22/6/18

Carta de Madrid: el Trabajo Garantizado. Los conceptos fundamentales de la postkeynesiana Teoría Económica Moderna



Declaración de Madrid


 
Los firmantes de esta declaración promueven un proyecto de política económica a la altura del momento histórico que vivimos, en el cual el Estado configura la evolución de un capitalismo sometido al interés general.

En nombre de la eficiencia económica se promueve y tolera el mayor derroche de recursos de nuestras modernas economías: la depreciación de las capacidades, habilidades y creatividad de las personas a través del desempleo. La prioridad es repensar la política económica colocando el pleno empleo digno en el centro de la agenda política, en coherencia con el mandato expresado en nuestras constituciones.

A fin de alcanzar este objetivo, debemos reconocer que solo quien crea la moneda, el estado —la Unión Monetaria Europea (UME) en el caso de la zona euro— tiene la capacidad financiera de asegurar el pleno empleo digno con estabilidad de precios en todo momento.

Por tanto es fundamental sustituir el sistema actual centrado en conseguir unos objetivos presupuestarios arbitrarios que fortalecen la histeria en torno al signo contable de las cuentas del Gobierno, por una política económica proyectada y evaluada en función de resultados deseados sobre la economía real, tales como la supresión de la pobreza a través de la eliminación del desempleo, la mejora de los servicios públicos, el cuidado del medio ambiente y de las personas, y el progreso de nuestro aparato productivo.

El desempleo solo puede ser eliminado mediante una política fiscal adecuadamente expansiva que combine un aumento suficiente del gasto público y una disminución de los niveles de tributación sobre las clases populares y el tejido productivo.

Dentro de este marco prevemos un Plan de Empleo de Transición; un programa permanente de empleo público que asegurará a todos el acceso a un empleo con un salario superior al del umbral de la pobreza y con condiciones dignas.

Las perspectivas políticas de países como Francia y los Países Bajos, que ponen en cuestión la supervivencia de la UE; la experiencia de Syriza, que evidencia la necesidad de potentes bazas negociadoras para gestionar la relación con la UE; y la elevada probabilidad de que la UE no esté dispuesta en ningún caso a cambiar el diseño de sus políticas; nos obligan a explorar las soluciones que se ofrecen a la sociedad, como la adopción de nuevas monedas nacionales para la consecución de objetivos que definamos democráticamente.

Por este motivo las partes adheridas a este proyecto se establecen como un eje internacional con la finalidad de ejercer una presión social, política y cultural, comprometiéndose a interpelar a sus respectivos gobiernos en los parlamentos nacionales y en el Parlamento Europeo para que se abandonen los inútiles y gravosos objetivos presupuestarios como meta de política económica.

La aproximación progresista a la política debe evolucionar en la esta dirección para alcanzar el modelo social delineado en la Carta de Madrid, una auténtica democracia social, económica y política.

Si quieres adherirte, pincha aquí."                   (red mmt)



Carta de Madrid


El modelo de sociedad que queremos, para una genuina democracia social, económica y política.

La culpa del desempleo no la tienen los desempleados. El relato de la expiación es un artificio de la austeridad para debilitar tu justa aspiración de ser rescatado.


El desempleo, la pérdida de derechos y el desmantelamiento del estado social son el resultado de las políticas de rigor que los asesinos sociales hacen en los parlamentos. Con un mercado libre, ellos son más fuertes y tú más débil.

En Europa combaten dos visiones de la sociedad y el futuro. Nosotros estamos del lado del pleno empleo, la intervención estatal y las políticas económicas orientadas al interés público y la felicidad social.

En Madrid activistas de MMT españoles e italianos delimitaron el frente de batalla colocándose en defensa del progreso y de la colectividad. Así nace la Carta de Madrid. Si está de acuerdo con su contenido, ¡fírmala!

 La única manera de eliminar las formas de trabajo degradantes es garantizarle siempre al trabajador una alternativa digna, expulsando así del mercado las ofertas de trabajo que no cumplen con los estándares mínimos.


