3/11/10

"Aquí (en el jazz) no hay emociones de contrachapado"

"Pregunta. ¿Diría que tocar el saxofón es su emoción favorita?

Respuesta. No hay nada de lo que esté más seguro. Y créame, lo sé hace nada menos que 72 años. Tenía ocho cuando vi un saxo por primera vez y sigo tocando con la misma pasión y el mismo entusiasmo. El día que acerté dos notas seguidas tuve claro que había nacido para esto.

P. ¿Qué sintió al ver por primera vez uno de esos trozos de metal dorado?

R. Era de un amigo de mi madre. Lo tenía bajo la cama. Entonces las cosas importantes se guardaban bajo la cama. Era un saxofón precioso, metido en una caja de terciopelo. Había visto instrumentos en fotografías centelleantes sobre la chimenea de las casas de los amigos de mis padres. Pero la emoción real lo superó todo.

P. ¿Siempre supo que tocaría el tenor?

R. Empecé con el alto, luego escuché a Coleman Hawkins y se acabó la discusión. Caí rendido a aquel sonido tan profundo, intrincado y colorido. (...)

P. ¿Qué problema tuvo siempre con el piano? Lo eliminó de su ecuación en 1957, en sus legendarias sesiones en el Village Vanguard.

R. El piano es demasiado determinante armónicamente. Me gusta saber hacia dónde se dirige la música y conducirla yo. (...)

P. ¿Se acostumbra uno con la edad a la regularidad con la que la muerte se presenta?

R. No creo en la muerte como algo malo. He compartido escenario con Monk, con Coltrane, con Miles... todos han muerto. Es el modo en el que funcionan las cosas, no merece la pena darle más vueltas. (...)

P. ¿Sintió en algún momento que competía con alguno de sus pares?

R. La gente decía 'Sonny está tocando mejor que Coltrane' y cosas así. Luego te haces mayor y te das cuenta de que solo un estúpido de remate deja de escuchar a Johnny Hodges al descubrir a Charlie Parker. Es una cuestión de madurez, el único antídoto contra la tontería. Esto no es pop, hijo, esto es jazz, es música de verdad, no hay emociones de contrachapado, las cosas suceden, la gente se hace daño, ríe y llora todo el rato.

P. ¿Considera el jazz una música culta?

R. Hay quien ve mi arte como algo complicado, a mí me resulta sencillo. Es difícil poner la música en palabras, pero yo la describiría con una escena. Tengo 10 años, estoy practicando en casa, es domingo, el resto de los chicos juegan en la calle, roban en las tiendas...

Llevo 10 horas en un rapto de conciencia. Toco y toco. Llega mi madre y dice: 'Sonny, cariño, es la hora de cenar, así que haz el favor'. Eso es la música para mí, algo que me hace olvidar que tengo que alimentarme para sobrevivir. (...)

P. Su última actuación en Nueva York ha adquirido ya la categoría de histórica.

R. Fue una noche genial, pero no estuve a la altura. El perfeccionismo es la madre de todas las fuentes de insatisfacción... Los Virgo somos así. No quiero llegar a la meta, me conformo con el camino. Si no creyese que puedo ser mejor cada día, ¿para qué demonios iba a despertarme?

P. Usted es ese célebre saxofonista que se retiró en 1959, en el pico de su carrera, porque se estaba defraudando a sí mismo.

R. Fue la mejor decisión de mi vida. Llevo a gala escuchar a mi voz interior. Esa voz no estaba afinada.

P. Y de todos los puentes de Nueva York, ¿por qué escogió el de Williamsburg para practicar sin que nadie lo viese?

R. Estaba cerca de casa. Subía al puente y tocaba y tocaba para los oficinistas que volvían de Manhattan derrotados, frustrados y borrachos después de unas copas al salir del trabajo.

P. Pasaría frío...

R. Cuando hacía frío de verdad, bajaba a una licorería de chinos del Lower East Side y me subía una botella de brandy... Los oficinistas, el brandy, el rumor del río... ¿Qué más podía pedirse en este mundo? Por lo que a mí respectaba, absolutamente nada.

P. Si volviera a nacer, ¿cambiaría algo?

R. ¡Claro! He cometido un montón de estupideces. Pero, ¿sabe qué? Acabo de cumplir 80 años y estoy empezando a dejar de sentirme ignorante." (SONNY ROLLINS: "Aquí no hay emociones de contrachapado". El País, 31/10/2010, p. 40)

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