7/2/23

Más allá del “crédito social”: China quiere evaluar todo lo que se dice en la red, porque el sistema chino de crédito social todavía no cuenta con un algoritmo que lo sepa todo, aun así tiene consecuencias significativas, especialmente en la libertad de expresión... pero hasta ahora, la intersección del crédito social y el control del discurso online ha sido muy limitada

 "Ayer publicábamos una explicación sobre el sistema de crédito social de China. El Gobierno chino hizo público el 14 de noviembre un proyecto de ley que servirá más adelante como guía de alto nivel sobre cómo el país construye ese sistema.

Así es, el sistema chino de crédito social nacional ni siquiera está completamente construido todavía, pero es comprensible pensar lo contrario. En estos momentos, solo existe realmente en fracciones y hay muchas percepciones occidentales erróneas al respecto. En particular, que un algoritmo omnisciente califica los comportamientos diarios de las personas. Esto no existe en la realidad, y en mi reportaje anterior explico en qué consiste realmente este sistema y cómo debemos entender los créditos sociales.

El verdadero sistema de crédito social se enfoca en promover la fiabilidad en los negocios, en el consumo, en la educación y… en casi todos los demás aspectos de la vida. Eso suena bastante bien en teoría, pero me gustaría profundizar sobre cómo todo esto resulta más complicado de lo que parece. 

Un ejemplo particular de las consecuencias del sistema de crédito social, específicamente, cómo puede afectar las redes sociales y la libertad de expresión, revela cómo el objetivo de generar confianza (que suena tan noble) puede ser problemático en la práctica.

La pregunta clave es: ¿Quién decide si un comentario o un usuario de las redes sociales es fiable? Es una pregunta increíblemente difícil que las plataformas de todo el mundo, incluidos Twitter y Facebook, aún tienen dificultades por responder.

En China, sin embargo, el Gobierno parece confiar en que puede ser el árbitro final. En este contexto, tal y como me comenta Shazeda Ahmed, investigadora de la Universidad de Princeton (EE UU), es necesario preguntarse: ¿Qué significa ser digno de confianza u honesto a los ojos del Gobierno chino?

En 2019, la Administración del Ciberespacio de China presentó un proyecto de reglamento para crear un sistema de crédito social en el sector de internet. Establece que las agencias gubernamentales pueden considerar a una persona o una empresa como "entidades profundamente no fiables" por "fabricar, publicar o transmitir información contraria a las costumbres sociales, a la moralidad comercial o a la honestidad y el crédito".

Si bien parte de la información se puede verificar y demostrar como falsa, cosas como las "costumbres sociales" y la "honestidad" a menudo son demasiado vagas para definirlas objetivamente, por lo que vuelve al Gobierno la tarea de identificar qué constituye un valor moral.

Bueno, ya hemos visto cómo esto puede salir terriblemente mal. En los primeros meses de la COVID-19, el Gobierno local de Wuhan (China) castigó a ocho personas por publicar "rumores" sobre el virus que supuestamente socavaron la confianza pública. El médico Li Wenliang, que les explicó a sus amigos en un chat de grupo que se estaba propagando un virus similar al SARS, fue llamado por la policía por "publicar mentiras online". Posteriormente, su muerte por COVID-19 provocó una ola nacional de furia contra el control de la información por parte del Gobierno.

Se trata solo de un incidente, pero a medida que la idea de construir la solvencia social se filtra cada vez más en otras regulaciones, revela los riesgos de estandarizar una práctica en la que el Gobierno emite evaluaciones morales para su población.

La semana pasada, la Administración del Ciberespacio de China finalizó una regulación completamente dedicada a los "comentarios online", y escribí sobre ello cuando se propuso por primera vez en junio. El objetivo principal de la regulación es tener las interacciones en las redes sociales, incluidas aquellas en formas más novedosas como transmisiones en directo, bajo los mismos controles estrictos que China siempre ha tenido para otros contenidos online.

Estas reglas no son realmente parte del sistema de crédito social más amplio, pero aun así encontré un lenguaje familiar en el documento. Pide a las plataformas de redes sociales que "realicen evaluaciones crediticias de la conducta de los usuarios al comentar las publicaciones" y que "realicen valoraciones crediticias de la gestión de los comentarios de las publicaciones por parte de los productores-operadores de cuentas públicas".

La idea es que si un influencer o un usuario publica cosas que no son fiables, eso se debe reflejar en la evaluación crediticia de esa persona. Y los resultados de esa evaluación determinarán "el alcance de los servicios y la funcionalidad" que se ofrecen a las personas en ciertas plataformas.

No es el único ejemplo específico del Gobierno chino que utiliza la importancia de la "capacidad crediticia" o la "confianza" para justificar más reglas. Esto se vio cuando el Gobierno decidió establecer una lista negra de celebridades que promueven la "mala" moraltomar medidas enérgicas contra los bots de las redes sociales y el spam, y asignar responsabilidades a los administradores de chats de grupos privados.

Todo esto sirve para resaltar que el desarrollo en curso del sistema de crédito social de China a menudo está sincronizado con el desarrollo de políticas más autoritarias. "A medida que China se centra cada vez más en la vida social y cultural de las personas, regulando aún más el contenido del entretenimiento, la educación y el discurso, esas normas también estarán sujetas a la aplicación del crédito", escribió el jurista Jeremy Daum en 2021.

Sin embargo, antes de terminar, quiero advertir contra la tendencia a exagerar los riesgos percibidos, que ha sucedido repetidamente cuando la gente ha discutido el sistema de crédito social.

La buena noticia es que, hasta ahora, la intersección del crédito social y el control del discurso online ha sido muy limitada. El proyecto de reglamento de 2019 para construir un sistema de crédito social para el sector de internet aún no se ha convertido en ley. Y mucho de lo que se habla sobre el establecimiento de sistemas de evaluación de crédito para las redes sociales, como el que exige la última regulación sobre comentarios online, parece más una ilusión que una guía práctica en este punto. Algunas plataformas sociales operan sus propios "puntos de crédito": Weibo tiene los suyos para cada usuario y Douyin tiene lo mismo para los influencers en las compras, pero son más funciones secundarias que pocos en China dirían que son lo más importante.

 Hoy en día, en vez de preocuparnos por el riesgo teórico de cómo se podría usar un sistema de crédito social para sofocar la libertad de expresión, es más importante dedicar nuestro tiempo y recursos a identificar qué mecanismos de censura ya existen y funcionan, como los que ya usan las plataformas sociales de forma rutinaria para filtrar publicaciones y prohibir cuentas por discutir eventos políticamente sensibles (incluida la prohibición masiva antes del 20º Congreso del Partido). Se trata de mayores amenazas y más urgentes para los usuarios de internet chinos que el sistema de crédito social que ni siquiera el Gobierno ha definido todavía."                 (Zeyi Yang, MIT Technology Review,01/12/22)

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