 

ACCESO UNIVERSAL AL TRABAJO DIGNO

Pero la libertad sin justicia social puede ser también una conquista vana. Pero díganme, en conciencia, ¿pueden considerar verdaderamente libre un hombre que tiene hambre, que está en la miseria, que no tiene trabajo, que es humillado porque no sabe cómo mantener a sus hijos y educarlos? Éste no es un hombre libre. Será libre de blasfemar, de imprecar, pero ésta no es la libertad que yo pretendo
Sandro Pertini, Presidente de la República Italiana entre 1978 y 1985

Con desempleo 0% entendemos una situación en la cual está ausente el fenómeno del desempleo involuntario, una situación que puede ser garantizada de manera persistente en el escenario macroeconómico. 

Para que esto suceda es necesario que toda la fuerza de trabajo disponible sea siempre comprada.
Se parte de la premisa y se recuerda que la oferta de trabajo, simétricamente, corresponde a una demanda de moneda (quien vende trabajo lo hace a fin de adquirir moneda); mayor será la cantidad de divisa de la cual las personas tendrán necesidad, y por consiguiente, de trabajo que ofrecerán en el “mercado del trabajo”, precisamente por causa de la imposición. 

Por otro lado, solo el estado tiene la posibilidad de efectuar un gasto que asegure que toda la fuerza de trabajo sea comprada dado que la moneda necesaria para pagar los impuestos puede provenir solo del gasto estatal1.

Es pues, ante todo, necesario “regular” los niveles de gasto y tributación de forma tal que se mantenga en la economía un nivel de gasto agregado suficiente para comprar todo el trabajo ofertado. Cuanto más se abstiene el privado de gastar, por tanto, más alto deberá ser el gasto público.

 Cuánto más se aumenta el nivel de tributación, tanto menos podrán gastar los agentes del sector privado2, y más deberá el estado aumentar su gasto público para mantener niveles de gasto agregado en el sistema tales que toda la fuerza de trabajo sea “comprada”.

No hay límites a la capacidad nominal de gasto del estado monopolista de la divisa, todo limite al déficit público es auto-impuesto y, si el estado gasta fijando el precio de la propia divisa anclando el importe de una unidad de gasto al importe de una unidad definida y estable de trabajo comprado, se mantiene la relación entre creación de riqueza real y de divisa3 y se maximiza la estabilidad de los precios4.

El Estado realiza este “anclaje” fijando la cantidad de trabajo que el agente privado debe suministrarle a cambio de una unidad de divisa, y asegurando que cualquier sujeto privado que pretende adquirir una unidad de divisa podrá siempre hacerlo, en cualquier momento presente y futuro, suministrando al estado la cantidad de trabajo que ha sido identificada por el mismo estado como el equivalente estable por unidad de divisa. 

El problema de la sostenibilidad de la deuda pública no existe para un estado monopolista de la divisa. Para comprender a fondo esta afirmación también aquí es necesario dar un salto ideológico, para cuya comprensión se remite al lector a la bibliografía y, en concreto, se le invita a leer Los siete fraudes inocentes capitales de la política económica de Warren Mosler.

Garantizar el pleno empleo es de por sí también un mecanismo de equidad territorial, además de social.

A nivel territorial, el desempleo tiende a concentrarse siempre en las mismas zonas debido a dinámicas intrínsecas al capitalismo. Esto desencadena fenómenos de despoblamiento y desarraigo demográfico forzado de los territorios desfavorecidos, con difusión endémica de patologías sociales tales como trastornos psicofísicos, alcoholismo, violencia doméstica y suicidios, que comprometen el potencial económico de las comunidades, la equidad, la dignidad de los individuos, la cohesión y el equilibrio social.

Dentro del marco de las finanzas funcionales antes descrito, a fin de estabilizar la economía al nivel de pleno empleo, de asegurar auténticamente el acceso universal al trabajo poniendo fuera de mercado las formas de trabajo degradantes y con remuneraciones de miseria, debe implantarse un Plan de Empleo de Transición.

1 Toda moneda recaudada con la los impuestos es moneda que ha sido antes creada con el gasto público. Los impuestos no pueden pagar el gasto público sino, al contrario, es la moneda creada con el gasto público que permite la recaudación de los impuestos.
2Cuanta más alta es la tributación, tanta mayor necesidad tendrán los agentes económicos de obtener la moneda y por tanto de vender mayor cantidad de su propio trabajo.
3 Riqueza financiera neta en una divisa, es decir activos financieros detentados por el sector privado (el conjunto de todos los sujetos privados, residentes y no residentes sobre el territorio del país considerado) cuyos pasivos correspondientes son detentados por el sector público, entendido como consolidación entre banco central y secretaría del tesoro.
4 Para profundizar http://www.levyinstitute.org/pubs/wp_864.pdf


