6/2/14

Fordismo y (post) fordismo... un cuento

"Vivimos en un mundo en el que las cuentas parecen más importantes que los cuentos y, sin embargo, aún perduran los relatos a la luz del fuego. Existe, por ejemplo, cierta narrativa –académica, pero también militante– que sitúa en torno a la década de 1970 –año arriba, año abajo– el surgimiento de un orden nuevo, la cristalización de un escenario político y económico hasta entonces desconocido, la emergencia de nuevos sujetos y reglas de juego.

 El tránsito del fordismo al postfordismo formaría parte de este relato sobre el surgimiento de un mundo nuevo. La cuestión es si nos sirve para algo este cuento.

El denominado “método fordista” de producción continuó y profundizó los principios de la “Admi­nis­tración Científica del Trabajo” propuestos previamente por F. W. Taylor: lucha contra la holgazanería y los tiempos muertos en el proceso de trabajo; división y frag­mentación de los procesos pro­ductivos en ta­reas sencillas; diferenciación de las funciones de concepción (saber) y de ejecución (ha­cer) dentro de la empresa; intercambiabilidad de la fuerza de trabajo; establecimiento por parte de la dirección de las empresas –a través de las “oficinas de métodos” y de la aplicación de “métodos científicos”– de procedimientos de trabajo simplificados, así como de los tiempos medios requeridos para la realización de cada tarea encomendada, etc.

A partir de estos principios tayloristas, Ford incorporaría una serie de innovaciones organizativas que incrementarían la capacidad productiva y “revolucionarían” la organización del trabajo de la industria norteamericana de comienzos del siglo XX.

 La más famosa fue la cadena de montaje, es decir, la secuenciación de las distintas fases del proceso de trabajo y su interconexión por medio de una cinta transportadora que no sólo permitía luchar contra la “holgazanería” de los trabajadores (el ritmo de trabajo quedaba ahora sujeto al movimiento de las máquinas), sino también contra la pérdida de tiempo de los materiales al desplazarse (los componentes del proceso de trabajo quedaban ahora sincronizados).

La cadena de montaje, durante décadas símbolo del capitalismo industrial triunfante, no fue la única novedad destacada: la producción en masa de productos estandarizados y la política de (relativos) altos salarios y de créditos para los empleados (aspectos ambos fundamentales para el surgimiento de una “sociedad de consumo” en Estados Unidos en 1920-1930), constituyeron otros aspectos reseñables del fordismo que obligan a pensar las relaciones de explotación y dominación en el capitalismo más allá del miserabilismo, la pauperización generalizada de las poblaciones o la extensión de la precariedad en el empleo.

La significación del taylorismo-fordismo radica en que fueron capaces de aprovechar –y, al mismo tiempo, reforzar– algunas de las posibilidades abiertas por la expansión del capitalismo moderno como, por ejemplo, la incorporación al mundo industrial (y al trabajo asalariado) de millones de personas procedentes de sociedades tradicionales gracias a la simplificación y estandarización de los procesos de trabajo (una fuerza de trabajo más intercambiable y menos costosa). 

O, también, la transformación de los productores en consumidores de los bienes que producen (una sociedad de consumo de masas construida, principalmente, sobre las rentas del trabajo). O, por ejemplo, la mejora de la productividad a través de la innovación tecnológica y la progresiva mecanización y automatización de los procesos productivos (con la sustitución progresiva de trabajo humano por máquinas).

Sin duda, la organización de las empresas y de los procesos productivos contemporáneos ha cambiado mucho con respecto a la primera mitad del siglo XX.

 Sin embargo, superada la euforia inicial, conforme se van asentando los estudios sobre las “nuevas formas de organización del trabajo” –consideradas a menudo “postfordistas”: toyotismo, producción ligera, especialización flexible…– vamos comprobando que, más allá de algunas diferencias obvias, la inmensa mayoría de los principios fundamentales del taylorismo-fordismo (racionalización y estandarización de los procesos productivos, distinción entre saber y hacer, lucha sistemática contra los tiempos muertos, intercambiabilidad de la fuerza de trabajo, etc.) no sólo no han desaparecido, sino que se han reforzado, quizá porque engarzan con interrogantes fundamentales para el capitalismo.

No estamos diciendo con ello que todo siga igual. No estamos negando la reestructuración del capitalismo o la desestructuración (¿derrota?) del movimiento obrero industrial. Lo que estamos señalando (y cuestionando) es, precisamente, que el cambio y la transformación del capitalismo pueda medirse y solventarse en torno a una discusión acerca de los cambios en la organización de los procesos de trabajo, un debate en torno a si fordismo o postfordismo."                (Diagonal, 18/01/2014)

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