"(...) La novela La Ola de Todd Strasser está basada en un hecho real
que se dio en un bachillerato de California en 1967. Ron Jones, un joven
maestro de historia, quiso impartir una lección práctica a sus
estudiantes sobre el tema del Tercer Reich e inició un experimento.
Les
dio a los estudiantes insignias y saludos, reglas estrictas, castigos
severos e incluso implementó una fuerza policíaca secreta. Convirtió el
salón de estudio en un movimiento bajo el lema: "Fuerza mediante disciplina. Fuerza mediante comunidad. Fuerza mediante acción. Fuerza mediante orgullo." [iii]
Un entusiasmo increíble se dispersa entre los alumnos, el poder del
movimiento aumenta y cada vez más estudiantes de otras clases se hacen
miembros. Los introvertidos, los lentos, los don nadie, de repente son
alguien. "La Ola" se convierte en el sentido de su vida.
La violencia
comienza a hacerse notar y en poco tiempo la situación se sale de
control. Los miembros del grupo muelen a palos a los estudiantes que se
oponen al movimiento. De un día al otro estudiantes normales se
convierten en una turba fascistoide. De un día al otro padres de familia
se convierten en verdugos de campos de concentración.
¿Cuál es el
origen de la fascinación que genera un colectivo emocional como este?
¿Quiénes de nosotros, que reflexionamos sobre nuestros actos, se hubiese
preguntado "¿qué habría hecho yo en tal situación?" y podría estar totalmente seguro de su respuesta?
Yo me uní al Movimiento Antifascista en Dresde después de que el
Partido Nacionaldemócrata de Alemania entró al Parlamento Regional Sajón
con casi el 10% de los votos. Quise dar un signo de oposición contra la
escena nazi que se propagaba.
En las manifestaciones contra los nazis
se vive el potencial de la violencia que reside en nosotros mismos: el
placer de rodear al enemigo, atacarlo y acabarlo - lo mismo si viene de
un nazi o de un policía. Comencé a entender que durante la pelea en
contra del fascismo me había vuelto yo mismo un fascista. Supe en ese
momento que debía salir de esa escena si quería conservar mi integridad
moral.
Esta experiencia también la han tenido muchos otros.
¿Qué es lo que reside en el ser humano que en ciertas excepciones
rompemos con todos los límites de los buenos modales y la buena
educación para volvernos monstruos y delincuentes? (...)
" En lo que hace al carácter del ser humano, el 'fascismo' es la
actitud emocional básica del ser humano oprimido característico de
nuestra civilización mecanizada," [vi] escribe el estudiante de Freud y comunista austríaco Wilhelm Reich en su libro La psicología de masas del fascismo, publicado en 1933.
En el interior del ser humano crece un dolor y una ira indescriptibles
que no encuentran salida si en la infancia les es negado expresar sus
necesidades básicas; si son rechazados allí donde buscan seguridad y
confianza; si son castigados con violencia cuando se dejan llevar por su
impulso natural; si desde la escuela, pasando por la milicia hasta
llegar al trabajo, nunca son reconocidos como seres humanos sino como
meros súbditos.
Encontramos esta historia en las biografías
de violadores y dictadores al igual que en padres de familia normales.
¿Qué diferencia hay entre un genocida y un ciudadano promedio? La
psicóloga suiza Alice Miller descubrió en sus estudios biográficos que
'casi no la hay.'
En ambos se presenta la estructura latente de la
violencia. Si esta humillación es experimentada por toda una nación, el
potencial asesino de odio y agresión reprimida crecerá en la sociedad y
esta arremeterá con entusiasmo su ira contra el enemigo que se le
presente, terminando esto finalmente en masacres y guerra.
Una canalización política de las energía vitales estancadas
Todos los sistemas imperiales conocen este trasfondo psicológico y lo
emplean para sus intereses de poder (el Nacionalsocialismo al igual que
los E.UU. en su propaganda de 'guerra contra el terror'). Los aparatos
de poder no podrían mantenerse en pie si no fuese por la resonancia que
tienen en el inconsciente de toda la humanidad.
¿Qué habría sido Hitler
sin la proyección de millones de alemanes enfurecidos? Lo que llevó al
empobrecido pintor de sobres de correos de Braunau a ser el 'Führer' de
la 'raza aria' fue el poder endemoniado de la fuerza vital estancada de
toda una población que encontró en la ideología nazi un canal común y
una forma de expresarse.
