Khadija Afkir y Nessrin El Hachlaf
"Nessrin El
Hachlaf Bensaid vive entre dos orillas, dos culturas, dos mundos. Nació
en Alhucemas hace 32 años (“me siento rifeña con todas las
consecuencias”, aclara) pero su familia se instaló en Collado-Villalba
(Madrid) cuando ella era niña.
Estudió en la Universidad Carlos III una
doble licenciatura en Derecho y Periodismo, y sus primeros pasos
profesionales bascularon entre ambos terrenos, hasta que se decidió por
el jurídico.
En su despacho atiende casos penales y de extranjería, y un
día a la semana acude a la asociación Kifkif para asesorar a migrantes y
refugiados LGTBIQ con dificultades, que piden cita a través del equipo
psicosocial del que forma parte Khadija Afkir El Majrissi, española de
22 años, licenciada en Trabajo Social por la Universidad Complutense.
¿Cuál fue vuestra posición respecto a la movilización del 8-M?
Khadija Afkir:
El 8 de marzo fue muy necesario. Aunque hayamos avanzado, hay mucho por
hacer, y hay tanto que no se ve… Me encantaría que todas las mujeres
estuviesen empoderadas, para que hagan lo que quieran, que nadie nos
diga lo que tenemos que hacer.
He vivido en una casa tradicional, pero
tenía como referentes a mis hermanas, que lucharon por lo que querían,
por ellas mismas en realidad. La lucha feminista es importante para
poder dar a mi generación –pero también a la de mi madre– una base, algo
que visibilizar, que sepan que hay algo más, que luchen por sus
derechos, porque tenemos derechos, por mucho que nos digan que los
tenemos limitados, que tenemos que tener en cuenta a la familia,
etcétera.
Nessrin El Hachlaf:
Es necesaria, imprescindible, diría yo, una movilización de toda la
sociedad. El 8-M eran importantes los paros de las mujeres, pero hacía
falta también que los hombres de nuestro entorno participasen y
apoyasen, porque ellos han de formar parte del movimiento feminista.
¿En qué situación se encuentran las mujeres musulmanas que viven en España?
Nessrin El Hachlaf: El
imaginario que se tiene de la mujer musulmana está muy dañado, porque
se confunde con la mujer culturalmente árabe, que no es lo mismo. Una
cosa es ser mujer de cultura árabe y otra ser una mujer de religión
islámica.
Una mujer musulmana es una mujer empoderada, más que nada
porque el Islam prácticamente nace con mujeres. Sí, la cultura árabe
puede ser opresora, someter más a la mujer, igual quizá que otras
culturas, pero la religión islámica en sí no es opresora ni somete a la
mujer, porque ni el Corán ni las leyes religiosas lo manifiestan así.
El
Corán da mucha importancia a la mujer, se habla desde el primer momento
de mujeres y hombres en la misma perspectiva, no hay diferencias. Han
sido la cultura del patriarcado y el machismo los que han marcado las
diferencias, que no tienen que ver con la religión, aunque a día de hoy
los medios de comunicación y la sociedad, y Occidente en su conjunto,
con sus ‘’gafas de intentar salvar el mundo y salvar Oriente Medio’,
siempre nos presentan como sumisas o como relegadas, en un segundo
plano. Y lo cierto es que hay de todo, no me gusta generalizar.
¿Dónde podemos encontrar mujeres musulmanas empoderadas?
Nessrin El Hachlaf:
Hay mujeres musulmanas empoderadas, claro que las hay. Y respecto a las
mujeres relegadas a los roles sociales tradicionales, no significa que
sean sumisas simplemente porque se dedican al hogar o porque hayan
decidido ser madres y no trabajar, eso no es una característica de
sumisión. El mensaje fundamental es que no se puede generalizar, hay que
conocer a las personas por lo que son y por lo que representan.
¿Habéis sufrido algún tipo de discriminación o rechazo en España?
Nessrin El Hachlaf:
Sí, la discriminación que yo he sufrido no proviene solo de la
comunidad o del país de acogida, que es España, sino que muchas veces
donde más la he sufrido ha sido en mi propia comunidad.
En ocasiones no
se entiende que pueda haber una mujer con un rol distinto al que se
considera que debe tener; he recibido muchas reprimendas desde
diferentes ámbitos, muchas llamadas, muchos mensajes desde la comunidad
marroquí diciéndome que cómo se me ocurría decir eso, que como tenía la
osadía de decir eso cuando soy musulmana, que estaba atacando a toda la
comunidad.
Y dije que no, que no era esa la cuestión, sino que la
realidad es que es más fácil ver a una mujer sin hijab defendiendo a una mujer que lo lleva, que una mujer con hijab
abogando por una que no lo lleva. Me parece irónico que yo pueda
defender o representar a cualquier tipo de persona y defender sus
derechos, y que a la inversa eso no ocurra. Porque nos señalan. Las
mujeres que llevan hijab siempre señalan a las mujeres que no lo llevan.
