28/6/11

Democracia ¿sin líderes? ¿Como en el 15-M? ¿Es posible?


Votación a mano alzada en una de las asambleas de la Acampada de Sol del pasado mayo

"Los indignados han gritado: '¡El emperador está desnudo!', y como en el cuento de Andersen, el pueblo ha salido de su mutismo para denunciar que los escaños solo se llenan para evidenciar la incapacidad de las instituciones en la regulación del conflicto social", declara Juan Carlos Monedero, politólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.

El experto Anthony Downs amplia este concepto en su obra La teoría económica de la democracia, donde expone que el sistema parlamentario se ha convertido en un gran mercado en el que los votos se han convertido en mercancía y los partidos en marcas que se publicitan con campañas vacías durante las elecciones.

La crítica al 15-M aparece cuando el movimiento también imprime su sello en las voces y los rostros de los portavoces, ya que queda patente que están repitiendo el modelo que denostan.

Antonio López, catedrático de Trabajo Social en la UNED, opina que es imposible escapar a la representatividad como modelo organizativo: "Si nos fuésemos a una isla desierta pronto se reproducirían los mismos procesos de estratificación que se dan en nuestra sociedad, con unos grupos de exclusión y otros de liderazgo".

López entiende que la acampada de Sol tuvo el mismo comportamiento: "El movimiento encontró asiento allí y comenzó a organizarse como sociedad a través de la división del trabajo en comisiones. Esto generó una profesionalización de los más implicados, que han colocado su mensaje en la agenda pública y se han convertido en las caras del 15-M".

"No hay una democracia real más allá de la formal, porque no existe otra forma de organizarse. El sueño de una democracia anárquica, sin intermediarios, no es realizable".

Jon Aguirre Such, miembro de Democracia Real, no está de acuerdo con esto y pone todas sus esperanzas en la Red: "Internet ha llegado a los móviles y ya se pueden realizar trámites administrativos en línea.

No faltan canales ni herramientas, lo que necesitamos es voluntad política, porque ya hay empresas como Paisaje Transversal que están trabajando en un software para promover la participación ciudadana.

Sería tan fácil como que el Congreso enviase por mensaje de texto las resoluciones que se van a votar y que los ciudadanos respondiéramos con un sí o un no inmediato".

Pablo Oñate, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Valencia, se muestra escéptico ante este tipo de propuestas y mantiene que la democracia directa solo es posible en eslóganes imaginativos: "Ni siquiera la Red escapa a la articulación de los mecanismos de control y vigilancia.

La prueba es que también hay delitos cibernéticos y se ha legislado al respecto". Oñate añade que una democracia regida por referendos constantes no sería mejor que la que tenemos: "Es muy fácil manipular a la población en las consultas populares.

La oposición juega a desgastar al Gobierno y el Ejecutivo solo convoca a los ciudadanos cuando tiene claro que la votación va a favorecer sus intereses. Así se lavan las manos en caso de que la decisión sea conflictiva y aumentan su popularidad".

Ignacio Urquizu, sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid, se une a esta corriente crítica: "Una democracia real es posible, pero no podemos lograrla los 35 millones de españoles discutiendo en una plaza. Las asambleas tampoco son la mejor alternativa al parlamentarismo.

El único secreto para que una propuesta triunfe es tener poder de convicción y tiempo para agotar al contrario".

Algunos portavoces del movimiento que ya han dejado su cargo están cansados del juicio de los teóricos. Tomás Muñoz es uno de ellos. "Me niego a aceptar una democracia que no sea la directa, exijo un modelo en el que nadie tenga que delegar su capacidad de decisión", reclama a título personal.

"Eso no significa que estemos en contra del sistema parlamentario. Pero queremos mejorarlo. Somos una ciudadanía de alta intensidad que denuncia el mal funcionamiento de las instituciones para que beneficien a la sociedad, no a los mercados", especifica (...)

