados, y los managers, pero esa lucha se perdió. Eso fue
muy grave.
En Francia, en particular, pero también en toda Europa, es
necesario analizar las causas de esa derrota que hoy en día tiene
consecuencias trágicas y provoca la crisis que para nosotros es una
crisis del empleo, pero no para los managers ya que ellos y los
directivos de las empresas siguen enriqueciéndose.
Nunca han sido tan
ricos como ahora. Se trata de un retroceso histórico que pone en
cuestionamiento el compromiso social, el acuerdo social que era conocido
por los economistas con el nombre de “acuerdo fordista”.
Volvimos a una época anterior a ese acuerdo y a formas del capitalismo salvaje del siglo XIX. ¿Por qué perdimos esa lucha?
Simplificando,
principalmente por dos razones. La primera fue que los sindicatos no
entendieron la importancia de este giro hacia los managers,
incluso lo apoyaron y ese fue un error histórico muy grave. Le puedo
explicar en dos palabras el análisis que hacían.
Pensaban que la
evaluación individual del rendimiento, objetiva, cuantitativa, a través
de la medición, era justa e incluso permitiría alcanzar más justicia
porque todos iban a ser medidos con las mismas herramientas y ese fue un
grave error. Después voy a retomar este punto.
La segunda razón
fue que los científicos en su casi totalidad aportaron su ayuda y
apoyaron la ideología de la evaluación al sostener que todo puede ser
evaluado y medido.
La responsabilidad de los científicos fue
mayor porque creyeron que la automatización iba a reemplazar al trabajo
vivo, al trabajo humano, y creyeron en la tesis absurda del fin del
trabajo.
Estoy hablando desde los ingenieros hasta los filósofos. Todo
el mundo aceptó la tesis del fin del trabajo que es un absurdo
intelectual como si se pudiese producir valor, riqueza, sin pasar por el
trabajo humano.
Todos creyeron en eso. Esa confianza desmedida
en los medios de medición del trabajo cumplió un papel esencial en dar
autoridad a las ciencias de la gestión que se establecieron en todo el
mundo.
Es muy fácil demostrar que las tesis de los managers
son falsas pero los científicos las apoyaron. Personalmente tuve que
discutir, luchamos con algunos otros, pero fuimos pocos, contra la
comunidad de los científicos, en torno a las tesis del fin del trabajo y
de su medición.
En realidad no se puede medir el trabajo, no se
mide y nunca se hará. Hace un rato hice una presentación en la cual
demostré que el trabajo es el resultado de la inteligencia de los
trabajadores y si no se moviliza esa inteligencia no hay producción de
valor.
Eso es lo que se llama trabajo a reglamento o “huelga de celo” ya
que el celo es precisamente todo aquello que los trabajadores agregan a
la organización prescripta para hacerla eficaz, pero la inteligencia de
los trabajadores depende de la movilización de toda su personalidad.
Hay que pensar en el trabajo fuera de él, no hay que dormir por la
noche, hay que soñar con el trabajo y eso forma parte del trabajo. Fuera
de todo eso, el sufrimiento en el trabajo, el placer, el
reconocimiento, no pertenecen al mundo visible sino a la subjetividad
como también el amor, el odio, la amargura, la decepción, que tampoco
pertenecen al mundo de lo visible, no se ven, pero solo se puede medir
lo que se ve o puede hacerse visible.
Cuando se hace una evaluación
individualizada del rendimiento se mide algo, pero no el trabajo, porque
no existe ninguna proporcionalidad entre el resultado del trabajo y el
trabajo mismo.
Supongamos que tengo alumnos difíciles
procedentes de medios desfavorecidos, entonces voy a trabajar mucho más y
le será más difícil que al docente que lo hace en un medio burgués con
niños cultos y los resultados van a ser mejores en el caso del que
trabaja menos. Si tomo el caso de un enfermo difícil, por ejemplo, un
niño psicótico, entonces trabajo mucho y los resultados serán malos.
Por
el contrario, si trabajo con jóvenes que sufren depresiones agudas en
medios favorecidos, lo haré en menor medida y podré curar a mucha más
gente y mis resultados serán mucho mejores. Asimismo, es un poco más
difícil obtener una buena facturación en un centro de distribución
alimentaria en un barrio pobre que en uno rico. La facturación no
reflejará el trabajo.
Si uno es policía, como se hace actualmente en
Francia con la cultura de los resultados, del rendimiento y la
evaluación, lo que cuenta es el número de actuaciones policiales
logradas con éxito, el número de actas, de detenidos, etc., pero si
estoy trabajando con un buen equipo policial que trata de atrapar a
traficantes de drogas y despliego una operación de vigilancia durante
ocho horas y se escapan, tengo resultado 0, fracaso y puede ser que
fracase una segunda vez y los atrape en la tercera.
Si estoy en la
cultura del rendimiento, cuando vuelvo a la comisaría y digo que no
obtuve resultados inevitablemente me van a llamar la atención y al otro
día qué hace el policía, va a detener a todos los autos porque siempre
va a haber alguno que no tenga la licencia de conducir o haya bebido
demasiado, otro al que le falta el retrovisor y entonces volverá a la
comisaría con veinte multas y será un buen policía, pero eso no sirve
para nada desde el punto de vista de la seguridad pública.
Si uno
hace un trabajo difícil el resultado no necesariamente refleja la
calidad del trabajo. La idea de la evaluación cuantitativa del trabajo
es falsa, el trabajo no se evalúa pero, sin embargo, eso se aceptó con
la colaboración y el apoyo de los científicos. Todos creyeron que el
trabajo era medible. Ahora en Francia y el resto de Europa, incluso en
Australia, a los científicos también les hacen evaluaciones individuales
de rendimiento.
¿Qué se mide en sus casos? La cantidad de publicaciones
en revistas con comité de lecturas en inglés. ¿Qué relación hay entre
la cantidad de publicaciones y el trabajo realizado por el investigador?
Es absurdo pero los científicos cayeron en su propia trampa. Se lo
merecían." (Entrevista a Christophe Dejours, Mario Hernandez (transcripción y edición) , Rebelión, 13/05/2013)
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