"Filósofo e historiador del postcolonialismo, el camerunés Achille Mbembe
(1957) dedicó su primer libro a la figura de Ruben Um Nyobe, un héroe
de la independencia de su país que fue asesinado en 1958. Formado
académicamente en París, residente desde hace quince años en Sudáfrica y
con experiencia docente en Estados Unidos, Mbembe se ha dedicado
también a la comprensión del fenómeno religioso.
A partir del año 2000
comenzó a centrarse en la crítica del poder postcolonial y en la
comprensión de la dinámica de raza con su libro Crítica de la razón negra, que Gedisa acaba de publicar en español. Su último libro Politiques de l´inimitié se está presentando ahora en París (La Découverte) (...)
“COLONIZAR ES UN PELIGRO PARA LA DEMOCRACIA”
P-Dice usted que “Francia descolonizó sin autodescolonizarse”.
R- Quiere decir que Francia otorgó la independencia formal y jurídica
a sus colonias pero que mantuvo, en su manera de actuar y de percibir
el mundo externo, la estructura cultural heredera de su pasado colonial.
Hizo como si la relación colonial fuera algo que concernía a los
colonizados entre ellos, ignorando que ella era parte integrante de esa
relación…
P- ¿Cómo una enfermedad que deja cicatrices en el propio cuerpo del colonizador?
R- Exacto, es una enfermedad que ataca a los dos sujetos. Por eso no
se puede descolonizar sin someterse uno mismo a un proceso de cura. Le
daré un ejemplo: en la guerra de liberación de Argelia la tortura era
una institución generalizada, con gente dedicada a ella. A fuerza de
torturar esa gente brutalizaba en casa su relación con la mujer y los
hijos.
Esa transformación violenta respecto a sus propios familiares
merecía ser tratada por un psiquiatra. Es una realidad que encontramos,
por ejemplo, en los textos de Franz Fanon y que puede extenderse a los
cambios jurídicos, simbólicos y culturales de un Estado.
P- …Consecuencias degradantes para la democracia…
R- Sí. Colonizar a alguien es un peligro para la democracia del
colonizador. En Francia hubo que evitar que los generales que hacían la
guerra sucia en Argelia tomaran el poder en la metrópoli. Tocqueville ya
dijo que había que evitar que la gente que hace ese tipo de cosas en
las colonias se pongan al frente de la nación, porque traerían toda esa
suciedad a casa.
El problema es que establecer ese cordón sanitario es
imposible. Lo vemos con esas guerras de ocupación en Oriente Medio, sus
bombardeos y sus Guantánamos…
P- Usted dice también, “creo que los africanos que buscan reinventar su futuro ganarían si olvidaran a Francia”.
R- Lo creo porque Francia ya no parece estar en posición de inventar
nuevas ideas que permitan al mundo, y a África en concreto, cambiar a
mejor, como fue el caso en el pasado…
“UN LAICISMO QUE ESTIGMATIZA A DESFAVORECIDOS”
P- ¿Ya no hay ninguna referencia ejemplar a extraer de Francia?
R- Hay una memoria intelectual que forma parte de la memoria
universal del mundo y que es útil preservar, pero en términos de futuro
no veo gran cosa…
P- Como dice con sorna Shlomo Sand (La fin de l´intellectuel français?); “de Zola a Houellebecq…”
R- Exacto, ¿qué quiere que haga con Houellebecq, Zemmour,
Finkielkraut, Marine Le Pen o Sarkozy? ¿Para qué le sirven a un
africano? Una inmersión narcisista en la que el país se muerde su propia
cola…
P- ¿Cómo ve usted esa crítica agresiva al Islam que hay en Francia hoy?
R-La crítica de la religión es necesaria, forma parte de nuestra
tradición crítica surgida de la Ilustración. La cosa se complica cuando
no se trata de una crítica de la religión sino de una forma encubierta
de estigmatización de un segmento, desfavorecido y surgido de la
colonización, de la población francesa.
P-¿Cómo separar esa crítica necesaria de lo religioso de los
elementos racistas que se cuelan en nombre del laicismo republicano?
R- Ahí está la dificultad. Los elemento, digamos, sucios,
que encontramos incluso en la crítica feminista del Islam, es decir;
posturas que en su origen estaban enfocadas a la liberación y en las que
el arma de la emancipación se transforma en instrumento de sumisión y
estigmatización…
P- ¿Qué hacer?
R- No lo se. Los tiempos son bastante oscuros. En cualquier caso, el racismo no conduce a la emancipación.
P- ¿Cómo interpreta usted el intento del gobierno socialista
francés de retirar la nacionalidad a binacionales convictos de
terrorismo, es decir a hijos de emigrantes, que pretendía introducir una
diferenciación legal entre categorías y calidades de franceses…?
