"Eduardo, para empezar, ¿por qué el Trabajo Garantizado (TG)?
Porque vivimos en sociedades en las
cuales hay mucha gente que quiere y puede trabajar, y al mismo tiempo
hay mucho trabajo por realizar para que todos y todas vivamos mejor y
mucho trabajo que ya se realiza pero que no es remunerado
(fundamentalmente el trabajo de cuidados que se lleva a cabo en los
hogares).
Se trata de lograr que toda persona que quiera trabajar pueda
hacerlo, al mismo tiempo que se satisfacen necesidades económicas,
sociales, ecológicas y culturales.
Sin embargo, ¿qué explica, en tu
opinión, que ante la prolongación en el tiempo de una cifra de paro tan
elevada en España, existan voces contrarias hacia el TG, cuando el
enfoque de esta propuesta es el de tratar de solucionar un desequilibrio
social gravísimo?
Las críticas son muy diversas y proceden
de personas con cosmovisiones muy diferentes. Aquellos que están muy
apegados a la teoría económica convencional suelen señalar que los
empleos públicos son ineficientes, costosos e inútiles.
Entre aquellos
que afortunadamente son más críticos y sí creen en las virtudes del
empleo público las críticas suelen referirse a la dificultad de crear de
forma adecuada tantos empleos públicos, a la imposibilidad de que haya
tanto trabajo por realizar o remunerar en nuestras sociedades, a la
dificultad de movilizar tantos recursos para financiar los puestos de
trabajo, etc.
¿Se ha aplicado esta política con éxito en algún otro país o territorio con anterioridad?
Nunca de una forma universal (es decir,
nunca un TG para todo el mundo), excepto en el caso de Suecia en los
años 70, aunque no fue exactamente un TG.
En Suecia se dieron cuenta de
que tenían una economía y una industria muy potente, y que a pesar de
eso no había tantos puestos de trabajo como para emplear a todas las
personas que querían trabajar, de forma que decidieron crear
directamente puestos de trabajo públicos en actividades de servicios
educativos, sanitarios, etc.
En Nueva Zelanda existe un TG enfocado a
los más jóvenes. En una región de India para los trabajadores del campo
durante seis meses al año. En Argentina existió para las cabezas de
hogar sin ingresos y con hijos a su cargo. Otras experiencias las
encontramos en Estados Unidos, Francia, Corea del Sur, Sudáfrica, etc.
Y en España, ¿cómo se
aplicaría?, ¿podrías explicarnos la viabilidad de esta propuesta en
términos económicos? Mejor dicho, ¿sería razonable aplicarla en términos
de un análisis coste-beneficio?
Los vecinos y vecinas de cada localidad
intervendrían en el diseño de los nuevos puestos de trabajo, ya sea a
título individual o colectivo en torno a asociaciones de vecinos,
organizaciones no gubernamentales, cooperativas, etc. Nadie mejor que
ellos y ellas para identificar los trabajos que habría que llevar a cabo
para mejorar las prestaciones económicas, sociales, ecológicas y
culturales.
Los resultados de todos los estudios realizados para estimar
el coste neto de un TG universal no superan el 4% del PIB, que es una
cantidad perfectamente asumible por cualquier economía (en España hemos
empleado ya más del 6% del PIB en rescatar a la banca, y los técnicos de
Hacienda nos dicen que cada año podríamos recaudar un 6,3% del PIB
adicional si realizásemos una reforma fiscal progresiva).
En términos de
análisis coste-beneficio (incluyendo el beneficio social, ecológico y
cultural y no sólo el económico) es evidente: mucho mejor tener a
personas trabajando en actividades útiles y necesarias para nuestras
localidades y ecosistemas que tenerlas inactivas.
Se sobreentiende que con una
implementación integral de esta propuesta se podría solucionar, al menos
de manera parcial, el problema del desempleo, pero, ¿por completo?, y,
muy importante también, ¿en el corto plazo?
Por supuesto que sí. Ése es el objetivo
del TG: el pleno empleo. Lo que ocurre es que en una economía como la
española, que tiene un problema de desempleo grave y estructural, no
basta sólo con aplicar esta medida, sino que también es necesario
realizar una transición del modelo productivo y energético para generar
empleo también en el sector privado y de calidad, así como fortalecer y
ampliar las plantillas de empleados públicos convencionales (educadores,
sanitarios, jueces, etc).
El TG viene a emplear a todas aquellas
personas que se quedan fuera a pesar de las reformas mencionadas. Por
eso no es posible llegar al pleno empleo a corto plazo, al menos no en
una economía como la española. De todas formas, en muy poco tiempo sí se
puede avanzar bastante en la lucha contra el desempleo. Por ejemplo, en
nuestra propuesta contamos con la generación de 1 millón de puestos de
TG en tan sólo un año.
Por cierto, ¿el trabajo
garantizado sería compatible con una jornada legal del trabajo de 35
horas semanales como han propuesto otras formaciones?
Perfectamente. De hecho en nuestra
propuesta recogemos la jornada de 35 horas semanales. Una medida que,
por cierto, lleva muchos años defendiendo Izquierda Unida. (...)
Para terminar, Eduardo, y
aprovechando que eres parte de uno de los segmentos de la población
española que más dificultades atraviesa, ¿qué autocrítica crees que
podrían realizar los jóvenes en torno de sí mismos?
Los problemas no se arreglan solos. La
crisis no es una situación pasajera que se irá como si fuese una
tormenta. Se irá cuando la echemos. Por eso nosotros, jóvenes y no tan
jóvenes, debemos organizarnos para luchar por nuestros derechos, para
lograr una economía al servicio de la gente, y no al revés.
Tenemos la
necesidad y obligación moral de arremangarnos y combatir desde cada una
de nuestras posiciones las injusticias que atentan contra nosotros y el
resto de colectivos. En la historia nada se ha conseguido permaneciendo
de brazos cruzados." (Entrevista a Eduardo Garzón, El Captor, 18/05/2015)
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