"(...) Nuestras sociedades avanzadas, a partir de la segunda guerra
mundial, han vivido en un mundo florido, soleado, plagado de imágenes
bucólicas, mundo en el que la tragedia era una excepción, casi una
enfermedad.
La muerte, en este mundo ideal, era extemporánea,
noticiable, imprevista y cuando ocurría, de inmediato era eliminada por
nuestras mentes ocupadas en nuestro próximo proyecto vital. Ahora, la
muerte nos es más cercana, amiga o enemiga, pero real y debemos contar
con ella.
Otro efecto que hemos experimentado es el hecho de que hemos
sobrevivido económicamente. El gran gasto que hemos soportado, quizás el
único, es la alimentación. Nuestros publicistas no nos han inducido
hacia el consumo porque era inútil desperdiciar un dinero y un esfuerzo
en provocar este dispendio cuando era imposible alcanzarlo.
Las cifras
macroeconómicas nos indican que las masas de dinero inmovilizadas han
sido enormes. Este hecho nos demuestra que nuestro consumismo es
inducido, artificial, generado por un sistema económico basado en el
crecimiento permanente y un aumento de la oferta y de la masa monetaria
imparables. Quizás debamos pensar en regresar, en parte, al autoconsumo y
a la autoproducción.
También nos ha demostrado que los pilares básicos en los que se
amparaba nuestro ahorro y nuestra seguridad, no son tan firmes como nos
decían. Me refiero al ahorro inmobiliario y al financiero. (...)
Quizás, a partir de ahora deberemos ser más conservadores con nuestro
ahorro y tenerlo en casa o en el banco, pero a nuestro alcance y a un
interés reducido. Siempre habrán financieros mágicos que crearán nuevos
productos y métodos que producirán un gran atractivo a las gentes que
carecen del suficiente conocimiento y dada nuestra experiencia, deberá
huirse de esta ilusoria tentación.
Quizás el ahorro, la la vista de la carencia de oportunidades, se
utilice para, unido a muchos otros, intentar iniciativas novedosas y con
riesgo pero capaces de promover el avance de nuestro mundo. Regresar al
pensamiento industrial catalán que miraba el largo plazo cuando pensaba
en la generación de una industria. Ahora existen nuevos sectores,
atractivos, para destinar esfuerzo y dinero, el ecológico- agricultura,
alimentación, residuos, nuevos materiales, con una industria incipiente
que debe desarrollarse mucho más, el tecnológico, el energético basado
en nuevas fuentes ya que pronto las tradicionales quedarán obsoletas y
otros muchos que nos abren nuevos horizontes.
Esta situación nos advierte que vivíamos en un mundo añejo y debemos,
con ilusión, imaginación y esfuerzo, entrar en otro mundo diferente,
más de acuerdo con el futuro que con el pasado." (Juan Carlos Giménez Salinas, El Economista.es, 01/07/20)
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