"(...) ¿Por qué la condición de
ciudadanía debe llevar asociado el derecho a percibir una renta básica
universal (RBU)?
En toda democracia existen una
serie de derechos constitutivos que deberían tener una naturaleza universal e
inalienable. Me refiero al derecho al sufragio, a la salud, a la educación, a
la vivienda, y también al derecho a la renta básica. La RBU no es solamente una
política contra la pobreza. Si fuera así, no tendría tanto interés.
Si es una
propuesta interesante, es porque se trata de una medida que incrementaría la
libertad real de buena parte de la ciudadanía. Un ciudadano no es libre si no
tiene las bases de su existencia material garantizadas. Una persona que depende
de otra para poder sobrevivir, no es una persona plenamente libre.
Por ejemplo,
la renta básica otorgaría a la mayoría de las ciudadanas y los ciudadanos un
poder de negociación que les ayudaría a emanciparse de las dependencias hacia
los patronos o los maridos.
No tiene sentido hablar de “ciudadanía” sin
considerar las condiciones que han de garantizar la seguridad económica de los
individuos que pertenecen a una comunidad política. Si los individuos no pueden
articular sus planes de vida, no pueden llevarlos a la práctica de una manera
efectiva, la ciudadanía plena resulta impracticable.
Si es universal, ¿Botín también la
cobraría?
La parte más polémica de la renta
básica es la que, a mi modo de ver, la hace más virtuosa, y se trata
precisamente de la incondicionalidad. En el estado del bienestar tradicional,
la mayoría de subsidios que se perciben suelen ser focalizados y, por
consiguiente, condicionados a algún tipo de circunstancia o de estado: debes
estar desempleado, ser pobre, tener algún tipo de discapacidad, etc. La renta
básica es una asignación monetaria e incondicional a toda la población; por
tanto, Botín (y todas las personas ricas) también la cobraría.
No obstante, el hecho que la cobre
no quiere decir que Botín salga beneficiado de la introducción de una RBU. Todo
lo contrario, la situación económica de Botín sería peor que en el sistema
actual
O lo que es igual, en cualquier tipo de propuesta de aplicación de la
RBU que sea fiscal y económicamente interesante, los ricos pierden y el grueso
de la población gana, sobre todo los ciudadanos más pobres. Botín recibiría la
RBU, pero pagaría muchos más impuestos de los que paga en la actualidad.
Se entiende que todo receptor de
la RBU podría recibir también prestaciones por desempleo, subsidios, etc.
Existen diversas propuestas de
financiación y, lógicamente, la introducción de una RBU conlleva una
simplificación del sistema de subsidios condicionados actuales. Con una RBU se
suprimirían todas las asignaciones monetarias públicas de una cuantía inferior
a la RBU.
En el caso de aquellas personas que estuvieran cobrando una
prestación de una cuantía superior a la RBU, se pasaría a percibir la RBU más
un complemento por dicha prestación durante el tiempo que correspondiera. Una
vez finalizado el período de disfrute de prestación, la persona recibiría sólo
la RBU.
También cobraría la RBU quien no
deseara trabajar… ¿No se fomenta así una cesantía voluntaria que, de prosperar
en número, podría tener graves consecuencias económicas para el Estado?
La idea de que la RBU fomentaría
el parasitismo suele ser común entre aquellas personas que conocen por primera
vez la propuesta, pero disponemos de suficientes pruebas empíricas para refutar
la validez de tal problema.
En primer lugar, es preciso
aclarar que existen tres tipos de trabajo, a pesar de que sólo uno cuente en el
Producto Interior Bruto. Es decir, existe un tipo de trabajo que tiene
remuneración monetaria, y que por desgracia en las sociedades capitalistas ha
colonizado el resto de tipos de ocupación laboral.
Pero también existe el
trabajo doméstico, que no tiene retribución pero es crucial para nuestra
sociedad. Finalmente, también existe el trabajo voluntario, que por definición
tampoco está remunerado. Por tanto, es del todo desacertada la idea de que una
persona que no esté empleada por cuenta ajena no está haciendo nada por la
sociedad.
De hecho, la mayoría de veces que se escucha la crítica de la
cesantía voluntaria se está pensando en el caso del trabajo remunerado y nunca
en los posibles efectos sobre el resto de las categorías de la tipología de
trabajo que acabamos de exponer. En el fondo, cabe preguntarse por qué debemos
enhebrar todas las actividades útiles que los seres humanos son capaces de
hacer a través del pequeño ojo de la aguja de un contrato laboral.
Por otro lado, existen muchas
razones para suponer que una RBU no provocaría, en absoluto, una retirada
masiva del mercado de trabajo. Más allá de la recompensa pecuniaria, las
personas buscamos cierta realización personal y social con el trabajo.
Por otro
lado, el deseo de obtener unos ingresos superiores depende de una serie de
factores de índole cultural que son independientes de la introducción de una
RBU. Si hoy en día ese deseo no escapa a las clases medias o altas, cabe
suponer que se mantendría con una RBU, a pesar de que esta medida pueda
garantizar las bases económicas mínimas para una vida digna.
