9/4/14

Las cooperativas soportan mejor la crisis y crean más empleo que las empresas de capital

"Desde que estalló la crisis se han publicado numerosos informes y estudios que muestran que las empresas cooperativas y otras organizaciones de economía social están soportando mejor la crisis que las empresas de capital. (...)

Por ejemplo, si miramos los últimos datos de empleo publicados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, correspondientes al tercer trimestre de 2013, destaca un incremento del 32% de las cooperativas de trabajo. Tal y como asegura la Confederación Estatal (COCETA) “Estos porcentajes se traducen en una recuperación del empleo en las cooperativas de trabajo a los niveles del año 2007″. 

Recientemente, el barómetro de Empresas del País publicaba que las empresas esperan aumentar sus beneficios en 2014, pero sin embargo no iba a ocurrir lo mismo con el empleo. (...)

A diferencia de esta realidad las empresas cooperativas apoyadas en valores organizativos basados en la democracia económica, la corresponsabilidad y la solidaridad, sitúan el empleo y su calidad en el centro de las decisiones más importantes en lugar de en el aumento de los beneficios.

 Estamos en un momento en que la crisis económica, y su incidencia en el empleo y en la vida de las personas, nos obligan, al menos, a cuestionarnos nuestro modelo económico y productivo y el papel de la empresa en la estructura social. 

¿Pero cuáles son las causas diferenciadas que han permitido a las cooperativas destruir menos empleo durante la crisis? Los principios y valores de este tipo de empresas aparecen como los elementos fundamentales que explican el mismo. Para ser más concretos, factores vinculados a la gestión democrática, a la propiedad colectiva de la empresa y a la flexibilidad para adecuarse a los cambios en el mercado explican las principales ventajas competitivas de las empresas cooperativas respecto de otras sociedades. (Sabín Galán, F.; Fernández Casadevante, J.L.; Bandrés de Lucas, I.  (2010)). 

Sin embargo, estos valores de democracia interna y de participación en la gestión empresarial no son suficientes en si mismos, si no que es necesario que se encuentren reflejados en una estructura de organización y en una política de gestión empresarial que promueva y facilite que estos valores se puedan desarrollar, ayudando a promover la implicación y motivación de las personas trabajadoras, así como su sentido de pertenencia a partir de su condición de socios-trabajadores.

 Es decir, el diseño organizativo de las cooperativas de trabajo debe estar pensado para materializar los principios y valores cooperativos. Casos recientes como el de la cooperativa Fagor Electrodomésticos reflejan que cuando no se procuran de forma real los necesarios mecanismos de participación pueden producirse problemas importantes derivados del excesivo distanciamiento entre las personas socias y la dirección de la empresa.  (...)

En primer lugar, es necesario que se generen condiciones que motiven la participación. En este sentido, será necesario que las personas sientan que realmente pueden participar de las decisiones importantes vinculadas a la estrategia empresarial y organizativa de la empresa; que se vean reflejadas en la estructura organizativa y de toma de decisiones y que la cultura empresarial ponga en valor la dimensión colectiva y cooperativa del proyecto.  (...)

En segundo lugar, será necesario que se promuevan los mecanismos adecuados para que las personas puedan realmente participar: que la información importante llegue a todas las personas implicadas en la gestión de la empresa -por ejemplo, habilitando espacios para facilitar el análisis, la reflexión y el debate-; que se facilite la conciliación entre la vida personal y profesional; y que exista una profunda convicción democrática y de fomento de la participación por parte de las personas con mayor responsabilidad en la empresa, articulando cauces de participación de abajo a arriba y de arriba a abajo. En este sentido, se puede pensar en multiplicar los liderazgos para lograr los objetivos (García, J, 2010)

Por último, será necesario que la participación en la empresa sea realmente un valor añadido, lo cual supone un cambio importante en la cultura sobre cómo entendemos el trabajo, la empresa y nuestro papel en la misma. 

En este sentido resulta fundamental que sea reconocido el valor de cada una de las personas que forman parte de la empresa y su papel en la misma, conectando las partes con el conjunto, pero también que éstas tengan los conocimientos y habilidades para alcanzar acuerdos y construir colectivamente, y se impliquen en el diseño de su propio trabajo y en buscar el beneficio común por encima de los intereses personales.

Nos enfrentamos al reto de construir empresas del siglo XXI en las que la democracia, transparencia y responsabilidad se conviertan en pilares de la estructura organizacional, por medio de un diseño empresarial que favorezca el desarrollo personal y profesional de sus miembros, así como unos objetivos económicos y societarios comunes que aporten valor socioeconómico a sus socios y a la sociedad.  (...)"            (Fernando Sabin y Inigo Bandres, Economía Crítica y crítica de la Economía, 07/03/2014)

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