"(...)¿Por qué la globalización ha pasado a vivirse desde la euforia al escepticismo?
Creo que, en parte, la razón está en que la globalización se
promocionó, vendió demasiado. Obviamente hay gente que se ha beneficiado
y se sigue beneficiando. Esa gente trató de convencer al resto de que
todo el mundo saldría beneficiado.
No sé si creían realmente lo que
decían. Si lo creían era porque no lo habían pensado con detenimiento.
Esa gente beneficiada con el proceso de globalización se emocionó tanto
con el tema que hablaba como si hubiese llegado la panacea que iba a
solucionar los problemas de la humanidad.
Y no va por ahí.
No. Cuando se vio que había gente a la que la globalización
perjudicaba mucho se produjo un vacío entre lo que se prometía y la
realidad. También es cierto que ese vacío se ha producido porque la
globalización no se ha gestionado adecuadamente. Ha tenido que afrontar
más problemas de los que realmente hubiesen sido necesarios.
¿Por qué?
Porque las grandes potencias han utilizado su poder político y
económico para configurar la globalización de forma que ellas ganen y
los países pobres salgan más empobrecidos.
¿Se descubre ahora la limitación del fundamentalismo del mercado?
Es cierto que ese pensamiento se puede aplicar cada vez a menos gente
pero, lamentablemente, siguen habiendo muchas personas que continúan
siendo fundamentalistas del mercado. Por ejemplo, el presidente Bush
habla de mercados libres pero obviamente sus políticas reales no
reflejan ese libre mercado ya que ha multiplicado por dos los subsidios a
los productos agrícolas y ha dado todo tipo de privilegios a las
empresas. No estamos hablando en la práctica de un mercado libre pero él
lo hace como si fuera un fundamentalista del libre mercado. (...)
La globalización defiende la apertura de fronteras al
comercio, la industria y las finanzas pero no a las personas. Estados
Unidos crea el marco para el libre comercio con México pero construye un
muro para impedir el paso de inmigrantes….
La cosa es mucho peor de lo que usted plantea.
Parece difícil.
Ya. El llamado tratado NAFTA no es un acuerdo siquiera en bienes y
servicios. Si fuera un acuerdo de libre comercio tres páginas hubiesen
bastado para plasmarlo. Pero estamos hablando de miles de páginas. Fue
un acuerdo concebido para que México abriese sus mercados pero no para
que Estados Unidos, a la recíproca, hiciese lo mismo. México obtiene
nuestro capital pero nosotros no aceptamos su mano de obra.
Hay grandes
asimetrías en el acuerdo y por eso no ha logrado cumplir las
expectativas que se crearon al firmarlo. La gente pensó que se
reducirían las diferencias socioeconómicas entre Estados Unidos y México
y los datos demuestran que en los diez primeros años de la aplicación
del tratado las diferencias entre ambos países han aumentado.
¿Leyó El jardinero fiel, la novela de Le Carré sobre el poder de la industria farmacéutica?
Vi la película.
¿Y…?
Es evidente que las empresas farmacéuticas quieren utilizar la
globalización y la Organización Mundial de Comercio -OMC- en su propio
beneficio, restringiendo el acceso a medicamentos genéricos.
¿Lo consiguen?
En gran medida sí. En 1994 se firmó un acuerdo en la OMC que incluía
una serie de elementos de flexibilidad y eso venía a significar que los
países en vías de desarrollo podían emitir licencias obligatorias para
poder fabricar sus propios genéricos.
A mi me parece claro que las
empresas farmacéuticas firmaron ese acuerdo porque pensaban que a los
países pobres les iba a resultar muy difícil fabricar sus propios
genéricos. Fue un cálculo acertado que sólo les ha fallado en Brasil,
con capacidad para tener su propia industria de fármacos genéricos. (...)
Usted reivindica la urgente necesidad de democratizar la globalización. ¿Cómo?
Una de las razones por las que he escrito este libro es por creer que
la única razón por la que los políticos se decidirán a hacer algo en
ese sentido será cuando los ciudadanos empiecen a preocuparse por estas
cuestiones, ya que la globalización afecta a todos los habitantes del
planeta, en todos los países, aunque a menudo la gente no es consciente
de ello.
Piensa que son temas menores que están fuera de su alcance, no
comprende que la globalización puede tomar otra forma. Si la opinión
pública se sensibiliza sobre el tema de la pobreza en los países en vías
de desarrollo, en la carga que para esos países representa la deuda
externa, en el derecho que tienen esos países a conseguir fármacos
baratos que palien sus enfermedades, los políticos de países
desarrollados se sensibilizarán porque serán conscientes de que los
votos irán a los partidos que apoyen las reformas. Algo de eso está
pasando ya en el Reino Unido.
