Cuando voy a dar charlas a los institutos de enseñanza media siempre digo a chicos y chicas que por mucho que se empeñen no pueden escapar a la literatura. No importa que no lean, que no abran un libro jamás, pues la literatura, la poesía, forma parte de ellos. Es más, tiene que ver con las experiencias más decisivas de sus propias vidas, con esos momentos de epifanía y gozo que todos anhelan tener.
Por ejemplo, el amor es una experiencia así. Transcurre en el mundo, es una experiencia que pertenece al campo de lo real, pero a la vez es una experiencia poética. Los momentos más intensos de nuestra vida tienen una naturaleza doble: suceden a la vez en el mundo real y en el de los sueños. La única manera de escapar a la literatura, sigo diciéndoles a mis jóvenes interlocutores, es dejar de vivir o tener una vida vulgar, cosa que ninguno de ellos obviamente desea.
Por eso les animo a leer, porque la vida sólo merece la pena cuando está hecha de la misma materia con que se hacen los buenos libros. (...)
No leemos porque queramos escapar del mundo, ni para sustituirle por otro hecho a la medida de nuestros deseos, sino para ser reales. Tal es la razón última de todos los libros que existen. "¡Quiero ser real!", es lo que exclaman todos los lectores del mundo cuando abren un nuevo libro. Y, paradójicamente, ese deseo es su sueño más desatinado y hermoso." (GUSTAVO MARTÍN GARZO: ¿Todo está en los libros?. El País, ed. Galicia, , 0706/2009, p. 33/4)
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