"Por eso, muchos lectores de The New York Times se sorprendieron
al enterarse gracias a un excelente artículo publicado el fin de semana
pasado de que las regiones de Estados Unidos más enganchadas al
narcótico de Santorum —las regiones en las que los programas del
Gobierno representan la mayor proporción de la renta personal— son
precisamente las regiones que eligen a esos conservadores severos.
¿No
se suponía que el Estados Unidos republicano era la tierra de los
valores tradicionales, donde la gente no come comida tailandesa y no
depende de las limosnas? (...)
Ahora bien, no hay ningún misterio en la dependencia de los programas
gubernamentales de los Estados republicanos. Estos Estados son
relativamente pobres, lo que significa que sus habitantes tienen menos
fuentes de ingresos aparte de los programas de protección social, y que
hay un número mayor de personas que tienen derecho a beneficiarse de
programas en los que se comprueban los recursos económicos, como es el
caso de Medicaid. (...)
¿Pero por qué las regiones que dependen de los programas de protección
social eligen a políticos que quieren acabar con ellos? He visto tres
explicaciones principales.
En primer lugar, está la tesis de Thomas Frank en su libro ¿Qué pasa con
Kansas?: los estadounidenses de clase trabajadora se ven inducidos a
votar en contra de sus propios intereses por la explotación de los
problemas sociales que lleva a cabo el Partido Republicano.
Y es cierto
que, por ejemplo, los estadounidenses que suelen ir a misa tienen muchas
más probabilidades de votar por los republicanos, sea cual sea su nivel
de ingresos, que los que no suelen ir. (...)
Aun así, como señala Andrew Gelman, de la Universidad de Columbia, el
reparto de votos entre republicanos y demócratas realmente curioso es
el que se da entre los ricos: los habitantes con rentas altas de los
Estados republicanos son mayoritariamente republicanos; los habitantes
con rentas altas de los Estados demócratas solo son ligeramente más
republicanos que sus vecinos más pobres.
Como Frank, Gelman cita los
problemas sociales, pero en el sentido contrario. Los votantes ricos del
noreste tienden a ser socioliberales que se beneficiarían de las
bajadas de impuestos, pero a quienes les repelen cosas como la guerra
del Partido Republicano contra la anticoncepción.
Por último, Suzanne Mettler, de la Universidad de Cornell, señala que
muchos beneficiarios de los programas gubernamentales parecen
confundidos respecto al lugar que ocupan en el sistema.
Nos dice que el
44% de los beneficiarios de la Seguridad Social, el 43% de los cuales
reciben subsidios por desempleo, y el 40% de los pacientes de Medicare afirman que “no han utilizado ningún programa del Gobierno”. (...)
Presumiblemente, por tanto, los votantes imaginan que las promesas de
recortar drásticamente el gasto gubernamental equivalen a recortar los
programas para los pobres holgazanes, no las cosas con las que ellos
cuentan. Y esta es una confusión que los políticos fomentan
deliberadamente. (...)
La verdad, claro está, es que la inmensa mayoría del gasto en ayudas se
destina a los mayores, los discapacitados y las familias trabajadoras,
así que cualquier recorte importante tendría que recaer fundamentalmente
en las personas que creen que no usan ningún programa gubernamental." (Paul Krugman: Los gorrones contra la asistencia social.El País, Negocios, 19/02/2012)
23/2/12
¿Pero por qué las regiones que dependen de los programas de protección social eligen a políticos que quieren acabar con ellos?... El 44% de los beneficiarios de la SS, el 43% de los cuales reciben subsidios por desempleo, y el 40% de los pacientes de Medicare afirman que “no han utilizado ningún programa del Gobierno”
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