R- Cayeron en la trampa. Es sorprendente que una administración
socialista se metiera en eso. No se si la derecha se habría atrevido…
Estamos entrando en un ambiente de apostasía y herejías, un poco como en
la guerra de religiones.
P- En ese ambiente se puede hablar de terrorismo haciendo
constantes referencias al Islam, pero no a la política exterior
belicista que ha eliminado a más de un millón de personas y destruido
sociedades enteras en la región de la que parte ese terrorismo, ni de la
alianza histórica de las grandes potencias occidentales con los
regímenes más integristas y oscurantistas de la región…
R- Se sabe que no se puede brutalizar continuamente a la población en
el exterior sin que en un momento dado todo eso se vuelva contra ti,
sin que ello signifique justificar nada. En el fondo estamos ante dos
modos de nihilismo; uno técnico digital que actúa con drones y alta
tecnología militar, y otro que procede por decapitación y armas
primitivas.
“LAS ELITES AFRICANAS SON UN PRODUCTO COLONIAL”
P-Cincuenta años después de las independencias africanas,
casi todo lo que era actual entonces, lo sigue siendo ahora ¿Cuál sería
la responsabilidad de las élites africanas en este balance?
P- Enorme. La mayor parte de esas elites es de origen colonial. Lo
que ocurrió desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando comienzan a
aparecer las demandas de independencia. Las élites coloniales se
reprodujeron al mismo día siguiente de la descolonización y a partir de
los años 70 y 80 lograron transnacionalizarse, es decir que sus
intereses hoy ya no están limitados a sus respectivos países.
Sus
capitales están colocados en bancos extranjeros, cuando quieren tratarse
acuden a hospitales suizos, franceses o americanos y sus hijos son
educados en universidades extranjeras. Sus alianzas más sólidas, en
materia militar o de servicios de información, son con potencias
extranjeras.
Esa es la transnacionalización de las elites de origen
colonial que se reproducen y perpetúan en el poder. Tratan a sus países
como si estuvieran ocupados por potencias extranjeras. Todo está
organizado de tal forma que su relación sea como la del soberano con sus
súbditos. Eso es lo que les permite acumular poder y riqueza y les da
estatus simbólico.
P-¿Qué papel juega la Françafrique en este contexto?
R-Es como la escuela que educa a las elites africanas para que actúen
de la forma que acabo de describir. Es la estructura de
convivencialidad que permite a esas elites, socializarse, conocerse,
tejer la red de sus intereses y garantizar que el sistema puesto en
marcha después de la independencia se mantenga como está, con el
comercio, las relaciones militares -muchos miembros de esas elites
tienen pasaporte francés. Una estructura de complicidad mutua.
P- Hasta veteranos del antiimperialismo como Samir Amin han
expresado cierta comprensión con la intervención militar francesa en
Mali…
R- Es natural. Si África dispusiera de su propia capacidad militar de
intervenir allí donde la paz está amenazada y las vidas en peligro, no
habría cuestión. Lo ideal sería que África dispusiera de su propia
fuerza. Mientras no disponga de ella, estas cosas continuarán; Francia
intervendrá, Estados Unidos, etc, y la alternativa será siempre entre
mal y peor. Hace poco hubo un ataque terrorista en Costa de Marfil, en
la playa, como no había medios se llamó a las tropas francesas para
impedir una repetición…
“LOS NEGROS DE EE.UU HAN PASADO DE LA PLANTACIÓN A LA CÁRCEL”
P- Usted vive en África del Sur, tiene una formación
intelectual francófona y una sólida experiencia docente en universidades
americanas, ¿Dónde es peor la situación de racismo, en Europa o en
Estados Unidos?
R- Si se lo pregunta a alguien como (el escritor afroamericano) Na-Tehisi-Coates (The Beautiful Struggle) le dirá que es peor en Estados Unidos. Hay una cierta intelligentsia
afro-americana que piensa que es peor en Estados Unidos y que Francia
ha sido un país de acogida para los negros americanos.
Creo que en el
fondo es un mito que se ha inflado. Para una parte de los negros
franceses que descubren América, es mejor ser negro en Estados Unidos en
el plano de la movilidad, el reconocimiento profesional, etc. En el
sentido de que muchos negros universitarios franceses que no encuentran
trabajo en Francia, lo encuentran en Estados Unidos.