Debe tenerse en cuenta que la
RBU suele siempre plantearse como una remuneración modesta, que se debe situar
en el umbral de la pobreza del lugar en donde se quiera aplicar. Por
tanto, la RBU puede ser complementada con otras fuentes de renta, cosa que
no permiten los subsidios condicionados típicos del estado del bienestar. La
RBU no constituye un techo, más bien define un nivel básico a partir del cual
las personas pueden acumular otros ingresos.
Podemos hacer una analogía con el
caso de los trabajadores con buenos salarios que aún así realizan horas extras,
o el caso de las personas prejubiladas anticipadamente que tienen algún tipo de
actividad remunerada. Creo que hay suficientes indicios para suponer que la RBU
no provocaría una contracción masiva y homogénea del trabajo asalariado.
Hace unos años, una ONG se propuso
realizar un proyecto piloto de RBU en Otjivero, una pequeña población de la
región de Omitara, en Namibia. Todos los residentes adultos de esa población
recibirían una RBU durante algunos años. La prensa del país, espoleada por la
derecha política local, tardó muy poco en criticar la medida y vaticinó que los
ciudadanos de Otjivero se “tirarían a la Bartola” y gastarían la RBU en
cervezas.
Pero la realidad es testaruda y los resultados del proyecto mostraron
que la RBU, lejos de fomentar la cesantía voluntaria del trabajo asalariado,
elevó las tasas de empleo, ayudó a levantar ciertos microemprendimientos e
incluso aumentó la tasa de escolarización de los menores.
Nuestra sociedad cree en la
cultura del esfuerzo. ¿La RBU no sería un factor desmotivador para la formación
académica y profesional de muchos jóvenes?
Cuando tenía 16 años me di cuenta
de que no podría llegar a la excelencia en el conocimiento del idioma inglés
con las clases que recibía en el instituto público. Ese verano lo pasé fregando
platos en un restaurante del grupo HUSA, un trabajo poco remunerado, repetitivo
y con un nivel de realización nulo.
Además, se cobraba en negro. Alguno de mis
compañeros, que tenían el mismo problema que yo, fueron a Inglaterra o a
Estados Unidos a perfeccionar su inglés. No creo que ni su cultura o nivel de
esfuerzo fuera distinta a la mía. Lo único que nos diferenciaba era la clase
social.
Bajo mi punto de vista, la renta
básica podría incentivar de un modo especial la formación académica de los
jóvenes, igual que sucede con los modelos de becas de formación que
tradicionalmente han caracterizado a los países escandinavos, que permiten a
los estudiantes no sólo formarse en igualdad de condiciones sino también
emanciparse antes.
Nos quejamos de que la SAREB ha
engullido de modo ilegítimo 40.000 millones de euros que tanta falta hacen para
la sanidad, la enseñanza, la dependencia… ¿La partida presupuestaria dedicada a
la RBU no detraería también una suma de dinero que sería más útil invertir en
políticas activas de fomento del empleo y la igualdad de oportunidades?
Es importante notar que la mayoría
de modelos de financiación que se han planteado en España para implantar la RBU
no pretende retraer ni un céntimo de las partidas para sanidad, educación o
dependencia. Algunos de ellos, en un ejercicio de realismo encomiable, no se
plantean ni siquiera reducir las partidas presupuestarias asignadas a la Casa
Real o al Ejército. En otras palabras, el modelo debería financiar lo que ya se
financia actualmente y, además, la RBU que se propone.
Simplemente, se trata de
redistribuir de una forma más equitativa la renta y de aprovechar el ahorro que
supone la simplificación administrativa del modelo de RBU. Evidentemente, el
dinero que, a mi modo de ver ilegítimamente, ha engullido la SAREB podría
seguir utilizándose para la sanidad, la educación u otros fines sociales que se
consideren más necesarios que rescatar a especuladores.
¿No sería más acorde con el estado
del bienestar garantizar la RBU, o como quiera llamársele, a todos los
ciudadanos mayores de edad que estudien o estén desempleados, unificando en
ella otras ayudas y subsidios?
Estoy seguro de que garantizar una
renta a todos los ciudadanos mayores de edad que estudien o estén desempleados,
constituiría un avance significativo respecto a la situación actual. Sin
embargo, creo que esta propuesta no sería ni más justa, ni más eficiente que la
RBU.
Por un lado, además de estudiantes y desempleados existen otros colectivos
de ciudadanos que no tienen asegurada su subsistencia material, como son las
personas que realizan trabajo doméstico o reproductivo, o las personas que
realizan trabajo voluntario, militante o solidario. No sería justo proteger a
unos y no al resto, pues nadie puede argüir que el papel de uno u otros es más
relevante para la sociedad.
Por otro lado, la incondicionalidad de la RBU
hace que sea una propuesta más eficiente que las rentas mínimas garantizadas
tradicionales para hacer frente a las denominadas trampas del paro o de la
pobreza. Una persona que cobra un subsidio de desempleo y se encuentra ante una
oferta de trabajo temporal y a tiempo parcial, puede tener pocos incentivos
para aceptarla.