"La ignorancia de los indignados es su sabiduría. No conocen el viejo argumentario y por eso no han necesitado olvidarlo. Eso ha favorecido que rompan las rutinas de la democracia representativa, en la que a nadie parece importarle que cada vez menos gente acuda a las urnas.

El porcentaje de abstenciones es tan alto que cualquiera diría que las cosas marchan bien y no hace falta votar para que se produzca un vuelco electoral". (...)

"Hay que conocer muy bien el sistema para atacar directamente a sus bases", remarca. Pastor elogia la concienzuda organización del 15-M que, en su opinión, cuenta con los mecanismos suficientes para no institucionalizarse: "El movimiento está entrando en una nueva fase en la que las comisiones tendrán que reconvertirse y la representación pasará a ser territorial".

Otra de las garantías que observa el profesor de la UNED es el sistema de rotación que han implementado para impedir que un grupo se asiente en el poder.

Tomás Muñoz, Juan Cobos, Pablo Gómez y Lucía Delgado son algunos de los que abandonaron su puesto el pasado 19-J. "Es contraproducente que se mantenga siempre a los mismos compañeros como portavoces, porque la ciudadanía identifica a la plataforma con esas personas.

No queremos que se perpetúe un esquema disfuncional en el que la realidad se construye parcialmente mediante las declaraciones de voces autorizadas", explica el equipo de comunicación de Democracia Real.

La exportavoz Lucía Delgado cuenta que los turnos de representación solo se establecen cuando tienen prevista una acción que pueda llamar la atención de la prensa y ahora mismo no hay nadie que desempeñe esa labor.

"No hay por qué desconfiar de los movimientos sin caras. Democracia Real es una plataforma donde la voz de cada uno de sus integrantes tiene el mismo peso que todas las demás y los portavoces solo son transmisores del pensamiento crítico que se expande en todas las direcciones por las redes sociales", indican en el departamento de comunicación.

Pastor, el experto de la UNED, cree que los indignados han sabido evolucionar en los procesos deliberativos, lo que le parece un síntoma de maduración del movimiento: "Algunas asambleas terminaron haciéndose interminables porque se debatía en un bucle eterno sin alcanzar un consenso total.

Al final decidieron reformular su sistema de toma de decisones y evitaron el bloqueo devolviendo las propuestas a las comisiones, que relaboraban la moción para volver a presentarla ante el pueblo".

Algo parecido, al fin y al cabo, al mecanismo que rige la aprobación habitual de las leyes en las Cortes. (...)

"No hay precedentes históricos, a excepción de un cantón en Suiza y en Porto Alegre (Brasil), donde los ciudadanos votan sus presupuestos participativos una vez al año. Son comunidades pequeñas, pero parece improbable que la autoorganización pueda funcionar a gran escala".

Este catedrático solo ve un camino de cambio posible a corto plazo: el que marca Pierre Rosanvallon en La contrademocracia: la política en la era de la desconfianza. El politólogo francés afirma que la vida democrática depende cada vez menos de las elecciones y más de la presión ciudadana.

"El buen ciudadano no es solo quien vota de vez en cuando, sino también quien vigila permanentemente e interpela a los poderes, los critica y los juzga como expresión de las expectativas y decepciones de la sociedad", defendía el autor en anticipación del 15-M." (El País, 27/06/2011, p. 27)


"Suiza y California son los lugares emblemáticos de la democracia directa, allá donde los votantes, a través de los referendos y las iniciativas populares vinculantes marcan en gran medida la política del Ejecutivo.

¿Se puede decir, entonces, que hay más "democracia real" en Suiza que en España? Veamos. (...)

"El suizo considera que el Estado es suyo aunque le haya dicho a siete señores que lo gobiernen durante cuatro años", explica Ordás. "Pero no les cede todo el poder en esos cuatro años. En Suiza se vota en listas abiertas y no te sirve de nada hacerle la pelota al secretario general. Las cosas públicas el suizo las siente como propias.