Creo que hay algo
real pero también que hay algo de mito. Porque las políticas son
distintas; en Estados Unidos se reconoce el hecho del racismo y la
necesidad de actuar contra él, mientras que aquí, apenas se reconoce. Se
funciona a partir de un principio republicano, que es más un proyecto
declarativo que una realidad, que es ciego a la diferencia y las
discriminaciones en la vida cotidiana a las que están sometidos aquellos
que no son reconocidos por completo como nuestros semejantes.
Desde ese
punto de vista hay un enorme problema que lleva a muchos negros a
preferir los Estados Unidos, donde la situación es compleja. Allí no hay
una semana sin que un policía dispare contra un negro sin que eso
comporte ningún castigo. Hay una impunidad general: ningún policía que
haya asesinado a un negro ha sido juzgado.
La pena de muerte es
administrada por la policía directamente sin pasar por la justicia. El
40% de la población carcelaria es negra, cuando los negros representan
entre el 10% y el 12% de la población total. ¡Un 40% que ha pasado de la
plantación a la cárcel, siendo la prisión un espacio, privatizado, de
explotación económica!
Hay un sistema demoniaco que tiene por objetivo a
un grupo de la población minoritario y fragilizado al que se excluye en
nombre de su raza. Hasta ahora eso era impensable en Francia. Respecto
al futuro es difícil hacer previsiones porque se está importando y
produciendo toda esta legislación de excepción por el terrorismo que ya
veremos adonde nos lleva…
“LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS AFROAMERICANOS HA SIDO EXTRAORDINARIA”
P- ¿Qué le ha aportado intelectualmente su contacto con el medio afroamericano de Estados Unidos?
R- Mucho. En el Camerún en el que crecí las cuestiones de raza no
pintaban nada. Era un país negro independiente con algunos blancos…
Nadie se preocupaba de eso. En Francia, igualmente, a principios de los
ochenta, el racismo no era algo de lo que se hablara mucho. Es verdad
que a mediados de la década comenzó el movimiento “Touche pas à mon pote”,
pero era bastante lúdico.
En Estados Unidos, cuando llego a mediados de
los noventa, es donde encuentro la problemática del racismo y donde
descubro una enorme parte de la historia del mundo de la que no era
consciente. Hay algo extraordinario en la historia de los
afroamericanos: millones de personas durante cuatro siglos, no uno,
cuatro, fueron sometidos a condiciones de la máxima expropiación.
Su
mundo es arrasado, la memoria no existe, la familia destruida, los niños
y las mujeres son vendidos al por mayor, un trabajo infernal no
remunerado, ningún acceso a la educación, segregación total….
Cuatrocientos años.
Y al mismo tiempo, una comunidad que por la
resistencia consigue mantenerse, reconstruir una cultura y unos gestos a
partir de la nada que se hacen universales; todo el mundo conoce el
jazz, la cultura urbana juvenil viene determinada por la música
afroamericana, toda una serie de deportes globales, una producción
literaria absolutamente fantástica… así que yo descubrí todo eso y me di
cuenta de que hay algo extraordinario en la cultura de los
afroamericanos. Aprendí mucho de eso, de sus personalidades e
intelectuales, de sus mujeres, todo eso me da mucha energía.
P- Una de las claves de las buenas relaciones que había, por
ejemplo en el Uzbekistán soviético entre la población europea y los
nativos del Asia Central, era la escasa distancia existente entre la
condición del campesino ruso y el uzbeco. No había espacio para esa
mirada altiva y distante del francés pied noir, aunque fuera pobre, y el argelino, o el británico y el indio….
R- Sí, esa distancia es fundamental. Se puede decir algo parecido
sobre el colonialismo portugués, un colonialismo antiguo del XVI y XVII
que comenzó bien antes de la del XIX de Francia e Inglaterra y que tenía
una dimensión de convivencialidad que facilitó el mestizaje porque la
distancia entre el colonizador portugués y el colonizado era reducida.
Mozambique está lleno de regresados; hay 4000 en Maputo y en los últimos
años, al calor de las dificultades económicas en Europa a Angola han
llegado 18.000 portugueses…
Hay una relación más convivencial que no
puede menospreciarse y que produce efectos diferentes. En el comienzo
del racismo, a finales del XVII y principios del XVIII, en Estados
Unidos no había distancia entre los negros y los blancos pobres, los
“pequeños blancos”. Vivían juntos, se casaban…
Hubo que producir esa
distancia y la manera fue hacer comprender al “pequeño blanco” que era
peligroso mezclarse con las otras clases subalternas. El gran miedo de
los hacendados era que los pequeños blancos y los negros se unieran en
una revuelta de pobres. Así que la legislación, el sistema de castigos y
privilegios, se comenzó a aplicar con criterios raciales.
