"(...) Conviene recordarlo. Porque el relato que señala los cohetes de Hamás
como desencadenante de esta escalada de violencia es falso. Está
elaborado para ocultar la realidad.
No es el relato de los hechos. Es el
relato israelí de los hechos. Y siendo la versión israelí, es también
la estadounidense, y siendo la versión estadounidense, es también, para
nuestra vergüenza, la de la diplomacia europea. Y la de los grandes
medios estadounidenses y europeos.
Pero el punto cero de la escalada de violencia que desemboca en esta
matanza contra la población de Gaza, no está en los cohetes lanzados
desde la Franja , ni en el asesinato de tres jóvenes israelíes en
Cisjordania, ni en el del adolescente palestino que vino después,
tampoco en el impacto de las imágenes recogidas días antes por la cámara
exterior de una tienda de Ramalla en las que vimos caer, alcanzados por
disparos de un francotirador del ejército israelí, a dos chavales que
paseaban tranquilamente por la calle.
En realidad el desencadenante, o
más exactamente, la razón de esta última demostración de barbarie, no es
un acto de violencia, sino lo contrario, un acto de paz, un compromiso
de reconciliación. Entre palestinos.
El acuerdo entre Fatah y Hamas que
ha conducido a un gobierno de unidad nacional y al anuncio de elecciones
presidenciales en el plazo de unos seis meses. Ese es el desencadenante
de esta escalada. Y su objetivo.
La airada reacción del Primer Ministro israelí a las pocas horas de
conocerse el acuerdo fue tan desmesurada como previsible. A Benjamin
Netaniahu se le da bien sobreactuar, sabe que tiene un público propicio.
De modo que el acuerdo con Hamás tenía que presentarse como el nuevo e
insalvable obstáculo para la paz, como antes lo fue la división entre el
gobierno de Gaza y el de Cisjordania y antes Yasser Arafat cercado en
la Mukata y antes aún la OLP y así hasta llegar a Golda Meir y su famosa
frase: “¿ Palestinos? Los palestinos no existen”.
El caso es que los palestinos que, mal que le pesara a Golda Meir,
existían antes de que existiese Israel y además tienen la terca manía de
seguir existiendo, parece que, pese a todas las dificultades y
suspicacias, estaban en vías de recomponer la perdida unidad, su más
preciada arma de pueblo resistente.
Esta vez el afianzamiento del
gobierno de unidad nacional, incluido un cambio en la postura europea
hacia Hamas, parecía posible. Y eso no es algo que el gobierno israelí
esté dispuesto a tolerar. Hamás nunca ha sido la causa ni el objetivo.
El objetivo es el acuerdo de unidad nacional. Para acabar con este
acuerdo, están bombardeando Gaza." (Teresa Aranguren, La Marea, en Attac Madrid, 17/07/2014)
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