"El libre comercio no contribuye al desarrollo de por sí. Se necesitan
políticas económicas diseñadas para promover la industria nacional a un
nivel en el que sea globalmente competitiva. De lo contrario, el país
terminará cubriendo su déficit con deuda.
Vivimos en un mundo caracterizado por enormes riquezas y elevados
niveles de pobreza. Ese escenario se repite en la mayoría de los países.
El neoliberalismo domina el mundo. Se trata de una práctica
aparentemente justificada por un conjunto de supuestos que tienen su
raíz en la teoría económica convencional.
Los mercados están
representados por estructuras sociales óptimas y autorregulables que, si
se las dejara funcionar sin restricciones, permitirían atender en forma
óptima las necesidades económicas, utilizar eficientemente los recursos
y generar automáticamente el pleno empleo para todas las personas que
deseen trabajar.
Por extensión, la globalización de los mercados sería
el mejor mecanismo para extender los beneficios a todo el mundo. (...)
La base del neoliberalismo reside en la teoría ortodoxa del libre
comercio, cuyo argumento central es que el libre comercio competitivo
beneficiará a todas las naciones.
Algunos críticos señalan que hoy en
día el mundo está muy lejos de exhibir las condiciones de competitividad
asumidas en la teoría económica estándar del libre comercio.
Señalan
que, si bien las naciones ricas predican el libre comercio, cuando ellas
estaban subiendo por la escalera del desarrollo utilizaron ampliamente
el proteccionismo y la intervención estatal. Incluso remarcan que ahora
los países ricos ni siquiera siguen al pie de la letra sus prédicas.
Los
defensores del neoliberalismo ya respondieron a esas acusaciones: en el
pasado no existían las condiciones de mercado competitivas que son
necesarias para el libre comercio, por lo tanto el pasado no sirve como
comparación.
Sin embargo, argumentan que, con la ayuda de los organismos
internacionales, se pueden alcanzar esas condiciones en todo el mundo.
Cuando esto suceda, el libre comercio funcionará como prometieron y la
pobreza mundial, el desempleo y las crisis económicas desaparecerán.
El libre comercio entre naciones funciona prácticamente de la misma
manera que la competencia al interior de un país: favorece al
(competitivamente) fuerte sobre el débil.
Es esperable que la
globalización genere daños colaterales. Esto también nos dice que los
países desarrollados tenían razón al advertir, cuando estaban subiendo
por la escalera, que el comercio internacional irrestricto era una
amenaza a sus propios planes de desarrollo.
Aquello que hoy el mundo
desarrollado niega tan enérgicamente, era verdad entonces: el gran poder
del mercado se utiliza mejor cuando está asociado a una agenda social
más amplia. (...)
En un mundo capitalista, el comercio internacional está guiado por
empresas. Los exportadores locales les venden a los importadores
extranjeros que luego venden esos productos a sus residentes, mientras
que los importadores locales compran bienes a los exportadores y después
nos los venden a nosotros.
La rentabilidad es lo que motiva las
decisiones empresarias en cada punto de la cadena.
La teoría del libre comercio tradicional descansa en el supuesto de que
en un libre mercado financiero los flujos de dinero que surgen de un
déficit comercial reducirán el precio real de la moneda del país
(devaluarán el valor de la moneda).
Así se achicará el déficit, ya que
las exportaciones serán más baratas para el resto del mundo y las
importaciones más caras, hasta que en un momento el balance comercial y
la balanza de pagos encuentran el equilibrio. Un superávit comercial
generaría el recorrido contrario hacia el mismo resultado.
Tanto Karl Marx como Roy Harrod ofrecen un contraargumento convincente:
en un mercado financiero libre, las salidas de dinero disminuyen la
liquidez y elevan las tasas de interés, mientras que el ingreso de
capitales baja las tasas de interés. Ninguno de estos efectos altera el
balance comercial.
En cambio, inducen flujos de capitales de corto plazo
que conducirán al balance de pagos a un equilibrio cubriendo un déficit
comercial existente con endeudamiento externo y un superávit comercial
impulsando una posición de acreedor externo.
Bajo un esquema de libre
comercio, un país que no es suficientemente competitivo en el mercado
global terminará cubriendo su persistente déficit comercial con
endeudamiento externo, terminará como un deudor internacional. A la
inversa, un país muy competitivo poseerá un superávit comercial y se
transformará en un acreedor internacional.
Este es el verdadero secreto del libre comercio: se necesitan políticas
económicas especialmente diseñadas para desarrollar la industria de un
país a un nivel donde sea globalmente competitiva.
Esto explica por qué
los países occidentales y luego Japón, Corea del Sur y los tigres
asiáticos resistieron con tanta fuerza la teoría y las políticas del
libre comercio cuando estaban subiendo por la escalera.
Pero también nos
permite darles sentido a las verdaderas políticas que utilizaron en su
proceso de desarrollo: utilizando el acceso a los mercados
internacionales, el conocimiento y los recursos como parte de una agenda
social más amplia.
El objetivo no debe ser equilibrar la cancha, sino
más bien elevar el nivel de los jugadores desventajados. En este
sentido, practicar el neoliberalismo en los lugares más pobres del mundo
es un deporte cruel." (Jaque al neoliberalismo, 26/03/2012,'Contra la promesa neoliberal de un mundo sin pobreza ni desempleo. El verdadero secreto del libre comercio', de Anwar Shaikh)
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