7/1/19

Juliette Binoche: creo que al #MeToo le ha llegado ya la hora de evolucionar hasta crear una especie de “conciencia de lo femenino”. Quiere decir que hombre y mujer —los dos juntos— alcancen un equilibrio...

"SON LAS TRES de la tarde en San Sebastián y Juliette Binoche no parece estar para bromas. “Ya pueden coger y marcharse tranquilamente, váyanse a tomar algo, den un paseo y vuelvan cuando hayamos acabado. ¡Necesitamos intimidad!”, les suelta airada a los fotógrafos, a los asistentes, al camarero, a los responsables de prensa y a todo bicho viviente que pulule por la suite y no sea estrictamente el entrevistador. 

La Binoche (París, 1964) no sugiere la idea de un personaje fácil (una vez, en otra entrevista, en aquella ocasión en una playa privada de Cannes, bajaba la cabeza y se quedaba callada cada vez que una pregunta no le hacía tilín). Ni falta que hace. 

Ante la avalancha actual de tanto simpático profesional hueco de contenido, la mezcla entre las cosas que dice esta superlativa actriz francesa y la forma que tiene de decirlas es impagable. Poesía, sensibilidad, sinceridad, incorrección política y una proverbial mala leche si es preciso se entremezclan en su discurso mientras se relaja progresivamente en el sofá.  (...)

Es usted actriz, pero también canta, pinta y, sobre todo, escribe poesía. ¿Considera la poesía necesaria en este mundo tan rápido, tan virtual y tan de saberes útiles? Necesaria, no. Indispensable.

¿Por qué? Porque es la quintaesencia de la experiencia íntima. En un poema, la asociación de palabras a veces no es correcta gramaticalmente, pero siempre es justa, porque es una creación de un universo personal, entra en el ámbito de la persona. Yo soy una lectora ferviente de poemas no tanto que brillen en la forma, sino que entren en un fondo complejo.

 O sea, poemas en los que la forma llega a ser brillante gracias al fondo. Y no lo contrario, que es utilizar la forma como un atajo para llegar al fondo. A veces una se pregunta cómo van unidos, qué llega antes, ¿fondo o forma? Ese es el misterio de la poesía. Que lleguen a la vez. De la mano.   (...)

¿Se lleva esos personajes a casa con usted después de los rodajes? ¿O los mete en un armario y cierra con llave hasta el día siguiente? Lo que cuenta en la interpretación es la preparación. Una puede decidir no prepararse mucho previamente, es una forma como otra cualquiera de trabajar, pero en mi caso es una obligación. Es como la gestación de un embarazo. El rodaje es solo la llegada, el parto. 

Es una consecuencia, no es casi nada. Pero la gestación lo es casi todo. Y a menudo los productores llevan eso muy mal. Por ignorancia, no se fían de los actores. “¿Qué va a hacer esta?”, se preguntan. Resulta bastante penoso. En Inglaterra o en Estados Unidos, que un actor contrate a un coach es completamente normal. En Francia, no. Y después de 35 años de profesión, la cosa sigue igual. Es bastante triste.

¿Usted siempre trabaja con un coach? Yo sé perfectamente lo que necesito en cada película. Y desde luego un coach no te resuelve la vida, pero sí te permite hacer un trabajo de guion y de diálogos para el que normalmente no se tiene tiempo si se quiere hacer con el director.

 ¿Sabe?, en un rodaje de cinco semanas no tienes demasiado tiempo para buscar, para investigar, para dudar. Y ese trabajo previo es tiempo ganado. Además, a menudo el director no sabe hacer ese trabajo, sencillamente porque no conoce nada acerca del camino personal que un actor atraviesa cuando prepara un papel.  (...)

Es que un actor o una actriz son materiales para que el espectador pueda leer dentro de él mismo.
¿Son espejos? ¿Transmisores? El intérprete es un medio de transmisión, sí. Es como el lenguaje. Puro sistema de transmisión. Si uno se obsesiona demasiado con las palabras, se queda colgado de la poesía bonita de la que hablábamos antes, y nada más. No sirve de nada. Así que la humildad permite ser de verdad, ser auténtico.  (...)

¿Le atraen las cosas bellas? Hoy no es un concepto muy en boga. Una película bonita, un cuadro bello… A mí me atrae la belleza y no me da vergüenza admitirlo. Hubo un momento en mi carrera en el que no hacía comedias. No les encontraba mucho interés artístico. Entonces dijeron: “Binoche no sabe hacer comedias”. Así que hice comedias. 

Bah, fue divertido, pero desde luego no una gran revelación en mi vida. Algunas veces he tenido la sensación de estar obligado a justificarme, y entonces pienso: “¿Es que Marguerite Duras tuvo que justificarse por no escribir libros cómicos? ¿Es que Paul Gauguin tuvo que justificarse por pintar los cuadros que pintaba?”. ¿Quién y a partir de dónde se establece la forma en que debes gustar a la gente?   (...)

Usted contó en el diario Le Monde que había sido víctima de tres agresiones sexuales de joven. También declaró que Harvey Weinstein no había abusado de usted aunque era consciente de “la bestia que él llevaba dentro”. Y apoyó el manifiesto impulsado por Catherine Deneuve contra los excesos del movimiento #MeToo. ¿Cómo contempla hoy la relación hombre-mujer y la lucha por la igualdad femenina? Ha habido un movimiento que era necesario para que se produjera una toma de conciencia, para que las cosas se empezaran a mover. Y a mí que exista ese movimiento me parece bien. Pero al mismo tiempo creo que al #MeToo le ha llegado ya la hora de evolucionar hasta crear una especie de “conciencia de lo femenino”. 

 Quiere decir que hombre y mujer —los dos juntos— alcancen un equilibrio. No se trata de que la mujer diga: “¡Quiero ser exactamente igual que los hombres!”, sino de poder llegar a ese equilibrio y respetarlo.

Impresionaba bastante leer su relato de esas tres agresiones sexuales a los 7, a los 18 y a los 21 años. ¿Se ha arrepentido alguna vez de haberlo contado? No. Para mí no es en absoluto un tema tabú. Quizá, entre otras cosas, porque había hablado de ello mucho antes de que saliera el movimiento #MeToo y todas esas historias. ¡Desde luego, no esperé a ese momento para hablar de ese tema! Bueno, cuando me ocurrió el primero, ya hablé de ello con mi madre. 

Primero hablé con una amiga y eso creo que me dio fuerzas para hablar con mi madre. Yo estaba aterrada de que ella se lo dijera a alguien, y sobre todo a los profesores. De hecho, nunca supe si lo hizo o no. 

Empecé a usar siempre pantalón. Y de forma inconsciente empecé a tener una relación mucho más desconfiada con los hombres. Pero a la vez sufrir esas tres agresiones sexuales me fortaleció porque me enseñó a construir mis propias defensas. Desde luego, es mucho mejor no tener que hacerlo, claro.

De hecho, ha admitido en público que Weinstein nunca la molestó… Pero es que es eso, es que cuando me tocó estar con él y tratarlo, yo ya estaba muy preparada por… digamos que por las cosas a las que había tenido que hacer frente. 

Ya tenía muy claro que tenía que protegerme, así que cuando tuve que trabajar con él, hacía muchos años ya que me encontraba en una situación de alerta."         (Entrevista a Juliette Binoche, Borja Hermoso, El País Semanal, 29/12/18)

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