"(...) Una de sus líneas de revisión más importante ha sido la representada
por autores que desde la crítica cultural han vuelto a la identidad de
clases. Owen Jones en Reino Unido, o Thomas Frank y Arlie Russell en los
Estados Unidos son buenos ejemplos de esta corriente.
Owen Jones comentó durante una entrevista que la inspiración para su libro Chavs: la demonización de la clase obrera le
surgió tras una cena que compartió con distintas personas de
izquierdas. Durante la cena identificó todo un discurso de superioridad
cultural por parte de dichas personas comprometidas con los
desfavorecidos, que sin embargo se reían y ridiculizaban sus costumbres,
argot, y en general toda su estética y referentes.
Lo que subyacía en
el discurso de esta gente progresista era todo un discurso e imaginario
clasistas más propios de la derecha. Esto llevó a Owen Jones a escribir
su libro como una llamada general de atención para la sociedad en su
conjunto y la izquierda en particular:
La ridiculización y demonización de la clase obrera y los
desfavorecidos es otra forma de reforzar su exclusión. Y a la larga
provoca una pérdida de identificación entre las clases populares y la
izquierda, así como aumenta la brecha que existe entre los
desfavorecidos y los referentes progresistas, sus partidos, medios de
comunicación y símbolos culturales; y todo esto abona el terreno para
que la nueva extrema derecha ocupe el vacío referencial dejado por los
progresistas.
Tres años antes de que Owen Jones saltase a la fama con su popular
llamada de atención, en los Estados Unidos Thomas Frank publicaba su
libro ¿Qué pasa con Kansas?: Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos. Aunque
el libro no ha tenido el mismo impacto en Europa que el éxito
despertado por la obra de Jones, se trata sin duda de una obra de
referencia complementaria a la del británico y de rabiosa actualidad.
De
hecho, pocos libros explican mejor la llegada a la Casa Blanca de Trump
que esta obra de 2004 escrita tras las elecciones presidenciales en las
que John Kerry perdió contra Bush a pesar de la Guerra de Irak, y que
intentó servir de advertencia a los demócratas y progresistas americanos
para que no se durmieran en la complacencia. Huelga decir al calor de
lo ocurrido que pocos se dieron por aludidos con la premonitoria
advertencia.
Cuando Thomas Frank volvió a su estado natal, Kansas, encontró con
sorpresa que uno de los estados que históricamente había apoyado el
populismo de izquierdas se encontraba a la vanguardia del discurso más
reaccionario.
Tras una rigurosa investigación halló que una gran
cantidad de trabajadores que en el pasado se habían identificado con un
discurso económico progresista no encontraban ningún referente para sus
problemas en una izquierda que ya sólo hablaba de los problemas de las
minorías raciales, el cambio climático y la exclusión de las mujeres.
Todo ello en estados racialmente homogéneos y en decadencia económica
desde hacía lustros.
El hallazgo de la desconexión de la clase
trabajadora y el Partido Demócrata, que los liberales estadounidenses
han descubierto a principios de noviembre, fue anunciado hace ya doce
años con todas sus características por Thomas Frank. Durante la campaña
de 2016 Thomas Frank ya anunció que Hillary Clinton era la candidata
menos competitiva que los demócratas podían nominar, así como denunció
la transformación del Partido Demócrata en un partido de clase, pero no
de clase trabajadora, sino de clase profesional (liberal).
Representante
de personas de clase media alta de las costas, con un discurso y
prioridades totalmente desconectados de los problemas de la gente
humilde y trabajadora.
Uno de estos exponentes de la clase profesional liberal, la socióloga y antropóloga Arlie Russell,
se desmarcó de la complacencia generalizada entre sus pares llegando a
la conclusión que desde la ciudad de Berkeley (California), uno de los
grandes exponentes de la América cosmopolita y moderna, no tenía
herramientas para entender lo que estaba pasando en su país.
