6/5/15

El trabajo doméstico de la mujer mantiene el resto de la economía, al proporcionar servicios gratuitos esenciales a gran parte de la población trabajadora

"(...) Oakley defendía que el trabajo doméstico, en su forma presente en Occidente, surgió con la separación entre hogar y lugar de trabajo. Con la industrialización, el ‘trabajo’ se alejó del hogar y la casa se convirtió en un lugar de consumo más que de producción de bienes. 

El trabajo doméstico se volvió ‘invisible’ a medida que el ‘autentico trabajo’ se iba definiendo cada vez más como aquel por el que se percibía un salario. Tradicionalmente, el trabajo doméstico se ha considerado patrimonio de la mujer, mientras que el ‘auténtico trabajo’ fuera de casa se reservaba para el hombre.

 Según este modelo convencional, la división del trabajo doméstico -la forma que tienen los miembros del hogar de compartir las responsabilidades domésticas- era bastante sencilla. Las mujeres se hacían cargo de casi todas, o de todas, las labores domésticas, mientras que los hombres ‘cubrían’ las necesidades de la familia al ganar un salario.  (...)

La época en la que se desarrolló la idea de la ‘casa’ como algo independiente también fue testigo de otra serie de cambios. Antes de que los avances de la industrialización empezaran a afectar la esfera doméstica, el trabajo en el hogar era duro y agotador. La colada semanal, por ejemplo, era una tarea ardua y exigía mucho tiempo y esfuerzo. 

 La introducción del agua corriente fría y caliente en los hogares elimino tareas que llevaban mucho tiempo; antes, la propia agua había de llevarse a casa y calentarse allí, como sigue ocurriendo en gran parte del mundo en vías de desarrollo.

 Las tomas de electricidad y de gas convirtieron en algo obsoleto las cocinas y estufas de carbón y leña, de modo que, en general, se eliminaron actividades como cortar leña, transportar carbón y limpiar constantemente las estufas.

Sin embargo, el promedio de tiempo que empelaban las mujeres en realizar las actividades domésticas no se redujo de forma muy considerable, a pesar de la introducción de máquinas que ahorraban tiempo. el tiempo que emplean las mujeres británicas que no tienen un trabajo remunerado en sus tareas domésticas se ha mantenido bastante constante en el último medio siglo, ya que las casas se limpian más a fondo que antes.

 Los electrodomésticos eliminaron algunas de las tareas más pesadas, pero se crearon otras para sustituirlas. Aumentó el tiempo dedicado a cuidar a los niños, almacenar compras en casa y preparar la comida. Este trabajo doméstico no remunerado tiene una enorme importancia para la economía. 

Se ha calculado que este tipo de ocupación supone entre un 25% y un 40% de la riqueza creada en los países industrializados. Una encuesta de ámbito nacional sobre uso del tiempo en 2002 estimaba que si el trabajo doméstico estuviera pagado en el Reino Unido, supondría 700000 millones de libras para la economía británica (Oficine of National Statistics). 

Para Oakley, este trabajo doméstico no reconocido no recompensado mantiene el resto de la economía, al proporcionar servicios gratuitos esenciales a gran parte de la población remunerada.

La dedicación plena de las mujeres a las tareas domesticas puede aislar y alienar y carece de una satisfacción intrínseca. A las amas de casa del estudio sus tareas les parecían enormemente monótonas, y les costaba trabajo escapar de la presión psicológica que ellas mismas se imponían para cumplir ciertos mínimos. 

Como las tareas domésticas no están remuneradas y no aportan ninguna recompensa monetaria en forma directa, las mujeres consiguen la satisfacción y una recompensa psicológica alcanzando niveles de limpieza y orden que cumplen reglas impuestas desde fuera. Pero, a diferencia de los trabajadores masculinos, las mujeres no pueden marcharse del ‘lugar de trabajo’ al acabar el día. (...)"           (Ann Oakley, el trabajo doméstico y el rol del ama de casa, por Anthony Giddens, Socioideas, 30/03/2015)

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