30/1/17

La ridiculización y demonización de la clase obrera y los desfavorecidos por la élite liberal provoca una pérdida de identificación entre las clases populares y la izquierda... nefasta electoralmente en Inglaterra y en Estados Unidos

"(...) Una de sus líneas de revisión más importante ha sido la representada por autores que desde la crítica cultural han vuelto a la identidad de clases. Owen Jones en Reino Unido, o Thomas Frank y Arlie Russell en los Estados Unidos son buenos ejemplos de esta corriente.

Owen Jones comentó durante una entrevista que la inspiración para su libro Chavs: la demonización de la clase obrera le surgió tras una cena que compartió con distintas personas de izquierdas. Durante la cena identificó todo un discurso de superioridad cultural por parte de dichas personas comprometidas con los desfavorecidos, que sin embargo se reían y ridiculizaban sus costumbres, argot, y en general toda su estética y referentes.

 Lo que subyacía en el discurso de esta gente progresista era todo un discurso e imaginario clasistas más propios de la derecha. Esto llevó a Owen Jones a escribir su libro como una llamada general de atención para la sociedad en su conjunto y la izquierda en particular:

La ridiculización y demonización de la clase obrera y los desfavorecidos es otra forma de reforzar su exclusión. Y a la larga provoca una pérdida de identificación entre las clases populares y la izquierda, así como aumenta la brecha que existe entre los desfavorecidos y los referentes progresistas, sus partidos, medios de comunicación y símbolos culturales; y todo esto abona el terreno para que la nueva extrema derecha ocupe el vacío referencial dejado por los progresistas.

Tres años antes de que Owen Jones saltase a la fama con su popular llamada de atención, en los Estados Unidos Thomas Frank publicaba su libro ¿Qué pasa con Kansas?: Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos. Aunque el libro no ha tenido el mismo impacto en Europa que el éxito despertado por la obra de Jones, se trata sin duda de una obra de referencia complementaria a la del británico y de rabiosa actualidad. 

De hecho, pocos libros explican mejor la llegada a la Casa Blanca de Trump que esta obra de 2004 escrita tras las elecciones presidenciales en las que John Kerry perdió contra Bush a pesar de la Guerra de Irak, y que intentó servir de advertencia a los demócratas y progresistas americanos para que no se durmieran en la complacencia. Huelga decir al calor de lo ocurrido que pocos se dieron por aludidos con la premonitoria advertencia.

Cuando Thomas Frank volvió a su estado natal, Kansas, encontró con sorpresa que uno de los estados que históricamente había apoyado el populismo de izquierdas se encontraba a la vanguardia del discurso más reaccionario. 

Tras una rigurosa investigación halló que una gran cantidad de trabajadores que en el pasado se habían identificado con un discurso económico progresista no encontraban ningún referente para sus problemas en una izquierda que ya sólo hablaba de los problemas de las minorías raciales, el cambio climático y la exclusión de las mujeres. Todo ello en estados racialmente homogéneos y en decadencia económica desde hacía lustros. 

El hallazgo de la desconexión de la clase trabajadora y el Partido Demócrata, que los liberales estadounidenses han descubierto a principios de noviembre, fue anunciado hace ya doce años con todas sus características por Thomas Frank. Durante la campaña de 2016 Thomas Frank ya anunció que Hillary Clinton era la candidata menos competitiva que los demócratas podían nominar, así como denunció la transformación del Partido Demócrata en un partido de clase, pero no de clase trabajadora, sino de clase profesional (liberal). 

Representante de personas de clase media alta de las costas, con un discurso y prioridades totalmente desconectados de los problemas de la gente humilde y trabajadora.

Uno de estos exponentes de la clase profesional liberal, la socióloga y antropóloga Arlie Russell, se desmarcó de la complacencia generalizada entre sus pares llegando a la conclusión que desde la ciudad de Berkeley (California), uno de los grandes exponentes de la América cosmopolita y moderna, no tenía herramientas para entender lo que estaba pasando en su país.

 Arlie Russell no se conformó con constatar el road to desunion, el divorcio entre las dos Américas del que hablé anteriormente, y durante cinco años se sumergió en una de las zonas más ultraconservadora del estado de Louisiana (y en general de los Estados Unidos), para entender los motivos de la desunión en el contacto con la gente.

Lo que encontró allí sirvió para escribir su libro Strangers in their Own Land: Anger and Mourning on the American Right (Extranjeros en su propia tierra: ira y luto en la derecha americana), y este libro, que complementa los dos anteriores, cuenta una de las grandes paradojas de las políticas demócratas de los últimos cincuenta años.

 Louisiana es el estado que más ayudas federales recibe. Estas representan cerca del 44% de su PIB. Y sin embargo es el estado que presenta un mayor rechazo hacia el gobierno federal y mayor simpatía hacia el Tea Party. Y esto llevó a Arlie Russell a preguntarse cómo era posible que los mayores beneficiarios en términos relativos de la política de redistribución pública del presupuesto federal pudieran ser al mismo tiempo tan beligerantes con este.

Tras numerosas reuniones y entrevistas Arlie Russell encontró lo que ella denominó la “historia profunda” de estos colectivos. Ella definió esta idea como la historia de la vida tal y como la gente la siente, desprovista de juicios morales y de hechos. 

Inspirado por esta idea he intentado plantear en esta serie una visión combinada de la historia profunda de los americanos en general conectada con las causas históricas, sociológicas y económicas para explicar la llegada de Trump al poder, por eso mi insistencia en la centralidad del American Way & Dream.

Pero volviendo al trabajo de Arlie Russell, lo que ella encontró como historia profunda de los blancos conservadores podría resumirse en la metáfora de la vida como una cola que uno guarda esperando su llegada al éxito. Pero en esa línea ha empezado a colarse gente por medio de las políticas de discriminación positiva para los afroamericanos, emigrantes, mujeres y minorías en general.

 Con cada nuevo grupo que se cuela la gente trabajadora y honrada debe dar un paso atrás alejándose más del éxito. Se trata de una traición a los valores más fundamentales del American Way & Dream, y por lo tanto una traición al contrato social. 

Estos blancos humildes sienten que están siendo subsidiados, pero que no se les provee de las condiciones para alcanzar por sí mismos las condiciones de vida que les gustaría tener. Esto les lleva a desarrollar una animadversión por el Estado, que debería guardar el orden en la cola y hacer cumplir las reglas de juego, y que no sólo no lo hace sino que cuela a otros al margen del mérito, para luego compensar al resto con migajas.

No importa lo ajustado a la realidad de este relato de vida. Lo importante es que condiciona la conciencia de una gran parte de individuos para los que la frase “Make America great again” significa devolver el orden a la cola, y por lo tanto restaurar la justicia social. Curiosamente Arlie Russell encontró también que existía una muy buena predisposición de estos votantes hacia Bernie Sanders y su mensaje

Su programa de un salario mínimo federal, la reforma del sistema impositivo para hacerlo progresivo, endurecer la legislación financiera (la famosa reforma de Wall Street), la creación de trabajos por medio de una política expansiva de inversión pública en infraestructuras recuperando la tradición del New Deal, la revisión de los tratados de libre comercio; y muchas más cuestiones que, en definitiva, suponen revisar un statu quo que en el mejor de los casos trae a los trabajadores la sensación de estancamiento vital, y en el peor una sensación de decadencia y deterioro.

El estado de ánimo y buena predisposición hacia Sanders que encontró Arlie Russell, y que se confirmaron en las primarias demócratas (con la victoria de Sanders en estados que generalmente están vedados a los demócratas), son dos datos que indicaban a los demócratas que su situación no tenía por qué estar perdida entre los votantes tradicionalmente conservadores, y entre el votante de clase trabajadora.  (...)"                      (Marcos Reguera, CTXT, 17/01/17)

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