6/7/11

"Miles Davis... en su autobiografía, alardeaba de haber ejercido de chulo y, más aún, de tener mano larga con las mujeres"

"Iceberg Slim era el nom de guerre de Robert Lee Maupin, un delincuente de Chicago que cambió de vida en los sesenta. Decidió contar sus vivencias y, con el olfato que dan años de pillerías, se centró en su etapa como proxeneta. Pimp, su estreno, fue un éxito inmediato, traducido a muchos idiomas (Anagrama sacó la versión en español, Pimp: memorias de un chulo).

Iceberg Slim inauguró todo un subgénero. Otros proxenetas se apuntaron, con tomos aún más descarnados (y exentos de la moraleja de Iceberg Slim, que finalmente renunciaba a su oficio). Desveló que el rufián era uno de los modelos de masculinidad en la subcultura negra.

Cualquier amante de la música afroamericana reconocerá la jerga de la explotación sexual, también conocida como the game, the sportin' life o the night life. Ellos son pimps, Mack men o players. Ellas responden como hos, ladies o bitches. Los libros de Iceberg Slim y sus colegas visibilizaron una subcultura.

De repente, aparecía una grabación de Jimi Hendrix titulada Doriella du Fontaine, donde el narrador, Lightnin' Rod (de The Last Poets) contaba la gran fantasía de los proxenetas y sus pupilas: el retiro dorado, después de saquear a un panoli. Con final frustrante, a pesar de todo.

En realidad, el tema se hizo tras la muerte de Hendrix, a partir de una jam session con Buddy Miles. Tengo dudas de que Jimi, tan genuinamente jipi, hubiera aceptado unir su música a aquella historia. Pero Miles Davis no se planteaba esos escrúpulos: en su autobiografía, alardeaba de haber ejercido de chulo y, más aún, de tener mano larga con las mujeres.

Según contaba Iceberg Slim, su "negocio" se basaba en el uso medido de la violencia y en técnicas de psicología callejera, para controlar a sus mancebas: "No es un asunto de sexo, es un asunto de coco. Un buen chulo no cobra por follar; lo hace por tener la respuesta adecuada para lo que preocupa a una puta".

No son asuntos agradables, por cierto, y tenían otros componentes sociales: en general, muchos de los pimps negros tenían hos blancas. El argumento puede parecer pueril, pero viene a decir: el hombre negro tiene como principales enemigos al blanco y a la mujer; dominar a mujeres blancas supone un doble triunfo.

Los argumentos que Iceberg Slim puso por escrito corresponde obviamente a tiempos anteriores al feminismo. Pero asombra que el carisma del chulo como héroe cultural haya llegado hasta nuestros días.

Fue reivindicado por el gangsta rap, que además popularizó su estética: coches escandalosos (conocidos como pimpmobiles), joyería y bisutería rutilantes (bling-bling), falanges de mujeres arropando a la estrella. Un rapero como Snoop Dogg presume de compatibilizar, durante varios años, el micrófono con el proxenetismo." (DIEGO A. MANRIQUE: Los secretos del gran proxeneta. El País, 04/07/2011, p. 34)

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