29/8/11

Fuera de la iglesia (la católica) no hay salvación, dice el Papa... ¿Qué diría Jesucristo? Lo contrario, seguramente

"A la Iglesia le gustaría que el concepto de católico no practicante no existiera. Y que nadie pudiera interpretar sin el clero los dogmas del cristianismo.

El Papa, antes de clausurar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y volar de vuelta a Roma, dejó muy claro a los cientos de miles de fieles que le escucharon en la misa celebrada en el aeródromo de Cuatro Vientos que sin Iglesia no hay cristianos.

Que quiere católicos que oigan misa, que comulguen y se confiesen. Benedicto XVI recordó en su homilía que "no se puede seguir a Jesús en solitario".

Que el modo de hacerlo es "en la comunión de la Iglesia". Lo dijo en España, un país en el que el 71,7% de los ciudadanos se declara católico, aunque solo el 13,5% va a misa los domingos, según el CIS." (El País, ed. Galicia, 22/08/2011, p. 12)


“Jesús anunció el reino y lo que vino fue la Iglesia”, dijo el teólogo francés Alfred Loisy, el más conocido y radical de los modernistas.(...)

Lo cierto es que Jesús es sobre todo la Iglesia católica y que el sucesor de aquel joven que entró un domingo en Jerusalén a lomos de un borrico para cantarle las cuarenta a los poderosos es hoy un anciano que se hace llamar Pontífice y Santo Padre; al que rinden pleitesía reyes y gobiernos y que se pasea por el mundo en loor de multitudes y rodeado de lujos.

¿Qué diría Jesús si volviera? Dostoievski ofrece una repuesta en su imponente quinto capítulo de Los hermanos Karamazov, con el encuentro del Gran Inquisidor y Jesús en una cárcel de Sevilla.

Lo que sí encontraría el fundador cristiano es una iglesia absorbente. Lo ha subrayado ayer el Papa, por si había dudas: “Seguir a Jesús en la fe es caminar con él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario”. (...)

Fueron los tiempos del papa Pío IX, ahora beato, que se empeñó en proclamarse infalible en un concilio —el Vaticano I— del que los grandes prelados centroeuropeos salieron despavoridos.

Lo peor estaba por llegar. Fue desde esa infalibilidad —y desde la rabia por haber perdido los Estados Pontificios y su a veces brutal poder temporal— que Pío IX abordó una de las encíclicas más reaccionarias y siniestras de todos los tiempos.

La tituló Quanta cura, acompañada de un Syllabus errorum modernorum, un compendio de los errores modernos. Hans Küng lo califica de “hombre emocionalmente inestable, desprovisto de dudas intelectuales que mostraba los síntomas de un psicópata”. (El País, ed. Galicia, /08/2011, p. )

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