7/12/20

Ocho meses para cambiar a nombre masculino: En España, considera Gabriel, “estamos bien en comparación con otros países, pero no estamos bien en general”. Dicho de otro modo: “Nos queda mucho camino, pero menos que a otros"

 "Tiene 17 años (el tono de voz le delata) y ha crecido muy rápido. Su forma de argumentar, analizar reflexionar es la de alguien que ha vivido más que muchos en toda una vida. La misma naturalidad y humildad con la que echa la vista hacia un pasado jalonado de obstáculos, le sirve para justificar una sapiencia impropia de su edad: “De otra cosa no te podría hablar con esta sensibilidad, pero es que soy trans, lo he vivido”.

Gabriel nació con genitales femeninos. Desde el principio, recuerda, “te das cuenta de que algo no es como tú crees, cuando me identificaba con el género femenino notaba que me faltaba algo. Durante un tiempo pensé que sentirse mujer era sentirse un ser incompleto”.

Entonces llegó el momento clave: descubrió la realidad trans: “Comprendí que podía ser un hombre, que, de hecho, era un hombre. Y miro hacia atrás y me doy cuenta de que todo lo que pase en la infancia tenía que ver con eso. Siempre he sido un chico y socialmente he sido aceptado como tal. Jugábamos chicos contra chicas e iba con los chicos, en las excursiones iba al baño de los chicos y a nadie le resultaba extraño. Pero yo pensaba que era una mujer, porque me habían dicho que era una mujer. Si me hubieran dicho que por tener esos genitales no era una mujer, hubiera dicho mucho antes que yo era un chico”.

Ahora está en un tratamiento hormonal con testosterona y, desde el 14 de febrero de 2019, en el DNI pone su nombre: Gabriel. Aquella gestión le llevó ocho meses de su vida. De dudas y desamparo: “Al final te hacen un tachón con boli en el libro de familia. Para eso lo hago yo en casa y no dedico a ello ocho meses”. Ahora ironiza, pero fueron momentos duros.

El 12 de junio de 2018, la madre y el padre de Gabriel solicitaron en el Registro Civil de Calatayud (Zaragoza) el cambio de nombre. Argumentaron que era el que utilizaba habitualmente, por el que era conocido en la escuela y en la familia. Por añadidura, presentaron el informe con diagnóstico de disforia de género.

El sorprendente auto denegatorio llegó el 12 de septiembre firmado por la jueza encargada del Registro. En él, justifica su rechazo porque “Gabriel remite, única e inequívocamente, al sexo masculino y no es un nombre neutro".

Comenzó entonces un proceloso discurrir que incluyó un recurso ante la Dirección General de los Registros y del Notariado y la presentación de 129.000 firmas en el Ministerio de Justicia. Hasta que el 14 de febrero, por fin llegó el final.

Fue un periodo de mucha incertidumbre, rememora Gabriel, “no sabíamos qué hacer, tampoco había casos similares ni información sobre los cambios de nombre. Yo tenía a mi familia y a la Asociación Chrysallis, pero me sentía desamparado por la ley. Es la ley la que me estaba negando un derecho”.

En aquel momento estaba en vigor en España la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. Esta permitía el cambio de nombre, siempre y cuando, se acreditara que el interesado o interesada había sido diagnosticado de disforia de género y llevaba al menos dos años siendo tratado médicamente.

También contaba con la pionera Ley 4/2018, de 19 de abril, de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad Autónoma de Aragón, que, en su artículo 4.3, dice: “En ningún caso será requisito acreditar la identidad de género manifestada mediante informe psicológico o médico ni se podrán requerir pruebas de realización total o parcial de cirugías genitales, tratamientos hormonales o pruebas psiquiátricas, psicológicas o tratamientos médicos para hacer uso de su derecho a la identidad de género o acceder a los servicios o a la documentación acorde a su identidad de género sentida”.

No hay ninguna duda, por ende, de que la petición de Gabriel estaba perfectamente sostenida por la ley. ¿Por qué le pusieron tantos problemas? “El problema es que la gente no quiere o no sabe aplicar la ley. Aunque esté amparado legalmente les da igual”. A pesar de eso, aclara, “quiero pensar que la jueza no lo hizo con mala intención, que sólo fue desconocimiento”.

Aunque Gabriel ya tenía apariencia y comportamiento masculino, y, como tal, era tratado, sí ha notado cambios desde que se llama por su nombre. “Es sentirte realizado. Dejé de sentirme un ser incompleto. Es especial cuando un desconocido te trata en masculino. Es sentirse bien”.

Hace hincapié en que en el colegio nunca tuvo ningún problema: “Entre los niños hay mucha aceptación, son los padres los que se encargan de sesgarla. En mi clase siempre estuvo aceptado, yo no era una chica desviada, sino un chico. Tenía ese sentimiento de pertenecer a un grupo por identidad, no por orientación”.

Tampoco ha tenido demasiados problemas en la calle. Y eso que una encuesta de la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea (UE), publicada el pasado mes de mayo, señalaba que, en España, el 51 % de las personas trans y el 52 % de los intersexuales habían sufrido acoso, mientras que los ataques físicos o sexuales llegan al 15 % y el 19 % respectivamente.

