"Me resulta difícil entender la oposición desde determinadas posiciones a
la propuesta de implantación de una renta básica, de una renta mínima
garantizada con carácter universal y automático.
Por ejemplo, quienes la
contraponen al objetivo del pleno empleo, como se ha recogido en CTXT
en los últimos meses y recientemente (30 de agosto de 2017) en un artículo de Stuart Medina y Andrés Villena (en adelante, MyV). Como señalaban, se trata de un debate que se debe realizar con profundidad y honradez, y a ello pretendo contribuir. (...)
Comparto su reflexión inicial sobre “la supremacía ideológica neoliberal
sustentada en una doctrina con fundamentos teóricos acientíficos, que
han propiciado niveles sin precedentes de pobreza y desigualdad en la
distribución de las rentas y de la riqueza”.
Es precisamente esa
situación la que hace urgente aplicar medidas que solucionen la grave
situación en que se encuentran tantas familias, uno de cada tres menores
en España. La situación de exclusión social de una cuarta parte de la
población obliga a poner en marcha ya esa renta mínima garantizada
automática. (...)
¡No pongamos en marcha la renta básica porque a largo plazo
conseguiremos el pleno empleo! Ya sé que desearíamos que éste se
alcanzara a corto plazo; pero me temo que todos esos hogares en
situación de pobreza se sentirían bastante más tranquilos si, mientras
tanto, se les da alguna solución que garantice unos mínimos de
dignidad. (...)
Evidentemente, luchar contra la desigualdad sangrante y la pobreza y la
exclusión social exige actuar sobre sus causas, sobre las bases del
sistema, sobre las condiciones del mercado de trabajo, sobre la financiarización depredadora
de la economía real, sobre los oligopolios y, en definitiva, sobre el
propio modelo neoliberal.
Pero no es menos evidente que el éxito en ese
intento va a llevar bastante tiempo. Y, hasta entonces, ¿no hacemos
nada? A largo plazo, ya sabemos, todos muertos. (...)
Los subsidios actuales contra la pobreza no es solo que humillen a los
perceptores. Es que conllevan una brutal carga administrativa (para las
Administraciones Públicas y para los afectados), sufren retrasos de
hasta doce meses de media (según datos de EAPN), no llegan a una gran
parte de sus teóricos destinatarios, son tremendamente desiguales,
ineficaces e ineficientes… (...)
Además, y esto es muy importante en relación con los
argumentos de MyV, sí pueden generar a menudo la denominada trampa de la
pobreza. Al ser habitualmente incompatibles con otra retribución, se
pierden cuando se acepta una oferta de trabajo. Dada la proliferación
de empleo basura, son muchas las ocasiones en que trabajar supone perder
dinero. O la mejora es ínfima.
El incentivo es claro a optar por
mantener la situación subsidiada o ingresar en la economía sumergida.
La renta automática e incondicionada suprime ese efecto al
ser compatible con otros ingresos. Y reduce por ello también los
hipotéticos incentivos a la vagancia. Cualquier ingreso adicional que se
consiga incrementa la renta personal, con lo que el atractivo a aceptar
una oferta laboral es evidentemente mayor.
¿Por qué, dicen los detractores, va a aceptar un trabajo
si ya tiene una renta garantizada? Porque, coincidimos, difícilmente un
nivel realista de renta mínima permitirá una vida de muchos lujos. Sus
perceptores preferirán normalmente buscar formas de incrementar sus
recursos. Así lo demuestran todos los estudios disponibles sobre
experiencias semejantes o asimilables.
Así lo demuestra la propia
existencia de horas extraordinarias o la búsqueda de trabajos
complementarios porque se desea incrementar la renta…, trabajando más.
En todo caso, hay muchas más probabilidades de que se acepte el trabajo
con un sistema de renta básica universal que con los sistemas actuales. (...)