 

LA FELICIDAD SOCIAL COMO FIN ECONÓMICO

¿Hasta qué punto es realmente importante la innovación? ¿Tenemos ya la capacidad de elevar el nivel de vida al nivel que Keynes pensaba que habríamos alcanzado en quince años? ¿Nivel en el cual todos, y digo todos, pueden tener alimento, vestido, habitación, en una medida sobradamente superior a sus necesidades, y vidas felices? ¡Absolutamente! No tenemos necesidad de innovaciones, sabemos ya cómo hacer todo eso. Tenemos las tecnologías para hacerlo. Y podemos hacerlo en un año. No tengo dudas sobre esto.
Prof. Randall Wray durante una de sus lecciones de macroeconomía en la Università degli studi di Bergamo.

Es indispensable, a fin de elaborar recetas de política económica que respondan del mejor de los modos a las necesidades sociales, reconocer la divisa como creacion estatal, como instrumento costituido in primis por la persecución de los fines de la autoridad pública, por lo tanto poner el foco en la inexistencia de límites a la capacidad financiera del estado en su propia moneda. Es etado pude siempre comprar todo lo que está a la venta en la moenda de la cual es el monopolista.

Solo partiendo de este discernimiento es posible organizar un proyecto de política económica a la altura de la historia, configurando al estado como agente que gobierna la evolución del capitalismo en el interés general, construyendo el progreso de la sociedad, y garantizando siempre un marco de pleno empleo mediante una gestión elástica del déficit público que comprende todo el conjunto de la política económica, entre ellas también la organización de un Plan de Empleo de Transición.

El salto ideológico necesario para salir del laberinto de la austeridad debe concretarse en la identificación y consecución de dos prioridades políticas, y de los instrumentos de política económica necesarios para realizarlas.

Ante todo es indispensable restituir al estado su papel histórico: el estado debe construir el progreso, entendido como el mejoramiento más generalizado y extendido posible de las condiciones de vida de la población, en el transcurso del tiempo, recobrando el papel de arquitecto del futuro.

Sólo dentro de este marco pude ser definida la segunda prioridad: el acceso universal al trabajo digno (la eliminación, pues, del desempleo). 

En la base de cualquier elaboracion política debe hallarse el justo abordaje de las confrontaciones del uso politico de la divisa. Para curarse de la plaga de la austeridad auto-impuesta es indispensable adoptar un enfoque de finanzas funcionales, en el cual el nivel y composicion del gasto publico y la tributación están regulados para el mantenimiento del pleno empleo y la construccion del progreso social y economico.

Existen siempre restricciones a la capacidad productiva nacional: tecnología disponible, recursos reales y fuerza de trabajo presentes sobre el territorio. Esos límites no representan jamás un obstáculo a la consecución del pleno empleo.

Las políticas públicas deberían diseñarse exclusivamente en base a sus efectos reales, no en base a cuánto reducen el déficit público.


 

EL SALTO IDEOLÓGICO

Todo lo que es técnicamente posible es financieramente posible
Stephanie Kelton. Economista TMM y asesora de Bernie Sanders

No es el momento de pensar en pequeño.

No es el momento de pensar en soluciones de corto aliento, que dejan intacto el funcionamiento del sistema en su totalidad sin eliminar la plaga y sus efectos.

La política debe ofrecer de nuevo a la sociedad la capacidad de visión de futuro que le permita avanzar hacia la felicidad social, hacia un sistema en el cual la vida se elige y no se padece, hacia una mejora de la calidad de la democracia, hacia una realidad en la cual prevalezcan las condiciones para una auténtica participación de los pueblos en la vida y para el desarrollo de la sociedad. Las condiciones para una auténtica democracia política, económica y social, en la cual las personas son dueñas de su propia vida y los pueblos de su propio destino.

Contra el interés de quienes hoy son oligarquía.

Para conseguirlo es necesario reconocer el trabajo como fuente insustituible y necesaria de riqueza real.

Trabajo al cual hoy la tecnología1 confiere posibilidades como nunca antes, posibilidades que si son completamente utilizadas harían posible la consecución de un nivel de vida hasta ahora nunca conocido por las poblaciones, permitiendo el desarrollo de una forma de capitalismo virtuosa tanto en la dimensión social como en la ambiental..