¿Las mujeres musulmanas os señalan, os censuran?
Nessrin El Hachlaf:
Negarlo sería mentir. Independientemente de las coacciones, seguiré
diciéndolo: sí, me he sentido discriminada por mujeres que llevan hijab, me han achacado que no puedo hablar sobre el Islam y no puedo representarlas porque no llevo hijab,
cuando sé qué es el Islam porque soy una mujer musulmana.
Alguna gente
no entiende que puedas ser musulmana practicante pero que no lleves hijab,
y que a la vez estés en una asociación de defensa del colectivo LGTBI.
Cuando anuncié en Facebook que empezaba a trabajar con Kifkif, recibí
llamadas y mensajes por privado diciéndome que si había ‘salido del
armario’.
La gente tiene la mentalidad tan cerrada que no pueden
concebir que una mujer como yo, musulmana y abogada, pueda luchar por
los derechos del colectivo, sea el que sea.
Sexualidad y religión pertenecen a la esfera privada, ¿no?
Nessrin El Hachlaf:
Por supuesto que la religión es un tema de la esfera privada, no tengo
por qué ponerme un cartel diciendo que soy musulmana y que rezo cinco
veces al día. No tengo por qué dar explicaciones ni sobre eso ni sobre
mi orientación sexual, o con quién me acuesto.
Pero parece que la gente
siempre necesita explicaciones. Para mí el mensaje fundamental es que se
reconozca a la persona por quién es, por cómo es y por sus actos,
independientemente de la vestimenta que lleve o la sexualidad que tenga.
¿Qué mujeres musulmanas con formación podemos ver ahora mismo en la esfera pública española? ¿Qué referentes existen?
Khadija Afkir:
Las hay, pero no son visibles. A veces se da un cargo o un papel social
o institucional a una persona inmigrante solo para quedar bien, como
una cuota. Y no se trata de eso. Nosotras valoramos mucho la formación.
En la cultura árabe hay más fracaso escolar entre los hombres que entre
las mujeres, mientras no se les coarte las posibilidades de estudiar,
claro. Es curioso, los chicos de mi familia que han estudiado una
carrera son muy pocos.
Nessrin El Hachlaf:
Hay mujeres que trabajan en una variedad de campos. Hay doctoras,
farmacéuticas, mediadoras, psicólogas… En la asociación de abogados
marroquíes residentes en el extranjero, de la que formo parte, el 80%
somos mujeres. Es cierto que haría falta más visibilidad en la esfera
pública.
Khadija Afkir: Y más accesibilidad, porque tan válido es llevar hijab
como no llevarlo. Que si una mujer decide llevarlo no se le cierren
puertas laborales porque lo lleva. Qué mas da que lo lleve o no lo
lleve, no es incompatible con su capacitación profesional.
¿Influye en la valoración laboral de una mujer que lleve o no hijab?
Nessrin El Hachlaf: He llevado muchos casos de mujeres que decidían comenzar a llevar el hijab
y que fueron despedidas de su puestos de trabajo basándose en que no
cumplían con el código de vestimenta de la empresa.
Empresas a las que
hemos llevado ante los tribunales para recordarles no solo el derecho a
la libertad religiosa, sino también el derecho a la propia imagen,
demandas que han tenido resultados favorables a los intereses de
nuestras representadas.
Khadija Afkir: A
veces el problema es el nombre, que quizá es más impactante que la
imagen. Si pasas el filtro del nombre, ya está; si eres válida, claro, y
el hijab va a ser secundario.
Pero nuestro
nombre es un problema. En la universidad pasan cosas como que no se
esfuerzan en decir bien tu nombre, sé que mi nombre no es fácil pero es
que nací aquí, es que soy española, y no puede ser que el día de mi
graduación lo pronuncien mal, y al final digan: ‘Bueno, sube’.
Llevamos
años con personas de origen árabe en las aulas, y siguen sin decir bien
nuestros nombres. Y esto crucial, porque las alumnas y alumnos, por
ejemplo de Trabajo Social, tendremos que atender a otras personas en el
futuro.
Nessrin El Hachlaf: Sorprende,
porque cuando llegué a España en los noventa no veía tanta
discriminación, tuve la suerte de tener buenos profesores –salvo algún
cafre– que me trataban igual que al resto; es cierto que noto las
diferencias viendo a mis vecinas, las relegan a veces, como si no
cumplieran con el nivel educativo. Creo que hay más recelo hacia la
gente de fuera ahora que antes, y desde luego hay muchos microrracismos.
¿Cuál es el mayor problema de las mujeres musulmanas residentes en España?
Khadija Afkir: En
España, el déficit que veo es que… a las niñas, a las madres y a los
padres, hay que hacerles comprender que el empoderamiento no está mal.
Que una mujer esté empoderada no significa que esté alejada de la
religión. Y educar a las familias acaba dando oportunidades.
