8/7/21

Amazon y la optimización algorítmica... la aplicación que gestiona los repartidores contratados se encarga de enviar correos electrónicos anunciando su despido, en función de criterios que pueden ir desde las evaluaciones de los usuarios, hasta las necesidades del servicio... el trabajo de 'cuello blanco', es llevado a cabo por un algoritmo, mientras que el trabajo logístico 'de cuello azul', sigue siendo llevado a cabo por personas... Personas dirigidas por robots…

 "Un largo e interesante artículo en Bloomberg, «Fired by bot at Amazon: ‘it’s you against the machine’«, permite visualizar, en el caso de una compañía en ocasiones tan distópica como Amazon, lo que ocurre cuando se utilizan algoritmos para gestionar personas: la aplicación que gestiona los repartidores contratados a través de Amazon Flex, un sistema al que ya me refería en 2017 como «la uberización de la logística«, se encarga de enviar correos electrónicos anunciando su despido, en función de criterios no necesariamente claros y que pueden ir desde las evaluaciones de los usuarios, hasta las necesidades del servicio.

 El artículo, que se centra precisamente en las percepciones de los trabajadores, nos lleva a comprobar cómo los patrones de automatización no siempre siguen el camino recto o más esperable: las decisiones de gestión que habitualmente llevaría a cabo un directivo, un trabajo etiquetado como «de cuello blanco», son llevadas a cabo por un algoritmo, mientras que el trabajo puramente logístico, considerado tradicionalmente como «de cuello azul», sigue siendo llevado a cabo por personas. 

Amazon no entiende de categorías ni de cuellos: para la compañía, todo son recursos, y si una tarea puede ser automatizada de manera que optimice los resultados, se automatiza. Mientras muchas compañías huyen de la denominación de «recursos humanos» porque entiende que las personas deben ser consideradas como tales, y no simplemente como «un recurso más», Amazon parece ser completamente impermeable a esta tendencia y gestiona de manera estrictamente científica, con unos resultados que aparentemente no serán malos desde el punto de vista económico, pero que desde otros puntos de vista, aparentemente, dejan bastante que desear

Algunos artículos recientes hablan de toda una máquina trituradora de personas que desde fuera de la compañía, simplemente, no se ve.

En muchos sentidos, un trabajador de Amazon es una persona esperando que la compañía descubra la forma adecuada de automatizar su tarea. Si trabajas como picker en sus almacenes, lo haces en aquellos que no han sido diseñados para que tu trabajo sea sustituido por los robots Kiva que arrastran estanterías de un lado a otro, y que constituyen un ejército que no deja de crecer: en enero del año pasado superaban los doscientos mil

Si llevas a cabo otras funciones, es posible que te sustituyan Ernie o Bert, sus últimos desarrollos en robótica – y ello teniendo en cuenta que sus almacenes no son en absoluto los más automatizados, si los comparamos con los de, por ejemplo, JD.com en China. Si te dedicas al desarrollo de software, un puesto que la compañía habitualmente ha mimado especialmente, vigila: en cuanto el desarrollo de software se pueda automatizar, la compañía lo hará rápidamente.

 Si eres un directivo, habitualmente con mucha experiencia en retail y en negociación, que se dedica a cerrar contratos millonarios con marcas que venden sus productos en la plataforma de Amazon, es también posible que tus funciones ya estén siendo desarrolladas por algoritmos.

 Cada vez que encontremos un proceso tradicionalmente llevado a cabo por personas que pueda, gracias al desarrollo de una tecnología determinada, ser realizado por un algoritmo, es muy posible que Amazon sea el sitio al que mirar, porque seguramente llevarán un tiempo experimentando con ello.

Personas dirigidas por robots… ¿hasta qué punto deben las compañías llevar sus procesos de optimización, en un entorno en el que cada vez más tareas pueden ser automatizadas? ¿Es normal que un algoritmo asigne rutas de reparto de tal manera que obligan al repartidor a orinar en una botella para poder cumplirlas? Si tus algoritmos te dicen que lo óptimo es destruir toneladas de mercancía no vendida y que ni siquiera ha llegado a salir de su caja, ¿tiene sentido destruirlas sin más consideración? 

Si tus clientes se esfuerzan por evaluar un producto, ¿tiene sentido que un algoritmo, y además malo, rechace esas evaluaciones y prácticamente los insulte? ¿Qué ocurre cuando todo se condiciona a decisiones de optimización tomadas por algoritmos, sin prácticamente intervención humana? ¿Hablamos de algo excepcional, o de una tendencia que veremos cada vez más en el futuro?"              (Enrique Dans , Enrique Dans, Contrainformación, 28/06/21)

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