Trabajo que hoy, si está completamente expresado en sus potencialidades mediante el pleno empleo, puede eliminar la pobreza – en sus acepciones multidimensionales – y construir el progreso.

La Teoría Monetaria Moderna, aun manteniéndose fiel al espíritu de Keynes pero superando su literalidad, explica y demuestra que solo quien crea la moneda en régimen de monopolio2, el estado3, tiene la capacidad financiera suficiente para garantizar, siempre y en toda circunstancia, el pleno empleo.

 La TMM evidencia como cualquier limite apriorístico al gasto del estado solo sirve para mantener en vigor un cierto nivel de desempleo que, como explicaba M. Kalecki (1943), sirve a su vez para “disciplinar el trabajo”, para chantajear la base del tejido económico y social, por tanto, para promover y consolidar el poder de la aristocracia capitalista.

1 La tecnología consiste en el conjunto de las posibles técnicas de realización, por tanto en el conjunto de las técnicas empleables por el trabajo. La tecnología en si misma nunca puede impedir que toda la fuerza de trabajo sea comprada dado que consiste solo en las posibles soluciones de organización de la actividad laboral.

Monopolio de la riqueza financiera neta en una divisa para el sector privado, es decir activos financieros detentados por el sector privado (el conjunto de todos los sujetos privados, residentes y no residentes sobre el territorio del país considerado) cuyos pasivos correspondientes son detentados por el sector público, entendido coma la consolidación entre el banco central y la secretaría general del tesoro.

3 En la zona euro, desde el punto de vista monetario, el “estado” es la unión económica y monetaria europea (UME), de la cual los estados nacionales son parte orgánica. La escasez de euros y el desempleo son condiciones que la UME se auto-impone, siendo la propia UME la única creadora de euros, y solo la UME pude eliminar el desempleo en euros (la persistencia en el sector privado de oferta de trabajo, por parte de trabajadores que buscan conseguir euros, que no se compra).


 

EL PLAN DE EMPLEO DE TRANSICIÓN

No existe ningún “mercado del trabajo”, los trabajadores no tienen ninguna elección, porque si rechazan el ingreso que se les propone desde las empresas, mueren.
Alain Parguez

El Plan de Empleo de Transición1 (PET) es un programa permanente de empleo público de mano de obra no especializada, que no debe confundirse con el empleo en el sector público tradicional ya que está separado de él. El PET ofrece un trabajo a todos los que desean trabajar y están en las condiciones de hacerlo, con una retribución establecida por encima del umbral de pobreza y en condiciones dignas.

El Plan representa una ventaja no solo para quién accede a él, típicamente alguien que ha perdido su propia ocupación anterior en el sector privado, sino también en general para cualquier trabajador, porque ya nadie en el sector privado estará obligado a aceptar remuneraciones que lo fuercen a vivir por debajo del umbral de la pobreza o aceptar condiciones laborales, peligrosas o indignas. 

Con el Plan se incrementa, empezando por los más débiles, el poder negociador de todos los trabajadores.

El Plan redefine el espacio en el cual las fuerzas de “mercado” en el sistema de compraventa de la fuerza de trabajo2  pueden interactuar, volviendo a priori imposible el desarrollo de situaciones de trabajo degradantes.

Organizado sobre la base territorial local y dirigido a la consecución de objetivos de interés público, este Plan favorece el tránsito de la situación de desocupado a la de empleado en el sector privado – de allí el término “de transición” – y ofrece a los que acceden a él la posibilidad de experimentar un periodo de continuidad laboral planificada, participando concretamente en la vida de la comunidad mediante la propia involucración en el contexto laboral. 

También, por ejemplo, para quienes han padecido un largo período de privación de libertad, de adicción, de desempleo, y que por esto son percibidos como difícilmente empleables por el sector privado incluso en un entorno de fuerte expansión económica. Con el Plan de Empleo de Transición no solo se eliminan los obstáculos a la participación en el trabajo productivo, sino también para quienes por lo general son discriminados por su procedencia, género o religión. 

En una situación de desempleo 0% muchos de los problemas críticos derivados del fenómeno de la inmigración son mitigados, entre otras razones, porque nadie podrá percibir al inmigrante como alguien que “roba el trabajo”, puesto que no habrá escasez de puestos de trabajo sino, más bien, escasez de trabajadores desocupados.

