"Más de la mitad de la población mundial es pobre: un problema
notorio y prevalente en la humanidad pero evitable. ¿Por qué extinguir
la pobreza no es prioridad? Desde la niñez diversos factores inciden en
el desarrollo potencial del órgano clave en el organismo humano: el
cerebro.
“En los últimos cinco años los estudios de la neurociencia y la
psicología del desarrollo vinculados a la pobreza se actualizaron. Las
primeras pruebas empíricas, con información de nivel neural, vinculadas
al sistema nervioso, surgen desde 2003. En 17 años se ampliaron mucho
los estudios y la evidencia”, explica el psicólogo Sebastián Lipina que
indaga el tema en su libro Pobre cerebro. Lo que la neurociencia nos
propone pensar y hacer acerca de los efectos de la pobreza sobre el
desarrollo cognitivo y emocional (Siglo XXI/ampliado y actualizado).
“Como fruto de ese trabajo y de esfuerzos semejantes de otros
investigadores, lanzaremos en un mes la primera red virtual
internacional de investigadores en neurociencia y pobreza, de la que
estaremos a cargo con la doctora Martha Farah: un sitio web con
publicaciones, contactos para consultar a los investigadores del mundo
que trabajan en esa área y ponen su trabajo a disposición del planeta,
gratis”, explica el autor en videollamada con Ñ.
–¿Qué descubrimiento reciente destacás en tu campo de trabajo y por qué?
El
área maduró, hay más conciencia del carácter asociativo de los
hallazgos: al analizar y comparar variables es distinto mirar cómo se
asocian, los motivos por los que la pobreza se relaciona con el sistema
nervioso y los efectos que genera.
La evidencia disponible confirma y amplía lo que otras disciplinas
aportan: que crecer y vivir en pobreza se vincula a modificaciones del
sistema nervioso en todos sus niveles de análisis.
Es decir, desde lo
genético-molecular al funcionamiento de millones de células en
simultáneo; cómo eso se interrelaciona con conductas en distintos
contextos de desarrollo, en el desempeño académico o simplemente en la
expresión de conductas cotidianas. Se ampliaron los estudios a distintas
sociedades, culturas, lo cual es expresión de una visión del desarrollo
integral, compleja en la que la cultura es un factor modulador de la
forma de vivir y experimentar la pobreza.
Los países centrales apoyan a
los periféricos con tecnología, mejoras en diseños de estudios,
acompañando, debatiendo e incorporando la visión latinoamericana; en
foros con sociólogos, antropólogos, economistas, entre otros
investigadores. En un sentido general sigue como en 2016 al no conocer
todas las relaciones causales que permitan explicar por qué la pobreza
produce esos efectos a nivel neural.
También sigue vigente la noción de
que el impacto de la pobreza depende, al menos, de cuatro componentes
fundamentales: la acumulación de riesgos (por ejemplo, experimentar
privaciones materiales y afectivas); en qué momento del desarrollo se
experimentan esas privaciones; la susceptibilidad de cada chico o chica;
y la ocurrencia de múltiples privaciones y amenazas en forma
simultánea.
La pobreza infantil se asocia a factores negativos en el
desarrollo cognitivo, emocional o académico a futuro. Es importante
entender que la investigación demostró que es posible modificarlo.
–¿A qué referís con el concepto crítico de qué es la pobreza y cómo se vive?
Una
cosa es medirla y otra, lo que le pasa a la gente, cómo la experimenta.
Cuando se vive en pobreza pasan cosas internas por mucho tiempo, como
por ejemplo el desgaste de los sistemas fisiológicos, lo cual altera la
manera de procesar aspectos emocionales, cognitivos y de la relación con
el entorno.
Para evaluar un fenómeno tan complejo, no contamos con
suficientes instrumentos. Esto significa que sólo podemos explorar una
parte de estos fenómenos. Por otra parte, existen diferentes creencias
sobre sus causas. Un colega puede pensar que la pobreza es natural, “es
algo que va a existir siempre”; mientras que otros pensamos que es
consecuencia de un problema de organización socioeconómica.
El
investigador es responsable si tiene una mirada potencialmente
reduccionista: no debe faltarle el respeto a quien padece esta tragedia.
Eso significa que también debemos trabajar con ellos, con los que
padecen la pobreza. Y en ese sentido, completar un estudio implica
modificarlo: además de la imagen cerebral, precisamos tener una
etnografía hecha por un antropólogo; y la voz de quien la vive.
-Subrayás la importancia de diferenciar entre los períodos críticos y los sensibles.
períodos críticos son momentos de organización máxima de una función
neural. Tiene un momento específico de inicio y final. Si ocurre un
cambio dentro de ese período las consecuencias pueden ser permanentes,
para bien o para mal. Los períodos sensibles también son momentos de
organización pero de más de una función, suelen tener más duración, sin
claridad en el momento de inicio y final y durante el cual un cambio
puede afectar la organización de esas funciones.
No obstante, es posible
de modificación por intervenciones y un gran esfuerzo. Las funciones
cognitivas de autorregulación y el aprendizaje se organizan a la manera
de estos períodos sensibles. El ciclo embrionario tiene muchos períodos
críticos para funciones básicas del organismo. A medida que el
desarrollo avanza y se organiza tempranamente, las posibilidades de
cambiarlo se reducen. Esos fenómenos de plasticidad involucran otros,
como los epigenéticos (ciencia que estudia cómo se expresan los genes).
En esta etapa de la investigación, estamos acumulando evidencia de
fenómenos epigenéticos que podrían ser causales de la relación entre
pobreza y desarrollo del sistema nervioso. Pero aún debemos definirlo
con más evidencia. En cualquier caso, desde el punto de vista del
cuidado infantil, cualquier chico o chica debe tener la alimentación
necesaria para que su organismo esté sano; ser mirado, respetado y
estimulado para querer, aprender, jugar. Si no ocurre todo esto, pueden
aparecer dificultades en su desarrollo.
El impacto de la pobreza en el
desarrollo infantil empieza en la panza. Es muy importante al hablar de
“crítico y sensible”, no tomar lo sensible como crítico y no cerrar la
posibilidad de que hay cosas por hacer, a pesar de vivir en pobreza.
–¿Cuáles
son los principales problemas hoy, en el estudio científico de la
pobreza, el desarrollo de la disciplina de neurociencia de la pobreza y
el estudio neurocientífico?
El primer problema son las
preguntas que nos hacemos los que estamos en el área, que aún debemos
responder en la próxima década, que tienen que ver con entender si lo
que encontramos en cada cultura es universal o no. ¿Qué aspectos afectan
a todos los seres humanos y cuáles se relacionan con las diferencias
culturales e individuales? Sigue siendo necesario conocer los mecanismos
por los que la pobreza impacta sobre el cerebro.
Y en tal sentido, es
necesario considerar fenómenos básicos como los epigenéticos, así como
también los psicológicos y sociales. Importa encontrar mecanismos que
nos expliquen las causas, por qué se asocia la pobreza con el sistema
nervioso que genera esos efectos.
–¿Cómo se relacionan los “costos cerebrales de la pobreza”, con la producción de “residuos humanos”?
Durante la acumulación de adversidad por pobreza estás expuesto a
situaciones de privación materiales, simbólicas-afectivas y se activa el
sistema de regulación del estrés de manera crónica. Ello desgasta la
fisiología de diferentes sistemas: nervioso, inmunológico,
cardiovascular; son costos biológicos y neurobiológicos que si aumentan,
incrementan la posibilidad de que te enfermes y mueras antes de lo
esperado.
Esto es producto de cómo nos organizamos socioeconómicamente y
sin intervenciones políticas es como generar “residuos humanos”. La
clave de esta asociación es el lugar donde te parás respecto de la causa
de la pobreza. El costo cerebral de la pobreza, con la hipótesis de
Zygmunt Bauman de residuo humano, es un componente ideológico: o es un
problema de la gente pobre o uno institucional. Adhiero a la última.
–¿Por qué la pobreza no es prioridad, en tu opinión?
Es
necesario seguir trabajando en un sentido multilateral o intersectorial
dentro y entre países, atentos a cuáles son los valores que deberían
alimentar nuestras sociedades, sin excluir a la gente. Bauman decía que
estábamos en un interregno: el conocimiento que generamos no permite aún
entender qué debemos hacer para sacar de la miseria a más de media
población mundial. La peste muestra que la estructura en que estamos
organizados es del todo desigual.
Me preocupa cómo enfocar el
conocimiento generado y crear futuros estudios, para mejorarla. ¿Qué le
podemos acercar a una familia, a un político, o un colega de otra
disciplina, que permita mejorarnos como personas y salir un poco de esta
gran desigualdad? La desigualdad se resuelve con política, imposible
soslayarla." (Entrevista a Sebastián Lipina, Gisela Daus, Viento Sur, 15/07/20)
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