"La creatividad puede parecer cuestión de magia. Nos fijamos en
personajes como Steve Jobs y Bob Dylan y concluimos que tienen poderes
sobrenaturales que nos fueron denegados al resto de los mortales, un don
que les permite imaginar lo que nunca existió. Son “tipos creativos”.
Nosotros no.
La creatividad, sin embargo, no es magia y no existen los tipos
creativos. No es una característica que heredamos en nuestros genes, ni
una bendición concedida por los ángeles. Es una habilidad. Cualquiera
puede aprender a ser creativo y mejorar.
Nuevos estudios arrojan luz sobre los factores que permiten a las personas inventar productos revolucionarios y resolver los problemas más complejos. Como resultado, ha surgido una serie sorprendentemente concreta de lecciones sobre lo que es la creatividad y cómo estimularla en nosotros mismos y en el trabajo.
La ciencia de la creatividad es relativamente nueva. Hasta la
Ilustración, los actos de imaginación quedaban relegados a los poderes
superiores. Ser creativo significaba canalizar a las musas y darles voz a
los dioses. Incluso en tiempos modernos, los científicos prestaron poca
atención a las fuentes de la creatividad.
En la última década, no obstante, eso ha empezado a cambiar. Las
últimas investigaciones sugieren que la presunción de que la creatividad
es un tipo de conocimiento independiente es falsa. En realidad, usamos
el término de “creatividad” como una etiqueta que abarca una variedad de
herramientas cognitivas, cada una de las cuales aplica a tipos
concretos de problemas.
El desafío que afrontamos, ¿necesita de un momento de lucidez? ¿O
puede resolverse gradualmente? La respuesta a menudo determina si
debemos tomarnos una cerveza para relajarnos o quedarnos hasta tarde en
la oficina.
Los nuevos estudios también sugieren la mejor manera para abordar los problemas más peliagudos. Solemos dar por sentado que los expertos son genios creativos en sus respectivos ámbitos. Pero los grandes descubrimientos a menudo dependen de inocentes osadías de personas de fuera.
Partamos por los problemas más difíciles, aquellos que a primera
vista parecen imposibles. Éstos suelen resolverse (si es que se
resuelven) con un momento de lucidez.
Consideremos el caso de Arthur Fry, un ingeniero del departamento de
productos de papel de 3M. En 1974, Fry asistió a una presentación de
Sheldon Silver, un ingeniero que trabajaba con adhesivos.
Silver había
desarrollado un pegamento extremadamente débil que apenas servía para
pegar dos trozos de papel. No parecía que el compuesto tuviera
aplicaciones prácticas. Después de todo, ¿para qué sirve un pegamento
que no pega?
Sin embargo, una gélida mañana de domingo, Fry se acordó del
pegamento en un contexto insólito. El ingeniero cantaba en el coro de la
iglesia y solía poner pequeños pedazos de papel en su cantoral para
marcar las piezas del día.
Los papeles a menudo se caían, obligándolo a
buscar frenéticamente la página correcta.
Parecía un problema insoluble,
uno de esos fastidios ordinarios con los que no nos queda otra que
convivir.
Pero durante el sermón, Fry tuvo una epifanía. Se le ocurrió que
podía aplicar el pegamento débil al papel para crear un marcador de
libros reutilizable. Al ser tan débil, se adheriría a la página pero no
la rompería al retirarlo.
Esa revelación finalmente se convirtió en uno
de los artículos de oficina más usados en el mundo: el Post-It.La invención de Fry fue un clásico momento de lucidez. Si bien esas
ocurrencias parecen surgir de la nada, los científicos han empezado a
estudiarlas.
Lo hacen administrando rompecabezas lógicos y observando lo
que ocurre en el cerebro. Las investigaciones de Mark Beeman y John
Kounios identificaron de dónde venía la chispa de inspiración que
observaban cuando a los participantes se les ocurría la respuesta al
enigma planteado.
En los segundos previos al hallazgo, un área del cerebro llamada la
circunvolución temporal superior (aSTG por sus siglas en inglés) exhibe
un salto en su actividad. Esta región, ubicada en la superficie del
hemisferio derecho, se especializa en conectar información muy vagamente
relacionada, precisamente lo que hay que hacer a la hora de resolver un
problema de creatividad.