Además desde siempre el trabajo es la principal “infraestructura social” en el que el hombre se ubica y adquiere su identidad. La exclusión forzada del trabajo significa exclusión de la colectividad, mientras que la participación en el mundo del trabajo garantiza al hombre una participación en la vida de la colectividad.

Está en el interés de todos los trabajadores, también de aquellos más cualificados, que quienquiera que esté en condiciones de trabajar y desee hacerlo, tenga acceso al trabajo. En economía se puede distribuir, en el plano real de bienes y servicios, solo lo que se crea; por esto es justo que, además de garantizar a todos el ingreso necesario para la vida, se garantice también la inclusión en el circuito de la producción y de la vida activa en la sociedad a quien se encuentra en condiciones de hacerlo.

¿POR QUÉ UN EMPLEO Y NO SOLO UNA RENTA?

Una renta universal incondicional no resuelve el problema crítico de la discriminación en el acceso al mundo productivo y dejaría a los perceptores de tal renta apartados del sistema social que universal e históricamente caracteriza a la Humanidad, basado en el trabajo, sobre el cual las personas construyen cotidianamente el presente y el futuro con sus propios esfuerzos.

 Se trataría además de una nueva extracción sobre los trabajadores de los resultados de la actividad productiva, una adicional a la que ya ha realizado el capital. Esto involucraría no solo una redistribución de la riqueza real en perjuicio de los trabajadores, sino incluso una reducción de la renta real agregada3 .

Ciertamente es deseable que haya formas de protección para quienes no se encuentran en condiciones de trabajar o para sujetos para los cuales está en el interés público que no trabajen, como por ejemplo los estudiantes, pero en los casos restantes está en el interés público poner la inclusión en el proceso productivo como base de la fuente de ingresos.

1 Conocido también como Employer of Last Resort (ELR) o Plan de Trabajo Garantizado (PEG) 
2 El así llamado “mercado del trabajo”
3  A causa de la descomposición de la fuerza de trabajo derivada de su no contribución al trabajo, es plausible una reducción del producto de esa fuerza de trabajo.


 

EL ESTADO COMO ARQUITECTO DEL FUTURO

Es el motivo por el cual considero al estado como trascendental. Siguiendo las políticas motivadas por las leyes verdaderas de la economía, el Estado permite a las personas, cada uno como individuo libre y autónomo, acceder a un nivel superior de conocimiento, felicidad, descubrimiento de su futuro: el acceso al Universo.
Alain Parguez

El estado es el sujeto que ha configurado el planteamiento socio-institucional sobre el cual el capitalismo se ha desarrollado y ha tomado forma. La autoridad política no debe solo actuar a posteriori en la cura de las patologías del capitalismo, sino que es fundamental para alcanzar el progreso económico y social actuando también a priori, estableciéndose como “arquitecto del futuro”.

 El estado arquitecto del futuro es la clave para la emancipación, la libertad, la esperanza. Es un elemento de estructura, no de superestructura.

El estado es el único sujeto dotado de la capacidad financiera que permite realizar las inversiones sobre el futuro y afrontar los retos históricos a los que el sector privado no puede y no quiere enfrentarse. 

Es el único que pude garantizar el acceso universal a los derechos fundamentales para el pleno desarrollo y la participación económica y social de la persona. Es el único que puede hacerse garante de la construcción de una auténtica democracia económica, política y social.

Es el único que puede diseñar el sistema de forma tal que las relaciones de fuerza que se desarrollan en la sociedad no lleguen nunca a ser tan desequilibradas como para consentir a las patronales de la aristocracia capitalista determinar en soledad el devenir histórico de las naciones, tal como ha sucedido casi siempre hasta hoy.

Investigación científica y médica básica, dotación de infraestructuras materiales e inmateriales, inversiones con largos periodos de retorno social, frecuentemente implican elevados riesgos de fracaso y tal cantidad de previsión y “paciencia” que nadie en el sector privado está en condiciones de encargarse de ellas1.

El primero de los “sectores estratégicos”, la primera inversión real para una comunidad, son la infancia y la juventud. Las capacidades que los niños desarrollarán en el futuro serán las únicas capacidades de las cuales las sociedades del futuro estarán dotadas. Los niños son la inversión de largo plazo más importante que se pueda hacer, y están entre los primeros damnificados por la plaga de la austeridad.

