"Las dos grandes teorías existentes para
explicar el porqué de la crisis actual son, una, la que la atribuye a
una gran expansión del crédito bancario que ha causado un gran
endeudamiento de las poblaciones a los dos lados del Atlántico Norte.
Esta teoría está ampliamente extendida en los círculos conservadores y
neoliberales europeos (aunque también se presenta entre opciones
políticas de centroizquierda) y domina el pensamiento económico que
gobierna la Unión Europea.
La otra teoría es la que considera que tal
endeudamiento se debe a la disminución de la capacidad adquisitiva de la
población. Esta teoría es la que prevalece entre las izquierdas y entre
los movimientos sociales como los sindicatos, tanto europeos como
norteamericanos.
La primera interpretación está
basada primordialmente en las teorías de Friedrich von Hayek y la
escuela austríaca de economía. Asume que la causa de la crisis radica en
los bajos intereses bancarios, por un lado, y la supuestamente excesiva
impresión de moneda por parte de los Bancos Centrales, por el otro.
Según esta teoría, tales medidas facilitaron la expansión del sector
financiero y su involucración en actividades nuevas, incluso de tipo
especulativo.
En España, se calcula que su entrada en el euro, y la
fácil accesibilidad al crédito que ello conllevó, creó la burbuja
inmobiliaria que, al posteriormente explotar, creó la enorme crisis del
crédito que ahora estamos viviendo.
Que la burbuja inmobiliaria
explotara se debió al colapso de crédito internacional iniciado en EEUU,
cuando el año 2007 el Banco Central Estadounidense (el Federal Reserve
Board) aumentó bruscamente los intereses bancarios a un 5,25%, a fin de
reducir el excesivo crédito que se había permitido expandir más de lo
que se consideraba aconsejable.
De esta interpretación de los hechos
surgen todas las series de intervenciones públicas encaminadas a
“rescatar” a los bancos que estaban a punto de colapsarse debido a su
excesiva oferta de crédito. Todas las reformas bancarias, tanto en
España como en la Unión Europea, se están realizando en respuesta a esta
interpretación de la crisis actual.
De esta manera, la función de los
bancos centrales (tales como el Federal Reserve Board o el Banco Central
Europeo) se expandió para incluir, además de estabilizar los precios
(controlar la inflación), estabilizar al sistema financiero.
El problema con esta teoría es que
la enorme ayuda a la banca y al sistema financiero por parte de los
Estados, ayuda que se está haciendo a costa de imponer una enorme
austeridad a la población, no está recuperando a las economías
deprimidas que no acaban de salir de su profunda recesión. El caso
español es un claro ejemplo de ello.
LA TEORÍA ALTERNATIVA A LA DOMINANTE
Y es ahí donde aparece la otra teoría.
Ésta atribuye la crisis a la enorme concentración de las rentas,
resultado de la desigual distribución de la riqueza que se ha ido
creando durante los últimos treinta años, resultado de la llamada
“revolución neoliberal” iniciada por el Presidente Reagan en EEUU y la
Sra. Margaret Thatcher en Gran Bretaña. En el conflicto capital-trabajo,
el primero ganó a costa del segundo.
Los beneficios empresariales de
las grandes empresas se incrementaron exponencialmente a costa de que
las rentas del trabajo se mantuvieran constantes o incluso disminuyeran,
y ello como consecuencia de las políticas neoliberales encaminadas a
debilitar al mundo del trabajo.
Las sucesivas reformas laborales en la
Unión Europea y el desmantelamiento de la protección social y del Estado
del bienestar tenían y continúan teniendo como objetivo el
debilitamiento del mundo del trabajo.
Este debilitamiento fue el que
forzó a la gran mayoría de la población (que obtiene sus rentas del
trabajo) a que se tuvieran que endeudar en dimensiones no conocidas
anteriormente. Fue este endeudamiento el que explica el gran crecimiento
del sistema bancario.
No es el sistema bancario el que origina el
endeudamiento sino es al revés, es decir, es la necesidad de
endeudamiento la que origina el gran crecimiento del sistema bancario.
Ni que decir tiene, que la disminución de los intereses bancarios (que
ocurrió en los países del Sur de la eurozona al establecerse el euro)
favoreció tal endeudamiento. Pero la causa mayor de tal endeudamiento
fue la necesidad de endeudarse, resultado de la limitada capacidad
adquisitiva, hecho todavía más acentuado por la inflación de los precios
de la vivienda, resultado de la actividad especulativa del complejo
bancario-industria inmobiliaria.
Es más, la escasez de demanda es la que
frena el crecimiento económico, creándose la necesidad de abrirse nuevas
vías para la acumulación de capital. La falta de oportunidades en el
sector productivo de la economía, resultado de la escasez de la demanda,
lleva al crecimiento de las actividades especulativas tales como las
citadas inversiones inmobiliarias.