En España, sin embargo, parece un acto revolucionario romper una cabina, cuando en realidad la pagas tú. Pero la enorme ventaja de la democracia directa es que a menudo no es necesario aplicarla. En Suiza hay muchísimas leyes que se pactan. El hecho de saber que si te pasas de la raya el otro partido te va a convocar un referéndum, hace que te frenes". (...)

Antonio Hodgers, de 35 años, emigrante argentino, miembro del Parlamento suizo, presidente del grupo parlamentario de Los Verdes, opina que la gran ventaja es que el pueblo no puede desentenderse diciendo: "¡Ah, pero es que lo decidieron los políticos!". "No hay una desconexión entre la clase política y el votante", añade.

"Pero el punto negativo es que en algunos temas muchos ciudadanos usan el voto para desahogar sus sentimientos más impresentables amparados por el anonimato del voto. Si uno es parlamentario tienes que justificar tu postura. Pero si nadie se entera de lo que votas puedes aprobar leyes racistas". (...)

Justo 12 meses después, los suizos aprobaron en otro referéndum, con un 54% de respaldo, la expulsión automática de los extranjeros condenados por delitos graves."Esa ley permitía, por ejemplo, que el hijo de un emigrante español, aunque hubiese nacido aquí, sea expulsado si comete un delito.

Todavía no se sabe cómo la vamos a aplicar, porque atenta contra los derechos fundamentales, pero el pueblo la votó, aunque solo la defendía un partido de extrema derecha", lamenta Hodgers. (...)

"Por eso Los Verdes proponemos restringir un poco la democracia directa, un poquito, no más. Las iniciativas que tocan a los derechos fundamentales no pueden ser sometidos a consulta popular" (...)

En California, el ciudadano también parece saturado de tantas votaciones. Pero, en este Estado, que empezó a aplicar la democracia directa a principios de siglo acogiendo como modelo el ejemplo suizo, casi el 90% de los californianos cree que su Gobierno no funciona. (...)

En un artículo titulado Los peligros de la democracia extrema, la revista británica The Economist se preguntaba en abril cómo un lugar con tantos factores buenos a su favor como la acumulación de talento en Silicon Valley y en Hollywood y la diversidad de sus bellezas naturales puede estar tan mal gobernado.

Concluía que el principal culpable era la práctica de la democracia directa, gracias a la cual en 1978 se aprobó la famosa Proposición 13, mediante la que se han venido congelando desde entonces los impuestos que gravaban las viviendas. (...)

Henryk Rehbinder, 53 años, jefe de la sección Editorial del diario californiano La Opinión reconoce que el sistema en California ha ido degenerando desde que se implantó a principios de siglo para luchar contra la compañía ferroviaria que compraba voluntades de políticos, jueces y periodistas.

"Se ha convertido en un negocio donde priman los intereses de las grandes organizaciones. Aquí se sometió a votación popular una ley para que las petroleras pagasen impuestos de extracción. Y ganaron las petroleras. Asustaron a todo el mundo diciendo que si les imponían los impuestos se perderían empleos. Compraron firmas y publicidad.

Hay compañías que reciben entre dos y cinco dólares por las firmas que consiguen. De pronto, aparece gente enfrente de los supermercados explicando al caminante desprevenido por qué ha de votar determinada cuestión. Y un mes antes de cualquier elección nos bombardean con unos anuncios que en 30 segundos resumen a veces temas enormemente complicados.

Al final, el votante es manipulado vilmente. Hay temas que no se pueden reducir a un o un no. Pero como el legislador, con sus especialistas, no encuentra manera de resolverlos se los tira al votante para que lo decida basándose en anuncios de 30 segundos".

A pesar de las "enormes imperfecciones" de la democracia directa, Henryk Rehbinder también es partidario de ella. "Si no existiera dependeríamos solo de los políticos, que también están sujetos a las presiones de los intereses privados", concluye. (El País, 28/06/2011, p. 30/1)

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