14/4/08

Er fumbol...

“¿El fútbol? Si tanto nos gusta el fútbol a los aficionados es por lo mucho que se parece a la vida o, mejor, a las promesas de felicidad que la vida podría sembrar sobre nuestra biografía y de una manera tan sencilla como la de pasar a una semifinal. Contemplar el partido ganado, presenciar la escena, hallarse sentado ante los 90 minutos o los 90 años, y disfrutar con los goles no sería otra cosa que saborear nuestro propio equipaje vivencial sometido, como las incidencias del encuentro, a las más azarosas y diversas circunstancias pero venciendo, al cabo, la dificultad. De hecho, el trance de algunos pasajes de nuestra vida calca el desarrollo del carrusel deportivo que, en sus idas y venidas, transmite tanto la jornada de nuestro equipo como una maqueta de alguna vicisitud vital.

Los no aficionados hallarán su reflejo en otras referencias pero para el hincha el fútbol constituye, por antonomasia, la posible metáfora de su propio quehacer. Su equipo forma cuerpo con su aventura, los resultados puntean su felicidad o su tristeza, su decepción o su esperanza, y con una ventaja incomparable: cada temporada aparece como otra inauguración saneada, el viaje reiniciado desde cero para volver a probar.

De este modo, el orden del fútbol es un rico festival de oportunidades perdidas y ganadas, extraviadas y reencontradas, sucesivos estrenos que impulsan creer en la suerte de la reencarnación, el lavado de los errores o la prolongación del honor. La vida sin fin, sin muerte, en suma.

La vida sentida de verdad y, a la vez, comportándose de mentirijillas. Es decir, sin sentido. (…)

¿La enseñanza del encuentro? El encuentro incide en el mundo de lo invisible e indescifrable y, en consecuencia, resalta la primacía de lo mágico repartiendo placer o dolor arbitrariamente entre la orgía del absurdo y la paradoja.

¿Una calamidad para el hincha? Ciertamente la frustración se hizo tan profunda en el ánimo del hincha que favorecía el deseo de morir, pero el hincha se alimenta de estos vaivenes de la muerte y de la vida, de la sepultura, la ignominia y la resurrección. El hincha creyó morir, pero, enseguida, una lacerante lucidez aprendida de la experiencia futbolística y el carácter de sus derrotas, devolvió al conocimiento feliz de su contingencia y a la esperanza de otra oportunidad que borrará del cuerpo colectivo la figurada muerte y anticipará, para la próxima final, la reaparición de su imaginada fiesta.” (VICENTE VERDÚ: Getafe o el sentido de la vida. El País, ed. Galicia, sociedad, 12/04/2008, p. 38)

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