Arlie
Russell no se conformó con constatar el road to desunion, el divorcio entre las dos Américas del que hablé anteriormente,
y durante cinco años se sumergió en una de las zonas más
ultraconservadora del estado de Louisiana (y en general de los Estados
Unidos), para entender los motivos de la desunión en el contacto con la
gente.
Lo que encontró allí sirvió para escribir su libro Strangers in their Own Land: Anger and Mourning on the American Right (Extranjeros en su propia tierra: ira y luto en la derecha americana), y
este libro, que complementa los dos anteriores, cuenta una de las
grandes paradojas de las políticas demócratas de los últimos cincuenta
años.
Louisiana es el estado que más ayudas federales recibe. Estas
representan cerca del 44% de su PIB. Y sin embargo es el estado que
presenta un mayor rechazo hacia el gobierno federal y mayor simpatía
hacia el Tea Party. Y esto llevó a Arlie Russell a preguntarse cómo era
posible que los mayores beneficiarios en términos relativos de la
política de redistribución pública del presupuesto federal pudieran ser
al mismo tiempo tan beligerantes con este.
Tras numerosas reuniones y entrevistas Arlie Russell encontró lo que
ella denominó la “historia profunda” de estos colectivos. Ella definió
esta idea como la historia de la vida tal y como la gente la siente,
desprovista de juicios morales y de hechos.
Inspirado por esta idea he
intentado plantear en esta serie una visión combinada de la historia
profunda de los americanos en general conectada con las causas
históricas, sociológicas y económicas para explicar la llegada de Trump
al poder, por eso mi insistencia en la centralidad del American Way & Dream.
Pero volviendo al trabajo de Arlie Russell, lo que ella encontró como
historia profunda de los blancos conservadores podría resumirse en la
metáfora de la vida como una cola que uno guarda esperando su llegada al
éxito. Pero en esa línea ha empezado a colarse gente por medio de las
políticas de discriminación positiva para los afroamericanos,
emigrantes, mujeres y minorías en general.
Con cada nuevo grupo que se
cuela la gente trabajadora y honrada debe dar un paso atrás alejándose
más del éxito. Se trata de una traición a los valores más fundamentales
del American Way & Dream, y por lo tanto una traición al
contrato social.
Estos blancos humildes sienten que están siendo
subsidiados, pero que no se les provee de las condiciones para alcanzar
por sí mismos las condiciones de vida que les gustaría tener. Esto les
lleva a desarrollar una animadversión por el Estado, que debería guardar
el orden en la cola y hacer cumplir las reglas de juego, y que no sólo
no lo hace sino que cuela a otros al margen del mérito, para luego
compensar al resto con migajas.
No importa lo ajustado a la realidad de este relato de vida. Lo
importante es que condiciona la conciencia de una gran parte de
individuos para los que la frase “Make America great again” significa
devolver el orden a la cola, y por lo tanto restaurar la justicia
social. Curiosamente Arlie Russell encontró también que existía una muy
buena predisposición de estos votantes hacia Bernie Sanders y su mensaje
Su programa de un salario mínimo federal, la reforma del sistema
impositivo para hacerlo progresivo, endurecer la legislación financiera
(la famosa reforma de Wall Street), la creación de trabajos por medio de
una política expansiva de inversión pública en infraestructuras
recuperando la tradición del New Deal, la revisión de los tratados de
libre comercio; y muchas más cuestiones que, en definitiva, suponen
revisar un statu quo que en el mejor de los casos trae a los
trabajadores la sensación de estancamiento vital, y en el peor una
sensación de decadencia y deterioro.
El estado de ánimo y buena predisposición hacia Sanders que encontró
Arlie Russell, y que se confirmaron en las primarias demócratas (con la
victoria de Sanders en estados que generalmente están vedados a los
demócratas), son dos datos que indicaban a los demócratas que su
situación no tenía por qué estar perdida entre los votantes
tradicionalmente conservadores, y entre el votante de clase trabajadora. (...)" (Marcos Reguera, CTXT, 17/01/17)
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