«En 2020, según algunos cálculos, habrá 30 millones más de hombres
que de mujeres en el mercado de parejas de China, dejando quizá hasta un
15% de hombres jóvenes sin pareja.
Los antropólogos han documentado un patrón histórico constante:
cuando la tasa de sexos se inclina hacia una proporción menor de
mujeres, los hombres se vuelven cada vez más competitivos, siendo cada
vez más propensos a una conducta arriesgada y cortoplacista que incluye
el juego, el consumo de drogas y la delincuencia.
Este tipo de patrón
encaja bien con el resto del mundo biológico. Décadas de trabajo en
ecología conductual han demostrado que en las especies en las que hay
una variación sustancial en el éxito de los machos para aparearse, los
machos competen con especial ferocidad.
Los detalles precisos del camino entre una tasa desequilibrada de
sexos y la conducta social en los humanos no se conocen plenamente, pero
un posible vínculo fisiológico es que permanecer soltero aumenta los
niveles de testosterona —a veces simplemente llamada "T"—, lo que a su
vez influye en la toma de decisiones y la conducta.
¿Debería toda esta T en China ser una causa de preocupación?
Las diferencias entre las sociedades que permiten la poliginia y las
que no son potencialmente ilustrativas. En las sociedades con poligamia,
hay, por motivos obvios, un mayor número de hombres no casados que en
las sociedades que prohíben la poligamia.
Estos hombres no casados
compiten por las mujeres que quedan sin casar, lo que incluye una mayor
propensión a la violencia y a tener una conducta criminal que sus
equivalentes casados. De hecho, la investigación transnacional demuestra
una relación constante entre las tasas de sexos desequilibradas y las
tasas de crímenes violentos.
Cuanto mayor sea la proporción de hombres
no casados en una población, mayor la frecuencia de robos, fraudes,
violaciones y asesinatos. El tamaño de estos efectos no son triviales:
algunos cálculos estiman que el matrimonio reduce la probabilidad de la
conducta criminal hasta la mitad.
Además, los hombres no casados relativamente pobres se han asociado,
históricamente, a otros hombres no casados, empleando la fuerza para
asegurarse recursos que de otro modo serían incapaces de obtener.
Aunque el aumento del crimen y la violencia en los países asiáticos
por unas tasas de sexos desequilibradas es un motivo de preocupación por
sí mismo, el problema no son solo las posibles víctimas de crímenes que
podría haber a causa de la desproporción de sexos. Las evidencias
indican que el excedente de jóvenes no casados tiene un impacto
económico medible, reduciendo el PIB per capita. " (en Arcadi Espada, 11/04/2013)
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