La escasa capacidad adquisitiva de la
mayoría de la población es la que determina una baja demanda que
origina la necesidad de que la inversión financiera adquiriera
dimensiones especulativas, origen de la crisis financiera. Todo ello
explica que, a no ser que se estimule el crecimiento mediante el aumento
de la demanda, hoy paralizada, no habrá recuperación.
En realidad, el
sector privado está ya paralizado desde hace tiempo. Y los recortes del
sector público, que es el único que podría ahora estimularlo, están
empeorando todavía más la situación económica. A no ser que ello se
cambie no habrá recuperación posible, por muchas reformas bancarias que
tengan lugar.
En realidad, sería mejor para conseguir la recuperación
económica gastar el dinero invertido en tales reformas en ayudar, no a
los bancos, sino a las personas afectadas por la crisis.
ESTIMULAR LA DEMANDA, SIN EMBARGO, NO ES SUFICIENTE PARA CREAR EMPLEO
Una última observación. El aumento de la
demanda es un paso necesario pero no suficiente para resolver el mayor
problema económico y social hoy existente a los dos lados del Atlántico
Norte, que es el elevado desempleo. Y esto es lo que muchos keynesianos
olvidan.
Fue el mismo Keynes el que subrayó la necesidad de tener como
máximo objetivo en la política económica conseguir el pleno empleo y que
ello debiera conseguirse –según él- mediante “trabajo público” (“public
works”).
Keynes aclaró que el pleno empleo no se conseguiría
exclusivamente por la vía del estímulo de la demanda en la economía
privada. Indicó que la intervención pública era necesaria, entendiendo
como trabajo público, no sólo obras públicas, sino también servicios
públicos, área esta última de especial importancia en España debido al
escaso desarrollo de los servicios públicos del Estado del Bienestar
(sólo una persona adulta de cada diez trabaja en los servicios públicos
del Estado del Bienestar, tales como sanidad, educación, servicios
sociales, escuelas de infancia y servicios domiciliarios, entre otros),
siendo uno de los porcentajes más bajos de la UE-15. En Suecia, es uno
de cada cuatro.
Esta observación adquiere especial
importancia a raíz del posicionamiento neoliberal que considera como
medidas eficaces para estimular la economía la reducción de los
impuestos (a fin de estimular la demanda, incrementando la capacidad
adquisitiva de la población) y la reducción de los intereses bancarios,
argumento este último que se utiliza para justificar las políticas de
austeridad y rectitud fiscal).
Tales medidas son dramáticamente
insuficientes, como bien mostraron los “estímulos” del gobierno Zapatero
que dio gran énfasis a los recortes de impuestos. La imagen ampliamente
extendida de que la creación de empleo la liderará el sector privado es
profundamente errónea.
Y la evidencia de ello es abrumadora. La
recuperación económica, así como el alcanzar pleno empleo, se puede
obtener sólo a base de un compromiso público de creación de empleo.
Keynes así lo indicó cuando acentuó que por muchos incentivos que el
mundo empresarial tenga, su objetivo no es crear empleo, aunque el
empleo pueda o deba crearse en la economía privada.
Los beneficios que
el empresariado obtenga no garantizan que éste los utilice para crear
empleo, pues tiene muchas otras alternativas a su alcance. De ahí que
sea responsabilidad pública, no sólo facilitar la creación de empleo en
el sector privado, sino también crear puestos de trabajo a través de
inversión pública en obras o servicios públicos.
Así lo indicó Keynes
cuando, analizando el elevado desempleo creado por la Gran Depresión,
escribió que “la única manera de … prevenir el elevado desempleo del
periodo 1892-5 … radicaba en que el sector público … financiara trabajo
en servicios públicos”, precisamente lo opuesto a lo que se está
haciendo ahora (la cita de Keynes procede del artículo de Alan Nasser
“What Keynes really prescribed”, en CounterPunch Nov 1-15,2012, Vol 19
No 19, pp1-3).
En realidad, aunque Keynes presentó la solución, fue
Kalecki quien enfatizó más en el carácter político del desempleo y del
pleno empleo. Fue Kalecki el que, como Marx había hecho antes, indicó
que el desempleo es una variable política más que económica. Y la
realidad también muestra este hecho.
En general, en los países donde el
mundo del trabajo es fuerte, el desempleo es bajo. Donde el mundo del
trabajo es débil, el desempleo es muy alto. España es un caso claro de
ello. El porcentaje de la población ocupada es bajo, el desempleo es
alto, los salarios son bajos, el gasto público social es también bajo, y
la protección social es muy baja. Así de claro." (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 4 de enero de 2013, en www.vnavarro.org, 04/01/2013)
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