"No se si sería hacia 2010 o 2012 en un momento en que la crisis pasaba
en Esp por su momentos más duros, cuando me preguntaba – sentado en un
bar con un colega – cómo era posible, si éramos las mismas personas, con
los mismos conocimientos, incluso existiendo las mismas máquinas y
equipos que hacía sólo un par de años, y por otra parte, estando allí la
gente que tenía obviamente que comer, vivir, etc., cómo era posible que
de pronto hubiésemos pasado de la euforia hiperactiva de la burbuja a
estar en una situación en la que parecía que nada se podía hacer, en la
que no había trabajo para los jóvenes y no tan jóvenes, las empresas
cerraban a porrillo, no ya el futuro, sino que el presente parecía
haberse clausurado… (...)
Aquello no dejaba de sorprenderme, ¿no seguimos teniendo las mismas
manos y las mismas cabezas para trabajar?, ¿por qué de pronto ya no
podemos seguir produciendo cosas para luego consumirlas como antes? ¿Por
qué la economía no continuaba funcionando más o menos “normalmente”,
aunque fuera con un 2 o un 5% menos de volumen/intensidad? Cualquiera
puede vivir un 5% menos bien y no le pasa nada… me preguntaba… (...)
Y una década después de pronto me encuentro con Ann
Pettifor, que enuncia, citando a Keynes, algo muy parecido a la pregunta
aquella que yo me hacía: “Sí, nos podemos permitir, todo aquello que
seamos capaces de hacer”. Y además, la argumentación de lo enunciado me
parece del mayor interés.
Y se centra en algo que diversos autores y
personajes – Juan Torres, Christian Felber, Moreno Yagüe… – me habían
invitado a sospechar desde hace tiempo: tiene que ver con el dinero como
tecnología… Aquello de la tecnopolítica… Paso a tratar de explicarlo.
Un comentario previo, sin embargo. La propia Pettifor habla de agnotología, la ¿ciencía? – que estudia la producción de la ignorancia – que igual podemos conectar con la fake news, aunque podría pensarse más bien en fake knowledge… También esto de la agnotología lo relacionaría con lo que se llaman caja negras
en el ámbito de las ciencias y las tecnologías.
Para Pettifor se trata
de que domina una idea equivocada de lo que es y cómo se produce el
dinero, una idea interesada que hace que el mundo de la finanzas y parte
del mundo de la política se beneficien de la situación. Una idea
producida y promovida naturalmente por sus principales beneficiarios.
Aunque lo sorprendente del discurso de Pettifor es que
afirma que ni siquiera los economistas y académicos más reputados
entienden del todo bien el asunto… ¡Increíble! Más personalmente me ha
llamado la atención que he preguntado a diversos amigos economistas que
han leído el libro de Pettifor que qué les parecía; y más o menos me han
contestado que está bien, sin más.
A mí, como aficionado, me parece
que algunas de las ideas que plantea son radicalmente diferentes y que
me merecen ser pensadas con detenimiento: “Nos podemos permitir, todo
aquello que seamos capaces de crear”. ¿Quizás mis amigos lo han leído
con un filtro de ideas preconcebidas por su propia formación y eso les
haya impedido ver lo radical del análisis y las propuestas de Pettifor? O
no se… Trato de explicarlas, entonces:
Los bancos crean el 97% del dinero en nuestras sociedades actuales: las nuevas economías del dinero-bancario
El primer argumento de Pettifor-Keynes es que nuestra economía actual es una economía del dinero-bancario (bank-money economy),
cualitativamente diferente de las economías anteriores. Una economía
del dinero bancario sería aquella en la que el dinero – el 97% en el
Reino Unido y una proporción parecida en nuestro entorno – es creado por
los bancos cuando un particular, empresa u organismo público solicita
un crédito y el banco se lo concede.
Más o menos todos sabemos esto,
aunque creo que no llegamos a interpretarlo como algo que da lugar a una
economía cualitativamente diferente de los modelos anteriores con unas
consecuencias muy relevantes que son las que trata de explicar Pettifor.
