"(...) Cuando leemos que se produce casi el doble de lo que se requiere para
alimentar a toda la población mundial, lo que hemos de interpretar no
es sólo que el problema del hambre no es la falta de alimentos, sino
que el problema es precisamente el exceso de materias primas,
porque en el mundo actual nos encontramos que más del 20% de las tierras
cultivadas están produciendo materias primas como la palma africana,
colza, caña de azúcar, soja y plantaciones de árboles que no es que no
se coman directamente, que lo es, sino que esas áreas agrícolas se han
conseguido a base de expulsar a millones de personas que ahí tenían su
sustento. Y ahora no.
Pero además, buena parte del resto de cultivos tampoco están
respondiendo a su objetivo alimentario sino que sirven al juego de los
intereses económicos. Por un lado, de quienes en las bolsas de valores,
cual malabaristas con sus bolas, hacen subir y bajar su precio en
función de sus inversiones.
Por otro, vemos como los alimentos
-imantados por donde está el poder adquisitivo- viajan del sur al norte,
de los lugares del hambre a los lugares de la abundancia. Hay un
ejemplo que que me martillea. ¿Saben ustedes que alrededor del lago
Victoria dos millones de personas pasan hambre cuando, cada día, desde
ahí viajan dos millones de raciones de perca del Nilo hacia los mercados
internacionales?
Ninguna de las soluciones al hambre pasa por producir en cada
territorio, con el esfuerzo de sus gentes, la parte sustancial para una
alimentación suficiente y sana. Al contrario, se insiste en la necesidad de incrementar las producciones en
base a un sistema productivo que depende del uso y abuso de un recurso
finito, el petróleo; que castiga a la tierra hasta llevarla al
agotamiento; y que acaba con la biodiversidad, vital para adaptarse a
los cambios climáticos. No sólo es responsable del hambre actual, será
responsable de un hambre que huele a colapso." (Gustavo Duch, Palabre-ando , en Attac España, 10/08/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario