11/11/15

Siempre se puede crear empleo para cubrir las enormes necesidades humanas que existen en cualquier sociedad

"(...) La visión de que el desempleo se debe a la introducción de nuevas tecnologías es profundamente errónea. Esta teoría de que los avances tecnológicos eliminarán todos los puestos de trabajo carece de credibilidad. 

Pero, por desgracia, fue, en parte, esta teoría la que generó las propuestas de que, a la luz de la imposibilidad de ofrecer empleo a toda la población que lo desea, se tenía que garantizar un mínimo de ingresos a todos los ciudadanos, independientemente de que trabaran o no. En realidad, las primeras voces que hicieron tales propuestas procedían del pensamiento liberal, como por ejemplo Friedman. 

La socialdemocracia (cuando era socialdemocracia antes de que se convirtiera al liberalismo), sin embargo, nunca aceptó tal propuesta. Todo lo contrario, enfatizó la necesidad de crear empleo, y buen empleo, desarrollando políticas de pleno empleo que han sido altamente exitosas, como lo muestra el bajo desempleo y la baja pobreza en la mayoría de países escandinavos, donde la socialdemocracia ha gobernado durante más tiempo.

 El supuesto que guía tal propuesta es la creencia de que siempre se puede crear empleo para cubrir las enormes necesidades humanas que existen en cualquier sociedad. 

No es por casualidad que sean estos países los que tienen mejores indicadores de calidad de vida y que hayan sido, a su vez, gobernados por mayor número de años por partidos comprometidos con el objetivo de establecer el socialismo. 

En esta tradición, el socialismo no es un proceso que ocurre el año A, día D y hora H (siguiendo la toma del Palacio de Invierno), sino que se construye o destruye en cada momento según las políticas públicas que se lleven a cabo. Cada vez que se aplica una política pública que tiene como objetivo satisfacer las necesidades humanas, siendo estas financiadas con fondos adquiridos con políticas progresivas y redistributivas (según el principio básico del socialismo “a cada uno según su necesidad, y de cada uno según su habilidad”), se está construyendo el socialismo (sea cual sea el partido que lo aplique). Y las necesidades humanas son inmensas. 

Decir que no habrá trabajo es asumir que todas las necesidades humanas estarán satisfechas, lo que es imposible de alcanzar, pues en cada periodo de desarrollo humano hay una redefinición de tales necesidades. De ahí que debería enfatizarse la necesidad de incentivar y crear trabajo en las áreas hoy tan poco extendidas de servir a la población.

El debate Renta Garantizada o puestos de trabajo debería sustituirse por propuestas que incluyan a ambas

Una alternativa a esta vía ha sido la de dar dinero al ciudadano para que él o ella compren los servicios que necesiten. De ahí que una versión de renta ciudadana en EEUU proceda de la tradición ultraliberal. Fue el gran ideólogo liberal, Friedman, el primero que propuso la renta individual universal. Pero debería ser obvio que ello es dramáticamente insuficiente para atender las necesidades humanas. 

De esta observación no se deriva (como maliciosamente se interpretará lo que digo por parte de algunos defensores de la renta universal) que los programas de rentas no sean necesarios. Todo lo contrario. Muchas de estas políticas (como la de rentas garantizadas) son necesarias, pero no pueden ser sustitutivas de las medidas citadas anteriormente, es decir, de la necesidad de incentivar y crear trabajo, y buen trabajo socialmente útil. 

En realidad, en la tradición socialdemócrata (la más eficaz que existe para reducir la pobreza) aquel que no puede trabajar recibe una cantidad que intenta alcanzar un nivel semejante al que adquiriría trabajando. Y es ahí donde creo que los programas de renta garantizada deberían orientarse.

¿Cómo se pagaría todo esto?

Es característico que, al llegar a este punto, voces bien o mal intencionadas, pregunten ¿y cómo se paga todo esto? Por regla general, el que hace tal pregunta, señala que el coste de dichas medidas puede alcanzar varios puntos del PIB. Creo que estos cálculos son necesarios. 

Pero el punto que las fuerzas progresistas deben remarcar es que España tiene los recursos suficientes para alcanzar los niveles de calidad de vida y bienestar que existen en otros países que gozan de mejores indicadores que España. Los números están ahí para el que quiera verlos.

 Ya antes de la crisis, si España se hubiera gastado en las transferencias y servicios públicos del Estado del Bienestar lo que debía gastarse por su nivel de riqueza, hubiera tenido casi 70.000 millones de euros más cada año. España se ha gastado casi 100.000 millones en rescatar un sector bancario que –como he indicado anteriormente- está claramente hipertrofiado y cuyo tamaño es a todas luces innecesario.

 El argumento de que España no tiene fondos carece de credibilidad. Y hay que llevar la lucha política a este nivel de cuestionar las prioridades del Estado español, poco influenciado por las clases populares. ¿Por qué el Presidente Zapatero congeló las pensiones públicas para conseguir 1.200 millones de euros, en lugar de mantener el impuesto de patrimonio?

 ¿Por qué el Presidente Rajoy recortó 6.000 millones de euros de la sanidad pública en lugar de revertir la bajada del impuesto de sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (y que representan el 0,12% de todas las empresas)? (ver Hay alternativas. 

Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo). Y ahí está la gran urgencia de centrar el debate en este punto. Uno de los elementos más importantes de las demandas del movimiento 15-M fue precisamente exigir cambios (“no nos representan”) en el sistema mal llamado democrático para hacerlo auténticamente representativo, a fin de cambiar profundamente las prioridades de tal Estado, consecuencia de una participación ciudadana a través no solo de fórums representativos, sino también de democracia directa, exigiendo el derecho a decidir en todo. 

Fue un motivo de gran satisfacción que en algunas de las primeras manifestaciones del movimiento 15-M se mostrara aquel libro, como señalando que sí que se podían hacer tales cambios. Es imperativo que, por el bien del país, se hagan pronto. El 20 de diciembre debería ser un paso en esta dirección."

 (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 5 de noviembre de 2015, en www.vnavarro.org, 05/11/15)

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