A Hitler y su gente no les interesaban los
argumentos racionales sino que se enfocaban particularmente en una
efectiva agitación emocional. En el inconsciente de Alemania había una
bomba de tiempo y Hitler supo como hacerla explotar. (...)
El nacionalsocialismo operó con arquetipos psicológicos cuya
atracción difícilmente podría esquivar a las personas marcadas por lo
autoritario. Estos arquetipos provenían del mundo interior neurótico en
el que las personas se habían criado. Se subordinaron así al 'Führer' en
un éxtasis casi místico y encontraron en él el papá grande y fuerte que
ellos mismos nunca habían tenido.
En la 'comunidad del pueblo ario'
encontraron su hogar y su comunidad, la nación era, en el simbolismo
místico nazi, el equivalente a la madre con la cual tenían una fijación
neurótica debido a la prohibición sexual.
La 'teoría de raza', la lucha
fanática contra la 'contaminación de la sangre' de este pueblo ario fue
lo que precipitó el miedo (pánico) a la impureza sexual y a la
'degeneración', que ya se escondía en ellos mismos como potencial
desconocido de violencia sádica (de la cual se intentaron limpiar,
paradójicamente, a través de la masacre de otras razas).
La superficie
moral y decorosa de la sociedad burguesa fue meramente el manto de
apariencia moral extendido sobre un trasfondo perverso y borboteante.
En tanto el mundo esté lleno de caracteres quebrados, de personas que
no puedan nunca desplegarse verdaderamente, las ideologías totalitarias
encontrarán siempre suelo fértil.
¿No muestra acaso el desarrollo del
Estado Islámico en Medio Oriente la urgencia de este hallazgo? ¿Qué dice
sobre la constitución interna de nuestras propias sociedades el hecho
de que miles de jóvenes de Europa se sumen a las unidades tácticas del
EI, un ejército que con su brutalidad, crucifixiones y violaciones en
masa ha convertido una gran parte de Medio Oriente en un régimen
terrorista?
Estas mismas estructuras las podemos encontrar
de forma incipiente, aunque también en varios niveles sutiles, en
nuestras sociedades 'libres democráticas' de hoy en día. En tanto que
las personas vivan en sistemas sociales que los obliguen a mentir y
adaptarse, existe siempre el peligro de brotes fascistas.
En tanto la
cohesión de una sociedad, comunidad o movimiento necesite la exclusión
de minorías o elegir chivos expiatorios, significa que estos son en el
fondo todavía fascistoides. Lo mismo cuando se ejerce violencia de
autoridad sobre personas indefensas y las masas sumisamente actúan como
espectadores pasivos. (...)
Ni reclamos políticos ni la indignación moral pueden vencer al fascismo
de forma estructural. No necesitamos voces de alerta, necesitamos una
nueva dirección para las fuerzas de alta corriente del alma humana, una
perspectiva para la disolución de la violencia interna latente. Die
Ärtze, una banda punk Alemana, dice: "Tu violencia es solo un grito
silencioso por amor, tus botas de batalla anhelan ternura... Porque le
tienes miedo a las caricias - eres un fascista." [x]
Y con ello encuentran un núcleo de verdad más profundo. ¿Se
arrastrarían realmente los muchachos jóvenes al EI o hubiesen devenido
nazis millones de alemanes si hubiesen tenido una perspectiva real en el
amor? Si queremos un mundo sin crueldad, entonces debemos alcanzar
formas de vida en las cuales ninguna persona deba compensar su anhelo de
amor, sexualidad, reconocimiento, aventura y comunidad - con violencia. (...)"
La matriz de miedo y violencia que ha dominado la Tierra durante varios
milenios debe ser completamente reemplazada por un nuevo modelo de
información de confianza y cooperación.
Para hacer posible este cambio
de sistema interior y exterior necesitamos modelos de futuro persuasivos
que examinen nuevas formas de vida y las realicen de forma ejemplar. El
cambio de modelo de violencia estructural a un modelo de participación y
confianza no es un asunto de terapia grupal, sino de un nuevo y
fundamental diseño de toda nuestra sociedad. (...)" (Martin Winiecki , Rebelión, 12/05/2015)
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