"Premio Pulitzer por su labor como crítico de arquitectura en el New York Times, el historiador Paul Goldberger (Nueva Jersey, 1950) ha explicado Por qué importa la arquitectura
(Ivory Press. Traducción de Jorge Sainz) en un ensayo que lleva ese
título y que presenta a esa disciplina como un vehículo para sentir y
pensar. Dueño de una mirada ecléctica y “poco puritana para ver las
cosas” (...)
“No soy dogmático. Hay muy pocas cosas en la vida de las que piense que
solo se pueden hacer de una manera. Eso ha condicionado mi mirada.
Todavía me cuesta entender a los talibanes de la arquitectura que solo
admiten una manera de actuar”,(...)
¿Cómo demostrar que la arquitectura importa a una sociedad como la
nuestra, que la relaciona con la avaricia y la especulación? Goldberger
sostiene que a veces los edificios mediocres son los que más cosas
dicen. “La especulación tiene más que ver con la mala arquitectura que
con la buena.
En la última generación hemos construido demasiado. Ni
nuestros recursos ni nuestras necesidades justifican lo que se ha
erigido”, comenta. Con todo, su ensayo habla más de emociones, que de
necesidades. “Creo en la arquitectura sostenible como en una necesidad,
pero también en el poder de afectar nuestra vida que tiene la
arquitectura”.
A pesar de esa mirada que juzga el largo plazo de la
disciplina, Goldberger acepta reflexionar sobre la culpa de la crítica
en las burbujas arquitectónicas. “Hemos hecho demasiado para favorecer y
promover la arquitectura espectáculo. Pero aunque sean muy visibles,
los edificios de las estrellas no son los causantes de la crisis
económica.
Por cada edificio excesivo de un arquitecto famoso hay miles
de inmuebles sin calidad. Esos miles de edificios sin calidad acabaron
con la economía. La prensa no habló de ellos. De eso somos culpables. No
de apoyar la arquitectura-espectáculo”. (...)
El cambio es, admite, la única manera de mantener vivas las ciudades.
Sin embargo, las metrópolis se parecen cada vez más ¿Qué se puede hacer?
“No es la primera vez en la historia que esto sucede. La monocultura se
vence con esfuerzo por mantener las identidades.
Cada vez hay más
interés en lo original, por eso los lugares que no borren el pasado
serán más atractivos. En el último siglo las ciudades han crecido de
manera muy parecida entre ellas y muy diversa a como lo habían hecho
hasta entonces”, explica. Goldberger piensa que Internet ha cambiado el
sentido de la palabra comunidad y por eso “la arquitectura ha dejado de
ser el único escenario para la vida humana”.
Con todo, asegura que su
función sigue siendo antigua: “La creación de lugares y de memoria, lo
que constituye lo auténtico en la era virtual, es un reto que deberemos
entender”. (El País, 16/10/2012)
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