13/6/14

El lerrouxismo siempre contra el catalanismo, porque éste es "reaccionario, mantenedor de privilegios antiguos, creador de otros nuevos"

"(...) ¿Qué es el lerrouxismo? La Gran Enciclopèdia Catalana, por ejemplo, habla de un "ideario confuso" entre cuyas "principales características se mencionan el anticlericalismo, la propaganda antimonárquica, el españolismo y una particular demagogia obrerista, con frecuencia enfrentada al anarquismo".

 Organizativamente, el lerrouxismo –continúa la Gran Enciclopèdia Catalana- se fundamentó en "la multiplicación de los centros republicanos, en la celebración de multitudinarias meriendas fraternales y en la creación de grupos de Jóvenes Bárbaros”. Puestos a concluir, la Gran Enciclopèdia Catalana define el lerrouxismo como una "política demagógica, españolista y anticatalana". 

Para la historiografía más solvente –José Álvarez Junco, El Emperador del Paralelo. Alejandro Lerroux y la demagogia populista, 1990-, el lerrouxismo es una forma de populismo. Según afirma nuestro historiador, el lerrouxismo es "una cultura populachera, como la de Perón y otros populistas". Prosigue: "sin un programa claro, logró sacar multitudes a la calle y hacerlas votar".

 Unos detalles interesantes que explicarían el éxito de Alejandro Lerroux: dio voz a determinados segmentos sociales, reivindicó la ampliación de los servicios sociales, tenía la costumbre de moralizar y transmitía una concepción de la historia en términos de paraíso terrenal, pecado mortal, caída al infierno y redención. Lo suyo era –aseguraba Alejandro Lerroux- la regeneración. Y quizá por eso –la regeneración, una feliz idea en tiempos convulsos-, cuajó.

Al éxito contribuyó una retórica populista muy eficaz que creó un ambiente cargado de emoción, sentimiento y "racionalidad" al servicio de la causa. Una retórica que expresaba lo que el auditorio –eso es el populismo, entre otras cosas- quería oír.

 El lerrouxismo suma adeptos porque halaga y complace al auditorio, porque invita al auditorio a constituirse y convertirse en sujeto de la historia, porque hace creer que es el Pueblo -ese buen Pueblo zarandeado por los políticos de turno- quien puede y debe conducir al objetivo final. Y está, también, la figura de un Alejandro Lerroux que se presenta como amigo de los trabajadores. En definitiva, el político que defiende al buen pueblo frente a los excesos del gobierno de España.  (...)

Según buena parte de la historiografía, el lerrouxismo clásico -muy probablemente, la única cosa positiva de dicho movimiento- resquebrajó la política caciquil del catalanismo de las primeras décadas del siglo XX.  (...)

Escribió Alejandro Lerroux: "amo a España, amo la unidad nacional, quiero la felicidad para mi país... [el catalanismo es] incongruente, reaccionario, mantenedor de privilegios antiguos, creador de otros nuevos".  (...)"             (Miquel Porta Perales, Crónica Global, Martes, 13 de mayo de 2014)

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