La deuda, el crédito, es lo que crea el dinero (y no al revés)
Es crédito, basado en el compromiso del que lo recibe – de que va a hacer algo que generará un valor que le permitirá devolverlo,
es lo que crea el dinero, y no al revés, insiste Pettifor.
La
concepción convencional del proceso es justamente al revés: alguien
tiene dinero (el banco, el capital acumulado), que lo presta a quien no
lo tiene, – apareciendo así el capital acumulado, el ahorro del
capitalista, puede decirse, como aquello que genera el valor.
Sin embargo, la realidad es que los bancos crean el
dinero mediante un apunte contable; – hoy mediante una apunte contable
digital. No hay más. De la nada, subraya Pettifor: out of thin air.
Para Pettifor esta dimensión de la economía existía al
menos desde la creación del Banco de Inglaterra en el siglo XVII, pero
se hace dominante y evidente a partir de la renuncia al patrón oro como
referencia de la riqueza que tiene lugar en el siglo XX (primero para
financiar las guerras mundiales y luego con los acuerdos de Bretton
Woods, 1944).
También aprendí cosas sobre esto leyendo a Galbraith
(1987), en particular cuando explica las operaciones que se hicieron
para financiar la Guerra Civil estadounidense (1861-65).
Pettifor subraya, además, que aquellos que crean el
dinero no son propiamente los bancos sino las entidades y particulares
que contraen las deudas en función del valor que confían en crear por
medio de su trabajo.
Según reconoció Keynes – aunque Pettifor también cita
una intuición similar de Marx en el Volumen III del Capital -, este
cambio supone en primer lugar, que la economía, los empresarios, no
tengan que depender de las grandes fortunas para acceder al crédito –
Pettifor usa el término clásico de robber barons,
que describe a los banqueros y grandes industriales despóticos de
finales del siglo XIX en los Estados Unidos: los Morgan, Carnegie,
Rockefeller, Hearst, Vanderbilt y demás.
En este sentido, el sistema del
dinero-bancario democratiza el acceso al crédito que puede ser más
barato y que en teoría no debe estar condicionado por especiales
relaciones entre las partes.
Frente a las explicaciones que vinculan el crédito, la
creación de dinero, con la existencia en el banco de depósitos que lo
respaldan, o de una cierta cantidad de depósitos en proporción al el
volumen de crédito emitido por los bancos, – la llamada reserva fracccionaria
-, Pettifor afirma que esto tampoco es así. La finalidad de esta
reserva fraccionaria, que efectivamente existe, – en el caso del Reino
Unido depositada por los bancos en el Banco Central -, es la de ser
usada en las operaciones interbancarias.
Pettifor cita dos informes de
2014 del Banco de Inglaterra en los que se confirma su explicación (p.
24), así como las explicaciones de Bernanke, entonces, responsable de la
Reserva Federal de los EU, sobre cómo se creo el rescate de los bancos
en 2007-08.
Una explicación sobre cómo se crea el dinero que, por otra
parte, no es una teoría de Pettifor sino la posición defendida por
economistas históricos de renombre como Law, Thornton, MacLeod, Keynes,
Schumacher, Galbraith o Minsky (p. 24 y precedentes).
Aún así, por motivos en buena parte interesados según
la autora, el poder financiero y la llamada ortodoxia económica
mantienen otras explicaciones sobre el asunto, que son también las que
siguen creyendo la mayor parte de los políticos y ciudadanos.
El sistema financiero y el dinero son un bien público (o común)
“El sector financiero tienen que ser el servidor, y el
servidor inteligente, de la comunidad y la industria productiva, no su
amo estúpido.” (Comité Ejecutivo Nacional del Partido Laborista
Británico, junio de 1944, documento de Política de pleno empleo y financiera, citado por Pettifor, p. 1)
Aunque los bancos sean los principales agentes de
producción de dinero, Pettifor nos explica, son los estados (y los
ciudadanos que lo respaldan, entre otras cosas con sus impuestos) los
que hacen viable el actual sistema financiero : sus sistemas legales y
judiciales, los bancos centrales que velan por la estabilidad monetaria,
y en casos como los que hemos vivido recientemente, y seguimos
viviendo, la disposición de los estados para rescatar los bancos con problemas.
