"(...) En los momentos del día de mayor demanda, que coinciden con las horas de la comida y la cena, las necesidades de potencia oscilan en un margen comprendido entre 35.000 y 40.000 MW,
dependiendo de la estación del año y el día de la semana.
Es decir que
hay instalada más del doble de la potencia necesaria en los momentos de
mayor demanda. Por lo tanto, y a la vista de la capacidad renovable
existente, ¿nos podríamos abastecer sólo con esta clase de energías?
Sin
duda no, pues a veces esta nublado, a veces no llueve, a veces no sopla
el viento, a veces una central se avería… y a veces las grandes
empresas del sector impiden el funcionamiento de algunas de dichas
centrales, principalmente hidroeléctricas, al objeto de que el precio de
la luz suba, como se sospecha que ha ocurrido en algunos momentos del comienzo del actual verano.
No olvidemos que los “combustibles” renovables (agua, viento, sol) son
gratuitos, al contrario que los de origen fósil (gas, petróleo, carbón) y
nuclear, que no lo son, como sabe muy bien nuestra sufrida economía.
Pero no sólo en la gratuidad del combustible residen las ventajas de
las energías renovables, hay muchas otras, unas obvias y bien conocidas,
otras no tan evidentes y apenas conocidas.
Las desgrano a continuación:
1. Ahorran importaciones de gas y petróleo. La factura de los
combustibles fósiles depende en exceso de aspectos tales como el cambio
euro-dólar, el precio del barril de petróleo, factores de índole
geo-político, etc.
El año pasado España se gastó una descomunal cifra por encima de los 50.000 millones de euros en ese concepto,
alrededor del 5% del PIB. Un uso masivo de las fuentes de energía
renovable limitaría la fuerte dependencia exterior de esos productos,
que además, se importan en su mayoría desde países políticamente
inestables.(...)
Con todo, debe quedar claro que aunque toda la electricidad que
consumimos se generara mediante fuentes renovables, seguiríamos
necesitando importar petróleo. La generación de electricidad representa
poco más del 20% de la energía total que consumimos, ya que en invierno
hay que encender las calefacciones y durante todo el año hacer que se
muevan los automóviles, los aviones y buena parte de los trenes.
2. Son energías limpias, al serlo tanto los combustibles que utilizan
como su método de operación, por lo que evitan emisiones de CO2 a la atmósfera. (...)
3. Crea empleos de calidad en toda la cadena de valor, desde la I+D hasta la instalación de una central solar o eólica. Una central eólica de tamaño medio-grande (250 MW) genera más de 1.000 empleos a lo largo de la vida del proyecto.
España dispone de centros de investigación que son referencia mundial en su campo (Instituto de Energía Solar, Universidad Politécnica de Madrid)
y muchos otros que realizan aportaciones muy significativas a la
ciencia y tecnología de estas fuentes de energía. Además, el sector
industrial asociado a estas energías es uno de los pocos que posee
empresas punteras con patentes y productos propios.
Una empresa española, surgida como “spin off” del mencionado Instituto, Isofotón,
fue durante los primeros años de éste siglo uno de los diez primeros
fabricantes del mundo de células solares.
Hoy en día, hay empresas españolas que son líderes mundiales en energía solar térmica, otras que lo son en fabricación de aerogeneradores,
etc.; en fuerte contraste con el sector industrial por excelencia del
país, la fabricación de automóviles, donde se da la paradoja de ser España el segundo fabricante de la Unión Europea y décimo segundo del mundo, pero no posee ni una sola industria propia.
En el año 2007, justo antes del comienzo de la crisis, el sector de las energías renovables llegó a emplear en España a 190.000 personas.
Incluso el año pasado, tras los enormes recortes que ha sufrido el
sector, sigue dando empleo a más de 100.000 personas [2]. Como dato
comparativo, la fabricación de automóviles empleó directamente a 300.000 personas el pasado año.
4. Son energías que de modo natural permiten la instalación de
centrales de tamaño reducido en todo el territorio, evitando o limitando
los costes de transporte desde el lugar de generación hasta el de
consumo.
Pero todos estos beneficios tienen que recibir necesariamente
incentivos ¿por qué? porque aunque las ideas para aprovechar el viento y
el sol para generar energía no son nuevas, las tecnologías que lo hacen
posible si lo son, pues carecen de un grado de desarrollo comparable al
de las centrales térmicas convencionales, de manera que para ser
viables y poder competir con éstas, necesitan unos incentivos que con el
paso del tiempo irán desapareciendo.
Con controversias y alguna que otra burbuja por medio,
la instalación de estas centrales fue favorecida por los gobiernos del
PSOE de las dos legislaturas anteriores a la actual del PP. En el
presente, el gobierno popular ha decidido cortar de raíz estos incentivos
con la excusa de que no suba el recibo de la luz. Si se mira la
evolución de tal recibo, se verá lo “eficaz” de tal medida. Como
consecuencia derivada, desde 2011 no se ha vuelto a instalar apenas
potencia de origen renovable. (...)
Por último, hay que recordar que el coste de las renovables sólo se hace
en el momento de la instalación. Los costes de mantenimiento de estas
centrales son mínimos y como ya se ha dicho, el combustible necesario
para producir electricidad es gratuito, por lo que desde ese punto de
vista, son las energías más baratas del mundo. (...)" (Ignacio Mártil, Econonuestra, 14/09/2014)
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