"Tres miembros de la Red Renta Básica han publicado recientemente un artículo
en el que comienzan criticando las propuestas de Trabajo Garantizado
(TG) y Renta Garantizada (RG) para acabar contraponiendo a las mismas
las supuestas virtudes milagrosas que tiene la Renta Básica Universal
(RBU).
Tras leer el artículo he de decir con toda sinceridad que me
invadió una sensación de tristeza. Pero no por el hecho
de no compartir los argumentos allí esgrimidos ni porque los mismos no
fuesen respetables, sino porque llevamos más de un año con este debate
(algunos muestras pueden encontrarse aquí, aquí y aquí)
y pensaba que había algunas cuestiones superadas (tanto por parte de
los defensores de la RBU como por sus detractores), pero veo que
desgraciadamente no es así.
No es mi intención volver a repetir aquí todo lo que pienso de la
RBU, porque creo que mi opinión ha quedado suficientemente bien plasmada
en muchos artículos, actos y debates. Quien quiera conocer por qué
pienso, por ejemplo, que la RBU supondría una subvención encubierta para
muchos empresarios y por qué provocaría la destrucción de bastantes
empleos y riqueza le sugiero leer este artículo.
Aquí abordaré otras cuestiones. Por un lado, responderé a las críticas
–en buena parte desatinadas y por lo tanto muy fáciles de refutar– que
los autores del citado artículo le dedicaron al TG; y por otro lado, a
explicar por qué están profundamente equivocados al considerar que la
RBU tiene más ventajas que la RG, cuando en realidad no tiene por qué
haber prácticamente ninguna diferencia entre ambas medidas.
El Trabajo Garantizado, una medida realista y necesaria, pero no la única
En primer lugar, ningún defensor del TG propone que la aplicación de
esta medida sea lo único que hay que hacer para acabar con el paro de
una economía como la española. Evidentemente en un país que tiene una
tasa histórica de desempleo superior al 8% hay que
hacer muchísimas más cosas para llegar al pleno empleo: transición del
modelo energético para alcanzar un nuevo modelo productivo, reducción de
la jornada laboral, nuevo marco normativo laboral, apoyo a determinados
sectores industriales, apoyo a la economía social, combate al fraude
laboral, etc.
Nadie ha propuesto crear 5 millones de trabajadores
garantizados. Me temo que en este caso los miembros de la Red Renta
Básica cayeron en el fácil recurso de utilizar la conocida falacia del
hombre de paja.
En segundo lugar, los autores del artículo se preguntan por la
situación de todas aquellas personas que no tienen recursos y que no
entrarían en ese primer millón de puestos de Trabajo que está diseñado
en el TG para el primer año (pues la cantidad de personas sin ingresos
supera el millón).
La respuesta es muy fácil (y la he dado en muchas
ocasiones): a todas las personas que no tuvieran ingresos ese primer año
se les concede una renta monetaria así como otro tipo
de ayudas sociales (porque no todo tiene que ser dinero) como abonos
gratuitos de transporte, tarifas sociales para el suministro energético y
de agua, escolarización pública y gratuita de 0 a 3 años, ayudas por
hijo etc.
Precisamente algo parecido es lo que recoge
la misma formación política que propone el Trabajo Garantizado. La
ambiciosa e irresponsable pretensión de acabar con la pobreza con tan
sólo una medida económica y en muy poco tiempo es algo que sólo detentan
los defensores de la RB. Otros creemos que los problemas complejos y
variados requieren soluciones igual de complejas y variadas.
En tercer y último lugar, el TG no atraería trabajadores del sector privado,
y mucho menos atraería a un tercio de los mismos. Los autores olvidan
que el TG está pensado para establecer un nivel mínimo de condiciones
laborales que influya en el sector privado, obligando a los empleadores a
mejorar las condiciones de trabajo al menos hasta ese nivel bajo
amenaza de que sus empleados se vayan al TG.
Recuérdese que los
empleadores necesitan tener trabajadores para que su negocio continúe,
de forma que siempre que las fuerzas de mercado se lo permitan mejorarán
las condiciones laborales para mantenerlos en su plantilla.
La Renta Básica Universal no se diferencia mucho de cualquier Renta Garantizada
Los partidarios de la RB proponen un ingreso monetario de aproximadamente 650 euros mensuales
a todo ciudadano sin importar sus características personales (de ahí su
carácter universal o incondicional), y una financiación a través de una
reforma fiscal del IRPF que lograría que el 80% de los actuales
declarantes menos pudientes saliesen ganando mientras el 20% más
adinerado saldría perdiendo.
Suelen argumentar que al tratarse
simplemente de una reforma fiscal no tendría apenas coste administrativo
y que se podría implementar en el plazo de un mes. Vamos a argumentar
de manera sencilla por qué están profundamente equivocados.
Para ello
recorreré los pasos que habría que dar para aplicar la RB en la práctica
(y que extrañamente siempre pasan por alto por sus defensores).
Paso 1. Todas las personas del país (incluidos los
menores) tendrían que tener una cuenta bancaria donde ingresar cada mes
la cuantía monetaria. Resulta que según un estudio de Funcas casi 4
millones de adultos en España no tienen cuenta bancaria, por lo que como
el Estado no dispone todavía de telepatía para informar a la gente de
la noticia, debería llevar a cabo una masiva campaña de información para
que todos esos adultos y los menores correspondientes se enterasen de
que deben abrir una cuenta bancaria (o ir al banco cada mes a recibir el
pago en mano), lo cual supone un enorme coste administrativo y de
recursos, amén de que no todo el mundo se enteraría de la nueva.