Si fuese presidente de un país subdesarrollado ¿pagaría la deuda externa?
Depende de la fuente de la deuda. Si el préstamo se lo hubiesen
concedido a mi antecesor, un dictador corrupto, no pagaría la deuda.
Diría: “El problema es del prestamista. Tendría que haberse dado cuenta
de que la persona a la que le daba dinero no era idónea para recibirlo”.
Si la organización que ha dado el dinero ha asesorado al político
honesto que lo recibe sobre como invertirlo y el resultado de las
inversiones es un fracaso resulta difícil decidir sobre quién recae la
responsabilidad.
Uno de los problemas de la deuda externa es que los
funcionarios que dan los préstamos son ajenos a los países que los
reciben y no se responsabilizan de cómo se gestionan los créditos. La
falta de responsabilidad hace que tampoco tengan ningún incentivo para
controlar que se hace con el préstamo.
¿Qué solución propone?
Que se vaya a una reforma del sistema de préstamos en el sentido de
decir “si hay dificultades para pagar la deuda, examinemos de donde
viene el problema”. Eso significaría que las entidades crediticias
estarían menos dispuestas a dar dinero a líderes corruptos y
controlarían mejor la gestión del dinero. La síntesis de ambas cosas
debilitaría a los corruptos, potenciaría la democracia y se gestionarían
mejor los préstamos.
Cuenta usted lo que le impresionó en un viaje por un país del
Este ver morir por falta de oxigeno a la hija de un amigo. Los
funcionarios del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial
¿tienen sensibilidad ante el hambre y el dolor de la gente sometida a
rígidos programas económicos a cambio de préstamos que se transforman en
la deuda externa que les impide mejorar sus niveles de vida?
¿Sensibilidad? (larga meditación mesándose la barba) No la
suficiente. Mire: cuando alguien tira bombas desde diez mil metros de
altura lo hace a través de un ordenador. No ve a la gente que sufre el
bombardeo. El que lanza las bombas está totalmente desconectado del
horror y del dolor que sus bombas provocan.
Es como si jugara a
marcianitos. En gran medida y muy a menudo los economistas ven a la
gente a través de las estadísticas: “Esto es lo que va a pasar con la
tasa de desempleo, esto pasará con la inflación…” No piensan en la gente
que al aplicarse una serie de medidas se quedará sin trabajo, ni en lo
que le pasará a sus familias, ni en lo que ocurrirá con escuelas o
hospitales si se toman medidas drásticas para reducir el déficit
presupuestario.
Todo se reduce a cifras macroeconómicas. No se
introducen valoraciones sobre el costo humano. Ese es el motivo por el
cual, en ocasiones, las decisiones adoptadas por los economistas de las
organizaciones internacionales son como son.
No ven morir a la chica…
Exactamente. No se valoran las consecuencias que tienen en el tejido social la aplicación de recetas económicas.
Y al fondo, la corrupción.
Todo sobornado tiene un sobornador. El sobornado quizás sea ciudadano
de un país en vías de desarrollo pero el sobornador trabaja, muy a
menudo, en una corporación multinacional que tiene mucho dinero y cuando
se tiene mucho dinero es fácil sobornar al que tiene muy poco.
¿Por qué se soborna?
Para aumentar los beneficios. Si puede sacar petróleo un diez por
ciento más barato pagando un millón de dólares a los funcionarios
corruptos de un gobierno aumentarán los beneficios de mi empresa. Es
importante explicar que hay muchas empresas que no piensan de ese modo,
que quieren actuar de forma correcta, sin sobornar, con transparencia.
Lamentablemente han de competir con las empresas que sobornan y en el
choque de las dos culturas empresariales las honestas salen
perjudicadas. Por eso es necesaria una legislación que dificulte el
soborno y la corrupción. Se llegó a un acuerdo a nivel internacional
para levantar las cuentas bancarias secretas que facilitan la corrupción
pero en agosto del 2002 la administración Bush vetó ese acuerdo.
¿Cuando descubrió usted que hay una frontera entre la estadística y la vida?
Siempre la he tenido muy presente pero a lo largo de los años ese
dilema fronterizo lo he vivido de forma más personal. El viajar mucho
por los países en vías de desarrollo me ha permitido comprender de
primera mano que tener fármacos genéricos no es para ellos un litigio de
patentes sino cuestión de vida o muerte. Viajas por esos países y el
dolor, la angustia, la desesperanza la ves reflejada en rostros con
nombres y apellidos. Y eso te marca. (...)"
(ENTREVISTA A Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía , La Lamentable, 29/05/2015)
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