El privilegio de la producción del dinero de los bancos, es un
privilegio respaldado por el Estado; ___ y como ocurre con otras
corporaciones, como por ejemplo, los profesores universitarios, jueces,
notarios, médicos o farmacéuticos, éste privilegio sólo tiene sentido si
se ejerce en beneficio público. Carece de sentido si se ejerce en
beneficio exclusivo de aquellos que lo detentan. Y esto es lo que parece
que viene ocurriendo en nuestros países desde hace unas décadas.
¿Cuál sería el beneficio o servicio público que
debería aportar el sistema financiero a cambio de este cuasi-monopolio
sobre la producción del dinero cedido por el Estado – siempre según
Pettifor-Keynes? Precisamente éste era uno de los temas centrales de la
principal obra de Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero. Eso al menos es lo que nos dice Pettifor.
Esta función para Keynes (y Pettifor) sería,
fundamentalmente, la de facilitar crédito a precios asequibles para el
desarrollo de las actividades productivas, generadoras de bienestar
social y beneficiosas para la economía del país. Y hacerlo en
colaboración con los gobiernos, su política financiera y monetaria, con
el objetivo común del pleno empleo.
De momento queda bien abstracto; más
adelante intento aclarar un poco más sobre esto, aunque cabe adelantar
que éstas fueron las prácticas que se implementaron en Occidente entre
las décadas de 1940 y 1970, produciendo como resultado uno de los
períodos de mayor prosperidad de la Historia.
Según insiste Pettifor,
ésta era la cuestión central de la teoría keynesiana, y no la cuestión
del gasto público como motor económico, que era un asunto secundario de
su teoría.
El dinero en una economía bancaria no es un bien escaso
Recuperemos el enunciado inicial: “Podemos permitirnos
todo aquello que seamos capaces de hacer”. Si el dinero-deuda “se crea
de la nada”, sobre la base del compromiso (deuda) de hacer algo que se
estima que somos capaces de hacer, no debería haber ninguna razón para
que el crédito fuera un bien escaso, nos dice Pettifor.
Esta línea
argumental contesta a las habituales discursos políticos del “No hay
dinero para hospitales” o “Hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades”, tan propias de los gobiernos neoliberales.
Escribe la autora en la página final del libro: “Con
las políticas monetarias adecuadas, podemos garantizar que la sociedad
tenga las finanzas que necesita para transformar la economía de la
dependencia de los combustibles fósiles hacia formas más sostenibles de
energía.
Puesto que no debería nunca haber escasez de financiación,
podemos permitirnos involucrarnos en esta gigantesca empresa y también
podemos permitirnos cuidar de nuestra población cada vez más mayor, de
los jóvenes y los vulnerables.
Seguro que podemos permitirnos grandes
obras de arte y música. En resumen, podemos permitirnos todas aquellas
cosas que podemos hacer, dentro de los límites impuestos por las
limitaciones humanas y los ecosistemas.” (p. 160)
¿Cual es el truco? ¿Qué hacer?
“No hay ninguna parte de nuestro sistema económico que
funcione tan mal como nuestra organización monetaria y del crédito;
ninguna cuyo mal funcionamiento sea tan desastroso socialmente; y
ninguna para la que sea tan fácil proponer una solución científica.”
(J.M. Keynes, diciembre de 1923, citado por Pettifor, p. 136)
El socialismo es, esencialmente, la tendencia
inherente a una civilización industrial a trascender el mercado que se
auto-regula mediante su subordinación consciente a la sociedad
democrática.” (Karl Polanyi, La gran transformación, citado por Pettifor, p. 131)
Ya se ve, por la cita, que Keynes debía ser un tipo
bastante “vasilón” (bajo-andalucismo)… Parece sensato pensar que el
asunto tendrá sus limitaciones y, sonando a nuestros oídos de hoy tan
inverosímil, que también tendrá unas condiciones especiales en que estas
ideas puedan hacerse viables / reales…
Entiendo que viendo lo utópico del asunto, no tanto
por su viabilidad técnica como por la situación socio-política en la que
estamos, Pettifor plantea tres líneas de acción estratégica (pp. XV-XiX
& pp. 157-160 )
(1) La primera, en la que considero que su libro, – y
tantos trabajos actuales sobre el dinero -, están haciendo avances, es
la de un mejor conocimiento por parte de profesionales, políticos, y del
público en general, de los procesos de producción y gestión del dinero,
para superar las interpretaciones mixtificadoras e interesadas hoy
dominantes.
