24/9/14

Es necesaria la supresión de grandes instituciones del sistema económico como la herencia

"Uno de los éxitos ideológicos más notables del entramado dominante en las sociedades llamadas desarrolladas es haber logrado que el grueso de la población tenga una casi absoluta incomprensión de los fundamentos estructurales del sistema económico vigente. 

Para el ciudadano de a pie la teoría económica es una disciplina abstrusa, cuyo código talmúdico sólo es apto para iniciados en sus arcanos que, graciosamente, (pero sin desvelar nunca sus ignotas fuentes) nos revelan las recetas apropiadas para alcanzar, con mucho tesón y sacrificio, el ansiado bienestar general. (...)

La sorda pero implacable violencia económica provoca un daño enorme en forma de miseria, paro, desahucios y eliminación del futuro de generaciones enteras, pero los amortiguadores sociales (fundamentalmente el ahorro y el patrimonio acumulado por las generaciones del “desarrollismo” franquista) mantienen, a duras penas, la paz social. 

Los ominosos fondos “buitre” adquieren mando en plaza, gracias a los buenos oficios de nuestros muy serviciales gobernantes, haciéndose a precio de saldo con activos “basura”, principalmente hipotecas incobrables garantizadas con dinero público, para someter posteriormente a los desvalidos deudores a la implacable tortura y muerte civil de los condenados al ostracismo2. Mientras tanto, la pobreza de las propuestas realizadas para detener, o al menos corregir, el expolio creciente es sumamente alarmante.

(...) Como explica brillantemente Michel Husson4, el mantenimiento de la tasa de ganancia, esencial para la reproducción del capitalismo actual, se basa fundamentalmente en dos pilares: drástica reducción de salarios y mantenimiento del consumo mediante el crédito desbocado por la financiarización y el neurálgico apoyo del consumo creciente de los rentistas.

 Es decir, el capitalismo tiende a abandonar (al menos en los países del Centro) la clásica función social de la producción de mercancías para huir hacia la nebulosa intangible del “milagro del interés compuesto“. De ahí la masiva creación de burbujas y la creciente (y muy funcional para todo el entramado del reparto parasitario de regalías) desigualdad económica que constatan todas las estadísticas en las sociedades occidentales. 

Los rentistas (auténticas “sanguijuelas” económicas que puncionan la riqueza producida por otros) y demás propietarios de activos inmobiliarios o financieros son los que acaparan los nichos de rentabilidad y el poder socioeconómico a expensas de los, cada vez más deteriorados, trabajadores productivos. (...)

En resolución, en los mentideros de los nuevos visionarios “regeneracionistas”, que inundan las ondas con sus telegénicas y estudiadas soflamas, aparentemente radicales y novedosas, se despacharía como poco realista y utópico (nada de asustar al votante “mediano” con radicalismos que manchen el aire cool y sugestivo de la formación) hablar siquiera de la necesidad de la supresión de grandes instituciones del sistema económico como, sin ir más lejos, la herencia. 

Siendo este uno de los basamentos del armazón social y uno de los fundamentos del “rentismo” parasitario dominante y de la enorme y creciente desigualdad que genera el régimen de la propiedad, queda, como todos los demás pilares del sistema, en el limbo de lo intangible e innombrable. 

Pues bien, para decirlo lisa y llanamente, mientras éste se mantenga incólume y medidas como la descrita resulten impracticables dada la falta de la imprescindible y masiva movilización social, resulta, en mi opinión, mucho más realista y ambicioso desarrollar una labor de “zapa” insertando cuñas que, sin pretender inútilmente suplicar migajas en los cenáculos del capital, vayan desmercantilizando, de forma limitada pero efectiva, pequeñas áreas de la inhóspita vida social."                 (Alfredo Apilánez, en Rebelión,  16/09/2014)

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