"No sé si el multiculturalismo ha fracasado en Alemania. (...)
Sin embargo, en este debate hay muchas máscaras superpuestas. La primera  afecta a la palabra “cultura”. Una triste víctima de un plural abusivo.  No hay culturas. Hay cultura. Una cultura humana, universal. Si  Stendhal ya se escandalizaba de que pudiera hablarse de una “música  italiana o francesa”, es fácil imaginar hasta qué punto ha llegado, dos  siglos después, el escándalo. No hay culturas, como no hay ciencias.
Lo  que hay son costumbres. Y religiones, por supuesto. E idiomas, por  desgracia. Las mentiras son múltiples y la verdad una. Tampoco hay  civilizaciones. Es decir, no hay una civilización donde las mujeres  conserven su clítoris, si así gustan, y otras donde no. La civilización  esta muy vinculada con el agua corriente.
Sólo hay que fijarse en el  asunto del pañuelo en la cabeza de las mujeres. La extensión y las  facilidades de la ducha acabaron con la costumbre femenina de cubrirse  la cabeza. España fue de los últimos países de Europa en descubrirse,  por la persistencia hasta bien entrado el siglo XX de comunas y  corralas. (...)
En la América multicultural (la única nación del mundo, por cierto,  donde esa palabra no es una exageración sin sentido) cualquiera, chino o  cuáquero, sabe lo que significan, y a lo que obligan, las barras y las  estrellas. Hay una idea común del firmamento. Saben que el pollo con  coca cola mejora con polvo de curry y que en cuanto a derechos no puede  haber un hombre superior a otro; pero saben también que hay ideas y  valores superiores a otros. " (Diarios de Arcadi Espada, 21/10/2010)
 
 
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