Por inversión en la infancia y la juventud se entiende la asignación de recursos en todas aquellas actividades que fomentan el desarrollo personal, el crecimiento también de aquella imaginación necesaria para la completa expresión de la capacidad creadora del individuo y, por consiguiente, de la sociedad. El acceso a aquellas experiencias, a los caminos de la vida que forman al hombre incluso antes que al trabajador. 

El acceso universal al descubrimiento de la naturaleza, a la práctica deportiva como actividad social y cultural antes que física, a la producción artística y artesanal, al descubrimiento del territorio, y ciertamente a la instrucción de calidad para una igualación sustancial de las oportunidades. Igualdad de oportunidades como condición confirmada a lo largo de todo el recorrido vital de las personas, y no solo “una tantum” cuando éstas entran en liza.

 “No basta con garantizar oportunidades al inicio de la carrera”2 y no es permisible ni mucho menos poner un privilegio – el acceso a las experiencias que fomentan el desarrollo pleno de la persona – “como legitimación de un segundo privilegio (una condición económicamente más elevada)”3.

El estado debe favorecer el acceso a un nivel superior de conocimiento interdisciplinar que permita a las personas madurar en el conocimiento del propio “yo histórico”, desarrollando la habilidad para perseguir objetivos corales, creando conjuntamente las condiciones para una pacífica co-evolución entre hombre y naturaleza articulada en una relación simbiótica y no ciegamente predatoria.

1 Como demuestran los trabajos de la profesora Marianna Mazzucato
2 De La economía del bien común, op. cit.
3 De La jungla retributiva de Ermanno Gorrieri, el Mulino, Bologna, 1972


 

EL MERCADO ES UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL ESTATAL

El dinero no solo precede a los mercados y a los intercambios reales tal y como son entendidos en la economía dominante sino que también emerge como un mecanismo social de distribución, generalmente por el poder de alguna autoridad (ya sea una antigua autoridad religiosa, un rey, una potencia colonial, un moderno estado-nación, o una unión monetaria). El dinero, puede decirse, es una “criatura del estado” que ha jugado un papel clave en la transferencia de recursos reales entre las partes y la distribución del excedente económico
Pavlina Tcherneva, Money Power and monetary regimes 2016

El mercado no es un fenómeno natural, no tiene características fijas e ineluctables. El mercado es una construcción social cuyo funcionamiento puede responder tanto al interés general como a la exclusiva ventaja de intereses particulares. 

Tras la violencia del mercado y, en particular, tras el desempleo que aflige el así llamado “mercado del trabajo” –el sistema de compraventa de la fuerza de trabajo–, se ocultan opciones políticas en lo que respecta a la medida en la cual dejar inactivo el tejido económico, opciones que pasan siempre por las decisiones en el ámbito del gasto público y de la tributación. 

Rigurosos y arbitrarios límites al déficit, como los vigentes en la UE, comprometen a priori el resultado de la vida económica de las personas. También de aquéllos más meritorios y capaces.

La TMM ilustra como los mercados en las diversas divisas específicas, los sistemas generalizados de venta de trabajo, bienes y servicios a cambio de una moneda establecida, son construcciones sociales públicas.

 Construcciones erigidas de modo colateral a partir del poder de imponer a los residentes en un territorio determinado una tributación denominada en una cosa específica, generando en la población la oferta de trabajo de personas y bienes y servicios de las empresas a la autoridad política monopolista de la moneda y a quienquiera que haya obtenido su moneda, dando por consiguiente lugar al mercado, que de hecho es pues uno de los productos de esta construcción social artificial, y por tanto no existe en condiciones “naturales”.

La existencia de un mercado se basa en la existencia de una moneda específica que hace necesarios los intercambios. La “confianza” por parte de los agentes al aceptar la moneda como “dotada de valor” se basa sobre el hecho de que esta moneda será el único medio aceptado como pago de los impuestos por parte de la autoridad política que impone los tributos. Este es el fundamento del “valor” de la moneda. Los impuestos dan lugar al mercado.

Las monedas y sus mercados son creaciones estatales. No existían el franco suizo ni el sistema de compraventa de la fuerza de trabajo en francos suizos antes de que el estado helvético lo concibiese, y lo mismo vale para la corona noruega o cualquier otra divisa estatal.

Las precondiciones para el mercado en una cierta moneda son impuestas por el creador de dicha moneda, y nadie tiene una capacidad de gasto igual a la de su monopolista. La moneda es de hecho impuesta por el estado como mecanismo para aprovisionarse de parte de la producción económica.