Nessrin El Hachlaf: Es,
efectivamente, un tema de pedagogía, dar herramientas a las familias
para que sepan que el hecho de que su hija sea una mujer empoderada no
va a limitar que sea musulmana o que sea madre.
Hay muchas familias que
tienen miedo a que sus hijas estudien y decidan no casarse. Piensan que
si estudian van a alejarse de la cultura de origen. Hay que demostrar
que no es incompatible, que no resta, que el hecho de ser de origen
marroquí y vivir en España siempre suma.
¿Cómo se logra esa pedagogía?
Nessrin El Hachlaf:
A través de las personas que transmiten formación e información.
¿Quiénes son esas personas? Me vienen a la cabeza los imanes, de ahí
nuestra lucha constante para que tengan una formación conforme al país
donde viven.
No puede venir un señor de las montañas de Argelia a dar
formación a chicos y chicas que han vivido y viven en España, porque el
contexto social, económico y político es diferente. Los Acuerdos del 92
para que hubiese un registro de imanes y para que su formación fuese
acorde al país de acogida no se ha materializado, ha sido papel mojado.
Es una asignatura pendiente.
Khadija Afkir:
Hay imanes que tienen capacidad, que han estudiado, pero si vas a las
pequeñas mezquitas de las zonas periféricas, por ejemplo de Madrid, te
encuentras con imames que no están formados.
Nessrin El Hachlaf:
Sí, a lo mejor es una persona que simplemente sabe recitar el Corán,
que no ha tenido formación ni aquí ni en el país de origen. Si al menos
lo tuviese en el país de origen, si fuese por ejemplo licenciado en
estudios islámicos, pues vale, a lo mejor sirve, pero lo habitual es que
sean personas que saben veinte versículos coránicos y con eso basta
para que les contraten en la mezquita. Ahí es donde está el foco de la
radicalización, por la mala información que se transmite.
Khadija Afkir:
Y algo más, las mezquitas no son solo sitios donde los hombres van a
rezar, es donde padres y madres llevan a hijos e hijas para que aprendan
a leer árabe; y si llevo a mi hija a la mezquita aprenderé árabe, pero
una cierta cultura, pequeñas cosas de nuestra cultura que siguen siendo
una carga. Y lo digo porque estoy muy orgullosa de provenir de la
cultura árabe.
Nessrin El Hachlaf:
Habría que hacer compatible todo con naturalidad. No creo que sea un
reto, es el cauce normal de la vida. Somos mujeres que hemos nacido en
España o hemos venido de pequeñas, hemos estudiado y ejercemos una
profesión.
Es el cauce natural de la vida, lo otro no. Que tus padres
decidan que a los 17 años tienes que casarte y que a los 18 seas madre
no se da ni siquiera en nuestra cultura. Si vas a Rabat o Casablanca no
las vas a encontrar. En algunos países, como Marruecos, hay mujeres
empoderadas, empresarias de éxito sin problemas de rol social,
dependiendo de las zonas, claro.
Se han de visibilizar todas las
realidades, no hay que dejarse llevar por estereotipos, y los medios de
comunicación están llenos. Decir ‘mujer árabe musulmana’ es igual a
‘mujer con velo’, es como si no existiesen más opciones. Personalmente
estoy cansada de que, cuando se habla acerca del Islam, o habla un
hombre, como si la mujer no existiese, o una mujer con hijab. Pues a lo mejor no, hay más abanico. Arranquemos esos velos.
¿Hay un feminismo islámico?
Nessrin El Hachlaf: Sí, ¿por qué no va a haberlo?
Khadija Afkir:
Antes se colonizaba con ejércitos, ahora se coloniza con ideas. Parece
que solo hay un feminismo, el occidental, el de la mujer blanca y que
vale. Hay feminismos negros, islámicos, que son distintos al occidental,
con una perspectiva más integral; todo es lucha por la igualdad.
Nessrin El Hachlaf:
Desde el feminismo occidental se ha considerado que ser musulmana y ser
feminista es incompatible; entonces, nosotras trabajamos por un
feminismo islámico, no contra nadie, sino para recordar que feminismo es
luchar por la igualdad, y por tanto ustedes no me pueden decir que yo,
que soy una mujer libre, que he elegido libremente ser musulmana, no
puedo ser feminista por el hecho de tener una religión.
Así nace el
feminismo islámico, se trata de reivindicar que las mujeres podemos
defendernos solas, y ser libres, y somos libres, independientemente de
que Occidente, con sus gafas de patriarcado, intente salvaguardarnos de
la sumisión. Porque no todas estamos en apuros.
Porque ni somos
princesas en busca de príncipes que nos salven, ni somos mujeres
sumisas, tapadas con burka, que estamos esperando a que venga una mujer
holandesa de pelo rubio y que se haga un selfie mientras ‘me salva’. No lo necesitamos."
(Entrevista a la abogada Nessrin El Hachlaf, que asesora a personas
migrantes y refugiadas LGTBIQ, y a la trabajadora social Khadija Afkir. Fernando Olmeda, La Marea, 10/04/18)
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