"Los temores de la gente provienen del entorno, de la economía, del racismo", explica Hillman. "De la arquitectura, de los sistemas de enseñanza, del capitalismo, de la explotación, de la precariedad. Vienen de muchos sitios que la psicoterapia y la política no tratan".
La lógica populista del chivo expiatorio lleva centurias funcionando como receta política, y Hillman tiene una bonita teoría para explicar la persecución secular de judíos y gitanos. "Más que el chivo expiatorio, esa política encarna el mal absoluto. Las minorías suelen llevar vidas libres, fuera del sistema, ajenas al Estado, y eso nos produce mucha envidia. Los gitanos viven en la calle o en el campo, a menudo no pueden trabajar. Representan algo inalcanzable. Es una envidia fea, esa. No quiero ser gitano, pero me gustaría ser como ellos".
Según Giuseppe Roma, director de la Fundación Censis, la razón del temor romano "es la nula adaptación de la ciudad al cambio generado por la inmigración. Si ciudades como Pekín y Bombay presentan altos niveles de satisfacción, es entre otras cosas por la interpretación positiva de los flujos migratorios". (...)
Pero sentimos un miedo nuevo que resume todos los demás. "Es el temor a no ser adecuado, a no servir. Sabemos que podemos ser excluidos si no somos lo suficientemente hábiles". Ese miedo viene de todos los rincones del capitalismo global, concluyó el sociólogo de la modernidad líquida: "Podría desaparecer la empresa para la que trabajamos, podrían no hacer falta más nuestras competencias".Y ahí es donde surgen la política y el mercado, dándonos seguridad falsa. "El miedo es una ganancia permanente para los políticos que parecen arrogarse el deber de acabar con él. Lo mismo vale para las empresas que nos ofrecen seguridad privada. Unos y otros prefieren no resolver nuestros miedos, porque cada uno de ellos genera nuevos réditos", dice Bauman.
Para vencer el miedo, subraya Hillman, es preciso dialogar, conocer al otro, salir de la parálisis y la desconfianza. "Amos Oz dice que imaginar al otro cura el fanatismo. Conocerlo seguramente es mejor".
Pero la manipulación de ese sentimiento que convierte a una minoría en objeto del pavor colectivo ofrece grandes ventajas, explica el psicoanalista: "Une al Estado porque crea un enemigo común.(...)Casi empatada con la violencia física, aparece la exclusión, la marginalidad, la posible pérdida de la posición social como factor de incertidumbre. Si falta el Estado social, cuanto más pobres, más miedo. Los neoyorquinos, por ejemplo, temen más a no ser capaces de mantener su estilo de vida (17,2%) que a los atentados terroristas (16,6%) o a un conflicto internacional (14,6%). En la muy insegura São Paulo, la gran causa de inseguridad es el dolor físico (24,8%), seguida de la miseria (19,8%). El aumento de la violencia terrorista y xenófoba está entre los nuevos fantasmas contemporáneos, pero genera más miedo la disminución del nivel de protección social y la pérdida de valores como la solidaridad. (...)
La gente sabe bien quién cabalga el miedo, quién saca tajada de él. Los políticos, para generar consenso, (29,5%); los terroristas, para infundir pavor (25,7%) y los medios, para ganar audiencia (20,4%). "El discurso de unos y otros intenta reducir el miedo a la categoría de problema de orden público: criminalidad, inseguridad, violencia aparecen como los únicos factores que resumen una complejidad mucho mayor", afirma el estudio.
Según el sociólogo de la comunicación David Altheide, de la Universidad de Arizona, el lenguaje de los medios crea, diseña y amplifica el temor. Y el poder político hace uso instrumental. (...)El escritor indio Suketu Mehta cree que Bombay está entre las ciudades más optimistas del planeta porque la vida y la muerte "se basan en un sistema de solidaridad. Los indios saben que ante una catástrofe natural el sentido de autogobierno que se crea entre los ciudadanos resolverá la crisis". En Campania, en cambio, es el sistema camorrista quien gestiona el miedo, dijo Saviano. Y "la solidaridad es solo el instrumento de la Camorra que alimenta el miedo y después la explota para sustituir al Estado". (El País, ed. Galicia, 03/10/2008, p. 36/7)
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