Nadie es financieramente más sólido que el estado soberano en el ámbito de lo que se halla denominado en su divisa. Un estado dotado de una moneda propia en régimen de cambio fluctuante, no vinculado a las divisas de otros estados o a metales preciosos (ni a ninguna otra mercancía), jamás dejará de pagar sus deudas denominadas en la moneda de la cual es el monopolista. Esta es la verdad que las oligarquías ocultan para conservar el control sobre la sociedad.

Cuando se trata de euros, nadie es más fuerte que la Unión Económica y Monetaria Europea (UME), y todos los limites financieros que la UME se impone, como también hacen los EEUU y muchas otras autoridades políticas monopolistas de la propia divisa, son auto-imposiciones. Son opciones políticas justificadas con una narración falsa, son la plaga.

El estado monopolista de la divisa tiene siempre la posibilidad de conseguir que en la economía haya un gasto suficiente para activar completamente la capacidad productiva y la fuerza de trabajo presentes sobre el territorio.

 Los EEUU, el Reino Unido, y técnicamente también la UME como cualquier sujeto monopolista de la moneda, tienen siempre la posibilidad de eliminar el desempleo y eliminar el cuello de botella monetario al pleno desarrollo económico y social, a la completa expresión de las potencialidades sociales y economicas de los pueblos.

El estado monopolista de la divisa tiene la posibilidad de configurar aquello que caracteriza los sistemas capitalistas, la compraventa de la fuerza de trabajo, poniendo fuera del mercado puestos de trabajo caracterizados por una remuneración inferior al umbral de la pobreza y por condiciones degradantes, maximizando simultáneamente la estabilidad de precios.
Los estados pueden no obstante – y frecuentemente lo hacen – decidir auto-limitar su propio espacio de actuación vinculando el uso de su divisa a tipos específicos de cambio con otra divisa o mercancía o bien, directamente, limitando el gasto público.


 

LA PLAGA

En medio de una gran abundancia nuestros líderes promueven la privación.
Se dice que la asistencia sanitaria nacional es insostenible, mientras camas hospitalarias se quedan vacías. Se dice que no podemos permitirnos asumir más docentes, cuando muchos docentes están desempleados. Y se dice que no podemos permitirnos los comedores escolares, cuando los alimentos sobrantes se están tirando a la basura.
Warren Mosler, Soft Currency Economics, 1993
Texto clave de la Teoría Monetaria Moderna

La lógica de la austeridad es un discurso contagioso, que culpa de la pobreza a los propios pobres. Personas y pueblos inadecuados, indignos del privilegio de poder expresar al máximo sus capacidades, y por consiguiente de ser admitidos equitativamente en el reparto de la riqueza producida.

La insuficiencia, culpa que debe ser expiada por las naciones a través de la abstinencia crónica del gasto, de la inversión, del consumo. El perdón del dios impersonal y natural del mercado requiere sacrificios sociales inevitables.
La plaga hace por tanto necesaria la construcción y la reiteración de un sistema económico que comprime progresivamente los espacios para la empatía, la confianza, la fraternidad y la democracia, promoviendo endémicamente la desconfianza, el resentimiento y la angustia.

La plaga sofoca las fuerzas que guían el progreso, condena la política y el estado a la irrelevancia, dejando el campo abierto a las oligarquías económicas y a su violencia. En este marco, en el cual el poder no depende ya del consenso sino del peso económico y financiero detentado, las oligarquías construyen el contexto que exalta su propia hegemonía. Construyen la peor forma de capitalismo autoritario. 

Una forma de capitalismo en la cual a priori, por una lúcida elección macroeconómica, no hay nunca suficientes puestos para todos, y en la cual necesariamente reina la forma de competición más destructiva, la lógica del mors tua, vida mea que, al tender hacia la eliminación del otro, hace perder al fenómeno económico toda relación con el interés general1

 Se configura así una sociedad de la discriminación sobre la base de la eficiencia, una sociedad que deja espacio solo a quien presenta mejor dotación o posicionamiento social, negando a los demás, a priori, el acceso a una vida plena. Discriminación no menos destructiva que las basadas en las ideas, la raza o el género.

1 Pasaje inspirado en el libro de Stefano Zamagni La Economía del bien común, 2007, Cittat Nuova ed."

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