Con una renta básica, ese problema desaparece, ya que ambas fuentes
de ingreso son complementarias. Finalmente, la literatura académica
especializada ha dado cuenta de los problemas que en determinados contextos
pueden ocasionar los sistemas de transferencia de rentas focalizados: altos
costes asociados al control del cumplimiento de las condiciones que otorgan el
derecho a la percepción; fomento del clientelismo y la dependencia;
estigmatización social de los receptores, etc.
En el otro lado de la balanza: ¿la
provisión económica de la RBU dificultaría las contrataciones precarias?
¿Mejoraría la oferta del mercado de trabajo?
Una RBU suficiente para garantizar
la supervivencia de los individuos conferiría una mayor fuerza negociadora a la
parte más débil de la relación laboral. Al aportar independencia
socioeconómica, la RBU otorga poder de negociación a la población trabajadora;
capacidad para poder rechazar contratos laborales precarios que en las
condiciones actuales no queda más remedio que aceptar.
Las relaciones laborales
se tornarían menos asimétricas de lo que son actualmente, y, por consiguiente,
deberían mejorar las condiciones de demanda de fuerza de trabajo.
¿Cómo se financiaría la RBU?
¿Habría un apartado específico para ello en el impuesto de la renta (lo cual
parece contradictorio: los ciudadanos cobrarían para luego pagar, y viceversa)?
También se ha propuesto para este fin la Tasa Tobin.
Existen muchas propuestas de
financiación de la RBU. En realidad, no hay una fórmula universal, sino que
debe analizarse caso por caso. El único lugar en el mundo en el que existe una
RBU es Alaska: se financia a través de una compensación a los ciudadanos por
las ganancias de la extracción de recursos naturales, como el petróleo.
En
contextos como el del Reino de España, financiar una RBU significa realizar una
reforma fiscal para conseguir una redistribución de la renta. Por ejemplo,
recientemente los economistas Jordi Arcarons, Daniel Raventós y Lluís Torrents
han publicado estudios de simulación que emplean técnicas de análisis
econométrico, que muestran que sería posible financiar una RBU en Catalunya o
en Guipúzcoa mediante una reforma del impuesto del IRPF.
Los resultados, que
convergen con investigaciones realizadas en otros países, muestran además que
la propuesta tendría un poderoso efecto redistributivo, beneficiando
aproximadamente a un 70 por ciento de la población, especialmente a aquella que
se encuentra en las peores circunstancias económicas. (...)
La cuantía de la RBU, ¿debería
incluirse en la declaración de la renta de las personas físicas o quedaría
excluida del fisco, que solo gravaría los demás ingresos de los ciudadanos?
La renta básica estaría exenta en
la declaración de la renta, y sólo se gravarían las demás fuentes de renta a
partir del primer céntimo de euro cobrado. En este sentido, la mayoría de
propuestas de aplicación de la renta básica que he estudiado suelen eliminar
todas las desgravaciones y subsidios inferiores a la cuantía de la RBU, y
también suprimen las diferencias actuales en las cotizaciones de la renta
(actualmente, la cotización es distinta, por ejemplo, si la renta proviene de
un salario o de un fondo de inversión).
Dicen ustedes que la RBU actuaría
como mecanismo de control del valor del dinero. ¿Puede explicarlo en román
paladino?
En este punto soy algo escéptico.
A pesar de que la RBU es un herramienta poderosa para atacar el problema de la
pobreza y las inequidades en la distribución de riqueza, y para dotar de
mayores cuotas de libertad a colectivos vulnerables, también creo que la renta
básica no puede solucionar todos los problemas que sufrimos las sociedades
capitalistas.
Así que no me siento capaz de afirmar con toda certeza que la RBU
pueda actuar como tal mecanismo de control, a no ser que vaya acompañada de
otras medidas que pienso que son igualmente necesarias.
¿Tienen ustedes calculada una
cuantía para la RBU, si a día de hoy se creara en España?
Por definición, la cuantía de la
RBU para España debería de situarse justo por encima del umbral de la pobreza.
De no ser así, perdería muchas de las virtudes que tiene como mecanismo de
lucha contra la exclusión social y para el empoderamiento de las personas más
vulnerables.
Como ya he comentado, para introducir una RBU sería necesario
realizar una reforma fiscal. Por eso, para poder calibrar con exactitud la
viabilidad de las diferentes cuantías que se podrían plantear, deberíamos tener
acceso a datos oficiales que, actualmente, no están disponibles (a pesar de
nuestras peticiones, el Gobierno no nos los facilita).
A modo de ejemplo puede
servir un estudio realizado para analizar la viabilidad de una RBU en
Catalunya, basado en una muestra representativa de declaraciones de la renta:
consideraba factible dotar de una RBU de 7.968 euros anuales para los
ciudadanos mayores de edad, y una quinta parte de esa cuantía a los menores,
mediante una reforma del impuesto del IRPF. Si se planteara una cuantía
inferior u otras fuentes de ingreso, las posibilidades de financiación serían
lógicamente mayores." ("Un ciudadano no es libre si no tiene las bases de su existencia material garantizadas". Entrevista
Alex Boso, Sin Permiso, 10/08/2014)
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