Beeman y sus colegas descubrieron que ciertos factores aumentan las probabilidades de uno de esos momentos de lucidez. Por ejemplo, mostrar un breve video humorístico mejora las probabilidades de acierto en un promedio de 20%.
El alcohol también funciona. Investigadores de la Universidad de
Illinois, en Chicago, compararon el desempeño en esta clase de
rompecabezas entre estudiantes sobrios y ebrios. Éstos últimos
resolvieron casi 30% más problemas de palabras que sus compañeros que no
estaban intoxicados.
¿Qué explica los beneficios creativos de la relajación y el alcohol?
La respuesta involucra la sorprendente ventaja de no prestar atención.
Si bien vivimos en una era que le rinde culto a la concentración, este
enfoque puede inhibir la imaginación. Puede que estemos concentrados,
pero en la respuesta incorrecta.
La relajación ayuda. No es hasta que nos relajamos en la ducha o nos
distraemos viendo el video de un humorista que logramos girar el foco de
la atención hacia adentro, revisando todas esas asociaciones al azar en
el hemisferio derecho del cerebro. Cuando necesitamos un momento de
lucidez, esas asociaciones suelen darnos la respuesta.
Los estudios también explican por qué tantos grandes descubrimientos
se hicieron en lugares insólitos, como Arquímedes en la bañera o el
físico Richard Feynman que garabateaba ecuaciones en clubes de
strip-tease. Igualmente validan la lógica de Google de colocar mesas de
ping-pong en el vestíbulo y confirman las ventajas prácticas de soñar
despierto. Tal como dijo Einstein: “La creatividad es el residuo del
tiempo desperdiciado”.
Desde luego, no todos los desafíos requieren una epifanía ni una
ducha caliente resolverá todos los problemas. A veces, necesitamos
seguir trabajando y resistirnos a la tentación de una siesta inducida
por la cerveza.
Esa clase de creatividad es menos divertida. Consiste básicamente en
sudor y fracasos. Es el lapicero rojo en la página y el boceto arrugado.
Nietzsche se refirió a esto como el “proceso de rechazo”, señalando que
si bien a los creadores les gusta jactarse de sus grandes epifanías, la
realidad cotidiana es mucho menos romántica. “Todos los grandes
artistas y pensadores son grandes trabajadores”, escribió.
Pero si diferentes clases de problemas creativos se benefician de
diferentes clases de pensamiento creativo, ¿cómo podemos asegurarnos de
que estamos pensando de la manera adecuada en el momento indicado?
¿Cuándo deberíamos fantasear y dar un paseo o cuándo deberíamos seguir
dibujando y jugando con las posibilidades?
La buena noticia es que el cerebro humano tiene una sorprendente capacidad natural para evaluar la clase de creatividad que la situación requiere. Numerosos estudios demostraron que, cuando se topa con problemas que no necesitan inspiraciones repentinas, la mente es sorprendentemente hábil para calibrar la probabilidad de que el problema sea resuelto, sabiendo si está cerca o no, aunque desconozca la solución.
Otra clase de problema creativo, sin embargo, es cuando uno carece de
la materia prima en la cabeza. Si está tratando de ser más creativo,
una de las cosas más importantes que puede hacer es aumentar el volumen y
la diversidad de la información a la que se expone.
Steve Jobs dijo que “la creatividad consiste simplemente en conectar
cosas”. Pese a que creemos que los creadores inventan algo de la nada,
Jobs asegura que incluso los conceptos más remotos surgen usualmente de
combinaciones de cosas que existen. Bajo su batuta, Apple no inventó los
reproductores MP3 ni las computadoras tipo tableta, sino que se limitó a
mejorarlos, incorporando elementos de diseño.
¿Cómo puede mejorar la gente a la hora de establecer esas conexiones?
Jobs sostiene que los mejores inventores buscan “experiencias
diversas”, recopilando muchos puntos que luego pueden ligar.
La creatividad es una chispa. Puede ser exasperante frotar las dos
piedras y no conseguir nada. Y puede ser increíblemente satisfactorio
cuando sale la llama y una nueva idea conquista el mundo.
Por primera
vez en la historia, empieza a ser posible ver cómo crear más chispas y
asegurar que prendan. Con todo, debemos ser honestos: el proceso
creativo siempre será difícil, independientemente de cuánto aprendamos
sobre él." (En positivo, 'Los nuevos estudios sobre la creatividad', Jonah Lehrer)
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