8/6/09

Leer es vivir, una forma de vivir ¿por qué?

"Que los libros tienen el poder de cambiarnos, es algo que me parece fuera de toda discusión. No son obviamente todos, pero hay algunos que tienen sin duda ese incomparable poder. ¿Todo está en los libros? De alguna forma sí, porque los libros proceden de la vida. Edith Wharton, en su prólogo a Historias de fantasmas, se permite dar un consejo a los jóvenes aprendices de escritores: "Si quieres escribir una historia de fantasmas debes sentir miedo al hacerlo". Es lógico que les diga esto, pues si no conocieran el miedo ¿cómo podrían transmitírselo al lector? El escritor necesita haber vivido para lograr que su experiencia pase a sus lectores a través de la escritura, pero esto no quiere decir que leer sea lo mismo que vivir. Los libros nos ofrecen imágenes y palabras que tal vez ayudaron a vivir a otros hombres, y que pueden ayudarnos a nosotros, pero no se confunden con la vida ni pueden sustituirla.La literatura es como un gran almacén. Se guardan en él todas las emociones humanas, nuestros sueños y nuestras preguntas, y leer es entrar en ese almacén y tomar lo que necesitamos. El lector devuelve a la vida, a través de lectura, lo que el escritor tomó de ella para escribir sus libros, con lo que el círculo se cierra. (...)

Cuando voy a dar charlas a los institutos de enseñanza media siempre digo a chicos y chicas que por mucho que se empeñen no pueden escapar a la literatura. No importa que no lean, que no abran un libro jamás, pues la literatura, la poesía, forma parte de ellos. Es más, tiene que ver con las experiencias más decisivas de sus propias vidas, con esos momentos de epifanía y gozo que todos anhelan tener.

Por ejemplo, el amor es una experiencia así. Transcurre en el mundo, es una experiencia que pertenece al campo de lo real, pero a la vez es una experiencia poética. Los momentos más intensos de nuestra vida tienen una naturaleza doble: suceden a la vez en el mundo real y en el de los sueños. La única manera de escapar a la literatura, sigo diciéndoles a mis jóvenes interlocutores, es dejar de vivir o tener una vida vulgar, cosa que ninguno de ellos obviamente desea.

Por eso les animo a leer, porque la vida sólo merece la pena cuando está hecha de la misma materia con que se hacen los buenos libros. (...)

¿Y qué nos dicen esos libros? Algo muy simple: que podemos traernos cosas de los sueños. (...)

No leemos porque queramos escapar del mundo, ni para sustituirle por otro hecho a la medida de nuestros deseos, sino para ser reales. Tal es la razón última de todos los libros que existen. "¡Quiero ser real!", es lo que exclaman todos los lectores del mundo cuando abren un nuevo libro. Y, paradójicamente, ese deseo es su sueño más desatinado y hermoso." (GUSTAVO MARTÍN GARZO: ¿Todo está en los libros?. El País, ed. Galicia, , 0706/2009, p. 33/4)

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