“LA DESTRUCCIÓN DE LIBIA HA POTENCIADO A BOKO HARAM”
P- ¿Hay algo alternativo y beneficioso para África
en la llegada de nuevos actores inversores, chinos, indios, que en su
historia conocieron el colonialismo de forma muy cruda?
R- Es asunto de África el crear las condiciones para que esa llegada
no sea simplemente la repetición de lo que conoció con Europa. Podría
ser beneficioso si a nivel continental África se dotara de los medios
para que así lo fuera. Que no aproveche como una nueva fuente de rentas y
depredación a esas elites de las que hemos hablado.
Para ello el
objetivo debería ser que África se transformara en un amplio espacio de
circulación sin fronteras internas. Mientras Europa levanta muros,
nosotros deberíamos abrirnos, incluso a la implantación de poblaciones
foráneas.
P- En ese contexto, cómo valora la eliminación de Gadafi, con sus ideas panafricanistas?
R- Ha creado un desorden terrible en África. La estabilidad del
Estado libio ha saltado por los aires. Hoy es un país de milicias que
propicia la propagación de todo tipo de violencias incontroladas. Desde
el punto de vista de los intereses occidentales no ha sido positivo.
El
segundo aspecto es que con la eliminación de Gadafi comenzaron los pogroms
de negros en Libia, algo de lo que nadie habla: ha habido masacres de
negros, incluidos negros libios. Tercer aspecto: la destrucción de Libia
ha potenciado la circulación de arma libias en beneficio del terrorismo
en toda la región, Mali, saheliano y especialmente en Nigeria.
En los
últimos años, Boko Haram ha matado a decenas de miles de personas. No
decenas, sino decenas de miles. Boko Haram ya existía antes pero la
destrucción de Libia ha contribuido a intensificar ese y otros
terrorismos. Así que desde todos los puntos de vista no veo en qué esa
intervención exterior pudiera ser estabilizadora.
Al lado de eso hay la
siguiente cuestión: la Unión Europea, preocupada por los éxodos
migratorios, subvenciona a los estados magrebíes con millones de euros
para que hagan de guardafronteras e impidan la circulación, mediante
detenciones, torturas y encarcelaciones… toda una serie de cosas
horribles que generalizan la violencia y que son pagadas por Europa.
Ese
dinero dedicado a subvencionar el trabajo sucio podría ser empleado en
otras cosas mucho más positivas, por ejemplo en los lugares de origen de
ese éxodo, en inversiones agrícolas en el valle del Senegal.
“EN LA JUVENTUD AFRICANA HAY UNA DEMANDA DE RADICALISMO”
P- ¿Cómo valora la figura de Thomas Sankara?
R- En la línea de Lumumba, Mandela y tantos otros. En la juventud
africana hay una demanda de radicalismo que forma parte del fenómeno que
vemos un poco en todas partes, no solo en África y América Latina, sino
también en Europa con Podemos y aquí con la Nuit Debout.
La reivindicación de Sankara forma parte de ese fenómeno: la búsqueda
de figuras que en el pasado encarnaron el sueño de un cambio radical.
P-Hace quince años que vive usted en África del Sur ¿Por qué decidió instalarse allí?
R- Quería tener una perspectiva africana y a la vez abierta al mundo y
Sudáfrica es el país más propicio para esa triangulación, África del
Sur, Estados Unidos, Europa, que huya del pensamiento provinciano.
P- ¿Qué autores le han inspirado intelectualmente, aparte de Fanon?
R- Hay muchos pero mi inspiración básica fueron dos cosas; las
historias ancestrales de cuentos africanos que escuchaba de niño
alrededor del fuego del hogar, todo ese mundo misterioso de la noche
africana, porque en la época en la que yo crecía aún teníamos eso: la
gente se reunía después de cenar para hablar y escuchar a los mayores
explicar la mitología antigua… y también las interpretaciones que mi
abuela hacia del Nuevo Testamento.
Era cristiana, no sabía leer y me
hacía sentar para que le leyera la Biblia en su lengua. Con nueve o diez
años descubrías todo un imaginario. Esas son las influencias
“fundacionales”, podríamos decir. Luego en la escuela leía mucho sobre
la Grecia clásica. Esos son los tres pilares fundamentales y mitológicos
que son como mi subsuelo.
Más tarde me introduje en la literatura
africana, con gente como Senghor, Aimé Césaire, Edouard Glissant… pero
entre los teóricos mi influencia es bastante ecléctica; Foucault,
particularmente, cuyo último curso en el College de France seguí,
Castoriadis… Y conocía a Michel Certau y Paul Ricoeur. Ese sería mi
paisaje." (Entrevista al filósofo camerunés Achille Mbembe, Rafael Poch, La Vanguardia, 16/05/16)
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