"(...) En
resumen, la democracia representativa es práctica pero otorga menos
capacidad de decisión a los ciudadanos y es menos democrática, y la
democracia directa permite al ciudadano participar en mucha mayor
medida, pero no es de aplicación práctica. ¿Son incompatibles ambas
formas de democracia?
Para Bobbio es posible el compromiso entre ambas formas,
ya que “la democracia representativa y la democracia directa no son dos
sistemas alternativos, en el sentido de que allí donde existe uno no
puede existir el otro, sino que son dos sistemas que pueden integrarse
recíprocamente. (…)
En un sistema de democracia integral las dos formas
de democracia son necesarias, pero no son, consideradas en sí mismas,
suficientes”. ¿Por qué no son suficientes?
Democratizar los flujos de poder
La clave
de la democracia para Bobbio no estaba solamente en quién toma las
decisiones, sino sobre todo dónde se toman. Y para ello es
imprescindible reconocer lo que denominó “flujo de poder”:
“El flujo del poder no puede tener más que dos direcciones”, escribió,
“o es descendiente, es decir, se mueve de arriba abajo, o ascendente, es
decir, de abajo hacia arriba”.
Por lo
tanto, según este autor, “si se puede hablar hoy de un proceso de
democratización, éste consiste no tanto, como erróneamente se dice, en
el paso de una democracia representativa a la democracia directa, como
en el paso de la democracia política en sentido estricto a la democracia social,
o sea, en la extensión del poder ascendente, que hasta ahora había
ocupado casi exclusivamente el campo de la gran sociedad política”.
Es decir, según Bobbio, para aumentar en democracia se debe pasar “de la democratización del Estado a la democratización de la sociedad”.
¿A qué se
refería? A que la democracia debe romper el actual marco político
institucional y adentrarse en otras esferas sociales que no funcionan
con criterios democráticos pero que son clave para la vida de las
personas:
“Los dos grandes bloques de poder descendente y jerárquico en
toda sociedad compleja, la gran empresa y la administración pública,
hasta ahora no han sido afectados por el proceso de democratización; y
hasta que estos dos bloques resistan la presión de las fuerzas que
vienen de abajo, no se puede decir que la transformación democrática de
la sociedad se haya realizado”.
En
resumen, según Bobbio “el avance de la democracia se medirá por la
conquista de los espacios que hasta ahora están ocupados por los centros de poder no democráticos”. ¿Cómo se consigue?
(...) “La teoría democrática toma en consideración el poder autocrático, es decir, el poder que parte desde arriba, y considera que la solución a este tipo de poder no puede ser más que el poder desde abajo. La teoría pluralista toma en consideración el poder monocrático, es decir, el poder concentrado en una sola mano, y considera que el remedio a este tipo de poder es el poder distribuido”.
Por lo
tanto, si se quiere aumentar la democracia no se debe tener en cuenta
solamente el duelo clásico entre gobernantes y gobernados, sino, sobre
todo, la lucha contra la suma de poder (económico,
social, cultural y no solamente político) concentrado en cada vez menos
manos.
En este sentido Bobbio afirmó que “la democracia de los modernos
es el Estado en el que la lucha contra el abuso de poder se desarrolla
en dos frentes, contra el poder desde arriba en nombre del poder desde
abajo y contra el poder concentrado en nombre del poder distribuido”.
Para
Bobbio lo fundamental para aumentar la democracia es combatir el exceso
de poder concentrado. Ello solamente se consigue haciendo que ese poder
se diluya en una sociedad pluralista, y para conseguir una sociedad
pluralista es fundamental la libertad de disentir:
“El
pluralismo permite darnos cuenta de una característica fundamental de la
democracia de los modernos con respecto a la de los antiguos: la
libertad, más aún, lo lícito del disenso. (…)
Una sociedad en la que el disenso no esté permitido es una sociedad muerta o condenada a morir”.
En este sentido citó a Franco Alberoni que dijo: “La democracia es un
sistema político que presupone el disenso. Ella requiere únicamente el
consenso en un solo punto, sobre las reglas de la contienda”.
El
problema de una sociedad pluralista es que cada opinión debe ser
respetada y por ello resulta muy difícil llegar a consensos en la toma
de decisiones. Pero, por otro lado, si se llega a esos consensos, éstos
serán más duraderos porque se toman desde una posición de libertad y por
lo tanto son reales:
“En un régimen que reposa en el consenso no
impuesto desde arriba, alguna forma de disenso es inevitable, y que
solamente allí donde el disenso es libre de manifestarse, el consenso es
real y que, solamente allí donde el consenso es real, el sistema puede
llamarse justamente democrático.
Por esto digo que existe una relación necesaria entre democracia y disenso,
porque, repito, una vez admitido que la democracia significa consenso
real y no ficticio, la única posibilidad que tenemos de aceptar que el
consenso es real es aceptar su contrario”.
Por todo ello Bobbio afirmó que “solamente en una sociedad pluralista es posible el disenso; antes bien, no es sólo posible sino necesario”.
Es decir,
según Bobbio, para que haya más democracia no se trata solamente de que
la forma de toma de decisiones sea directa o a través de representantes,
sino más bien que el poder que hace posible esa toma de decisiones no
se encuentre concentrado en pocas manos.
Para ello la democratización debe ir más allá de las instituciones políticas e incluir otros espacios y agentes sociales fundamentales,
como por ejemplo los consejos de administración de las grandes empresas
que influyen en nuestras vidas.
La única manera de evitar la
concentración del poder es a través de una sociedad pluralista, y ésta
solamente es posible aceptando todas las opiniones y posturas por muy
contrarias que sean, con el único requisito de ser capaces de llegar a
un consenso sincero en los temas clave. Si se consigue llegar a esta
sociedad pluralista se habrá conseguido más democracia. (...)" (Michael Neudecker : ¿Es posible más democracia? Una reflexión de Norberto Bobbio, Ssociólogos)
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