“Yo vivo en un barrio un poco problemático y cuando salí en la tele me tocaron un poco las narices. Pero no por ser trans, sino porque estaban ofendidos por que alguien intentara subir a su pedestal de superioridad masculina. Es una mezcla de machismo y transfobia, porque la transfobia no deja de ser machismo hacia las mujeres trans”.

Según el mismo informe, un 8 % de los encuestados del colectivo LGTBI en España afirmó haber sido víctima de ataques físicos o sexuales en los cinco años anteriores al estudio, frente al 11 % de promedio europeo.

En España, considera Gabriel, “estamos bien en comparación con otros países, pero no estamos bien en general”. Dicho de otro modo: “Nos queda mucho camino, pero menos que a otros. Sigue pasando que, si eres hombre, hetero, blanco y de clase media alta, no hay problema. Pero si eres mujer, ya vas mal. Si encima eres negra, trans y pobre, apaga y vámonos… Por eso la transfobia en el feminismo no tiene sentido. Las mujeres trans han estado en el feminismo desde siempre”.

Confía Gabriel en que, poco a poco, se vaya asumiendo la transexualidad, “no como algo común, pero si como algo que está ahí y no hay que atacar. Pero me temo que se fijará el foco en otro colectivo, quizás en uno dentro de los trans, como las personas binarias. Incluso no es descartable que en un futuro lejano haya desaparecido la transfobia y el propio colectivo trans menosprecie a otro. Es ese patrón de que el opresor se convierte en oprimido”.

Gabriel lo parangona con lo que “les está pasando a algunas feministas. Es normal que critiquen a los hombres, porque durante siglos las han vejado y maltratado, pero ponerse en contra de un colectivo pequeñito e inofensivo no tiene sentido. El odio que ha volcado sobre ti el machismo no se lo devuelves al machismo, sino que lo enfocas a otro punto. Y el colectivo trans sólo hace que tragar. Es absurdo y desesperante, pero convivimos con ello”.

El pasado 30 de octubre comenzó la ‘Consulta pública previa a la elaboración de un proyecto normativo consistente en una ley para la igualdad plena y efectiva de las personas trans’. El aspecto más polémico, y que divide al feminismo, es que se permitirá “el cambio registral de sexo sin que el ejercicio de este derecho esté condicionado a la previa presentación de informe médico o psicológico alguno, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole”. Ergo, lo que ya contemplan ocho legislaciones autonómicas.

Se justifica este planteamiento, por ejemplo, con que “el Experto Independiente sobre orientación sexual e identidad de género de Naciones Unidas se ha pronunciado en numerosas ocasiones sobre la necesidad de eliminar todos los trámites y exigencias legales que impliquen tratar a las personas trans como enfermas”. 

En la misma línea, continúa el texto, “la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa instó a los Estados parte a desarrollar procedimientos rápidos, transparentes y accesibles, basados en la autodeterminación, para cambiar el nombre y el sexo registrado de las personas transgénero en los certificados de nacimiento, tarjetas de identidad, pasaportes, certificados educativos y otros documentos similares. Asimismo, recomienda eliminar la obligatoriedad de los tratamientos médicos o diagnósticos de salud mental como requisitos legales necesarios para reconocer la identidad de género de una persona”.

Además, recuerdan que “la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud ha eliminado todas las categorías relacionadas con las personas trans del capítulo sobre trastornos mentales y del comportamiento, lo que supone el aval definitivo a la despatologización de las identidades trans”.

“Entiendo que haya gente que lo critique –reconoce Gabriel–, porque se nos ha dado una educación con un concepto claro de asociación de genitales con el género. Es normal que inicialmente cause rechazo. Pero somos una realidad que no se puede negar y es muy importante que no tengas que presentar un papel psiquiátrico, que no tengas que decir que estás enfermo”.

Defendió la visibilidad trans en un acto de Unicef en Ginebra

En diciembre de 2018, Gabriel defendió la visibilidad trans en un acto de Unicef en Ginebra. Es miembro del Consejo de la Infancia de Calatayud y la ciudad bilbilitana es una de las "Ciudades Amigas de la Infancia". En la actualidad, explica, forma parte de un grupo asesor de 16 chicos y chicas de toda España, que van proponiendo diversas cuestiones.

Por añadidura, está en otro grupo de Unicef, en este caso a escala europea, en el que trabajan haciendo encuestas: “Ahora queremos conocer aspectos relacionados con el confinamiento y dar datos de cómo están las cosas en cada país respecto a la educación”.

Luchador, perseverante y con las ideas claras, Gabriel estudia 2º de Bachillerato y en su mente está hacer Medicina. “Algo de Ciencias seguro, Medicina o Biotecnología, pero creo que me decanto por la primera”. Acompañará cada paso con su denodada búsqueda de la igualdad y la justicia. Razonando cada opinión, y, quizá, pisando algún que otro charco: “Somos una realidad que no se puede negar”."                 (Óscar F. Civieta, Cuarto Poder, 23/11/20)

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