¿Supone ello una subvención a las malas prácticas
empresariales, como dicen MyV? No diré que la renta básica vaya a
solucionarlo (es en la legislación laboral y en la potenciación de la
inspección donde hay que discutirlo), pero es evidente que la existencia
de esa renta otorga al trabajador un mayor grado de libertad a la hora
de rechazar empleos basura y de luchar por sus derechos.
Argumentos generalizables respecto a los colectivos que
más dificultades tienen para encontrar trabajo (mujeres, minorías
raciales, personas con antecedentes penales o con minusvalías…). Es
obvio que la renta básica no es panacea para todos los problemas
sociales. Ninguna medida lo es. Pero es evidente que ganan en libertad y
en recursos respecto a la situación actual. (...)
Es cierto que desde la derecha (por ejemplo, gobierno de Finlandia), se
va a querer aprovechar para seguir desmantelando el Estado de bienestar.
Ya lo están haciendo, en nuestro país y en muchos otros, sin necesidad
de la renta básica.
Ese es uno de los criterios claros para diferenciar
las propuestas de renta básica. La coherente es la que propone esta
renta como sustitución de subsidios asistenciales y como garantía de
mínimos de los contributivos.
Pero sin tocar para nada el resto de las
prestaciones sociales. Quienes pretenden aprovechar para defender
recortes, son los mismos que se escudan en la crisis o en imposiciones
exteriores para aplicar las políticas regresivas que están en su
ideario.
Cambiar las relaciones de poder es la misma lucha que
necesitamos tanto para implantar la renta básica correcta como para
implantar políticas de pleno empleo, defender la igualdad y los derechos
de los trabajadores, etc. (...)
Para MyV, demostrar la viabilidad de la financiación de la
renta básica es una obsesión que delata las bases neoclásicas de la
propuesta por tener una visión del Estado constreñido financieramente. O
sea, ¡que pueden hacerse propuestas sin preocuparse de si son viables
porque el Estado tiene dinero para todo!
Demostrar que la renta básica
es viable financieramente es un requisito elemental de cualquier
propuesta seria. Y los estudios aportados lo demuestran y subrayan el
carácter redistributivo del juego conjunto de la renta básica y de su
financiación.
Algunos incluso demostramos que podría hacerse sin
incremento de gasto y preconizamos una paralela reforma fiscal que
solucione la inadmisible desigualdad de trato de las rentas del capital
financiero respecto a las del trabajo.
Hablemos de macroeconomía y el peligro inflacionista de la
renta básica. Es cierto que la redistribución en favor de los hogares
con menores niveles de renta probablemente conlleve un incremento en el
consumo global de los hogares. Ese incremento en la demanda provocaría
inflación si no hubiese un correlativo aumento de la producción de
bienes y servicios.
Pero lo normal, keynesianismo puro, es que ocurra
precisamente lo contrario: que el efecto sea una mayor producción y una
reducción de las cifras de desempleo. La renta básica, lejos de ser una
rendición, jugará a favor de mayor empleo. Y en caso de fase depresiva,
al asegurar un colchón mínimo de consumo, la renta básica atempera la
caída de la demanda y el crecimiento del desempleo.(...)
MyV dan por hecho el efecto inflacionista porque, ya hemos
visto, suponen que con la renta básica ya nadie querrá trabajar. Aunque
la lógica y las evidencias disponibles nos digan lo contrario.
La defensa de la renta básica se fundamenta en la defensa
de la dignidad de las personas, de todas las personas. Por supuesto que
es deseable crear empleo para todos.
Por supuesto que sabemos que no es
una medida que solucione todos los problemas (¿lo hace el pleno
empleo?). Por supuesto que hace falta actuar sobre las raíces de la
desigualdad. Por supuesto que son necesarias muchas más medidas.
¿No sería mejor unir fuerzas en favor del ideal de la
dignidad y la justicia para todos, en vez de enfrentar artificialmente
propuestas perfectamente complementarias que van en la misma dirección?" (Juan A. Gimeno Ullastres, CTXT, 27/09/17)
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