“P. ¿El ardor guerrero qué le llegó, con la pubertad?
R. Sí. A los 13 o por ahí. Todo lo que abarcaba ser militar: la actividad, el deporte, la aventura. Me gustaban mucho el uniforme y la disciplina.
P. ¿Y en qué se nota usted la marcialidad: picores, sarpullidos, marcha?
R. En el cuerpo no siento nada especial. La marcialidad es hacer las cosas correctas. Así como te entrenes, combatirás, decimos nosotros. (…)
P. ¿Qué le atrae de los cuarteles?
R. Lo que más me atrae es la disciplina. Creo que todo se hace ordenado, y que están las cosas muy encasilladas. No hay lugar a dudas prácticamente en casi nada.
P. No hace falta pensar.
R. Hombre, puedes pensar. Pero están las cosas establecidas, y sabes que, si las haces así, están bien hechas. Si está escrito, no puedes decir: "esto no es así".
P. ¿Es militar incluso fuera del cuartel?
R. Sí, sí. Yo soy militar las veinticuatro horas del día.” (ROCÍO GONZÁLEZ TORRES. "Los militares no tienen sexo". El País, ed. Galicia, Última, 06/07/2008)
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