"–¿Qué evaluación hace de la actual fase de la crisis mundial?
–Esta
crisis se da en un contexto de cambios estructurales que vienen
operando desde la década del ‘90, que refuerzan una tendencia del
capitalismo a nivel mundial que necesita del Estado para funcionar,
aunque la retórica neoliberal lo haya ocultado mucho. El déficit
comercial de Estados Unidos aumentó desde los ’80, con Ronald Reagan, de
50 o 60 mil millones a 300 mil millones de dólares.
El déficit público
también aumentó en una cuantía similar, porque los dos déficit se
combinan: los excedentes retenidos por los exportadores que le venden a
Estados Unidos se convierten en títulos de la deuda pública, y de esa
forma se cubre el déficit fiscal.
En los ’90 hubo un intento de
disminuir el gasto, sobre todo en el sector militar, y recuperar el
plano fiscal, pero la entrada de George Bush (hijo), otra vez un
neoliberal, significó de inmediato la misma política de déficit fiscal
colosal.
Y Estados Unidos funcionó con un déficit creciente que llegó a
500 o 600 mil millones de dólares. Ese tipo de políticas refuerzan al
capital financiero, porque esos títulos de deuda son operados por el
sector financiero, que los transforma en derivados y consigue
multiplicar por cinco el valor. De repente hay un sector financiero
gigantesco operando, que aumentó aun más con la especulación
inmobiliaria que sobrevalorizó las propiedades.
–Se suele
plantear que el desequilibrio en las cuentas estadounidenses es
consecuencia de la falta de regulación. Aquí el Estado estaría
cumpliendo un papel central para el funcionamiento del sistema.
–No
se trata de un Estado ausente. Es una presencia necesaria para el
funcionamiento, porque este funcionamiento no es lógico económicamente.
Tiene una lógica de intervención, típicamente intervencionista. Incluso
cuando la crisis viene y amenaza la supervivencia de los bancos, se
utiliza al Estado.
Es el Estado, no el gobierno, porque Obama, con
algunas diferencias, continúa con la política de Bush de sostener al
sector bancario, aun cuando está claro que está quebrado. No defienden a
las personas que están perdiendo su dinero por la caída del valor de
los inmuebles que compraron. El dinero va a los bancos, para que se
refuercen, se reestructuren y prosigan, aunque no se sabe bien para qué.
Es un sistema inútil.
–¿Es crítico respecto al tipo de intervención que ante la crisis implementan los gobiernos europeos?
–No
lo diría como crítica. Es un análisis. No creo que ellos tengan una
mejor solución, por lo menos para su clase social, para que sobreviva
esa gente que no hace nada excepto crear las condiciones para mantenerse
en el poder a costa de la gran mayoría de la población. Pero la gente
no localiza exactamente dónde está el problema.
–¿Por qué predomina el capital financiero?
–Es
un predominio construido por el Estado, porque el capitalismo como
sistema productivo ya no ofrece a los representantes de la gran
propiedad concentrada mucha oportunidad de ganancia. La tasa de ganancia
tiende a caer. Hay períodos de recuperación, pero es tenue en relación
con el nivel de consumo y de poder que esta gente desarrolló.
Además, el
avance de la revolución científico-tecnológica exige inversiones
colosales en ciencia, tecnología y desarrollo de innovaciones. Ese tipo
de inversión se hace posible porque el sistema genera un excedente
económico enorme. Por ejemplo, la productividad en los ’90 aumentó en
Estados Unidos cerca de un 4 por ciento al año y los salarios han caído.
Eso es un excedente gigante que queda apropiado a través de diversos
mecanismos, con el apoyo del Estado para condicionar a la gente y
limitar su capacidad de reivindicación.
–¿La crisis es reflejo de un agotamiento? ¿Puede inaugurar una nueva fase del sistema capitalista?
–Yo
creo que estamos todavía en una fase de expansión del paradigma
tecnológico basado en la robotización, que se está extendiendo a casi
todo el sistema productivo y genera un aumento muy grande en la
productividad. El capitalismo muestra una gran capacidad de absorción
del excedente, pero fundamentalmente lo hace desde la vía estatal.
La
deuda pública es la gran base de toda esta especulación financiera,
junto con las medidas que le permiten al sector privado operar con
cierta independencia, y que obligan a economías enteras a manejarse de
acuerdo con eso. Me refiero a los bancos centrales, que no son
neutrales.
Desregulan por política. Ponen por detrás un razonamiento
económico absurdo y lo enseñan en las universidades, en la televisión y
en la radio. Es una forma de supervivencia del capitalismo que exige una
presión extremadamente fuerte del Estado. Esto sobrevive gracias al
capitalismo de Estado." (Rebelión, 21/09/2011, 'Entrevista a Theotonio dos Santos, economista brasileño. La crisis de EE.UU. contra sí mismo', Javier Lewkowicz, Página 12)
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