(2) La segunda sería la de la movilización social y
política a partir del descontento general con el mundo financiero para
la modificación de las políticas públicas monetarias y financieras.
Pettifor dedica la parte central de su libro a tratar de explicar las
políticas que considera adecuadas, fundamentalmente herederas de las
propuestas y aplicadas por Keynes y sus seguidores en el período
1940-70.
Aunque Pettifor explica estas cuestiones
razonablemente bien en la parte central del libro, no me siento capaz en
estos momenos de exponerlas aquí salvo en líneas muy generales. Por un
lado tienen que ver con lo que aparentemente se denominan macroprudential tools
(¿herramientas macroprudenciales?), por otro, con la aplicación de la
teoría de la demanda efectiva de Keynes.
Finalmente, con la cita de
Polanyi que encabeza esta sección: el Estado debe regular el sistema
financiero para favorecer y estimular un cierto funcionamiento, y para
desincentivar o incluso impedir otros. El dinero o el capital, no
circula abstractamente, explica la autora, sino que lo hace produciendo
ciertos bienes y no otros, favoreciendo ciertas relaciones y paisajes
sociales, generando riqueza local y estimulando efectos multiplicadores o
no haciéndolo, haciendo emerger situaciones sostenibles o depredadoras
del propio medio, etc.
Solo dos observaciones sobre esto. La primera es que
las herramientas y conocimientos para implementar este modo de
funcionamiento existen, así como las experiencias que demuestran su
viabilidad. La segunda es que Pettifor defiende la permanencia del
sistema bancario privado y por supuesto de la bank-money economy,
en marcado contraste con las propuestas monetarias alternativas, que
proponen por un lado la nacionalización del sistema bancario, o por otra
cuestiones próximas a la vuelta al patrón oro.
Recibe múltiples
críticas por estas razones. En cuanto a la primera, la del mantenimiento
del sistema bancario privado, regulado, me parece de interés por varias
razones: una de ellas es que resulta consistente con su idea de
creación de valor bottom-up y distribuida; la
segunda es que parece una propuesta realista y con mayor capacidad de
integración de los diferentes agentes económicos y sociales que otras; y
que no es incompatible, en cualquier caso, con la reconstrucción de un
sector de banca pública. Una propuesta moderada
a lo Keynes y Polanyi…
(Largo paréntesis: Pero es que pienso desde hace
tiempo que nos hace mucha falta un movimiento político conservador
no-neoliberal, porque diría uno que la sociedad no parece ser radical de
izquierdas, pero tampoco de derechas, y realmente no existe una opción
así… En temas económicos el PSOE incluso ha actuado en sintonía con las
prácticas neoliberales desde hace ya demasiados años… Me parece.)
(3) La tercera estrategia, tan difícil como la
anterior, es la del control de los flujos de capital financiero global…
El sistema de regulación financiero-monetario de tipo keynesiano para la
gestión interrelacionada de empleo, interés y dinero sólo es viable
dentro de un espacio económico dotado de unas ciertas fronteras. Sobre
esto entiendo que hay muchos trabajos e investigaciones y Pettifor,
siguiendo una vez más a Keynes, lo relaciona la imposición de impuestos a
los flujos de capital que atraviesa las fronteras (Tasa Tobin, p. 146).
Me gustó su argumento para defenderlos: “Por supuesto los controles de
capital son frecuentemente rechazados sobre la base de que pueden ser
evadidos. Pero esto mismo ocurre con los impuestos (normales) – y
todavía nadie (o pocos) han argumentado a favor de su abolición.” (...)" (Arquitectura contable, 08/07/18)
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