"(...) La visión de que el desempleo se debe a
la introducción de nuevas tecnologías es profundamente errónea. Esta
teoría de que los avances tecnológicos eliminarán todos los puestos de
trabajo carece de credibilidad.
Pero, por desgracia, fue, en parte, esta
teoría la que generó las propuestas de que, a la luz de la
imposibilidad de ofrecer empleo a toda la población que lo desea, se
tenía que garantizar un mínimo de ingresos a todos los ciudadanos,
independientemente de que trabaran o no. En realidad, las primeras voces
que hicieron tales propuestas procedían del pensamiento liberal, como
por ejemplo Friedman.
La socialdemocracia (cuando era
socialdemocracia antes de que se convirtiera al liberalismo), sin
embargo, nunca aceptó tal propuesta. Todo lo contrario, enfatizó la
necesidad de crear empleo, y buen empleo, desarrollando políticas de
pleno empleo que han sido altamente exitosas, como lo muestra el bajo
desempleo y la baja pobreza en la mayoría de países escandinavos, donde
la socialdemocracia ha gobernado durante más tiempo.
El supuesto que
guía tal propuesta es la creencia de que siempre se puede crear empleo
para cubrir las enormes necesidades humanas que existen en cualquier
sociedad.
No es por casualidad que sean estos países los que tienen
mejores indicadores de calidad de vida y que hayan sido, a su vez,
gobernados por mayor número de años por partidos comprometidos con el
objetivo de establecer el socialismo.
En esta tradición, el socialismo
no es un proceso que ocurre el año A, día D y hora H (siguiendo la toma
del Palacio de Invierno), sino que se construye o destruye en cada
momento según las políticas públicas que se lleven a cabo. Cada vez que
se aplica una política pública que tiene como objetivo satisfacer las
necesidades humanas, siendo estas financiadas con fondos adquiridos con
políticas progresivas y redistributivas (según el principio básico del
socialismo “a cada uno según su necesidad, y de cada uno según su
habilidad”), se está construyendo el socialismo (sea cual sea el partido
que lo aplique). Y las necesidades humanas son inmensas.
Decir que no
habrá trabajo es asumir que todas las necesidades humanas estarán
satisfechas, lo que es imposible de alcanzar, pues en cada periodo de
desarrollo humano hay una redefinición de tales necesidades. De ahí que
debería enfatizarse la necesidad de incentivar y crear trabajo en las
áreas hoy tan poco extendidas de servir a la población.
El debate Renta Garantizada o puestos de trabajo debería sustituirse por propuestas que incluyan a ambas
Una alternativa a esta vía ha sido la de
dar dinero al ciudadano para que él o ella compren los servicios que
necesiten. De ahí que una versión de renta ciudadana en EEUU proceda de
la tradición ultraliberal. Fue el gran ideólogo liberal, Friedman, el
primero que propuso la renta individual universal. Pero debería ser
obvio que ello es dramáticamente insuficiente para atender las
necesidades humanas.
De esta observación no se deriva (como
maliciosamente se interpretará lo que digo por parte de algunos
defensores de la renta universal) que los programas de rentas no sean
necesarios. Todo lo contrario. Muchas de estas políticas (como la de
rentas garantizadas) son necesarias, pero no pueden ser sustitutivas de
las medidas citadas anteriormente, es decir, de la necesidad de
incentivar y crear trabajo, y buen trabajo socialmente útil.
En
realidad, en la tradición socialdemócrata (la más eficaz que existe para
reducir la pobreza) aquel que no puede trabajar recibe una cantidad que
intenta alcanzar un nivel semejante al que adquiriría trabajando. Y es
ahí donde creo que los programas de renta garantizada deberían
orientarse.
¿Cómo se pagaría todo esto?
Es característico que, al llegar a este
punto, voces bien o mal intencionadas, pregunten ¿y cómo se paga todo
esto? Por regla general, el que hace tal pregunta, señala que el coste
de dichas medidas puede alcanzar varios puntos del PIB. Creo que estos
cálculos son necesarios.
Pero el punto que las fuerzas progresistas
deben remarcar es que España tiene los recursos suficientes para
alcanzar los niveles de calidad de vida y bienestar que existen en otros
países que gozan de mejores indicadores que España. Los números están
ahí para el que quiera verlos.
Ya antes de la crisis, si España se
hubiera gastado en las transferencias y servicios públicos del Estado
del Bienestar lo que debía gastarse por su nivel de riqueza, hubiera
tenido casi 70.000 millones de euros más cada año. España se ha gastado
casi 100.000 millones en rescatar un sector bancario que –como he
indicado anteriormente- está claramente hipertrofiado y cuyo tamaño es a
todas luces innecesario.
El argumento de que España no tiene fondos
carece de credibilidad. Y hay que llevar la lucha política a este nivel
de cuestionar las prioridades del Estado español, poco influenciado por
las clases populares. ¿Por qué el Presidente Zapatero congeló las
pensiones públicas para conseguir 1.200 millones de euros, en lugar de
mantener el impuesto de patrimonio?
¿Por qué el Presidente Rajoy recortó
6.000 millones de euros de la sanidad pública en lugar de revertir la
bajada del impuesto de sociedades a las empresas que facturan más de 150
millones de euros al año (y que representan el 0,12% de todas las
empresas)? (ver Hay alternativas.
Propuestas para crear empleo y
bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo). Y ahí
está la gran urgencia de centrar el debate en este punto. Uno de los
elementos más importantes de las demandas del movimiento 15-M fue
precisamente exigir cambios (“no nos representan”) en el sistema mal
llamado democrático para hacerlo auténticamente representativo, a fin de
cambiar profundamente las prioridades de tal Estado, consecuencia de
una participación ciudadana a través no solo de fórums representativos,
sino también de democracia directa, exigiendo el derecho a decidir en
todo.
Fue un motivo de gran satisfacción que en algunas de las primeras
manifestaciones del movimiento 15-M se mostrara aquel libro, como
señalando que sí que se podían hacer tales cambios. Es imperativo que,
por el bien del país, se hagan pronto. El 20 de diciembre debería ser un
paso en esta dirección."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 5 de noviembre de 2015, en www.vnavarro.org, 05/11/15)
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