Paso 2. Una vez casi todo el mundo tuviese cuenta
bancaria, cada ciudadano tendría que informar al Estado de cuál es su
número de cuenta para que la vinculara a su número de identificación
fiscal. Como estas cosas desgraciadamente no se hacen solas, este
proceso supondría un importantísimo esfuerzo y coste administrativo.
Paso 3. Como la cuantía monetaria final que recibe
cada persona (teniendo en cuenta el ingreso por RB y el pago o ingreso
por reforma fiscal) depende de su renta declarada (recuérdese que los
más adinerados incluso saldrán perdiendo), necesariamente todas las
personas del país deberían declarar todas sus rentas (porque se
eliminaría el mínimo exento según la propuesta de la RB), lo cual supone
aumentar el número de declaraciones desde las 19 millones actuales a
más de 40 millones.
Una absoluta barbaridad. Como la magia no existe,
este monumental proceso requeriría un astronómico y brutal coste
administrativo, muy superior al que hoy día realiza la Agencia
Tributaria.
Paso 4. Como la tentación a declarar menos renta de
la realmente obtenida no sólo seguiría existiendo sino que se
intensificaría por la aparición de la RB (que obliga a declarar sus
rentas a todos los residentes y no sólo a una parte y porque es muy
sencillo y atractivo añadir a la RB un ingreso en negro ya que de esta
forma se podría vivir razonablemente bien), si el Estado no quiere que
el fraude fiscal se dispare y se cometan abusos importantes
necesariamente tendría que incrementar de forma colosal los recursos y
medios destinados a controlar el fraude fiscal.
Es decir, mucho más
gasto administrativo y de control que curiosamente siempre olvidan los
defensores de la RB cuando teorizan sobre la medida.
Paso 5. A la hora de inyectar el dinero en las
cuentas bancarias, el Estado primero tendrá que recaudarlo a través de
la reforma fiscal implementada. Y las reformas fiscales no son
inmediatas. No vivimos en un videojuego.
Las reformas fiscales necesitan
que transcurra el curso fiscal correspondiente, por lo que eso de que
la RB se implementaría en menos de un mes, como muchos defensores de la
medida han afirmado sin que les temblase la voz o la pluma, es cuanto
menos un comentario desafortunado.
Paso 6. Puesto que la renta de los receptores de la
RB variará con los años y no recibirán (o no aportarán) la misma
cantidad monetaria, el Estado tendrá que controlar cada año las
declaraciones y ver cuánta renta otorgar o detraer en función de la
renta.
Vaya, ¡exactamente lo mismo que ocurriría con una RG que se
gestionase vía IRPF! La única diferencia es que el coste administrativo
de la RB (de más de 40 millones de declaraciones) es inmensamente
superior al coste de una RG por hogar a las familias con menos recursos
(de pocos millones de declaraciones).
En definitiva, a pesar de que en la teoría la RB se muestra como
incondicional, cuando se lleva a la práctica mediante una reforma fiscal
del IRPF, la RB se convierte inevitablemente en condicional: la cuantía
monetaria que recibiría o entregaría cada uno estaría condicionada
a la renta que cada uno declarase.
Esto supone, por un lado, que todas
las personas tendrían que declarar sus ingresos (algo que a los
defensores de la RB les parece mal o intrusivo cuando se trata de una
RG); y por otro lado, que el Estado, si no quiere evitar un abultadísimo
fraude fiscal y todo tipo de abusos, tendría que supervisar y controlar
todas esas declaraciones y además hacerlo cada año, lo cual conllevaría
un mastodóntico sobrecoste administrativo, digan lo que digan sus
partidarios.
Esto es incontestable y está ampliamente estudiado (por
ejemplo aquí y aquí),
y sorprende ver cómo los partidarios de la RB siguen ciegos frente a
ello apelando a una supuesta incondicionalidad de la medida que
conllevaría virtudes prodigiosas que sólo aguantan el papel y no la
realidad.
Si concebimos una RG que se otorgue como derecho subjetivo
(ajeno a decisiones políticas) sólo a familias que tengan un ingreso
inferior al establecido, y que se gestione por la vía fiscal (es decir,
que es la administración la que identifica a través de la declaración de
la renta si el declarante necesita un apoyo monetario y cuánto), ¿dónde
está la diferencia con la RB?
En ambos casos no existiría
estigmatización (nadie se enteraría de a quiénes la Agencia Tributaria
está acreditando sus cuentas bancarias), en ambos casos los
beneficiarios tendrían que declarar su renta, en ambos casos el Estado
tendría que controlar esas declaraciones, en ambos casos unos ciudadanos
cobrarían y otros no, en ambos casos no habría “trampa de la pobreza”.
La única diferencia real e importante entre una RB y una RG
gestionada como se ha mencionado es que la primera detrae ingentes
cantidades de dinero del 20% más rico de los declarantes del IRPF para
dárselos al 80% menos rico de los declarantes (¿para qué querrá, por
ejemplo, aumentar su ingreso el que está en el decil 60 o 70 si
seguramente tiene satisfechas sus necesidades?) y la segunda detrae
recursos del 5% más rico de la población para dárselos al 30% más
necesitado, dejando al resto sin cambios.
El sobrecoste financiero
neto y administrativo de la RB es absolutamente innecesario. Esa manida
idea de que la RB es tan simple como inyectar dinero en las cuentas
bancarias y que se puede aplicar inmediatamente es sólo una ilusión
estimulada por unos planteamientos teóricos muy alejados de la realidad.
Por favor, defensores de la RB, y lo digo con todo el cariño del mundo,
dejad a un lado la torre de marfil y bajad al mundo real. Os daréis
cuenta de que las supuestas virtudes milagrosas de la RB sólo se
sostienen en los planteamientos teóricos. La realidad es bastante más
testaruda que una hoja de Word." (Eduardo Garzón , La Marea, 03/11/15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario