"La Guerra Civil española
resultó la secuela de un fracaso: el estallido golpista de julio de
1936. Poco importaba el fiasco a los rebeldes. Llegaban a la contienda
fratricida con una idea fija, exterminar al rival ideológico. Limpiar
España al coste necesario. Y emprendían la tarea con las alforjas
llenas. ¿Quiénes fueron los mecenas de un puñado de militares
sublevados?
Franco fue patrocinado por
Hitler y Mussolini. Con armas, tropas y financiación, apoyo logístico
que arribó antes, durante y después de la asonada. Parte de la
oligarquía económica del país no dudó en financiar la trama, con el
paradigma del contrabandista, banquero y empresario Juan March a la
cabeza.
Desde la iglesia también hubo colaboracionismo y grandes
propietarios y terratenientes sumaban donativos a otros más modestos de
derechistas locales… Todo sirvió, incluso el robo y el saqueo pueblo a
pueblo sobre los derrotados.
Dinero de Juan March para comprar armas
"Juan March facilitó dinero" en marzo del 36 "para la adquisición de
armas en el extranjero", expone el historiador Ángel Viñas. De fuera del
país, el político Francesc Cambó recaudó importantes sumas de dinero.
La financiación corría desde créditos de entidades y sociedades
externas, en ejemplos de que la "conspiración contra la legalidad
republicana" no era una trama "solo militar sino también civil", apunta.
Un complot latente "siempre" desde 1931 y que "revivió súbitamente" en
marzo del 36 tras la victoria del Frente Popular en las elecciones
generales.
Con pruebas como la actuación del
abogado y político Antonio Goicoechea. "Solicitó a los italianos ayuda
financiera para pagar a los pistoleros que sembraban y propulsaban la
inquietud social" en España.
Violencia callejera y atentados terroristas
a manos de milicias falangistas y carlistas para romper cualquier
atisbo de calma ciudadana. "La explosión de alegría, y de cólera, en las
filas de la izquierda fue estimulada conscientemente por la trama
civil", subraya Viñas.
El préstamo
solicitado en el tramo previo a la guerra no fue el único servicio a los
planes golpistas. Como explica el hispanista Paul Preston en su libro El holocausto español,
una delegación de derechistas "viajó a Roma en busca de armas y apoyo
financiero en su intento de derrocar a la República".
Tras una
entrevista con Benito Mussolini y el gobernador de Libia, Italo Balbo,
"recibieron 1.500.000 pesetas, 20.000 rifles, 20.000 granadas de mano y
200 ametralladoras". Llegaron a través de Trípoli y la Portugal de
Salazar, país que reclutó todo tipo de aportes a la causa. Centenares de
mercenarios serían "entrenados como instructores por el Ejército
italiano".
La decisiva colaboración de Alemania e Italia
El soporte de Alemania e Italia resultó determinante. Al envío de
municiones, armas e incluso aviones hay que sumar la participación
activa en la guerra civil de escuadrones italianos y nazis. La balanza,
de otro modo, nunca hubiera caído del lado franquista, según el
historiador Francisco Espinosa Maestre. "Los acuerdos con Mussolini y
Hitler pusieron en manos de los golpistas, y en condiciones óptimas de
pago, hombres y armas sin las cuales poco hubieran podido hacer",
relata.
Y no solo la guerra, sino el propio
golpe, "se financió de varias formas". Con el componente esencial de la
élite económica española, que claudicó ante los intereses rebeldes
cuando no sostuvieron la conspiración desde el inicio. Con un nombre
subrayado: "Juan March fue clave", apunta Espinosa Maestre.
A esta
ayuda, continúa, "hay que añadir los millones (de pesetas) que salieron
de los donativos de los derechistas pueblo a pueblo y el que sacaron de
todo lo que fueron robando desde el mismo 18 de julio".
El propio Preston refleja otros episodios que actuaban como gotas para
colmar el vaso del patrocinio rebelde. Fondos para "financiar a los
agitadores" del clima prebélico, caso de una suscripción abierta desde
el periódico ABC para un desconocido sindicato y
que recolectó en poco tiempo 350.000 pesetas "donadas por aristócratas,
terratenientes, industriales, además de muchos fascistas y falangistas
anónimos".
O aquel "general al que no se identificó" y que compraría
"10.000 rifles en Portugal, que posteriormente serían entregados a los
militantes falangistas". Corría la mitad del año 35." (Juan Miguel Baquero
, eldiario.es, 17/07/2016)
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